No lo destierres por trovador de las tinieblas,
por los tristes rebrotes de cólera,
por sus tercos embistes,
por sus sórdidos embustes,
por ser un mal literato,
por ser un raro aparato,
por haber sido un buen gato
                gastando ratos
              en los tejados.
Como un mustio bisoñé,
navegando
anómimo,
va a desembocar al río.
Flashback.
Playback. 
Manolo Galván
en el tinglado del club Mitre.
Manchas en la corbata,
camisa negra simil seda,
no se plancha y saca pecho,
a sus anchas
¿será por las cartas marcadas?
¿será por las cartas perfumadas?
El humo del cigarro,
el foco del carrito,
tatuajes carcelarios de corazones flechados,
insectos pegados al parabrisas del coche (robado);
girando vinos en cajita y ventiladores,
uno tras otro,
aquellos dólares falsos
del mercado paraguayo,
sirvieron para algo;
un disco múltiple platino rayado,
saltando y salpicando,
repite los dolores del mismo amor
mal curado. 
Hubo disparos y una fuga trunca,
todo lo planeado, 
lo que no fue nunca,
para siempre.
Dormir ebrio en el asfalto,
despertar en mediodías blancos
de colas de jubilados
en dias posteriores a feriados bancarios.