FRENTE DE COMBATE (Cuasi Novela) Capítulo 4
Publicado en Nov 15, 2009
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CAPITULO 4
Hace diez minutos que salieron del borde del camino donde fueron emboscados, 43 muertos, 20 heridos graves, 7 heridos funcionales y 20 sobrevivientes ilesos.
Pardo Bazán encabeza la columna; luego el tirador tres; el dos; el uno; los del Madsen, después todo el proceso como el anterior pero al revés o sea nuevamente el tirador tres es punta de columna.
Pardo Bazán mira el reloj, son las mil seiscientas, hace treinta minutos que partieron con la loca idea de reprimir a los agresores. Pensó en su madre, sola y triste en su hermana que le había sentenciado a ranear y aprender a robar en la colimba, su novia y hasta añoró el cuartel.
Caminando agazapados, un fusil por medio apunta a cada flanco, hay un soldado de avanzada en la vanguardia y otros dos de seguridad en la retaguardia de la atrevida columna. El soldado jefe hace una señal, se detienen. La mitad da seguridad y la otra mitad se tira al suelo, paran. Los hombres piensan, nuevamente cada uno en sus problemas, que hacer cuando vuelvan a casa. Los padres... Si vuelven...
Se relajan, se sueltan los cordones. Pardo Bazán se arregla el equipo: pistola, caramañola, sable, granadas, fusil, radio portátil, brújula... Pasan los minutos asignados al descanso y se cambian de función, los que descansaban se encargan de la seguridad y los otros se aprestan  a reposar. Se mueven, despegan el pecho del suelo y miran hacia arriba. Pardo Bazán se acomoda, endereza el fusil con cuidado está cargado y el disparador es celoso, muchas veces lo sorprendió en el polígono.
Los cinco minutos parecen un siglo y nada a la vez. Cuando ordena avanzar, junto a el está Rojas, con una eterna sonrisa, limpia el Madsen. Siempre lo hace, lo cuida mucho. Pardo Bazán lo admira es todo un soldado lleno de picardía.
*******
Apenas concluyó el descanso, continuaron con la marcha. La selva se fue cerrando, se puso agreste defendiendo sus dominios. Mosquitos y uñas de gato, espinas y sotoselva impidiendo el paso. De pronto se hizo imposible avanzar era tanta la vegetación, pero algo le decía siempre al norte, irán al norte cerca de la frontera, no se arriesgaran a seguir buscando encuentros con la tropa, pensaba Pardo Bazán. En algún lugar los encontraremos y daremos su merecido o moriremos por la patria reflexionó. Miró el reloj, hacía más de dos horas que habían partido.
Otro descanso, la noche abrazaba con su capa opaca y húmeda con temprana ligereza al grupo. Pardo Bazán los reunió:
- Avanzaremos solamente hasta mañana a la 18: 00, si no vienen en nuestra ayuda y no hallamos contacto con el enemigo retornaremos, dejaremos marcas de ahora en más y descansen, aprovechen y descansen. Todo se dispuso para el descanso.
Cada uno buscó un lugar adecuado, formaron un circulo con los fusiles apuntando hacia afuera y se durmieron, los grillos, los pájaros del monte dieron su concierto nocturno. Poco y nada la luna filtraba su luz. Solo el ruido del monte y el ruido de cada alma, latiendo con fuerza la esperanza de volver.
*******
Lucía no podía conciliar el sueño y vio que Mario tampoco, lo invitó a espiar a través de pequeños claros de la sierra un valle lejano. Conversaron los dos de cosas sin importancia. La guardia los llamó a entrar dentro del perímetro del campamento. Todo fue silencio...
Antes de que amaneciera, Lucía fue despertada por el Estado Mayor y con un mensaje especial debía viajar a la Capital, se aprontó y Mario pidió para acompañarla, partirían recién al atardecer, pero debían dejar todo en orden. La revolución luchaba contra la burocracia sin embargo cada oficial y ambos lo eran debían dejar una impresión por escrito sobre el acontecimiento conocido como operación Tigre. El informe de Mario expresaba:
"En algún lugar de la Patria, provincia del norte:
Al Compañero y Camarada Pedro Jefe del Estado Mayor del Ejército Revolucionario Brigada del Norte:
Camarada, la experiencia que tuve hoy en la operación Tigre, fue fundamental para sellar mi condición de militar de la Revolución, tuve mi bautismo de fuego y cumplí la función personal asignada en combate: blancos personales. Estimo que maté a tres personas. O sea que como máquina de guerra, como engranaje de la Revolución funcioné bien. Pero no me explico porque un oficial debe ser llamado a cumplir el rol de un simple soldado o en todo caso función de cabo. Como militar en consecuencia, estoy preparado para obedecer y pelear, pero como oficial no he tenido experiencia de mando. Solicito se corrija esta situación o caso contrario prescinda el sistema de llamarme oficial de la Revolución.
En virtud de la predica de que somos todos iguales, me permito hacerles severas observaciones de metodología: matar a los heridos, no tomar prisioneros, designar gobernador y torturar al enemigo, son prácticas que no ayudan a la revolución de ningún modo y en algún momento estaremos llamados a responder por nuestros actos. Yo acepto el rol de soldado de la revolución pero nunca el de fratricida por rencor. Siempre dispuesto a cumplir con las misiones que el Estado Mayor me asigne expreso a Ud. mi firme convicción del triunfo de la patria. ¿Viva la Revolución!.
Fdo. Mario "Teodoro". Teniente de la Revolución, Brigada del Norte"...
Lucía terminó su informe algo más emotivo, pues ella aún pensaba en el triunfo de la revolución y creía en ella.
*******
Los soldados avanzaron durante todo el día siempre al norte a las 1800 hs. de la segunda jornada sin posibilidades de contacto con el enemigo ni con la fuerza propia estaban dispuestos a retornar. Pero de pronto el suceso:
La columna se detiene
- ¿Que sucede?
Susurra Pardo Bazán
- El hombre de avanzada descubrió algo, exclamó Rojas.
El hombre de avanzada había descubierto un campamento guerrillero, muy enmarcado, aproximadamente a unos doscientos metros del lugar donde se hallaban Pardo Bazán y los suyos. ¡Por fin! exclamó el joven; sus pelos se le erizaron. Llegó el momento de pelear. El joven se preguntó: ¿Sabremos luchar? ¿Habremos asimilado la teoría de la instrucción?, cuando maldecimos a nuestros cabos y sargentos por la exigencia. O solo deberemos improvisar de acuerdo a como nos de, el coraje. Pelearemos de ahora en más por la Patria o por nuestras vidas. Una transpiración fría y viscosa le corre por el rostro. Intenta contenerse pero tiembla, aprieta el fusil y ve como el cañón del mismo sacude una rama de la vegetación, sonríe de su propia situación de comedia más que de drama.
Se levanta, estaba con el cuerpo apretado sobre la tierra. Le había impactado la novedad. Y el miedo le atenazó el alma. Avanza agazapado, controlando sus impulsos temeroso pero algo le golpea dentro del pecho, algo que se llama honor; y que se refleja en el amor a la patria. Rojas esta a su lado, le responde jocosamente; le hace ver que como apuntador del equipo "A" es el segundo jefe del grupo, le sonríe y le explica que exactamente por eso él, debe estar lejos así si lo baten; asumirá el mando. Con su habitual tono siempre en broma y con expresión seria  señaló:
- No me voy a separar de "vo' nique" me obligue. Para mandar hay que aprender algo vo' fuiste a la escuela yo solo hasta quinto grado de la primaria. Se justifica Rojas.
Pardo Bazán, hizo una reflexión profunda. Era cierto, Rojas desde muy joven trabajo duro en los obrajes y solo sabía del patrón que todo lo puede, todo lo hace, del patrón que dispone de vidas y de trabajos, y hasta de opinión. Por eso su papá votaba por el patrón y él haría lo mismo, aunque tal vez votaría a los gremialistas que eran buenos. Realidad que desataba una guerra inútil entre hermanos. Para Rojas,  Pardo Bazán era como el patrón y por él se da la vida.
El soldado Aquino, flaco colorado y larguirucho, comunicó que ya estaban cerca. Pardo Bazán se tira al suelo, Aquino y Rojas lo imitan. Se arrastran sobre codos y rodillas, apretados al terreno, casi mordiendo el humus de la selva y se dijo para adentro; Rojas por lo menos tiene una personalidad firme y fuerza para el trabajo. Aquino siquiera eso y en una situación así era el típico hombre a ser explotado casi brutalmente. Pardo Bazán se dijo para sus adentros:
- Todo anda bien hasta ahora. Todo anda bien; no tengo miedo -aunque tiemblo- me acuerdo de todas las recomendaciones de los instructores: pegar los talones al suelo.
Mira hacia atrás y ve a Rojas y Aquino ya adoptaron las medidas para una posición correcta. Antes de seguir nuevamente reflexiona: cuantas veces hemos hablado mal de nuestros jefes, sub - oficiales y oficiales, ahora veo que solo cumplían con la tarea que les habían asignado, instruirnos, fortalecernos, formándonos un sentimiento especial por la patria. Así se puede luchar...
*******
En el campamento guerrillero el Estado Mayor analiza las ordenes. Los jóvenes que han elegido la revolución como camino están satisfechos. La operación Tigre resultó bastante bien. Los jefes están contentos, según ellos dentro de poco podrán tomar el gobierno. habrá libertades y todos serán iguales. Algunos también tienen sus dudas. El campamento es completo con tiendas de campaña y servicios básicos; luz, agua corriente y sanitarios. Un hospital de campaña y también lo ideal: una biblioteca de campaña con libros revolucionarios, instrucciones militares y entretenimiento. Por supuesto la administración del Estado Mayor, donde todo lo escriben, lo anotan y suman. Un mecanismo perfecto en medio de la selva; imposible de descubrir lo que les da una gran seguridad.
Mario reflexionó acerca de la revolución y sus objetivos crudos y desmedidos. Así que los gobernadores no serán electos por el pueblo; ni habrá tanta libertad; "será cambiar de tirano sin haber mudado la tiranía"... (frase de un prócer de su país). Y soy yo el que tiene que ser callado por la Revolución. No yo no vine aquí para esto. Mi mamá estará preocupada por mí, me fui sin ningún aviso. Que ingrato soy. Y Lucía. Ella será represora siendo tan dulce o es que la dulzura no existe para nosotros. Estaremos fuera de la Ley para los militares o acaso estamos fuera de la ley para la sociedad y no lo sabemos y el maldito Estado Mayor no nos deja razonar...
Había descansado todo el día, estaría dispuesto a escribir algunos apuntes y una carta a su madre. El Estado Mayor debería leerla. Le pareció escuchar un ruido en la maleza. Pero se dijo para sí mismo será un venado o un chancho de monte. ¡Mirá si van a ser soldados!...
*******
Desde el bosque Pardo Bazán observó al campamento guerrillero, con unas veinte o treinta tiendas de campaña; no solo individuales o dobles como son las militares sino también grandes tiendas; algunas tienen una cruz roja lo que significa que son un dispensario o un hospital; otras tienen diversos carteles que no se logra ver. No es necesario utilizar los largavistas pues están tan cerca que logran leer el cartel de identificación de la carpa mediana "Biblioteca de la Revolución". Sin embargo el campamento no esta estratégicamente ubicado en un estrecho radio de cien metros hay hombres de todas las edades, la mayoría lleva la barba crecida. Algunas mujeres hacen vida rutinaria para la guerrilla o sea que actúan como hombres... Son soldados, no mujeres. Se los ve muy distendidos, descansan. No sueñan siquiera con una represión.
Rojas apunta el fusil Madsen. Pardo Bazán le ordena permanecer en el lugar. Trae al resto del grupo los distribuye en forma de "U" cerrando él la formación. Les comenta su estrategia, la misma es aceptada sin comentarios, no hay otra; minaron todo los alrededores del campamento a una distancia aproximada de cien metros tratando de no ser descubiertos, el campo será con minas individuales nadie tiene siquiera noción como se arman en serie. Motivo por el cual nadie tratará de hacerlo de otra forma, que no sea despegando la cinta adhesiva con el cartel "no despegar".
Cuando se está minando el campo casi todo queda en la nada. Aquino resbaló en el suelo húmedo de la selva, se le escapa la mina y golpea  contra una roca. El ruido seco sobresalta a un hombre del campamento que trata de averiguar que había pasado, le comenta a otro barbudo y luego se van. Terminando la herradura la cierran los tiradores. Pero en algunos sectores el trabajo continúa. Se arrastran con dificultad para pasar inadvertidos. Los dos barbudos que escucharon el ruido se lo comentan a otros, pero los demás se ríen.
- Soldados aquí, que chiste. Dice uno de los subversivos.
- Soldados aquí, si se cagan en sus cuarteles, acentuó otro.
Pardo Bazán vuelve a reflexionar, su manía de pensar siempre. Es verdad, hay veces que los militares se refugian en sus cuarteles y llevaron una vida austera pero un circulo exclusivo, otras apalearon a estudiantes y otros repelieron manifestaciones. Pelean una guerra para la que no están preparados. Pero lo hacen con la convicción que sirven a la patria. Pero hoy los militares estaban en el campo. ¿Pero estaban? Si, en realidad estaban en el campo pues ellos eran consecuencia directa de los militares. En menos de una hora las minas están colocadas.
Pardo Bazán distribuye los hombres: dos fusiles ametralladoras en los costados de la formación harán fuego cruzado; dos disparan desde el centro; Pardo Bazán estará entre los dos ametralladores del centro, otro Madsen cubre la retaguardia. Hubo que sortear quien iría atrás, nadie quería perderse la balacera, excepto rojas que no admitió entrar en el sorteo, él iría al frente. Los fusileros se intercalaron en una distancia corta, no alcanzaron a cubrir 100 metros. Cuatro ametralladores; 10 Máuser apuntan el campamento guerrillero. El sol casi se pierde por sobre la espesa manta verde. Hoy extrañamente rojo. Cada uno elige un blanco. Serenidad en el pecho de esos jóvenes. Los guerrilleros se hallan a  setenta y cinco metros de la primera tienda y a unos ciento cincuenta de la última. Pardo Bazán piensa, serán realmente apátridas  como les dicen o luchan por su verdad. Buena distancia para los Máusers. En voz baja Pardo Bazán reza, todos están ya bien cubiertos. El campamento sigue su vida rutinaria, no hay centinelas. Pardo Bazán duda si da la orden de fuego primero y dispara después; o si dispara primero y luego avisa que es el Ejército. Pero otra vez las famosas reflexiones: ellos no nos dieron ninguna oportunidad cuando nos atacaron en la ruta. Solo flores rojas en los pechos sin importar si eran oficiales, sub - oficiales o soldados conscriptos como nosotros. Comunica a los que están más cerca a su vez transmiten la voz:
- Situación de combate y que todo confirmen como en la instrucción.
- Puntería lista, alza dos.
*******
- ¡¡Ejército de la Patria!! ¡¡¡FUEGO!!!
Pardo Bazán estaba temblando ante la orden, se puso de pie para gritar a todo pulmón la formula que desata un infierno en la selva.
Inquieto el campamento se remueve. Piensan que es una broma de los que vienen de las letrinas. Los barbudos que casi habían descubierto a Aquino toman los fusiles, confirmando tarde sus sospechas. Pero la orden letal ya había sido dada:
¡¡¡FUEGO!!!
Diez Máuser truenan
- ¡Viva la patria! grita Rojas
- ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva! suenan las demás voces de los soldados.
Cuando Pardo Bazán oprime el disparador el hombre que eligió como blanco da un brinco; luego otro y cae como muñeco deshecho, comprende que dos le tiraron a un mismo hombre, primera víctima inútil de una batalla estéril. La pausa de cargar el Máuser, lo cubren los fusiles ametralladores con una cerrada descarga; caen ocho, nueve, es el desquite. Desquite que duele a un intelectual pero que llena de alegría a otros como Rojas y Aquino, formados en la agreste conducta de la pobreza donde la venganza siempre es buena. Para quienes los militares son sagrados, son la reserva moral de la patria. Los guerrilleros corren, no saben que es lo que pasa, no pueden comprender o no quieren creer que están rodeados. El campamento amaga una resistencia, intentan montar ametralladoras pesadas y lanza cohetes portátiles, pero toda defensa en inútil. Caen muchos, recién se ve la magnitud del campamento un centenar de personas. Algunas mujeres caen heridas, tienen el mismo uniforme que los hombres y por el único motivo que se les nota el sexo es porque no tienen barbas, en todo lo demás son similares a los hombres, matan y mueren en una ley salvaje y por una idea que les inflama el pecho. Desesperados intentan superar el campamento por los sectores de donde no vienen los tiros. Un error fatal: pisan las minas y vuelan por los aires. Sus gritos se confunden con las explosiones, los tiros de fusiles y metralletas que comienzan a responder el fuego del improvisado pelotón.
Y los gritos de jubilo de los hombres. Pero son los guerrilleros expertos, se reponen y contra atacan con granadas lanza cohetes; las granadas de mano quedaron cortas pero asustan mucho con su estruendo y con su efecto sobre el terreno, los cohetes aun quedan largos. No saben bien a donde están los atacantes. Las metralletas livianas para los combates urbanos que poseen no les favorecen y los fusiles hacen estragos en sus filas. Las armas de los guerrilleros son modernas y rápidamente compensan la sorpresa.
Uno de los hombres del campamento desafiando al fuego de los soldados en una muestra plasmada de coraje y fanatismo corre hacia el grupo que lidera Pardo Bazán. Pistola automática en la mano izquierda y una granada en la mano derecha, Pardo Bazán apunta con lentitud todo parece transcurrir en cámara lenta, cuenta los pasos del osado adversario, toma puntería adecuada, es un tiro fácil, matar a ese hombre como un perro, lentamente oprime el gatillo y el silencio de su fusil logra contrarrestar todo el fragor de la lucha. Falló la munición, acciona la manivela del Máuser y salta la munición fallida; cierra el cajón de mecanismo, tiembla como una hoja agitada por el viento, mira al atacante a tan solo treinta metros, veinticinco metros, tira. El guerrillero cae hacia atrás atravesado, el proyectil le da en pleno pecho, aúlla insultos y quejas. Se levanta ciego de fanatismo, de impotencia, en postrer esfuerzo... Pardo Bazán vuelve a tirar, se revuelca, se levanta sobre sus rodillas y como ultimo esfuerzo lanza toda su rabia o su patriotismo desde su punto de vista, en una granada. Pardo Bazán la siente caer sobre sus espaldas muy cerca. Se agazapa pegándose al suelo esperando la explosión. No explota, no explota. Despega la cabeza del suelo y se olvida de la granada. Nuevamente intenta reponer el cerco por los flancos, más explosiones cae una antena de lo que debe ser la sala de radio... cerca de él caen extremidades de los que vuelan con las explosiones, un efecto impresionante que le da nauseas, no puede dejar de ser humano aun en el tremendo fragor del combate. Logra ver que algunos, superando las líneas minadas huyen, cuatro hombres y tres mujeres lejos del alcance de los fusiles, se alejan en la selva.
Unos treinta guerrilleros entre hombres y mujeres toman la decisión, la única posible para reponer el cerco, atacar. Se les vienen encima, aúllan las balas. ahora el miedo casi los paraliza, Rojas, Aquino y otros soldados matan a gusto, los fusiles son viejos pero funcionan bien. Aquino cambia el cargador del fusil ametrallador, acciona la manivela pero no tira, una bala le parte el pecho... Rojas sigue dando gritos y matando todo lo que se mueve en torno a él con el Madsen, rojo el cañón; sus manos están ampolladas por las quemaduras, toma el ametrallador del caño para poder moverlo mejor, los demás tiran y recargan sus armas, son solo escasos minutos de lucha que parecen días, años. Rojas grita... grita... grita... silencio... toda su gracia e inocencia quedan partidas, tres balas le destrozan la cabeza, una le atravesó nítidamente el casco, otra por debajo de la visera le reventó el ojo derecho y el tercer tiro le borró para siempre la sonrisa, pues le impacto en la boca.
Pardo Bazán comienza a llorar, ya están quedando sin parque, grita a su lado otro herido, otros muertos. Llora diciendo quiero morir como Aquino; como Rojas... como...; peleando hasta los últimos cartuchos. Piensa en rendir a su grupo, pero si los matan a todos, o los torturan como supo de soldados que cayeron en manos de la guerrilla que fueron torturados. No... Hay que pelear. Tira el fusil, saca la pistola calibre 45  y cuenta sus últimos 21 tiros. Una mujer con el torso desnudo se cruza frente a su mira. Tira, no mata a una mujer, es un guerrillero, cae herida, la tremenda bala de la cuarenta y cinco impacta entre sus dos senos, que resultaran estériles para siempre, senos que podrían haber amamantado y que solo soportaron el peso de las bandoleras con cargadores de la metralleta. Sus ojos claro vidriosos reflejan el verde opaco de los árboles. La amazona del siglo XX cae para siempre por su causa. Una causa tal vez sin causa y pavimenta con su sangre el piso de la selva...  Cuando Pardo Bazán tiró contra ella pensó primero: es una mujer, puedo matarla... Luego, es ella o mi madre, para mí, mi madre es la patria, luego es ella o la patria y ocurrió el disparo de un joven de 19 años, contra todo principio de urbanismo matando en una guerra no declarada a una mujer. Sigue la batalla, gritos, tiros, muertes horrendas... De pronto siente un golpe fuerte en el hombro da tumbos en el suelo; se levanta como tonto, recuerda las gripes de la infancia que le dejaban así, como si se levitara pero tan pesado como cuando se permanece muchas horas en el agua y se intenta salir de golpe. Siente sangre en sus manos y su cuerpo está herido. Piensa si será el momento de morir, se le vienen a la mente historias antiguas, reales o ficticias, imágenes del cine... Pero debe seguir, se vuelve a poner detrás del tronco donde estuvo parapetado; el viejo árbol caído esta picado de balas, su dura corteza cubrió el frágil cuerpo del humano que mataba humanos.
Reflexiona acerca del armamento de los soldados, normalmente se usa Fusil Automático Liviano estilo (OTAN); pero este regimiento estaba provisto de fusiles Máuser. La dotación normal de armamentos es Ametralladoras MAG de alta performance y Fusiles FAP (Fusiles Automáticos Pesados) en cambio el regimiento tiene ametralladoras Colt refrigeradas a agua; y Madsen Fusiles Ametralladores. Pero en esta ocasión el convoy no tenía ninguna ametralladora Colt. También la dotación normal es con morteros de 81 y105 milímetros. No había tampoco en la comisión. Otro cantar seria este canto con fusiles FAL, FAP y Ametralladoras MAG. Otra situación los soldados no llevan pistolas, Pardo Bazán la porta por haber recibido la del sub - teniente Chotas.
A pesar del dolor se endereza y con la vista nublada participa aún del confuso combate. Los guerrilleros están desorientados. Intentaron salir pero las minas lo disuadieron. En tanto que los fusiles rompieron su avance, se aplastan contra el suelo. Finalmente desde ambos bandos casi en forma simultánea se ordena
- ¡¡Alto el fuego!!
Una tregua sorda se da en el monte. Silencio. No hay canto de aves, ni otro murmullo en el bosque que el gemido de los heridos. Revisa a sus hombres, todos están con su Madsen, todos están heridos, algunos no grave, otros duermen el eterno sueño de la muerte.
Avanza un joven con una bandera de parlamento.
Aprovecha Pardo Bazán para realizar una ojeada general del campo, muertos, mutilados, heridos... Todo en nombre de la patria por un bando y por la revolución por el otro.
- ¡A los que mandan ahí!... Dice el parlamentario
- ¡Si! contesta Pardo Bazán con voz enérgica.
- ¿Cuales son las condiciones?  Indaga el guerrillero.
- ¿Condiciones para qué? pregunta Pardo Bazán.
Para rendirnos, expresa el hombre con romántica barba y voz temblorosa, hay sangre en sus manos.
- ¡Ninguna... Ninguna condición. Se rinden y listo!
Que podría decirles si no podía hablar ni por los militares, ni por el gobierno, como prometerles que serían respetados si se dice que también el gobierno tortura, mata y hace desaparecer personas.
- ¡Ríndanse!... ¡Solo ríndanse!
- ¡Ríndanse sin condiciones! -Repite agitado el joven Pardo Bazán- o  cuando llega a sus líneas reinicia el combate, agrega envalentonado.
- ¡Esperen!... Implora el barbudo... ¡Nos rendimos!.
Salen con las manos en alto y sin armas. Aparentemente no tienen intenciones de seguir peleando. Se van concentrando en el centro del campamento quedan aún unos cuarenta hombres. Pardo Bazán se manifiesta boquiabierto, como harán cinco hombres para controlar a todos.
- ¡Que nadie se mueva!, las manos sobre las cabezas, si tienen enfermeros que atiendan a los heridos.
Los guerrilleros cumplen las ordenes pues piensan que están ante  un grupo comando del ejército y que los matarán sin compasión ante la menor duda de resistencia.
- ¡González, atiende a nuestros heridos!. Apoyado por dos hombres apostados con fusiles ametralladoras los hombres de la patria entran en el campamento.
*******
Realmente se rindieron. Pardo Bazán y los suyos ocuparon el campamento.
Muchos heridos fueron atendidos en un sector del acantonamiento. Se dispuso que dos fusiles ametralladoras custodiasen a los guerrilleros. Se improvisa un corral donde se acuestan a los prisioneros. Los hombres de la guerrilla están desconcertados esperan que salga el resto de los soldados, estimaron que estaban rodeados por muchos hombres, no creen que solo cinco son los que pueden caminar y andar libremente. Se juntan las armas. Comprueban las bajas: muertos dos soldados Rojas y Aquino.
Pardo Bazán toma pluma y papel y escribe:
"Frente de combate Rojas, Aquino"... Al datar así su parte valora el hecho que los jóvenes hayan  dado la vida por la patria. Pardo Bazán remite el parte al Sargento Velázquez único jefe inmediato superior al que se puede dirigir. Firma como Jefe de Grupo, si puede decirse Jefe; si solo fue un líder accidental de las circunstancias. El máximo jefe guerrillero vivo aún se asombra que no hayan más soldados. Se levanta un inventario del armamento y otros materiales tomados. En un rapto de patriotismo Pardo Bazán y los suyos deciden izar la bandera nacional y la arrían de inmediato por ser ya de noche.
Se esperan los auxilios, se estima que los primeros en llegar serán los gendarmes. Pardo Bazán redacta el parte de retreta:
"Frente de combate Rojas-Aquino: siendo las 18.30 horas la columna mandada por el jefe ocasional del Grupo 1 de la Tercera Sección Compañía Infantería "C" del Regimiento de Infantería de Monte Nº 140 entró en contacto con un grupo guerrillero llevándose a cabo un intenso combate en el cual perecieron los soldados Juan Carlos Rojas (19 años) y Agripino Aquino (19 años). El enemigo sufrió un número indeterminado de bajas. Se incautó gran cantidad de material de combate e ideológico. La situación es normal y esta bajo control"... Firmado Juan Pardo Bazán, Soldado.
Se sienta junto al árbol, ordena que se enciendan hogueras y en sus llamas nerviosas ve que supieron luchar como hombres, más que como hombres y que él fue el jefe accidental, pero jefe al fin de un hecho sin igual. Frío intenso. Pardo Bazán piensa en su madre y en las madres de los que ya cayeron acá y allá en la emboscada. Acaricia el fusil. El monte recobra lentamente sus mil ruidos y ninguno propio a la vez. Todo conforma el concierto de la noche que habla profundo. Algunos encienden cigarrillos. Lentamente conversan soldados y guerrilleros. Algunos se conocen. El silencio habla más que nunca en el parloteo de los animales nocturnos. Se recuesta en el piso. A través de la frondosa vegetación se ve alguna estrella... Es cuando nota que esta herido. Aún así dice para su interior: "esa es mi estrella".
*******
Cuando el tiroteo arreciaba Mario y Lucía intentaron zafar la encerrona buscaron el fondo del campamento por el sector de la radio. Allí los que los precedían pisaron minas y volaron por los aires. Ellos mismos fueron levantados por los aires por la onda expansiva. Cuando se recuperaron decidieron con algunos más avanzar por donde los otros habían fracasado.
Así escapan de la trampa de fuego con la que habían cercado el campamento. Jadeantes se dejaron caer en un  claro lejano, a unos cuatro kilómetros del lugar. Se abrazaron y lloraron. No podían creer que a ellos le harían un golpe de mano tan brutal. Ahora entendía Mario como era la guerra: muerte, muerte. Sobre todo se haría la revolución soñada. Solo sobre sangre de hermanos. Ya interiormente decide abandonar la guerrilla y marcharse a su pueblo para hacer la revolución de otra manera, a través del voto y no del fusil. No comenta nada a Lucía. Que lo único que atina a decir es:
- ¡Milicos hijos de puta!
Caminan largas horas y llegan al campamento guerrillero cerca de la frontera, donde nuevamente el Estado Mayor está reunido, serio, recio, militares revolucionarios. Llegan y escuchan una descarga. Suponiendo lo que sería una descarga en ese lugar va a ver y confirma sus sospechas: la revolución también fusila.
Entre los muertos que son rematados a tiro de pistolas hay civiles campesinos, policías, militares y guerrilleros. Vio algunos compañeros. Lucía se mostraba indiferente:
- Es necesario. Dijo quedamente.
- ¡No! me resisto no puede ser necesario es criminal, tan criminal como lo que hace el gobierno... O acaso el gobierno solo aplica la ley. No. Me resisto. Llorando Rodas se lleva la mano a la cara.
Sin pedir permiso entra a la tienda del Estado Mayor. Dos bayonetas le cierran el paso:
- Soy un oficial de la revolución y deseo hablar con el Estado Mayor. Exclama agitado y temerario.
Un romántico jefe de la revolución le expresa:
- Dejen que el camarada oficial se exprese.
Mario tiembla de ira y dice:
- ¿A que se debe la matanza?
Indaga Mario
- El camarada oficial se halla confundido, no hay matanza, habla Pedro con gran autoridad. Se cumplieron las  condenas del tribunal del pueblo. Esa gente fue condenada a muerte. Culminó con preocupante tranquilidad.
- ¿Condena a muerte? Pregunta Mario y por que, asombrado y con los ojos desorbitados, mira a Pedro y a Lucía.
- El Estado Mayor los consideró enemigos de la revolución por eso los sometió a juicio y fueron declarados culpables. Acota Pedro, el comandante.
En ese instante Lucía tercia en la conversación.
-Ocurre que el oficial Mario desea colaborar con la revolución de otra manera, desea abandonar el servicio activo y ser útil desde el campo civil. O sea desde el voto. Cree más en la política que en la guerra. Como Oficial Superior solicito al Estado Mayor que sea puesto en libertad de acción pero que se tomen las medidas de seguridad necesarias. También Lucía habla con mucha confianza en si misma.
Recién Mario entiende a Lucía, la tierna Lucía es una cabecilla de la guerrilla, era hombre muerto, seguro que las medidas de seguridad serían el pelotón de fusilamiento.
El Jefe del Estado Mayor señaló recio:
Sea por que tú lo pides Lucía... Y ordenó a sus hombres
- Aplíquenle el plan de retorno.
Mario sintió un gran frío por su espalda, el mismo de siempre. El del miedo. Lo tomaron entre cuatro hombres, lo esposaron, vendaron los ojos y llevaron por un camino del bosque. Pensó que el Plan de Retorno es un tiro en la nuca, menos dignidad aun que el pelotón de fusilamiento.
*******
El frío comenzó a apretar en la mañana de la selva subtropical. Paraje desolado. De pronto la quietud del bosque se ve quebrada por un zumbido primero y luego un rugir de los motores y algunos haces de luces artificiales anticipando la luz de la madrugada. Pardo Bazán estimó que serían los refuerzos. Es así llegan dos camiones de Gendarmería. Un oficial baja. Pardo Bazán intenta conversar con él para darles las novedades. Pero un auxiliar del oficial le indica que no habla con soldados rasos. Insistió en conversar con él. Sin que le preste atención tiró toda una síntesis de los hechos. Sin querer le grito cosas fuera de lugar. Solo le responde:
- ¡Entreguen sus armas! Quedan detenidos. Inmutable el oficial.
Los muchachos entregan los Madsen. No se podía creer se habían desvelado, cansado, luchado, muerto por la causa de la Nación y este hombre afeitado, limpio y bien alimentado los detenía. Los gendarmes eran treinta aproximadamente, hicieron armas hacia el lado de los soldados. Los guerrilleros quedaron inquietos. Le gritó al oficial:
- ¡Hermoso ejemplo damos a los barbudos, peleando entre nosotros!.
- Rindan las armas muchachos tal vez vamos juntos al matadero. Decía Mario a los gritos.
Pero los que fueron al matadero fueron cuatro de los guerrilleros. El oficial dijo no entran todos en los camiones.
Sacó su pistola y mató de sendos tiros en la cabeza a cuatro de ellos. Cuando fue a matar al quinto Pardo Bazán se abalanzó sobre el y le pidió que le tirase a él en la cabeza. Y repitió a los gritos:
- Lindo ejemplo damos a los barbudos. Mientras los gendarmes le sostenían por el cinto el arma apuntaba su pecho.
El oficial levantó el percutor de su pistola reglamentaria nueve milímetros y la apoyó en la cabeza de Pardo Bazán. Entonces reinó un silencio tan firme como cuando recién había terminado el tiroteo del día anterior. El oficial guardó el arma y llevó a Pardo Bazán al costado del campamento y le habló:
- Mataron a mi mujer y a mis hijos. No merecen el mismo respeto. Para mi no son humanos, son unas bestias. Explicó el oficial con una tajante severidad.
- Amigo el odio solo genera odio. No cree que es tiempo que comencemos a superar estos problemas. Comentó llorando Mario.
El oficial miró fijamente al joven y le dijo.
- Cuando mueran todos estos, los parientes de estos, los amigos de estos, habrá un país en serio. Después viene la democracia los suelta a todos y de nuevo la historia de siempre: odio, odio, odio. Pero que vas a saber vos de esto si vos sos un pichón. Haciendo un ademán de desprecio se retira.
Pardo Bazán expresó:
- Si ustedes quieren matar a todos deberán matarnos a nosotros también.
- Lo sé. Contesto fríamente el oficial. No los mataremos. Los pondremos a disposición del poder ejecutivo y luego irán a disposición de un juez. Después de unos años estarán de nuevo en las calles provocando el caos.
- No si modificamos nuestra conducta. Gritó el joven.
- Ya lo veras gurí de mierda. Terminó diciendo el oficial desahuciado. 
*******
Mario solo escuchaba los pasos de sus guías y el trinar de los pájaros en la selva. De pronto sintió el sol golpearle en la cara y darle al cuerpo. Le dijeron:
- Contá hasta cinco mil en voz alta y luego sácate la venda y volvé. Este es el operativo retorno. Así llegaste y así te vas. Un francotirador te está custodiando, si no cumplís con las ordenes te matamos.
Por las dudas Mario contó hasta veinte mil; se sacó la venda pero no se levantó, vio que estaba en el campo. No estaba muy seguro de donde se hallaba. Miró a su lado y encontró agua. No tenía el uniforme solo las botas y la camisa parda. No tenía armas. En sus bolsillos algunos pesos, propaganda de la revolución y una foto de Lucía que decía "BUSCADA" -Lucía Pereira- Enemiga Número 1  del pueblo. Se dará una recompensa por información acerca de su paradero, corre peligro quien le preste ayuda. Rompió el cartel, lloró como un niño. Y comenzó a caminar parece que ya sentía el olor del pan en la casa; su padre fumando el cigarro de hojas, sus hermanos menores yendo a la escuela y la rutina de su pueblo al que no volvería ni como comisario menos aún como juez o como gobernador. Cantó viejas canciones consideradas foráneas, pero alegres y sus ojos seguían llorando, se le abrió el corazón. Un año en la guerrilla lo habían  madurado. Lograron hacerle callos en el alma. Caminó presuroso tropezando con rocas, resbalando en las laderas de los cerros, tomando agua en los manantiales, riendo. Hubo momentos en que rió a carcajadas solo por estar vivo.
*******
Finalmente y después de disponer de los prisioneros en varios vehículos de la Gendarmería que llegaron hasta el monte. Los muertos fueron envueltos en sabanas y amontonados en los camiones. Algunos gendarmes realizaron un minucioso inventario de todo el campamento, hasta de las armas de los soldados. Se llegó hasta el lugar donde se llevó a cabo la emboscada, cientos de soldados gendarmes, policías y curiosos limpian la ruta. De los que participaron en el tremendo encuentro de la emboscada solo queda la sangre sobre el pavimento o la tierra. Pardo Bazán reconoce entre los Oficiales al Jefe de Regimiento; un Teniente Coronel. Pide permiso a los gendarmes para hablar con el jefe, pero no le permiten... Se adelanta al grupo zafándose de los que lo sostienen, le traban las piernas y cae. Se levanta, golpea a un gendarme sus hombres le ayudan y llega jadeante y gritando:
- Parte para el Jefe de Regimiento.
El Teniente Coronel se da vuelta y escucha
- Si soldado. El Jefe lo mira con rostro sereno.
Pardo Bazán se presenta, relata brevemente su historia y cae al suelo. De inmediato se duerme. No logra saber que ocurre. Ni escucha al Teniente Coronel que dice:
- ¡Que valientes!... Se cuadra y hace el saludo militar. Ante el jefe del combate desmayado.
El ayudante de campo, un Capitán dice:
- Estos soldados eran de mi compañía el año pasado, mi Coronel, yo los instruí...
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Foto del autor Diego Luján Sartori
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Descripción

Hace diez minutos que salieron del borde del camino donde fueron emboscados, 43 muertos, 20 heridos graves, 7 heridos funcionales y 20 sobrevivientes ilesos. Pardo Bazán encabeza la columna; luego el tirador tres; el dos; el uno; los del Madsen, después todo el proceso como el anterior pero al revés o sea nuevamente el tirador tres es punta de columna. Pardo Bazán mira el reloj, son las mil seiscientas, hace treinta minutos que partieron con la loca idea de reprimir a los agresores. Pensó en su madre, sola y triste en su hermana que le había sentenciado a ranear y aprender a robar en la colimba, su novia y hasta añoró el cuartel.

Palabras Clave: Combate decada del 70 ejército guerrilla describe excesos ambos bandos latino américa soldados guerrilleros

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Derechos de Autor: Diego Luján Sartori

Enlace: dielusa@hotmail.com


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