Ellas rien en las mesas de otro viernes
mientras traman decididas el destino
de maridos concebidos como plagas
que ahora estrenan nuevas bragas
y hasta jovenes ardientes.
Enfundadas en tapados van carteras
y pendientes que hasta olvidan
por descuido en los refugios mas solemnes.
Resucitan por instantes y proclaman su
estatura de mujeres,
se deslumbran con amantes
que devuelven en proezas
las aburridas certezas de su maridos mas fieles.
Las disfruto aquí en mi mesa
y despuntando otra cerveza
huelo el celo que se cuela entre mis labios,
imagino que poseerlas
sería un buen botín de guerra
para el gran coleccionista de novelas.