El comienzo
Publicado en Oct 30, 2009
En el balcón, tibio y soleado, deja a Emilia, la fiel doncella, desenredar su larga cabellera, lavada y perfumada con caras esencias. Su mirada azul, se pierde en el paisaje acuático que se extiende, interminable hacia el Adriático.
Las góndolas se deslizan por los canales, atiborradas de mercancías. El dux, amigo de su padre, el senador Brabancio, impulsa un comercio que día a día se acrecienta para gloria de la República Veneciana y de sus ambiciosos mercaderes. Se acostumbraron a ver, llegada de lejanas tierras, gente exótica, de pieles y ojos oscuros, tan distintos a los residentes habituales. Días atrás, Emilia no pudo impedir, a una gitana, tomar su mano para leerle la palma. Gesticuló y llevó la suya al pecho en el momento que un negro pasó a su lado, volvió a mirar la blanca mano tendida y palideciendo, retrocedió hasta desaparecer por una estrecha callejuela. La niña piensa, qué leyó en su mano, por qué se desencajó su rostro y huyó despavorida sin tomar la moneda para ella destinada. La voz de Emilia la saca de sus cavilaciones. - Signorina, hoy nos visitará un General al servicio de la República. Todos hablan de su gran valor e inteligencia. - Su padre, lo invitó a cenar. - Creo que su nombre es…. Otelo. -
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Jesus Eduardo Lopez Ortega
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