UN CUENTO DE FANTASMAS
Publicado en Dec 15, 2009
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Hay un punto en tu vida,  en el que te das cuenta:
 quién importa, quién nunca importó, quién no importa más,
 y quién siempre importará.
De modo que
 no te preocupes por la gente de tu pasado,
  hay una razón por la que no estarán en tu futuro' ...[1]
 
 
 
Un cuento de.... ¿fantasmas? (I)
 
 
 
 
... salí corriendo a la calle para alcanzarla, temía perderla y a cada paso de mi carrera, el tiempo se transformaba en eternidad. La calle ausente de vida parecía haber perdido su color, como aquellas tardes antes de la tormenta, en las que todos buscan refugio sin dejar rastro alguno de su andar, como si el gris de tormenta en el cielo, fuese un presagio que la vida misma temiera averiguar y ahí, de pronto me encontraba yo, con el corazón a punto de romperme el pecho y el aliento perdido en busca de la calma.
-¿Por dónde se fue, por dónde....? -  insistente me preguntaba una y otra vez sin saber hacia donde continuar mi carrera, la duda me había detenido al llegar a la calle, mientras trataba de recuperar el aliento. Alcé la cabeza hacia el cielo aprisionándola con mis manos y aspire profundamente, mientras mis ojos se perdían en los nubarrones grises que momentos antes, habían devorado el sol de esa tarde, entonces, contuve el aliento para luego exhalarlo lentamente dibujando en mi cuerpo una actitud de derrota, llevé las manos a la cintura y la mirada se proyecto en el suelo, quizás para encontrar ahí una respuesta -¿Por dónde se pudo haber ido,... no entiendo qué ha pasado,... qué la impulso a irse de mi lado?- Ahora más preguntas llenaban mi mente, me sentí entonces perdido, abandonado levante la mirada, busqué a mi alrededor algún vestigio que me indicara hacia donde continuar la búsqueda con mas certeza y entonces, al final de la calle, atisbé unas sombras y corrí a su encuentro; la esperanza me había hecho ver fantasmas o quizás, esas sombras, eran personas que podrían darme razón de a quien buscaba, quizás la habían visto pasar -Sí, Dios quiera que así sea, no hay más gente en la calle, seguramente ellos sabrán algo- Corrí con renovado aliento hacia esas sombras y con forme me acercaba a ellas, mi vista se fue llenando de espanto; no atinaba a entender lo que veía: un hombre de edad avanzada encadenado, con la mirada perdida era conducido por una criatura extraña, pequeña como un niño, de ojos negros como toro y sus piernas,...¡Por Dios no eran humanas! eran las de un cabrío, igual de negras que sus ojos y que sus cabellos rizados que a jirones, colgaban sobre su cabeza en desorden. Ya frente a ellos, la mirada profunda de esa criatura se dirigió hacia mí con una sonrisa perversa que me observaba cuando yo, lleno de horror llegaba al final de esa carrera. Contuve el aliento sin atinar que hacer ni que pensar, la escena era tan abominable, que el terror se adueñaba de mi alma paralizándome y su mirada tan incisiva, que parecía atravesarme como aguijones, atrapándome en ese lugar como un enjambre de avispas que me atacaba, impidiéndome huir de aquel lugar.
-¿Por qué tan apurado,... has perdido a alguien? - Me preguntó esa criatura con su voz melosa y burlona en tanto el anciano que llevaba encadenado, lanzaba una carcajada como un loco, su aspecto deplorable, nauseabundo, obligaba a la vista a no mirarlo, pero escucharlo fue inevitable cuando en el acto exclamó sin dirigirme la mirada
-¡A quien buscas,... la has perdido y dudo mucho que puedas encontrarla!... tu vida se ha escapado y eres tan bruto que ni cuenta te has dado que la perdiste,...- hizo una pausa dirigiendo ahora su mirada hacia mi escudriñándome fijamente alzando al tiempo su mano para señalarme, como si en lo que estaba a punto de decir, no hubiera duda a quien se dirigía en su cuestionamiento - ahora dime... ¿quién es el loco?- Sus palabras resonaron en mi mente como un eco y mi mirada se perdió de pronto proyectándose sobre el suelo, cubrí con las manos mi rostro intentado borrar a aquella escena macabra y entonces, escuché nuevamente la voz de la diabólica criatura que arrastraba a ese miserable
-¡Vamos! déjate de lloriqueos para los que te hayan perdido allá en el mundo, esos ¡Sí que los disfruto! pero el tuyo, me parece absurdo y aburrido ¡Aún no has muerto! y tu presencia en este lugar me resulta extraña, simplemente no la entiendo -  guardó silencio  volteando a observar a su alrededor con el ademán de alguien que se sabe observado y no tenga la oportunidad de hurtar lo que de antemano se le ha sentenciado y bajando la voz me dijo -  aún no  tengo el poder sobre tus huesos para arrastrarte como a este anciano desgraciado hacia el abismo,... alguien te ha  jugado una broma -acercándose a mi, en ese momento colocó su dedo "índice" sobre mi frente y vi con sorpresa que en su mano, solo había cuatro dedos, por lo que su ademán al señalarme en la frente, no solo llevaba el sentido de la burla y el señalamiento, sino además el de la vulgar ofensa. Retrocedió entonces con cautela para decirme con mueca de astucia - y creo saber quien fue -  al decir esto, en su rostro se dibujo una sonrisa perversa para luego, transformarse en una actitud ceremoniosa de bufón de corte y entre dientes, bajando la voz me dijo...- pero me está prohibido mencionar su nombre, así que mejor, sigue tu camino y deja esas boberías para cuando nos volvamos a encontrar. Entonces, deberás estar preparado para enfrentarme y ya veremos, ya veremos...- dándome la espalda continuó su camino arrastrando a su prisionero quien de soslayo, intentaba no perderme de vista atrapado por esa criatura en sus cadenas, perdiéndose finalmente en la oscuridad de la noche. Entonces eché a andar sin pensarlo en sentido opuesto al que siguieron la criatura y el anciano, apretando el ritmo de mis pasos hasta que empecé a trotar por la calle en penumbra, el deseo de escapar de ahí me impulsaba a correr, pero en realidad no sabía hacia donde dirigirme, la escasa luz apenas me dejaba ver lo que había a mi alrededor, entonces me sentí observado, era como si mil ojos me miraran sin la certeza de en donde se encontraban y después de mi última experiencia, no tenía la menor intención de averiguarlo. Todo era tan abrumador, que mi deseo era escapar de ese lugar, no sabía por que razón me encontraba ahí, estaba atrapado concientemente en una pesadilla, esto definitivamente rebasaba la cordura y ¡qué locura! Había entrado sin desearlo en una pesadilla, persiguiendo a alguien, a quien a estas alturas, ya no recordaba y que, además, había olvidado ya la razón que me angustiaba no hacia mucho, por encontrarla desesperadamente, ahora la pregunta era ¿Cómo salir de ahí?  Entonces un sentimiento de desamparo me invadió. En el fondo, tenía la certeza de que, a quién buscaba al empezar esta locura, era alguien muy importante para mí pero no lo recordaba y en la mente, la pregunta se repitió insistentemente: ¿A quién buscaba con tanta desesperación? Entonces las palabras de aquel anciano cuando me cuestiono acerca de quién era el loco, parecían tomar mayor significado, me pregunté en voz baja ¿si en verdad había yo perdido la razón? Nuevamente la tortura de las preguntas sin respuesta hacían de todo esto algo demencial, pero en medio de todo esto, llegar a una conclusión descabellada, era inevitable: si todo esto en verdad está ocurriendo y si, la diabólica criatura tenía razón al preguntarse si alguien me había jugado una broma, entonces: ¿En dónde me encontraba yo en esos momentos y para que?...
¡No! Esto era demasiado: ¿Quién tendría la intención de jugarme una broma de este tamaño, con qué recursos, con qué objeto?... definitivamente esto era una locura y seguramente estaba yo dentro de una pesadilla a la que había entrado concientemente y de la que debería despertar muy pronto; entonces empecé a albergar  la esperanza de que esto en verdad, fuese solo una pesadilla[2].
  
 
 
                                                                                                                                        El destino baraja las cartas, nosotros las jugamos.
José Stalin
 
 
 
 
Un cuento de.... ¿fantasmas? (II)
 
 
Hay un punto en tu vida,  en el que te das cuenta:
Corrí hasta que el cansancio me alcanzó tratando de no pensar en aquel encuentro macabro con el anciano y la criatura diabólica, simplemente trataba de no pensar y dejé que el cansancio se adueñara de mi, hasta que por fin, mis piernas no respondieron más y detuve mi carrera, agotado me tumbe  sobre el camino boca arriba, entonces, un cielo oscuro, sin fondo, sin estrellas,... vacío, se extendió sobre mi mirada y mi mente buscó perderse en el sueño y mi anhelo por escapar de ahí, se venció por el cansancio...
-¡Hey tú despierta!, en lugar de haraganear ahí ven y ayúdame, has algo de más provecho con ese cuerpo  que te queda, en vez de estorbar el camino- Sentí en ese instante un puntapié en mi costado al tiempo que escuchaba el reclamo de esa voz áspera que me gritaba con desdén, un olor nauseabundo me obligaba a cubrir con las manos mis narices al tiempo que el temor y la sorpresa nuevamente se adueñaron de mí buscando una defensa contra quién ahí me agredía de esa forma
-¡Qué te pasa, quién te crees que eres!- Le grité a ese hombre espontáneamente o al menos me pareció que era, cuando de un salto me puse de pié y me aleje de él buscando una distancia que me protegiera. Alce la vista y vi como aquel hombre con apariencia indigente se acercaba lentamente a mí, sus ropas raídas, eran harapos sucios, mal olientes, su cabellera desparpajada caía sobre su rostro no dejándolo ver, pero sí a sus ojos que fijamente me miraban al tiempo que  con sorna preguntaba
-¿Quién te crees tú que eres? ¿A caso piensa que estás aquí de vacaciones? - Su mirada fría me estremeció, sentí un vuelco en el corazón, había odio en esa mirada  que transmitía un reproche por algo que yo desconocía, su actitud manifestaba un deseo por recuperar algo que yo le había arrebatado y esperaba una compensación que debía retribuirle. Se colocó delante de mi como el amo ante el esclavo esperando sumisión total de mi parte - ¡Anda mueve tus miserias o no podremos llegar a tiempo a nuestro destino, bien sabes que aquí, la noche nos puede atrapar en cualquier momento y eso no es conveniente, ya mucho me has hecho perder como para seguir tolerando tu ineptitud!... levanta esos bultos y deja de haraganear,... ¡pedazo de porquería! o que, ahora te crees muy importante y piensas que yo debo estar a tu servicio, anda ¡muévete!...- un impulso me robó la voluntad de resistirme al mandato de ese hombre que avanzó delante de mí y en el acto, corrí hacia donde se encontraban atados y listos unos bultos que de un giro eché a la espalda, comenzó a andar aquel hombre en cuanto vio que levantaba la carga y ordenado,... mandando,... con lenguaje obsceno, me exigía apresurar el paso tras de él. Por alguna razón mi mente estaba en blanco, todo esto me abrumaba a tal extremo, que pensar se volvía una carga adicional para atormentarme y sin más, eché a  andar tras de ese hombre.
El camino era árido, no precisamente un desierto, era como si una gran catástrofe hubiera aniquilado todo vestigio de vida dejando solo ruinas de casuchas abandonas, hierba seca y troncos de árboles petrificados.
Debido a la carga que llevaba a cuestas, me era casi imposible ver más allá de lo que, al llevar la cabeza baja, se puede ver  y el aspecto del cielo, solo se me mostraba como grises nubarrones que anuncian la tormenta, el sol brillaba, pero por su ausencia, todo parecía ser de un gris alucinante, muerto, sin vida.
Al cabo de un tiempo, el peso que llevaba a cuestas parecía haber aumentado, a cada paso parecía crecer desproporcionadamente y en los pies un dolor agudo me atormentaba como el fuego que calcinaba las plantas de los pies hasta producirme un dolor insoportable. El camino cada vez más agreste aumentaba su pendiente  impidiéndome ver hacia el frente que pensé que en cualquier momento empezaríamos a escalar una montaña, entonces por mi mente una reclamo me hizo proferir maldiciones - Maldito anciano ¿quién se cree que es? y yo tan bruto que lo obedezco sin chistar -   mientras, desde la distancia que nos separaba, ya no alcanzaba a observarlo debido al peso de mi carga que casi me clavaba sobre el suelo, solo escuchaba a cada instante sus gritos y reclamos para decirme lo inútil que yo era y lo despreciable de mi persona, pero eso sí, sin prestarme la menor atención sobre el esfuerzo que yo hacía para llevar "su" carga -Al menos debería de estar agradecido ese infeliz- me dije como para justificarme por llevar esa carga; de pronto, mis rodillas se vencieron cuando sin fijarme, perdí el nivel del suelo en un hoyo, la penumbra se había apoderado del ambiente y la escasa luz me impidió verlo cruzarse en mi camino y caí de bruces sin alcanzar siquiera, a meter las manos rompiéndome la boca, un sabor a polvo y sangre se acompañó de un dolor  agudo que lleno mi boca, al tiempo que rodé cuesta abajo hasta encontrar unos arbustos secos a la orilla del camino, a los que me aferré para detener la caída, entonces busqué con la mirada la carga y como si no fuera suficiente todo lo que pasaba: la sorpresa de la caída, el golpe, los gritos de ese anciano indigente; ahora nuevamente, la incredulidad se adueñó de mi, esos bultos que llevaba a cuestas y que había soltado al tropezar, empezaron a rodar cuesta abajo pero parecían tomar una velocidad  que no correspondían a la pendiente del terreno, era como si volaran y apenas tocaban al rodar el suelo, como si algo o alguien invisible los llevara eliminando su peso volando, simplemente no era posible y se fueron hasta el fondo del camino, perdiéndose de mi vista - ¡No es posible! - pensaba lleno de sorpresa cuando nuevamente, escuche el grito de ese anciano que furiosos me empujaba, al mismo tiempo emprendía la carrera detrás de esos bultos que se perdían de la mirada en la oscuridad que ya había empezado a atraparnos
-¡Maldito haragán, bueno para nada, eres un desgraciado inútil, mal haya el momento en que te cruzaste en mi camino, no te quedes ahí parado y corre a recoger la carga o te meterás en verdaderos problemas, entonces sí desearás no haber nacido! - Corrí tras de él, aunque ya no lo deseba, en verdad mi deseo era no continuar con éste absurdo y entendía, que esta era la oportunidad de librarme de éste loco, pero un impulso inconsciente me arrastro tras de él  y de la misma carga, después de todo, adonde podría ir en este mundo de locura, corrí tan frenéticamente que en mi carrera rebase a ese anciano,... la oscuridad cada vez más profunda no me permitía ver con claridad el camino, en la distancia, solo escuchaba los gritos de ese hombre que enloquecido me gritaba maldiciones hasta que de pronto, tropecé con algo, sentí un golpe en mis pies y perdí el piso, volé por los aires y caí de espalda dando un giro más  allá de aquello que me había mandado al vuelo, entonces un golpe seco en la cabeza me cimbró hasta los dientes
 - ¡Que estupidez, otra vez al suelo y ahora con que me he caído! - me dije, gritando como si con ello pudiera aminorar el dolor y la vergüenza que sentía por este ridículo espectáculo y peor aún, atendiendo un asunto que ni entendía para que, ni para quién lo hacia y mucho menos, como ese hombre me había atrapado en sus reclamos. Me incorporé y caminé casi a tientas hacia el punto en el que calculé me había tropezado - ¡Vaya que volé! de menos son diez metros,... de suerte no me quebré los huesos o me maté en esta caída...- solté una carcajada, me resultó gracioso pensar así - o qué ¿acaso no estoy ya muerto? vamos que estupidez...- a lo lejos nuevamente, escuche las maldiciones que profería aquel anciano, que se acercaba rápidamente a mi encuentro
- ¡Anda imbécil, ven acá y levanta esta carga! prepárala antes de que la oscuridad nos lo impida por completo, debes dejarla lista para mañana, por tu ineptitud nuevamente hemos perdido otro día de camino,... cien años no te han bastado para aprender hacer bien tus deberes, este camino ya lo deberías de conocer y otra vez, estamos donde empezamos, pretendes seguir así en la eternidad, vaya que eres estúpido, anda muévete, pedazo de mierda!- Al escucharlo decir esto, el miedo se volvió apoderar de mi, aquellas carcajadas que se me habían escapado instantes antes, parecieron macabras ante sus palabras que me llenaron de angustia, no recordaba haber estado más tiempo del que, en esos momentos, recordaba a partir del encuentro que tuve con aquella criatura diabólica y su prisionero encadenado y ahora, este hombre me decía que llevaba ahí cien años haciendo lo mismo, llevando una carga por un sendero que me vencía una y otra vez y quien sabe desde que altura, para caer nuevamente en esta profundidad oscura y perdida en quién sabe donde. Sin pensarlo más, me arrastre a su encuentro, como un animal frente a su amo, en actitud sumisa para que me condujera hasta donde se encontraban aquellos bultos y entonces, cuando intente arrearlos para acomodarlos y atarlos convenientemente, la visión de estos me llenó de terror
-¡Por Dios qué es esto! son cadáveres - De un brinco, salté de espaldas buscando alejarme de aquellos cuerpos putrefactos, arrastrándome de espaldas me empuje con los pies como un gusano, gritando lleno de espanto, sin poderme incorporar para salir huyendo de aquel lugar, temblaba de miedo hasta que sentí, un golpe agudo en la cabeza que aquel anciano me propino con una vara que saco de entre sus andrajosas ropas
-Más vale que te calmes y que cumplas tus deberes, deja de pensar en lo que has visto sino quieres perderte para siempre en este lugar- lo miré fijamente y entonces, me tomó la cara con sus manos que parecían haber perdido la carne, como si la piel solo envolviera sus huesos de las manos cuando casi entre dientes me dijo y sin alzar la voz
- Por Dios, has un esfuerzo y ahora no pienses, cumple tu tarea y ayúdame a salir de aquí, si no quieres terminar como me vez ahora, perdido en éste lugar, no me obligues a volvértelo a decir por que estaremos los dos condenados por la eternidad- Sus palabras me devolvieron sin saberlo la calma, sentí un alivio en medio de toda esta locura, traté de no pensar como me lo había pedido este hombre, pero fue inevitable, por que en un instante me pregunté en voz baja ¿Quién es este hombre? y entonces la sorpresa vino a mi mente nuevamente...
-¡Sí!, eres el loco que llevaba esa criatura cuando entré en esta pesadilla- dije esto entre dientes como esperando que no me oyera este hombre y alzando otra vez su brazo con la vara, me propino otro golpe
-Te dije que te muevas y arrees esa carga pedazo de imbécil, más vale que te calles y dejes de pensar o te costará muy caro hacerlo,... ¡idiota!- Sus palabras ofensivas y la forma en que me gritó aturdieron mis sentidos, ya no atiné hacer otra cosa que apilar esos cadáveres y empacarlos nuevamente, pero a cada movimiento, el terror y el asco fueron en aumento hasta que, una sensación nauseabunda se adueño de mí obligándome a vomitar sobre aquellos miserables cuerpos, corrí lejos de ellos a un lado del camino tumbándome de espaldas sobre el suelo, nuevamente ese cielo oscuro, vacío cayo sobre mi mirada y lentamente dejé que la inconciencia se adueñara de mi, tal vez al despertar todo esto quedaría atrás y...
-¡Hey tú despierta!, en lugar de haraganear ahí ven y ayúdame, has algo de más provecho con ese cuerpo que te queda, en vez de estorbar el camino-  Volví a escuchar la voz de ese hombre y abrí los ojos y en la mente, no pude dejar de pensar que esto ya lo había vivido antes, lo miré fijamente intentando decirle con la mirada que lo reconocía, que de alguna forma recordaba las palabras que me había dicho el día anterior, si es que este era el día posterior a ese y haciendo un ademán de indiferencia me guiñó un ojo y exclamó - ¡Anda, pedazo de porquería muévete!
En esos momentos la esperanza volvió a mi corazón, definitivamente algo estaba pasando ahí que no entendía y si todo esto era una pesadilla, esto último hizo albergar en mi la Fe de que existía una salida para escapar de este lugar infernal en el que ahora me encontraba, en donde ahora sabía que estaba prohibido decir lo que se piensa, pero que también, el solo hecho de recapacitar y pensar en lo hecho antes, podía de algún modo transformar los acontecimientos futuros, de alguna forma aquella señal y las palabras de éste anciano loco, descubrieron que en él tenía a un aliado y esto, había cambiado las cosas, aún así, las preguntas seguían sin respuesta pero de todas, una cobraba más fuerza ¿Qué hago aquí?....
 
 
 
 
Nunca amamos a nadie:
amamos, sólo, la idea que tenemos de alguien.
Lo que amamos es un concepto nuestro,
 es decir, a nosotros mismos.
 
Fernando Pessoa
 
 
Un cuento de.... ¿fantasmas? (III)
 
... quién importa, quién nunca importó, quién no importa más,
 y quién siempre importará.
 
 
 
 
 
Abrí los ojos y nuevamente ese cielo gris se extendió como una maldición sobre mi vista, para atormentar mi vida o, al menos, eso era lo que deseaba pensar: que aún me quedaba, algo de vida. Me llevé las manos a la cara y la froté con fuerza para eliminar esa sensación de sopor que me acompañaba al despertar, después de esa mala noche anterior; entonces, un sentimiento extraño me invadió, algo no concordaba con este momento, no alcanzaba a precisarlo pero, algo faltaba ahí; por la mente atravesó un vago recuerdo...- ¡Sí es verdad! Ya no está ese loco... ¿Ahora, qué a pasado? ¿A dónde está? - busqué con la mirada levantándome de un salto en aquel lugar y volteando por todas partes, solo alcanzaba a ver ese agreste sendero que infinito, se extendía en dos sentidos atrapado tortuosamente dentro de un paisaje desolado que se extendía hasta perderse con un horizonte, que se confundía con el gris del cielo.
Si esto no era el infierno, a mí me parecía que lo era: el infierno de una soledad y locura infinita. Hice un esfuerzo por acomodar mis pensamientos y recuerdos sin éxito de todo lo ocurrido, aunque en todo esto, algo era seguro, este momento, era completamente distinto a lo último que recodaba: no había un loco gritándome desafiante a llevar una carga de cadáveres absurdamente a cuestas para llevarlos hacia quien sabe que lugar; no había dolor alguno en mi cuerpo y lo más extraño, no había el menor movimiento en todo lo que observaba que no fuera yo mismo; no existía la más mínima brisa en el ambiente, ni aquel nauseabundo aroma que me acompañaba con la carga putrefacta de cadáveres, todo había desaparecido junto con sus cuerpos
 - Al menos ya no tengo que soportar ese olor a porquería - pensé con un gesto de agradecimiento tomándome la nuca con las manos - Bueno, ahora tengo que decidir que hacer, no puedo quedarme aquí sin hacer nada,... pero ¿Qué hacer, adónde ir? - a pesar de mis dudas hacia dónde ir, una sensación de paz me acompañaba con éste pensamiento, dentro de toda la locura que había vivido y que recordaba ya en esos momentos, desde aquel encuentro macabro con la criatura y el anciano, todo esto que ahora tenía ante mi, era realmente un obsequio que de corazón, agradecía profundamente, si es que había alguien a quien agradecérselo -Si, en verdad te agradezco este momento de paz- dije con voz suave alzando los ojos al cielo mientras las lágrimas escaparon temerosas de mis ojos. A pesar de no haber nada realmente bello en este lugar, la tranquilidad y paz que reinaba en este lugar lo hacían realmente hermoso       - Vaya, ahora entiendo aquella frase que decía:"Lo que para ti no es hermoso, para otro lo será, no lo desprecies"-  entonces decidí empezar a caminar fuera del sendero, de cualquier forma no tenía ni la menor idea de en donde me encontraba y seguir por el mismo sendero, seguramente me llevaría algún lugar no deseado, como ya había ocurrido, simplemente las experiencias mas recientes en todo esto, me lo habían mostrado y además, ahora, ésta era una decisión que asumía conscientemente, sin dejarme llevar por ninguna emoción, ni buscando nada que me arrebatara el aliento...  
Camine por un largo rato, lo que me permitió viajar con mis pensamientos en busca de mis recuerdos, vinieron a mi mente momentos importantes de mi niñez, de mi juventud acompañado de amigos y familiares, de todos aquellos lugares en los que disfrute momentos de paz y alegría con solo contemplarlos y ésta soledad que ahora me acompañaba junto con todo esto fue un bálsamo que alivió a mi Espíritu, de toda su amargura y dolor, el tiempo transcurrió lentamente, marcado solo por un ligero cambio de luz en el ambiente y el ritmo de mis pasos que me hizo recordar que en todo lo que existe había un principio y un final, entonces albergue la esperanza de que así debería ser en esta pesadilla. Me detuve y miré hacia el cielo y  comprobé lo inevitable del final de ese día, aún en ese lugar, pronto se extinguiría la luz para llenarse todo de una oscuridad aterradora.
Todo en cuanto había ocupado mi mente durante este tiempo caminando con la soledad y sin rumbo, me llevó finalmente a recordar aquel instante en que comenzó esta pesadilla de locura y entendí, que a quién buscaba con tanta desesperación, en esa confusión de mi carrera, era a mi propia Vida que se escapaba de mis manos, arrebatada de mi lado por el mismo Destino que yo había construido y que se había convertido en esa criatura diabólica que la había encadenado convirtiéndola en un anciano decrépito, incapaz de conducirse así misma a causa de mi orgullo y egoísmo, así ese anciano era la imagen de lo que me convertiría, si no lograba liberarme de las cadenas con las que era arrastrado al abismo de mi propia soberbia, que me hacia verme hasta en la peor de las inequidades, como el centro de todo lo que en mi mundo acontecía a mi alrededor, era finalmente mi falta de Fe y cobardía para enfrentar  la vida, lo que me había llevado hasta este infierno. Ya no pude continuar esta marcha ni mis pensamientos, sabía en ese momento que en mi estaba la clave para escapar de esta realidad, para escapar de mi propio infierno, entonces aunque un temor erizaba mi piel, decidí enfrentarme a lo que estuviera por venir y pensé - ¿Qué sucederá ahora? Tal vez no fue una buena idea salirme del camino, o quizás realmente lo fue, no he visto a nadie por aquí y bueno hecho está, veamos que es lo que sigue...- Voltee en ese instante hacia atrás para ver si distinguía desde ahí el sendero del que había partido y ante la mirada, se extendió un paisaje monótono, ausente de cualquier vestigio de aquel sendero, la penumbra impedía ver más allá de lo que yo deseara y simplemente no había forma de regresar, no existía referencia alguna que me guiara hacia aquel sendero y en todo caso, ¿para qué?...   giré nuevamente la vista hacia lo que, todavía pensé era lo que me quedaba... por delante, que como una visión fantasmagórica se extendía a un futuro incierto, pero ¿qué?, de alguna forma, lo que estuviera por venir, finalmente era mejor que lo último que había vivido, era un futuro, un porvenir; en todo caso más alentador que el pasado cercano, por que en el futuro, hay una esperanza de encontrar algo distinto y en todo caso, si esto no ocurría, al menos ahora ya no me tomaría por sorpresa, por aterrador que pareciera. Dadas las circunstancias en que me encontraba ¿para qué pensar en lo malo que pudieran ser las cosas, para qué atormentarme en ello? lo más importante ahora, era enfocarse en el futuro, en lo que estaba por venir para enfrentarlo con más valor y determinación y obtener de ello lo mejor, por aterrador que fuera, había comprendido por fin, que todo aquello que enfrentemos, por desconocido y aterrador que parezca, no nos puede dañar ni atrapar más de lo que se lo permitamos: cada rencor, cada envidia, cada odio, cada mal sentimiento que albergamos en nuestro corazón son como cadáveres que cargamos a cuestas, torturando nuestros pasos por el sendero de la vida, descomponiéndose putrefactos a cada paso y cuanto más avanzamos con ellos a cuestas, más pesado hacen nuestro andar torturándonos y más aún, por que nos negamos el privilegio de pensar y actuar en contra del daño que eso mismo nos provoca...

El hombre es el único animal que ríe y llora;
porque él es el único que conoce la diferencia entre
 las cosas que son y las que debieran ser
William Hazlitt  
 
Un cuento de.... ¿fantasmas? (fin)
Continué mi camino mientras un viento suave me acariciaba acompañado de un murmullo monótono y constante, la penumbra era más intensa y que conforme avanzaba la oscuridad llenando aquel lugar, empezó a hacerse mas intenso el viento y su murmullo, de pronto una idea me asaltó: ese murmullo, eran como voces; traté de entenderlo hasta que me resultó más claro, llanto, lamentaciones, suspiros, se enredaban en un coro alucinante. Detuve entonces mis pasos y giré hacía mis espaldas, otra vez me sentía observado, mientras esas lamentaciones se hacían más intensas, mi corazón empezó a latir frenéticamente y mi aliento se perdió ahogándome sin dejarme respirar. Voltee nuevamente al otro lado abriendo con temor más los ojos, buscando en la oscuridad de donde provenían esos coros infernales  llenos de lamentaciones y cuanto más buscaba, más intensos se hacían intente callarlos llevando mis manos a los oídos sin lograrlo
-¡Basta, basta ya, cállense, aléjense de mi, basta, basta...!- grité frenéticamente desgarrándome la garganta hasta que, me deje caer de rodillas y luego cayendo de costado, me abracé a las rodillas ocultando el rostro entre ellas, era todo tan aterrador, que el miedo me hizo gritar con desenfreno, un alarido se escapó de mi garganta, hasta que no pudiendo sostenerlo más, me callé temblando de miedo, justo en ese instante, todo quedó en silencio.
Tuvo que transcurrir un tiempo para que me percatara que todo sonido había cesado, estaba nuevamente en medio de un silencio total, simplemente nada se escuchaba, solo el mismo ruido que yo hacía al moverme sobre el suelo. Me levanté lentamente, tenía la certeza que algo estaba por ocurrir pero, el miedo me impedía pensar con claridad más allá de cualquier posibilidad, cerré los ojos y en medio de todo esto, rogué a Dios darme fuerzas y valor de soportarlo y entonces, a lo lejos escuché que algo se movía, abrí los ojos girando hacia ese lado y alcance a ver una luz que insultante se veía en medio de esta absurda oscuridad. Caminé lentamente hacia ella, mientras el corazón latía tan fuerte que parecía salirse de mi pecho retumbando frenéticamente a cada paso y conforme me acercaba, pude distinguir la silueta de un hombre dándome la espalda que buscaba mantener una fogata encendida, quién atareado en lo suyo, no se percató de mi presencia hasta que estuve cerca de él, trataba de contener la respiración y serenarme mientras lo observaba y me acercaba a cada paso, cuando estuve muy cerca  se quedó inmóvil, tuve la certeza que se había percatado de mi presencia y cauteloso volteó para quedar frente a mi mirándome con temor y entonces, de un salto, se colocó del otro lado de la fogata que tambaleante, luchaba por mantenerse encendida
-¿Quién eres tú?- Le pregunté titubeante escudriñándolo profundamente; sus ropas, lejos de ser harapos era un traje negro de bastante buena hechura, acompañados de unos zapatos lustrosos de charol y su camisa blanca con corbata negra, le daba la apariencia de un hombre que asistiría a un funeral. Entonces puse rápidamente atención en su rostro, que bajo una cabellera bien arreglada, desencajaba absurdamente: cejas bastante abultadas parecían cubrir unos ojos pequeños que daban la apariencia de un hombre ciego con las cuencas de los ojos vacías; su nariz, desproporcionadamente grande, caía sobre su boca de labios finos que enseñaban una dentadura limpia, perfecta y extremadamente blanca la cuál, acariciaba frecuentemente con la lengua para luego, con un ademán grotesco, llevarla hasta la nariz dejando ver lo grande de ésta. La visión de este hombre era grotesca, en su rostro se dibujaba la misma maldad, sus ojos, nariz, y boca sintetizaban de alguna forma los peores sentimientos humanos como el odio, el rencor, la avaricia,... entonces no pude dejar de pensar en que su lengua era como la de un perro, que insistente, recorría el hocico y la nariz para prepararlos y tenerlos listos para husmear en algo que le ha llamado fuertemente la atención y que, espera paladear y oler con placer insultante. La luz tambaleante de la fogata, hacía de esta escena, algo obsceno para el sentido común y entonces insistí -¿Quién eres tú, qué haces aquí?- caminé hacia él tratando de mostrar seguridad en mis pasos, abusando un tanto de mi aparente superioridad en esta circunstancia y entonces me dijo
- ¡Oye! espera ¿qué haces? mantén tu distancia,...  miserable anciano, aquí no hay nada para ti y si buscas algo que comer, espera a que yo lo haya hecho para que entonces, te arroje las sobras que con gusto seguramente lamerás - en ese momento un impulso me hizo ver mis manos y mis ropas y vi con desesperación que vestía una andrajosa vestidura maloliente y mis manos, flacas hasta los huesos, mostraban una ancianidad llena de miseria y mugre, las llevé hacia la cabeza y pude sentir una cabellera larga enredada y anudada por la mugre, entonces le grite a ese hombre con furia
 - ¡Pero qué me has hecho maldito miserable! ¿Qué magia maligna has usado en contra mía?- sentí entonces, que de mi boca salía un olor fétido que llenó el ambiente y tocándome los dientes con los dedos, sentí las encías hinchadas con raigones, de lo que alguna vez había sido una dentadura. Nuevamente el terror me llenó de espanto ante lo que estaba ahora; parecía que la paz que había experimentado momentos atrás, estaba ahora cobrando un precio muy alto al haberme convertido en uno mas de esos mounstros y espectros que había encontrado yo en aquel lugar de pesadilla. Por que ahora sufría yo esa transformación en mi propio ser, esto era insoportable: verme convertido en un monstruo decrépito y mal oliente, con hedor de cadáver, era insoportable, quién era éste que ahora, con su mirada burlona me trataba de forma tan despreciable, peor que a un animal.
Quise salir corriendo de ahí y caí sintiendo un dolor en el tobillo, vi con terror que estaba atrapado por un grillete encadenado que este hombre, sujetaba y jalaba con una mueca burlona hacia él lleno de placer y ansiedad por llevarme junto a él para devorarme, entonces lo escuché decirme
-Vaya, vaya, pensaste que escaparías fácilmente de mi, burlando el camino que ya estaba trazado para tu destino y mira, que regalo me has dado, tus propias miserias para la cena, de ésta si no escaparás, no pudiste aprender la lección con ese anciano miserable y te has convertido, por tu necedad y egoísmo en uno de ellos- Cuando terminó de decir esto, su cara estaba tan cerca de mí que podía sentir su nariz picarme la cara y su lengua lamerme la cara, como si saboreara un platillo que pronto llevaría a la boca, entonces trate de alejarme de él empujándolo con fuerza y en ese pequeño espacio ganado, pude ver sus ojos que negros como el cielo de esa noche, destellaban con un reflejo de maldad, la misma maldad que vi en los ojos de aquella criatura infernal, con la que me había enfrentado antes y no pude más, le gritarle con fuerza
-¡Suéltame! Por Dios  ¡Suéltame! Aún no tienes el poder sobre mí, tú mismo lo dijiste, se quien eres y no te está permitido tomarme, yo estoy aquí de paso y debes dejarme pasar, ahora conozco cuales son las miserias que me harían tu prisionero y no estoy dispuesto a aceptarlas...-  En ese instante, al escucharme hablar así, ese hombre me soltó, se alejó con cautela de mi, como un perro que temeroso espera ser golpeado si no se aleja. Quedé sorprendido al observar su obediencia ante lo que le había dicho, no entendí en ese momento como pude proferir ese discurso, pero al hacerlo, había logrado que me soltara y se alejara de mí; entonces en voz baja y alzando la voz agradecí hacia el cielo lo ocurrido - ¡Gracias a Dios que me soltaste!- y vi como ese hombre al escucharme agradecerle a Dios, alzaba sus manos con temor y se dejaba caer de rodillas dócilmente y suplicando que me callara, en verdad, le temía a Dios y lo escuche entonces decir
-¡No, por favor, no lo menciones, me torturas en ello!- entonces corrió alejándose de mi para perderse en la oscuridad dejando la cadena libre que al caer, desapareció en el acto. De la sorpresa pase a la incredulidad, por que ahora, al llevarme las manos a la cara, vi que ya no eran las de un viejo decrépito, entonces toqué mi boca buscando los dientes y ahí estaban, temblando, acaricié mis cabellos y ya no era esa cabellera desparpajada anudada de mugre y un sentimiento de alegría me inundó por lo ocurrido, en esa oscuridad, solo vencida por aquella lumbrera insignificante, que se consumía poco a poco para extinguirse en medio de la nada, miré al cielo e invoqué su nombre, para que me diera un poco de cordura y criterio para pensar con mesura en todo esto que hasta ahora, había sido mi tortura
-Dios, a ti imploro me ilumines y llenes a mi corazón de tu amor y a mi alma del perdón por todo el daño que haya hecho, permíteme distinguir con sensatez entre el bien y el mal, para alcanzar la paz en el alma- Jamás había buscado a Dios de esta forma, siempre buscaba en Él una salida a mis problemas, como si Él estuviera a mi servicio... en mi propia soberbia, siempre esperé que el resolvería mi vida y si esto no ocurría renegaba y maldecía por mi mala suerte, me negaba la responsabilidad de asumir las consecuencias de mis propios actos e incapacidades y me abandonaba en la apatía y el lamento. Ahora no le pedía nada, que no estuviera en mí, solo un poco de paz para pensar con claridad y sensatez para decidir y actuar con amor, todo finalmente estaba en mí: el perdonar y eliminar malos sentimientos, así como reconocer mis propias faltas y actuar en consecuencia dependía de mi propia capacidad de decidir y actuar, sobre todo debía hacer un esfuerzo por actuar sin la soberbia de mi propio egoísmo que siempre esperaba recibir algo a cambio, no solo un bien sino incluso hasta el mismo dolor. Muy dentro de mí, empecé a entender el significado del amor y el perdón que está en el dar sin esperar como fundamento de la vida
La luz de la fogata se extinguió, como aquellos fantasmas que me habían perseguido en esta pesadilla, entonces, me deje caer al suelo de espaldas y tendido boca arriba, abrazado por esa oscuridad que ya conocía y que ahora ya no me atormentaba, abrí más los ojos y contemple lo oscuro de ese cielo negro, vacío, tratando de encontrar alguna luz en él
 -¡Sí! así debe ser, en medio de esta oscuridad, debe haber una luz, por pequeña que sea- de pronto observé un destello insignificante y luego otro y otro y otro más,... - ¡Por Dios! el cielo se ha llenado de luces en un instante- exclamé lleno de sorpresa al ver como esa oscuridad se iluminaba al llenarse de estrellas, fue tan hermoso contemplar esa armonía en el cielo, que cerré los ojos para guardar esa imagen y sin pensarlo, me abandoné en el cansancio que me había atrapado con una sonrisa en la boca, al tiempo que una sola oración salió de ella para velar mi sueño: Dios.

De modo que
 no te preocupes por la gente de tu pasado,
  hay una razón por la que no estarán en tu futuro...
 
 
 
Abrí los ojos, de un salto me levante llevándome las manos a la cara - ¡Vaya que sueño!- pensé esto al darme cuenta, que todo esto había sido un sueño, camine hacia la ventana de mi habitación y observé las luces de la ciudad que se extendían hacia un cielo que brillaba inmenso, lleno de estrellas; entonces abrí la venta y un aire frío me acarició invitándome a aspirarlo profundamente. Mi esposa e hijos dormían placidamente viajando en sus sueños y en la oscuridad de ésta noche, solo el sonido de esa brisa y sus alientos, me acompañaban como una melodía que le cantaba a la paz y la tranquilidad de su hogar,... nuestro hogar.
Entonces, recordé a todos los que de alguna forma, han sido parte de mi vida para bien o para mal y observé que ahí, no estaba ninguno de ellos, todos formaban parte en estos momentos de mis recuerdos más aún, en esa noche, aún en la cercanía de los míos, estaba yo, solo con mis pensamientos como un espectador, observándome a mí mismo y entonces, comprendí que más allá de lo que somos para los demás, debemos ser, para nosotros mismos lo que buscamos en los demás; no es lo que hemos sido, lo más importante es lo que seremos en el futuro, el pasado para bien o para mal es un recuerdo y el camino a seguir es el futuro que se decide a cada instante por nosotros mismos y a lo que nos enfrentemos, es producto de esas decisiones.
Más que un juego de palabras, es una forma de entender lo que la soberbia significa, por que ésta, se anida en el egoísmo de pretender que es el mundo quién se encuentra en deuda con nosotros y que su deber es compensarnos para resarcir esa deuda, cuando en realidad solo tenemos lo mismo que hemos dado, entonces por que atormentarnos en el amor y la atención que los demás deben de darnos cuando en realidad, debemos tener esto, como una prioridad de nosotros para con los demás: a cada quién corresponde ver que le obsequia al mundo y no que debe recibir de él.
No alimentemos a nuestra soberbia, por que ésta, engendra otras miserias más aterradoras como el egoísmo, el orgullo, la avaricia, el odio, el rencor...; cada una de estas, justificada en lo que no recibimos de los demás y que finalmente nos encadenan en el tormento de la conmiseración y el lamento, arrebatándonos la vida. Así que, tengamos cuidado con lo que hacemos para y con los demás, por que podríamos estar construyendo, nuestro propio infierno.
     
Con aprecio
Yo
Mayo 09  
mailto:alazan.yo@gmail  

[1] Este texto lo recibí en un correo y no tengo noticias de quien sea el autor, pero me agrado como un texto de inicio para este cuento, que encontró en el por fin su cauce. Gracias Noemí.
[2] Los fantasmas, mas allá de su concepción imaginaria a partir de lo que no conocemos de la realidad circundante, representan una manifestación lúdica de nuestros propios miedos y frustraciones. Resulta interesante como éstos, adquieren un poder sobre nuestras conductas privadas y sociales, transformando nuestra concepción del mundo. Aunque en la actualidad, gracias a los avances de la ciencia y la tecnología pudiéramos pensar que el hombre común está exento de manifestaciones fantasmales, es un hecho que esto no es así. Los fantasmas ya no corren tras nosotros en la oscuridad de la noche en una calle solitaria, o en un camino abandonado, o en una casa abandonada, o en un desván sin iluminación o bajo la cama en una noche de tormenta; ahora, nuestros fantasmas adquieren una dimensión más aterradora en "Virus" que mutan buscando aniquilar al genero humano burlando todo el avance que se ha tenido para prevenir sus ataques y adquiriendo nuevas formas a través de mutaciones "perversas" que los vuelven incontrolables e invencibles. De igual modo ocurre con el fantasma de la guerra total, del "meteoro" (un meteoro es un fenómeno natural como un huracán, un tornado, un terremoto, una erupción volcánica, etc.)  que ocultos se ciernen siniestros sobre la faz de la tierra para "caer" y destruir la vida humana en el mundo, así como del fantasma de la perversidad y maldad humana (El fantasma de las drogas, la pornografía, el tráfico de personas, la esclavitud moderna, el racismo, el totalitarismo, la corrupción social y política, la discriminación, la ignorancia, la hambruna provocada intencionalmente por el hombre, etc.,...), que buscan degradar al hombre a un nivel inferior  a la que por "derecho divino" nos hemos otorgado como criaturas predilectas de Dios. Es evidente bajo estas circunstancias, que el fantasma medieval y romántico, ha evolucionado con el avance del  conocimiento humano, de una imagen descarnadamente putrefacta o de animosidades vampirescas monstruosas, a fantasmas globales y universales que no se conforman con la vida y la sangre de su víctima aterrorizada corriendo dentro de una pantalla de cine o del televisor, sino que ahora, buscan inmisericordes la aniquilación total de todo vestigio de vida. Pero más allá de la parafernalia que acompañe a nuestros fantasmas modernos, lo cierto es que todos estos, están y han estado enraizados en la ignorancia popular y en el desconocimiento de los grandes secretos que aún guarda el universo para el pensamiento humano. Recordemos las palabras de Benedetti que podrían hacernos ver en el conocimiento y toma de conciencia de nuestra propia ignorancia, el nacimiento y sala de partos de nuestros fantasmas, que día con día crecen y se multiplican con el amarillismo noticioso y la irresponsabilidad civil y gubernamental de cada país del mundo, por que finalmente el que nada sabe, nada teme: ¿Por qué el mundo soñado no es el mismo que este mundo de muerte a manos llenas? Mi pesadilla es siempre el optimismo: Me duermo débil, sueño que soy fuerte, pero el futuro aguarda. Es un abismo, no me lo digan cuando despierte.
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Foto del autor ADRIAN GUADARRAMA A
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Descripción

...PARECE NO HABER UNA DISTINCION ENTRE LA REALIDAD Y UN SUEO... UNA PESADILLA. ENTONCES CUANDO TODO PARECE TAN CONFUSO APARECE LA VERDAD Y LA RAZON DE LA VIDA.

Palabras Clave: UN CUENTO DE FANTASMAS

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa



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