Aprendí a navegar por  los pliegues de tu enagua,
y encalle silencioso cercano a tu Atlántida
El día era gris como la ausencia de un amor
olvidado y la penumbra del tiempo un solaz
peregrino, un tótem postrado.
Grumete inexperto bebí demasiado, anclé en
las cobijas mi mástil cansado y arrié las banderas
de antiguas conquistas puliendo el marfil de tu
cuerpo sagrado.
Que armada embustera invadió tu alborada
cuando desde el fondo gemiste imantada,
vibrando en el trono de tu sufrimiento
dejando en mis redes vestigios de tu alma
Pudiste amarrarme y gozar tu tortura
amar de corrido mi proa y mi popa
sellar con tus besos la sal de mi asombro
secar un sollozo de furia impiadosa.
Tersura bendita del sol de tu enagua
vibrando en las aguas dormidas del tiempo
sabían mis cielos que un día te irías
manchada en palabras tediosas y heridas.