MAHATMA
Publicado en May 06, 2009
MAHATMA
No se olvida tu silueta flaca y cubierta por un simple taparrabo. "Agitador en pañales" te dijeron los parlamentarios británicos. Para Churchill fuiste apenas un "sedicioso faquir" cuando humillaste sus tropas en la Marcha de la Sal, aquel 21 de mayo, no por la fuerza de las armas sino por tu doctrina de "ahimsa". Bebiste en el Nuevo Testamento y declaraste que sus palabras te mordían el corazón. No tuviste soldados a tu mando ni autoridad formal alguna, pero moviste los cimientos del Imperio con tu ayuno y tu palabra inaudible. Sufriste la cárcel, que no fue para ti cárcel sino templo. Casarte a los 13 años no fue escollo para estudiar Derecho en Londres, tomar clases de baile y practicar oratoria. Aprendiste la resistencia pacífica leyendo a Tolstoi y demás defensores de la protesta civil. Elevaste a la categoría de nación una colonia que, asolada por hambrunas y plagas, vivía bajo la férula de las supersticiones. Aceptaste a los ateos, racistas y violentos de todos los pelambres porque viste en ellos una gran familia, incluyendo a los "Intocables". Asombraste a los Occidentales con tu insólita vsión frente a la guerra, vetando la fabricación de armas. Sugeriste a los judíos el suicidio colectivo como repudio al nazismo, sosteniendo que un acto de tal naturaleza sería una herencia espiritual tan grande que despertaría la conciencia pública en todos los países. Aunque muchos dudaron de tus métodos nadie pudo dudar de tu entereza. Finalmente, el 15 de agosto de 1947 el mundo vio nacer un nuevo Estado. Tus cenizas, dispersas por los ríos sagrados e la India, pagaron el tributo de la inmortalidad. Dijo Nehrú: "Se ha ido la luz de nuestra vida".
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