Sonó la alarma del despertador. La noche se había pasado rápido. Había estado cazando por el bosque. Cacé varios animales con Evelyn y Samy, entre ellos un sabroso ciervo, mi favorito.
Una voz llegó de abajo.
- Jane. Vamos, tenemos que irnos a la escuela.
Arreglé mi pelo y me vestí con una remera azul y unos jeans negros. Coloqué unos anillos en mis blancos dedos que resaltaban con la remera de seda y un collar de perlas blancas como mi rostro.
Posé frente al espejo de Caoba. “Estoy lista”, Pensé. Y Bajé lentamente las escaleras.
Nadie dijo una palabra antes de llegar al auto.
Subimos al auto de Vanessa. Era un lamborghini murciélago pintado de rosa.
- Esperen olvidé mi Libro de historia- Levantó las manos, cerró los ojos e hizo que el libro grande y amarillo llegue a sus dedos- Ahora sí.

Los asientos del auto eran de cuero negro, como mis jeans. Cuando bajamos del auto. Estaba mirando la lluvia afuera. Anoche había sido uno de los días más espantosos como vampiresa. Nunca me había descontrolado desde…
No podía recordar ese día nuevamente. No quería que el maestro Avanged me castigara más de lo que estaba. Mis lágrimas hoy no iban a escapar.
Por algo raro me sentía feliz. La caza aumentaba mi actitud. La sangre era algo para levantar el ánimo.
No podía pensar en sangre en ese momento. Estábamos ya en la escuela.
Entré en los pasillos de la escuela cuando lo vi. Era alto, con cabello castaño y de ojos rojos. Su piel era muy pálida. Demasiado. Más pálida que la mía. Un Neófito. Un vampiro recién creado. ¿Qué hacía en la escuela? ¿No sabe que puede descontrolarse así nomás?
Lo arrastré hasta el armario y empecé a hacer preguntas rápidas.
- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? Sabes que es una escuela y puedes descontrolarte totalmente- Estaba frenética. Y mi boca seguía expulsando las preguntas seria y enojada- ¿Quién te convirtió en esto?, ¿Quieres ir al sol y que vengan a matarte los vampiros italianos?
- Soy Connor, estudio acá. Si. Puedo descontrolarme. Pero me da lo mismo matar a una persona indefensa. No puedo decirte quien me convirtió- Lo empujé mas hacia la pared. ¿Por qué estaba tan enojada?
- No te importa la gente ni dices quien te convirtió. Creo que hay trabajo que hacer acá- Mientras hablaba extraía una soga de una caja. A Velocidad vampírica le sujeté las manos y los pies. Luego saqué verbena de mi bolsillo. Siempre llevaba un poco para debilitarme.
Estaba tratando de salir. Sus músculos estaban tensos. Después se calmó.
-Quédate aquí. Creo que la verbena sirve, no vas a poder salir mientras busco a mi clan.
Al salir de la habitación me choqué con un chico. No lo vi. Estaba saliendo corriendo para buscar a las chicas.