LA NIÑA DE CARTAGENA
Publicado en Apr 05, 2024
Prev
Next
Image
 
LA NIÑA DE CARTAGENA
Marisa Monte
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
                      A la Princesa Catalina, al Rey Carlos de Inglaterra y a todos los enfermos de Cáncer, para que se entretengan en su recuperación…
 
                      “Cada día que enfrentas este desafío, te acercas más a la victoria”. No sois los únicos y no estáis solos. El cariño que tienen a su alrededor, hará que todo acabe rápido, y se convierta en una triste pesadilla. LOVE!!!
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
NOTA DE AUTORA: Este libro es totalmente ficción, solo hay de real mis sentimientos, como en todos. Quizás no sea una historia alegre, pero espero que les  llegue al corazón. La vida no siempre es fácil, pero es una gran maestra (HELP)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
LA CHICA DE CARTAGENA
-         Me engañaste
-         Te quería, y pensé que si conocías mi historia, no te gustaría
-         Te hubiese ayudado
-         ¿Con diez años?
-         Hubiese hablado con mi padre
-         No hubieses podido hacer nada, eran otros tiempos
-         ¿Cómo estás?, ¿quieres tomar algo?
-         No. Dejé el alcohol y las drogas antes de los veinte ( sonrió)
-         Siempre con tus bromas, y lo echas de menos
-         Quizás el buen sexo, pero dicen que con la edad, le pasa a todo el mundo
-         Que cambiada, ¿Qué fue de tu candidez?
-         Perdona, la vida fue dura conmigo, y creo que no le doy importancia a cosas que si la tienen para la mayoría de las personas. Solo eran frases, a veces me sale esa arrogancia, quizás porque estoy enfadada, nadie quiere penas en su vida, y bueno, a veces cuesta afrontarlas, y quizás lo pague quien no tiene culpa de nada
-         ¿Me vas a castigar?
-         No, solo me explicaba, creo que me he recuperado, no seré la misma de antes, pero creo que vuelvo a tener mi esencia, que vuelvo a poder mirarme al espejo. A veces es más importante perdonarte, que buscar el perdón de las personas, porque quien no vive las cosas, no suele comprender nada, así que avanzo en mi vida, siendo correcta con quien se cruce, pero no espero nada
-         ¡Lucía!, vamos a un lugar tranquilo, quiero que me cuentes lo que pasó, porque se dijo muchas cosas, pero no se supo con certeza nada…
 
CARTAGENA, 1978
Supongo que muchas personas saben que es la soledad, y creen que no hay nada peor que eso, pero les aseguro que sí, porque no hay nada más cruel: que el abandono emocional, el no tener una vida fácil y no sentir el apoyo o el cariño de alguien. Hay muchas desgracias en esta vida, pero todas son llevaderas, si sientes el calor de personas cerca (siéntanse afortunadas si lo tienen). A mí no me dieron ese privilegio, tuve que salir adelante sola, empezar  a volver a creer en mí, sin una palmada en el hombro, ni el consuelo de una amable palabra, cuando vivía un infierno, porque a veces no es importante lo que ocurra, si no lo que las personas creen que ocurre, sin conocer la verdadera historia, sin ni siquiera conocerte, pero ya dije que no trataba de convencer a nadie, quizás en sus circunstancias hubiese actuado igual o no, quien sabe, pero no guardo rencor, solo miro adelante, para seguir avanzando, porque a pesar de todo, la vida es un regalo y no había que ser desagradecida con el destino, quizás no pueda conseguir lo que quería por mis errores, pero a veces las segundas oportunidades tienen más valor que las primeras, no hay que obcecarse si no obtienes el resultado que pretendías, porque yo busqué otras alternativas, y ahora la Realeza de Inglaterra lee estas líneas…
 
Vivía entre el campo y la playa (Cartagena te da esa posibilidad, si sabes buscarla), disfrutaba mucho de la naturaleza, supongo que para suplir algunas carencias que habían en mi hogar. Residía con mis abuelos, no sé muy bien el motivo, solo que mis padres estaban poco tiempo en casa, y era mejor que mi abuela me criara. La verdad no me importaba, era feliz, a quien le importa quién te eduque, si te quieren y eres bien allegada. La casa de mis abuelos era pequeña, creo que se llaman Tiny, pero había espacio suficiente para los tres, más que suficiente, tenía una buhardilla para mí sola, donde a veces invitaba a mis amigas, cuando las madres las dejaban. Tenía mi mundo imaginario allí, cosas de la edad supongo, y las mariquitas que a veces entraban por la ventana: eran mis hermanas, aquellas que siempre una niña echa de menos, creyendo que serían parte de su alma (no siempre pasa). Cada mañana iba a recoger almejas a la playa, para luego vendérselas al capitán de la base militar. Me enseñó mi abuelo, decía que en esta vida, si no naces con dinero, tienes que aprender pronto a ganarte el pan, porque no se sabe lo que el futuro te depara. El capitán Manolo Borrego siempre me regalaba algunas monedas para mí, para que me comprara algunas chucherías, pero no podía, teníamos muchas necesidades, como para gastármelas en eso, además mi abuela decía que eran malísimas para los dientes, pero mi abuelo, de vez en cuando, me cogía los recortes de las hostias consagradas del convento donde trabajaba, les ponía un bonito lazo a la bolsa y les echaba unas gotitas de miel, para endulzarlas. A mi abuela no le importaba, porque pensaba que algunas habrían cogido la bendición, y quizás me ayudara en la vida, mientras mi abuelo sonreía, porque hacía tiempo que dejó de creer en todo lo que no tocara. Ya saben: la vida, que te endurece y olvidas las fantasías, según decía el hombre de la casa. Todo estaba bien: iba a la escuela, comía, hacía la compra de lo que me encargaban,  jugaba, ayudaba a mi abuela con la cena (así me distraía, según contaba) y luego a la cama, no pedía más, porque no conocía más, así que nada echaba en falta, hasta que un día todo cambió, mi vida se torció, sin preguntarme qué era lo que yo deseaba, pero antes de la tragedia, os contaré como era mi rutina en Cartagena, la ciudad soñada, donde además de montaña y mar, Roma dejó su marca, porque era un lugar con historia, donde se vivía bien y donde volvías para descansar, si es que las circunstancias te alejaban. No sé donde nací, pero hice de Cartagena mi ciudad, porque lo importante es donde te sientas feliz, no pertenecer donde la vida es amarga.
En la escuela siempre me sentaba con mi amiga Ruth, una chica inteligente, que a todo el mundo cautivaba, tenía ese don de gentes, que a mí tanto me faltaba. Detrás de mí estaba Benjamín, una especie de amigo-novio, que siempre me molestaba, mi abuela decía que era porque le gustaba mucho, suele pasar cuando aún no sabes controlar las emociones, pero a mí no me hacía gracia que me tirara del pelo, aunque cuando me miraba, todo se volvía de color rosa, porque sus ojos me rozaban el corazón, diciendo que él solo lo ocupaba. Fue mi primer amor, y ahora pienso que hubiera sido mejor que hubiera sido el último, porque los tropiezos te rompen poco a poco por dentro, mientras que él de flores adornaba mi cuerpo. A la salida de clase siempre nos quedábamos a jugar en un parque que había cerca del colegio, porque a veces lo estricto no deja nadar a los sentimientos, y  rodeado de naturaleza, el sueño parece eterno. Una vez, cuando Ruth no miraba, Benji me dio un beso en la boca, me lo robó, y creí que dejé de ser casta, pero me encantó, casi pierdo el conocimiento, del placer que sentí por ser besada. Me daba tanta rabia no ser mayor, para que pudiéramos estar solos en alguna cama, ya me había entrado de lo que hacían los adultos, y a veces me parecía una guarrada, pero cuando mi piel se erizaba al tocarme Benji, entendí porque muchos matrimonios quieren estar a solas, en vez de jugar con sus hijos los domingos por la mañana.
 
-          Te acompaño a casa
-          No hace falta, siempre voy sola a casi todos los sitios
-          No está bien
-          Bueno mis abuelos son mayores, no están para muchos paseos
-          Lo comprendo
-          Cartagena es segura
-          Lo sé, pero quiero cogerte la mano, mientras paseamos. En las películas parece algo romántico
-          Vale, yo también quiero
-          Es un paso
-          Para ir a donde
-          No lo sé, lo escucho en las películas
-          Mi abuela dice que la televisión nos come el coco
-          A mí me encanta el cine, ¿y a ti?
-          También
-          Podemos ir el mes que viene al cine de verano, lo abren el día quince
-          Tendrás que venir a casa, porque acaba algo tarde, y eso no me van a dejar hacerlo sola
-          Claro, iré por ti y luego te acerco
-          También eres pequeño para ir solo por ahí
-          Bueno soy un chico, mi padre es militar, todo el mundo lo conoce, y hay seguridad camuflada en toda la ciudad. No pasará nada
-          Eso le gustará  a mi abuela
-          Bueno ya hemos llegado. Otro beso
-          No, que me ve mi abuelo
¿Les gusta el cine? A mí me encanta, no sabría elegir entre un buen libro o una buena película, porque ambos además de emocionarte, también te enseñaban. Vieron o leyeron “Los Miserables” de Víctor Hugo; yo sí, me enamoró y a la vez me dolió mucho verla, porque pude reconocer la crueldad del hombre, no todo el mundo es bueno, y no se le puede pedir compasión a quien está cegado por los malos sentimientos de su corazón, no conocen su significado, y pueden hacerte daño, para luego justificarlo. Tengan cuidado, porque si tropiezas con lucifer, el infierno visitarás, porque con la muerte su ego queda liberado. Ya os comenté lo del abandono emocional, una pena vivirlo, una de las protagonista lo tuvo y además de eso: la lincharon de forma disimulada hasta matarla, y eso es aún más ruin, porque además de la soledad en un momento duro de la vida, es una barbarie que te pisoteen, mientras tu cuerpo pide auxilio (en fin, la vida, que a veces te da amor y otras dolor, para que no te subas muy arriba, si el cielo alcanzas)
Cuando llegué a casa mi abuelo sonreía, mientras me guiñaba un ojo, creo que le gustó Benji, aunque mi abuela me dijo enfadada, que era muy joven para empezar con los chicos, pensaba que no traía nada bueno. Sabía por qué: mi madre se quedó embarazada de mí joven, y bueno esas cosas pocas veces salen bien. A mi madre casi no la conocía, menos a mi padre, eran como dos extraños, aunque a veces charlábamos. La mayoría de las ocasiones la familia puede ser una auténtica desconocida: comen juntos, van  a celebraciones, pero no se conoce lo que guarda en el corazón de cada uno, y bueno, a veces hay sorpresas, a veces nadie es quien crees que era, y por eso manchan tu nombre, porque mientras hablen de una, sus pecados quedan en la trastienda. No crees que la familia pueda ser malvada, pero a veces es más que eso, porque en la edad adulta surgen las envidias y los celos, si logras más, te merecerás menos. Casi una ley universal, en donde los familiares o los amigos no están contentos con su puesto. Ya saben lo que dicen: inteligencia sin amor: perversión y convivencia sin amor: tortura, y no hay que advertir que las personas infelices por lo general dañan, pocas ofrecen ayuda, las hay, pero como las estrellas fugaces, difícilmente las visualizas.
 
-          Pero por qué te quieres poner el vestido de los domingos
-          Voy al cine de verano con Benji
-          No
-          Sí, el abuelo me ha dejado
-          No me parece bien
-          Su padre estará cerca, y si no mandará a alguien. Me ha dicho que si no le crees, que lo llames
-          Si hombre me voy a gastar dinero en eso
-          Por tu nieta
-          Perdona, es verdad, me salió sin querer
-          Ahora lo llamo para quedarme tranquila. Ven, ponte un lazo en la trenza, que aún eres niña
-          Ponme el morado
-          Como quieras, pero te va mejor uno más claro
-          Pónmelo, que es el color de mi vida
A las seis en punto llegó Benji, también iba muy guapo. Más alejado estaba un hombre, que saludó a mi abuela (el cabo Melchor, me comentó). Con ese gesto quiso decir que todo estaba en orden, y se quedó tranquila, además de contenta, porque no tendría que hacer la llamada. El padre de Benji tenía un importante cargo en la base militar, aunque nunca dijo el rango, por temas de seguridad (La Eta estaba empezando a dañar cada vez con más fuerza). Fuimos otra vez cogidos de la mano, por un segundo pensé que quizás a Ruth le molestase, porque aún no tenía novio, pero esperaba que se le pasase, porque una pareja es importante, pero la amistad es la familia que eliges, así que esperaba no perderla, porque no tenía muchas personas en mi vida, como para dejar una gran ESTELA
Nos sentamos en el cine, en la tercera fila. Benji quería más atrás, pero el cabo Melchor dijo que ahí, porque podía guardarnos las espaldas (No entendí ese significado, hasta que tuve que mirar continuamente, por si alguien me dañaba). Nos encantó la película “la Gran Familia” de Fernando Palacios, era en blanco y negro, antigua, pero no había mucho repertorio en los cines de verano, y solo ponían estrenos los sábados, pero al padre de Benji no le parecía bien, porque a veces eran muy picantes y había mucho público, por lo que sería más difícil controlarnos. Eligió ese día, porque decía que la película era propia para nuestra edad (por aquella época los niños teníamos más libertad de movimiento que ahora, pero se les camuflaba más la realidad). Me gustó la peli, pero me dio mucha pena de Chencho, se me saltaron algunas lágrimas y Benji me las limpió con mucha delicadeza, algo que para muchos era una tontería: lo que no diera dinero, no merecía la pena. Era de noche, y el hombre dijo que ya no guardaría las distancias, vaya que hubiera algún desarmado. A Benji no le importó, porque mientras comentábamos la película, me volvió a coger la mano, y me encantaba esa seguridad, me hacía sentir también querida, algo que creo que dejé ese día, porque cuando llegamos a casa, estaban mis padres, como siempre discutiendo con mi abuelo, y esta vez parecía que mi gata se asustaba, porque salió corriendo.
 
-          Vete Benji, ya entro sola en casa
-          El cabo puede entrar contigo
-          Son problemas familiares, no hace falta, siempre que vienen pasa algo
-          ¿Segura?
-          Sí, me creerás problemas, si venís conmigo, mi padre odia la policía, los militares, los guardia civiles, ya sabes
-          No es un hombre de bien
-          No lo sé, lo veo muy poco para opinar, solo puedo decir que no tienen buen carácter
Entonces el cabo nos interrumpió, y comentó que se quedaría fuera hasta ver que no pasaba nada, cuando entrase, también me advirtió, que si me veía en peligro, que abriera una cortina, diera alguna luz o hiciera algún tipo de señal. Asentí, pero me fui rápido, porque estaba triste y también avergonzada, no sabía lo que me esperaba, porque a veces no hace falta que te peguen, para sufrir violencia doméstica, para sentirte cohibida, para llorar hasta la madrugada y eso es lo que solía pasar, cuando mis padres venían a casa. Vivía una pesadilla, sin saber qué era lo que realmente provocaba esa situación, pero a veces no hace falta nada, simplemente el no hacer o decir lo que una persona quiere, es suficiente motivo para liarla. También una cree que los enfermos mentales son los que están en los psiquiátricos, se creen Napoleón o escuchan voces, pero como en todas las enfermedades, hay muchas escalas, y algunos están en la calle, sonriendo, poniéndose guapos y guapas, mientras destruyen  todo lo que por su lado pasa, si es que no les agradaba. A veces hay psicopatías enmascaradas, porque incluso tienen una buena posición social, fingen superioridad, desprecian a quién es para él imperfecto e incluso castigan a los que hayan cometido errores, pero no le dan importancia al maltrato ni a su instinto homicida, buscando justificación, mientras manipulan para crear el ambiente idóneo, al crimen que traman. Eso se aprende con la experiencia, por lo general crees que las personas son como tú, y para nada, cada persona tiene un nido de abejas en su cabeza: algunas obreras, otras reinas y otras matan. A veces la realidad es más dura, que una película de Stephen King, y siempre tendrá un público que aplauda, pero si fuese posible, corre, vaya que se fije en ti, aquellos que asesinan por llevarles la contraria.
 
-          Hola, ya he llegado
-          Hola amor ( mi padre cambió el tono al hablar)
-          ¿cómo te lo has pasado?
-          Muy bien, me ha gustado mucho la película
-          Un día de estos invitas a Benji a merendar
-          Claro le encantará ( mientras me secaba las lágrimas)
-          Lucía vete a tu cuarto, tus padres quieren hablar de una cosa con nosotros
-          ¿Seguro?
-          Sí (fue la única palabra que me dirigió mi madre, después de dos meses sin verla, ni abrazarla…)
Me fui a mi cuarto, me puse música en el radiocasete, para ver si así no escuchaba lo que decían, porque seguro que no sería nada agradable, antes de irme a la cama, pero no fue así, porque escuché a mi abuelo decirles que se marcharan, protestaron, pero se fueron, y mi abuela vino preocupada
-          ¿Lucía, quieres cenar algo?
-          No, tomé una hamburguesa en el cine. Benji me invitó
-          Bueno, lávate las manos, la cara y los dientes antes de dormir, ¿vale?
-          Claro, pero ¿qué es lo que pasaba?, se escuchaban los gritos desde la verja, por eso Benji no entró
-          Bueno ya sabes cómo son tus padres, no tienen miramientos
-          ¿Qué querían?
-          No te preocupes, hasta que me mueras, estarás con nosotros, y ojalá la vida me dé tiempo, para que entonces estés casada
-          ¿Por qué dices eso?
-          Cosas de mayores, venga vete a la cama y descansa, seguro que lo olvidas todo rápido, a los niños pocas cosas les marcan, o eso queremos pensar tu abuelo y yo, porque si no sería una desgracia
Me fui a la cama creyendo que quizás a Benji le iba a dejar de gustar, si pensaba que en mi casa había guerras cada vez que entraban, y me dolió el corazón, pero aún estaba a tiempo, si volvíamos a quedar, le diría a mi abuela que llamase a mis padres, para ver qué era lo que iban a hacer ese día, así evitaría que Benji conociera ese lado oscuro de la familia, porque no sabía si eran unos desgraciados por las circunstancias o unos desgraciados por la mala idea que engendraban, y la verdad no me importaba, pero cada día veía más claro que no quería estar con ellos, creo que ellos tampoco, pero según crecía, la niña que se alegraba de ver a su madre, porque era joven y guapa, pasó a no quererla dar un beso, y si fuese posible, que no entrara a mi casa. Sentí el mismo rechazo que mis padres, porque si no ves amor, quizás solo queden batallas. También me daba lástima todo, pero la vida no siempre es como en un jardín de infancia, donde todo es alegría y bonitas palabras. Aún era muy joven, podía cambiar de idea, pero según pasaba el tiempo, no quería ningún trato con ellos, porque más que nada, me daba mucha pena, porque pudiendo ser todo bonito, algunas personas lo estropean, quizás porque no son conscientes, o como ya dije, porque su oscuro corazón no les deja ver la belleza, solo las miserias, pero así es la vida, una veces dulce y otras veces amarga, quizás para quien menos lo esperabas.
A la mañana siguiente todo estaba como si nada hubiera ocurrido,  a todo se acostumbra una, aunque en mi corazón estaba cada vez más cansado, pero al escuchar una canción que a mi abuelo le gustaba oír por las mañanas, se me alegraba el alma. No sé si la conocen es la de “Bella Chao”, se hizo en la primera guerra mundial, para animar a los soldados a luchar por la libertad, porque la vida  siendo maravillosa, puede convertirse en un horror, por la maldad de algunos dirigentes, y el título es una despedida, aunque suene bonito “Adiós bella vida”. Si alguna vez la oyes, verás cómo te dan ganas de seguir luchando, a pesar de las tristezas y las desgracias. Esa mañana fui a llevar mis zapatos al zapatero, a quien no les gustó mis ojeras, no eran las primeras, pasaban a ser algo normal en mi cabeza, pero me di cuenta que observaba, porque vivía cerca de casa, y muchas veces es la vecina quien te salva (Abran los ojos, porque no siempre habla, quien la vida le golpea o le araña). Llevé mis zapatos de charol en color burdeos, mis favoritos, había comido un poco la suela, pero como aún me servían, mi abuela no quería tirarlos a la papelera.
-          ¿Va todo bien en casa?
-          Claro
-          Te noto cansada
-          Bueno, no dormí bien ayer
-          ¿fueron tus padres?
-          Sí, ya sabe
-          Algún día habrá que poner remedio
-          No vienen mucho
-          A veces una vez es suficiente para que ocurran desgracias
-          No sé a qué se refiere
-          Eres joven para entenderlo, pero no dudes en avisarme, sabes que vivo al lado
-          Claro, gracias
Ese día mi abuela iba a cocinar un caldero típico de Cartagena, por lo que fui a comprar lo avíos, en las tiendas era conocida, por lo que me sentía segura, y aunque no fuese querida, iba tranquila. Lo de quererme había pasado a un segundo plano en mi vida, con tener paz, me daba por contenta, me daba por vencida. Esa tarde mi abuelo me había prometido ir al Museo Nacional de Arqueología subacuática, quería llevar a Benji o a Ruth, pero dijo que no, porque la entrada era cara. El mar Menor era el que teníamos en nuestras playas, y además de corales en sus fondos, había barcos hundidos en la guerra, y muchos de los niños, los que mejor buceaban, los visitaban e incluso traían pequeños tesoros, que no tenían valor, pero encantaban. La salida al Museo, fue porque la semana siguiente era mi cumpleaños: su regalo, por lo general, siempre me llevaba a un sitio el fin de semana antes o después del día, y mi abuela me daba un obsequio, a veces hecho por ella, y cuando la cosa iba bien, me lo compraba. Este año era importante, pasaba a las dos cifras, cumpliría diez, así que creo que recibiría algo especial. Y así fue, porque me regaló su cruz de Caravaca, el amuleto que da más suerte en el mundo, y típico de nuestra región, porque es la copia de la reliquia de la cruz en la que Jesucristo fue crucificado, que se conserva en la basílica del Real Alcázar de la Vera Cruz en Caravaca de la Cruz ( Murcia), por lo que muchas personas llevan una colgada, prendida en la ropa interior o hay en sus casas una puesta en la pared de la entrada. Sabía la importancia que tenía para mi abuela, así que valoré mucho su regalo, y no me la quitaría mientras viviera. También se comentaba que si la perdías y la volvías a encontrar, era porque en ese momento te había salvado de alguna maldad, de las que hay en la Tierra. Cuando mi abuela me la puso en el cuello, la besé, sin saber que me ayudaría a librarme de una muerte temprana…
 
TEATRO ROMANO (Primer asesinato)
Ese fin de semana no ocurría nada especial en Cartagena, pero había muchas personas en las calles, y no solo jóvenes. Empezaba el verano, y cerca del mar, eso es como un maravilloso sueño. Sobre las cinco de la madrugada, cuando casi todo el mundo está en casa o no tienes sus cinco sentidos en buen estado, un hombre y una pareja se acercaron al teatro romano, parecían que discutían. De repente surgió una brisa, una cálida que te daba placer cuando te rozaba la piel en la noche estrellada, pero también empujaba, sin ser seguro el lugar escogido. El hombre parecía aterrado, intentaba guardar las distancias, mientras la pareja la rompía, para cogerle la cara. Entonces le rajaron la mejilla por encima de la barba (no sé dónde escuché, que era la señal de algunas mafias. La dejaban visible para que todo el mundo supiera que ya se le había avisado, asustando y advirtiendo, porque el siguiente corte sería mucho más abajo). No sabes los peligros de la vida, hasta que lo vives, como con casi todo, crees que esas cosas pasan en las películas, y a veces es el portero de la casa, quien además de sonreír, lleva un arma. Se escucharon sirenas, y los tres querían correr. Unos para huir, y otro por si le salvaban. Entonces se acercaron demasiado, sin querer, pero a veces una insignificancia causa el inicio de una guerra deseada. Los dos hombres empezaron a pelearse, mientras la mujer intentaba separarlos. Miró a su alrededor, y vio una piedra casi suelta, que pesaba, pero pudo con ella, y se la tiró a la cabeza. Ya saben lo que ocurrió: cayó al suelo, entre patadas, puñetazos y empujones, murió sin haber sido su destino, quizás sin ni siquiera merecerlo, pero a veces estar en el sitio adecuado, te salva y otras veces caes muerto. Ese hombre rodó hasta llegar abajo, pero entre golpe y golpe con las ruinas, su cabeza quedó aplastada como si fuese una fruta podrida, teniendo como único testigo a un perro, y mientras cogía el sueño eterno, rezó para que tuviera un dueño…
 
COLEGIO
El lunes fui al colegio, como siempre, animada, me gustaba. Cuando llegué a la puerta, había un gran bullicio de personas, no sabía lo que pasaba, pero me dio mala espina. No tenía claro si debía acercarme, muchas veces es mejor no saber nada, porque las malas noticias, nunca alegran, y te dejan un oscuro dolor en el alma. Al final decidí ir, estaban hablando de un muerto, que había aparecido en el teatro romano. No sabían de quien se trataba, porque no llevaba documentación, pero ya saben lo que se dice, antes o después, las cosas se saben, aunque intentes ocultarlas. No era el primer cadáver que aparecía en Cartagena, pero el corazón se me achicó, cuando me dijeron que había mucha violencia. Odiaba las discusiones, las peleas, los malos encuentros, porque me recordaba a las guerras en mi casa, las que me hacían no coger el sueño, pero eso no le importaba a nadie, así que miré a lo lejos, aunque dicen que cuando miras sin fijar la mirada, surgen los secretos, lo que te duele, lo que llevas dentro, en pequeñas imágenes, porque somos más de lo que a veces parecemos, y mientras miraba el horizonte, pensé en mis abuelos, menos mal que los tenía, si no mi vida se convertiría en un infierno, porque hay muchas desgracias en este mundo, pero saber que tus padres eran malas personas, eso te condiciona la vida, incluso te dejas de querer, porque nunca conociste un amor incondicional y eterno.
Esa mañana no presté mucha atención a las clases, algo en mí se despertó con el cadáver, pero al final pude concentrarme y analizar la frase que la profesora puso en la pizarra (una de mis actividades favoritas). Estaba deseando ir a casa, porque cuando te sientes insegura, no hay nada como un abrazo, para dejar a un lado las penas e incluso las nostalgias (no lo tuve). Al salir de clase, me marché lo más rápido que pude. Benji quería que fuéramos al parque, pero no tenía ganas, ni de saludarle. En muchas ocasiones, después de venir mi padre a casa, de ver su violencia y sus ataques de ira, despreciaba a los hombres. No es justo, pero también es lógico. Mi padre se llamaba Leoncio, un nombre muy apropiado, porque a veces actuaba como una auténtica fiera, y eso marca a una niña sensible, algo indefensa. Tenía a mi abuelo, para demostrarme que no a todos les encantan las guerras, pero que va a pensar una niña, que solo ve dolor, cuando el entraba por la puerta. Sabía de lo que era capaz, y por esto me dolió saber lo del cadáver, porque a todos los males, los abrazaba, aunque fuese también capaz de amarte. Y saben qué significa que algunos de tus padres sean señalados, pues que descubrirás la soledad, te quitarán valor, tu misma te despreciarás, conocerás el dolor del rechazo, y bueno, si crees que puedes evitarlo, lo harás sin dudarlo.
-          ¿Te has enterado abuela?
-          No, ¿Qué pasa?
-          Han encontrado un cadáver en el teatro romano
-          ¿No me digas?
-          Sí, por lo visto fue brutalmente asesinado
-          No hables de esas cosas, no tienes edad para ello. ¿cómo te has enterado?
-          Lo han comentado en la entrada del colegio
-          Que inapropiado, siento no acompañarte
-          No te preocupes, bastante hacéis por mí
-          Que tonterías dices
-          ¿No habrán sido mis padres?
-          Por favor, que barbaridad
-          Bueno, capaces son
-          No me digas esas cosas, que me ofendes, es mi hija
-          Perdona abuela
-          Tu padre es violento, pero tu madre no
-          Por favor, ella chilla menos, pero no sé cuál de los dos es peor
-          Me voy a enfadar Lucía, me voy a molestar
-          Perdona abuela, jamás querría eso
-          Bueno olvida esa idea, hay muchas personas malas por el mundo
-          Ya  lo sé, solo que son los que tengo cerca
-          No los tienes cerca
-          Bueno a los que conozco
-          Eso sí, una pena
-          Sé que también es duro para ti
-          Para todo el mundo que ve que su hija eligió mal
-          El amor
-          Si ya el amor ( sonrió)
-          Bueno ¿qué hay de comida?
-           Zarangollo
-          Me encanta, voy a coger algunas manzanas y hacemos una compota de postre
Al día siguiente lo pasamos cuchicheando en el colegio, incluso sacábamos nuestras propias conjeturas, yo sin mencionar a mis padres, saben porque lo hice, porque hacía cómo si no existiesen. Benji se creía Sherlook, decía que cuando fuera mayor en vez de ser militar, como los de la base, sería inspector de policía, y decidió ir al teatro romano, a ver si veía alguna pista. Ruth dijo que iría con él, entonces también me apunté, aún no sabía que eran los celos, quería ir por curiosidad, no por miedo a perderlo. Esos sentimientos me aparecieron más adelante, llegando incluso a estropear relaciones (por temor al abandono o por presiones), empecé a no poder dormir por las noches, a tener problemas con la comida. Todo eso surgió cuando descubrí lo sola que había estado en mi vida, aunque tuviera compañía. Ya saben: unas personas creen que se merecen todo, a pesar del daño que causen, y otras, como yo, creen que por cualquier error o imperfección serían despreciadas, y eso te crea algo de ansiedad en la vida, pero saben una cosa, una vez que ocurrió, me relajé, el temor se fue, empecé a vivir mucho más tranquila, porque como me lo quitaron todo, nada perdería. Cuando sabes que no le importas a nadie, que casi nadie te desea bien,  hay dos opciones: o te mueres de la pena o te vuelves fuerte como una piedra. Casi me muero, pero no sé porque, ni cuando, decidí dejar de ser víctima
-          ¡madre mía!, cuantas personas
-          Hay turismo en la ciudad, ya lo sabes
-          No vamos a encontrar nada
-          Por favor Benji, realmente crees que vas a descubrir una pista
-          Bueno algo que identifique al muerto estaría bien, se lo llevaría a mi padre
-          Ya se sabe quién es
-          Ruth, ¿Tú lo sabes?
-          Es Laureano, el zapatero
-          Que me dices
-          Si, por lo visto, quizás estuviera metido en asuntos de drogas
-          No lo creo, era una persona buena
-          Y eso que tiene que ver, puede ser bueno y tener esa adicción, una cosa, no quita la otra, lo que pasa es que por lo general las drogas te cambian, y nunca para bien
-          Y sabes: una buena apariencia puede camuflar a un vil asesino
-          Me estás asustando Benji
-          Perdona no era mi intención, pero mirar por el suelo, quizás a la policía se le escapase algo
Y al cabo de unos minutos lo vi, entre dos piedras había una pulsera roja de hilo, como la que le regalé a mi madre por su día. La cogí y no dije nada, porque existen las coincidencias, pero no por ello te salvas. Me senté en una piedra, y dejé que los demás buscaran, aunque estaba deseando que dijeran que nos fuéramos a casa. Ya saben, temiendo que mi intuición no me fallara.
-          Abuela mira lo que me he encontrado en el teatro romano
-          Una pulsera roja, muy bonita, trae que te la ate
-          Que no abuela, que es la misma que le regalé a Soledad (mi madre se llamaba así, y a veces la trataba como alguien distante, como ella me trató a mí, aunque estuviera mala)
-          Y que
-          Pues que puede ser una pista
-          Lucia me voy a molestar, al final vas a ver a tus padres como asesinos, simplemente porque se te ha metido en la cabeza
-          Bueno abuela, como quieras, lo que temo es que vuelva a pasar
-          Eso no es cosa tuya, tienes diez años
-          Pero son familia
-          Otra vez, que no tienen nada que ver, que sean agresivos no significa que sean capaces de matar. La próxima vez que lo insinúes tendrás un castigo, no lo dudes
-          De acuerdo, perdona, solo es que me da miedo pensar que sean ellos, sería mi final, quedaría señalada, y bueno nadie se me acercará
-          Eso no va a pasar
-          Por cierto, el muerte era Laureano, el zapatero vecino
-          ¿Y que ha podido hacer ese hombre para que lo maten?
-          Según Benji no hace falta que hagas nada, simplemente con que a alguien se le meta en la cabeza es suficiente, ya encontrará luego la justificación adecuada
-          Puede ser, pero no sé, no era de esas personas que despertase odios o envidias
-          Quizás querían robarle, ese es otro motivo
-          No era rico
-          Pues a lo mejor no hizo lo que querían
-          Eso sí puede ser, que quisieran que hiciera algo, y no cedió
-          Se dice que fue asuntos de droga
-          Qué tontería: ni fumaba ni bebía
-          Pues no sé
-          Dejar de jugar a los detectives, y ya la policía averiguará quien lo mató
-          Ojalá sea pronto
-          Esperemos, más que nada para que te quedes tranquila. No sabía que odiaras tanto a tus padres
-          No odio a nadie, pero tampoco aprecio a quienes me hacen daño
SEMANA SANTA (segundo asesinato)
Murcia se vestía para su Semana Santa, donde todo el mundo pide por sus pecados, y donde la esperanza llena el corazón del desamparado. Esa mañana iba a salir la procesión de los Salzillos, donde se representaba la última cena de Jesucristo. No hay que olvidar que en la Biblia aparece Judas, quien proclamaba su amor hacia el hijo de Dios, y lo traicionó por dinero. Y bueno, si eso ocurrió en el Evangelio, imagínense lo que puede suceder en una ciudad, donde existe el caos, junto a los buenos sentimientos. Los nazarenos iban vestidos de morado, porque en el pasado era el color de la realeza, y no había Rey más importante, que el que reina entre las estrellas. Se suponía que era su color, porque salía muy caro teñir la ropa con él, y casi nadie se lo podía permitir, solo los nobles, quienes tenían el dinero, además de la Iglesia, quien repartía, por medio de sus nazarenos, comida en las procesiones a los necesitados, más que nada verduras o frutas. En Cartagena esa misma noche salía otra procesión importante:”El Santo Entierro de los Morrajos”, pueden imaginar la imagen, y aunque sea triste contarlo, no solo murió Jesucristo esa noche. Todo estaba listo para comenzar con el paso, los costaleros se pusieron debajo del trono, y justo cuando iban a levantarlo, uno de ellos cayó redondo al suelo. Se escucharon gritos, salieron corriendo, nadie estaba debajo, solo el cuerpo de un hombre, con un puñal en el pecho. Después de los aullidos, hubo un silencio, que a veces daña más, que un insulto enfurecido por la ira del siniestro. No puedo explicar lo que sucedió, pero la noche abrazó al trono, y el cuerpo quedó tapado por un manto negro. Solo se apreciaba un charco de sangre, que corría como un río, quizás imitando lo que Moisés hizo en el Nilo. Entonces sonaron con fuerza los tambores y comenzó una nueva procesión, porque según la sangre avanzaba, las personas cantaban salmos e incluso algunas se arrodillaban, creyendo que era la sangre de Jesucristo. Eso de que la Fe mueve montañas: en cierto, pero a veces te ciega ante lo perverso, y mientras todo el mundo creía que era un milagro lo que corría calle abajo, simplemente se trataba de otro asesinato, sin comprender porque El rey de los Judíos no lo evitó (supongo que a veces la vida te hace pruebas de Fe, porque si dejas de creer por algo, quizás es que nunca la debiste tener)
 
-          Abuela otro muerto
-          Dios mío, hay un psicópata suelto
-          O dos
-          Luciaaa
-          Perdón
-          Y que ha pasado
-          Aún no se sabe, pero esta vez ha sido con un puñal
-          En Semana Santa, que brutalidad
-          Bueno no creo que los asesinos tengan mucho miramientos con la Fe
-          Es verdad, pero en un sitio público, rodeado de personas. No sé ni cómo se han atrevido
-          Bueno o no tienen mucha cabeza o se creen que no tendrás castigo, muchas veces cuando haces las cosas y te salen bien, crees que siempre pasará igual
-          Esperemos que lo pillen, porque como lo coja como hobby, veremos a ver quién se salva
-          No vayas sola a ningún sitio, que vaya Benji contigo, así sabré que estás controlada, mira por donde me va a gustar que tengas un novio tan pequeña
-          Es mi amiguito especial
-          Bueno lo que sea, que vaya contigo a todos los lados, se lo voy a decir, la próxima vez que venga
-          Si lo hace ya, es todo un caballero
-          Estará bien educado
-          Será un gran hombre
-          Más que eso, debes buscar un buen compañero, no lo olvides
-          Que no abuela, aún queda para eso
-          Más vale decir las cosas, por si hay acontecimientos
-          Que quieres decir
-          Cosas de mayores, que eres tan espabilada, que a veces se me olvida tu edad
-          Saqué la inteligencia del abuelo
-          De mí, el abuelo es muy básico para la vida, se cree que todo el mundo es bueno, incluso teniendo a … ( mejor me voy a callar)
-          Da igual, sé lo que ibas a decir, pero bueno habré sacado la inteligencia de ti
-          Y la belleza de tu madre
-          Soledad no es  guapa
-          Sí lo es, pero no se saca mucho provecho. La vida no ha sido buena con ella, y no le da tanta importancia, como se la dan otras mujeres, con una vida más plena
-          A mí no me parece guapa
-          Porque estas condicionada por su comportamiento, después de comer te voy a enseñar unas fotos, para que veas quien era antes de conocer a tu padre, ese hombre tan guapo y tan perverso
-          No me apetece, quieres que la quiera, y ni siquiera me quiere a mí
-          Es que ha centrado su vida en él, solo vive para él, nada más importa, ni siquiera ella misma. Está cegada por una atracción, que la ha llevado a la madriguera, perdiendo todo por el camino, hasta la dignidad, la que toda mujer debe llevar siempre como bandera
-          Porque la excusas, es su elección
-          Es mi hija, tengo que justificarla
-          Bueno abuela, veré las fotos, si eso te hace feliz
-          Sí, verás la diferencia
Después de las vacaciones y del asesinato, Benji, Ruth y yo decidimos hacer un club de detectives, e intentaríamos encontrar pruebas de los sitios del asesinato. Era difícil, pero había que intentarlo, cuando eres niño, crees que todo es sencillo, porque no conoces los enredos de los adultos, y menos sus sentimientos, aún los pecados capitales no estaban muy en tu camino, eso va surgiendo mientras vives, y no puedes alcanzar el destino elegido, y si tu no lo haces, no querrás que lo consiga el vecino. Fuimos a donde salió la procesión, el suelo estaba lleno de cera, que se había teñido de rojo, por la sangre. Habían pasado la manguera, pero no habían conseguido que quedará como antes, y los zapatos se te pegaban, según ibas andando. Benji había cogido una lupa de su padre. Me pareció genial, había unos comics donde un joven detective usaba una, quizás también los había leído, por lo que Ruth y yo decidimos que  cuando terminaran las clases, si sacábamos buenas notas, le pediríamos a nuestros padres otra, junto a una gorra, para que fuéramos uniformados en nuestras misiones por Cartagena, quizás hubiese más asesinatos, y si no podíamos investigar a los vecinos, quizás descubriéramos algo. Me daba un poco de miedo, saben el motivo, pero también me parecía un juego tan divertido, y pensé que mis padres no vivían cerca de donde nos dejaban movernos, así que no descubriríamos sus miserias, sin saber que eso nos podría traer más que miedo. Seguimos mirando, yo con mucho temor a encontrar algo como la pulsera, y que mi intuición me dijera que eran ellos, pero imitaba a mis amigos, como suele pasar cuando eres pequeño.
-          Mira aquí hay un botón pequeño
-          Por favor, que han pasado las procesiones, puede ser de cualquier nazareno
-          Pero es casi minúsculo, eso no lo lleva cualquiera
-          Es verdad, puede ser una gran prueba
-          Han pasado días, puede ser posterior
-          Bueno, dicen que muchas veces los criminales visitan la escena del crimen e incluso la tumba de sus víctimas
-          ¿Cómo sabes tantas cosas?
-          Mi padre me deja ver las películas de Sherlook con él, y las comentamos. Además me compra algunos libros infantiles basados en sus historias. Mi madre dice que me está comiendo el coco desde pequeño, para que sea lo que a él le hubiera gustado ser.
-          ¿Y tu padre qué dice?
-          Le contesta con una frase: “ En esta vida hay que luchar para ganar o ser el mejor, y le estoy enseñando, aunque después pierda o se quede en menos, pero el dar lo mejor de uno mismo, le hará sentirse satisfecho”
-          Está bien la reflexión, a mí me hubiera encantado que mi madre me hubiese dado consejos, mientras comentáramos alguna película
-          ¿Y por qué no ves alguna peli con tu madre?
-          Dice que no le gusta el cine, pero yo creo que tiene otras prioridades
-          Bueno no te pongas triste, que nos estamos divirtiendo. ¿Os enseño algo?
-          Claro
-          He cogido esta bolsa pequeña de mi casa, la que me hizo mi madre, para que metiera el dinero en el pecho en las excursiones, y ahí pondremos las pruebas
-          Que gran idea
-          No la toques mucho, por si hay huellas
-          No me he dado cuenta, y la he cogido con las manos
-          Además de la lupa y la gorra, deberíamos comprar guantes
-          Lo veo muy importante
-          En el súper hay para fregar
-          Pero esos son muy gordos, quizás en las farmacias
-          Valdrán un dineral
-          Creo que hay cajas de cien, mis padres las usas, no sé para qué. Ahorraremos y compraremos una entre los tres
-          De acuerdo
-          Yo administro el dinero
-          Lo haces todo tu Benji
-          Soy la cabeza pensante
-          Quien saca mejores notas es Lucía
-          Pero soy el más espabilado de los tres, además del hombre
-          Bueno, te dejaremos que mandes, pero porque has sido tú, quien ha inventado el club, quien lleva la voz cantante
Cuando llegué a casa me esperaba una gran sorpresa, habían vuelto a venir mis padres, para felicitar a mi abuela porque era su día, pero siempre ponían una excusa para pedir dinero, por ejemplo. Escuché los gritos, y le pedí a Benji que se fuera, creo que no se dio cuenta esta vez, menos mal porque me daría pena perderlo, por culpa de quien ni siquiera bien me desea. Cuando abrí la puerta todo se calmó, yo ya no lloraba, pero el carácter me cambió a uno menos dulce, más fuerte, menos sensible, sentí un poco de agresividad incluso, pero eso me pasó cuando me llevaron al límite, antes por lo general lloraba si me sentía atacada, ahora ni siquiera me acuerdo de esa dulzura camuflada. Efectivamente habían venido a pedir dinero, querían comprarse otro coche, y lo de trabajar, pues no iba mucho con ellos. Me iba a ir al cuarto, me lo pidió mi abuela, entonces mi padre me cogió, para darme un beso, lo tuve que hacer a pesar de su olor a alcohol y al tabaco, que tanto odiaba, aunque lo hubiera probado, él seguía siendo guapo, a pesar de la suciedad de los vicios que le envolvían. Cuando me acerqué, lo descubrí: le faltaba un botón del cuello de la camisa, de esos que son tan pequeños, parecido al que encontramos delaten de la sacristía, miré a mi madre, para comprobar si llevaba la pulsera, y tampoco la tenía. Me solté de la mano de mi padre, me fui corriendo, pero no a mi cuarto, si no a la calle, para que no me vieran llorar, porque si algo tiene una mujer es intuición, una con la que no cuentan los hombres, a pesar de su ingenio. Mis padres estaban metidos en algún lío, y el coche lo querían para huir, estaba segura de eso, y la verdad, si hubiera tenido dinero, se los hubiera dado, para que se alejasen lo máximo posible de Cartagena, para que dejaran a mis abuelos tranquilos, para que tuvieran unos años buenos, sin el acoso, sin tanta guerra. No quería pensar que significaba el botón, porque hay muchas camisas, hay muchas pulseras, pero que a ellos les faltasen, a mí se me abría una veda, y  ya sabes, pueden significar solo coincidencias, pero si quieres ver a alguien culpable, de pequeñas imperfecciones o errores: sacarás las pruebas. Qué horror pensarlo, pero cualquier que los conociera realmente no dudarían de lo que eran capaces de hacer, incluso dañando a una hija, aunque la quisieran, así que me senté debajo de mi árbol preferido, llorando hasta que se fueran.
 
LA DESDICHA (tercer asesinato)
 
No sé cuánto tiempo estuve esperando a que se callaran, y de repente apareció el silencio, uno que me pareció aterrador. Vi a mis padres salir de la casa, tranquilos, cogidos de la mano, mientras mi madre me miraba sonriendo, cogieron el coche y desaparecieron. Si eso era una despedida, me pareció algo truculento. Seguí sentada un rato, quería que mis abuelos se calmasen, antes de entrar, porque sabía que les afectaba, pero que disimulaban conmigo delante, y quería dejarles que se desahogaran. Empezó a anochecer, y no comprendía porque no habían salido a buscarme. Me empecé a preocupar, y corrí hacia la casa, entré, y todo estaba lleno de sangre. No lo podía creer, habían sido capaces. Habían matado a mi única familia, por un coche, y no les importaba, porque me miraron de forma desafiante. Mi abuela estaba cerca de la mesa, mi abuelo en la puerta, y los dos muertos por un golpe, porque había un rodillo para amasar pan lleno de sangre. Quise mirar si tenían pulsaciones (lo aprendí en la escuela), mientras les daba pequeños golpes en la cara, por si despertaban, pero no fue así, habían muerto, mi familia había muerto. Me senté junto a mi abuela, pasé la noche a su lado, mientras la abrazaba con el corazón lleno de dolor y de pena. Amaneció, no fui al colegio, al cabo de las horas sonó el teléfono, lo cogí, pero cuando intenté hablar, mi voz no salía de mi cuerpo. Dejé el teléfono descolgado, y peiné a mi abuelo, estaba algo despeinado, seguro que luchó contra ese hombre malvado. Al cabo de un tiempo escuché las sirenas, abrió la puerta el padre de Benji, y a pesar de mi corta edad, supe que mi vida había acabado en Cartagena, y que nada sería igual, porque el poco que amor que tenía se fue con ellos…
 
ORFANATO
 
Pasé dos días en casa de Ruth, pero luego me llevaron a un orfanato en Murcia, según dijeron, porque seguía sin hablar, y necesitaba un tratamiento adecuado. Con el tiempo creo que lo único que necesitaba era amor y atención, pero también entiendo, que no todo el mundo está dispuesto a ofrecerlo. El orfanato era un lugar agradable, a pesar de la tristeza que guardaba en sus paredes, porque significa abandono, y eso duele. Me dieron una cama en un cuarto, donde había ocho literas, con un pequeño armario, para cada una, si es que tenías algo que guardar, porque a veces llegas con lo puesto, pero es lo que te tocó en esta vida, así que intenta salir de ahí, si no te gusta. Había un comedor, la comida era buena, una sala de estudios, otra de juegos y un jardín. Solo había una carencia, el amor que una espera, porque no te trataban mal, pero no era suficiente, cuando el alma ha sufrido y necesita el consuelo, que a veces no llega. Poco a poco conseguí dormir con una de las cuidadoras, me sentía menos sola, y mientras pasaban los días, mi voz fue apareciendo, primero como un susurro, luego con un tartamudeo hasta que entró la adolescencia, y fue un gran descubrimiento, porque a través de ella podría seducir, a quien incluso no estaba dispuesto. Y bueno mi madre apareció de nuevo, porque la soledad me acompañó durante los años que estuve allí, y cada vez que la sentía, me acordaba de ela, por su nombre, por cómo me dejó en esta vida, dañando y  sonriendo. No sabía lo que había sido de ellos, pero tampoco tenía intención de volverlos a ver, ojalá hubiesen muerto, pero la vida está llena de injusticias, y a veces da tiempo, a quien solo se merece estar muerto, pero siempre castiga, quizás les den años, pero no calidad de vida, no una vida plena, como el que no daña y tiene un conciencia tranquila
-          ¿Te llamas Lucia?
-          Si
-          ¿y de apellido?
-          No lo recuerdo bien ( con los traumas se pierden muchos recuerdos)
-          Bueno te vamos a poner los de tu abuelo
-          Póngame mejor el segundo de mi abuelo y el segundo de mi abuela( así nada me recordaría a mis padres)
-          ¿los dos?
-          Sí
-          Muy bien, bueno voy a evaluar cómo te encuentras, ¿de acuerdo?
-          Como quiera
-          Siento ser dura, pero la vida lo es para la mayoría de las personas, y te ha tocado madurar pronto, porque las fantasías aquí, no sirven de mucho, ¿lo entiendes?
-          Claro, que se le va a hacer
-          ¿Comes bien?
-          Si, más o menos
-          ¿has perdido peso o has aumentado en tu crecimiento?
-          Lo he aumentado
-          Muy bien
-          ¿Cuántas horas duermes?
-          Depende del día
-          No tienes un horario más o menos fijo de descanso
-          No
-          Bueno es normal, a ver si cuando te vayas de aquí, logramos estabilizarlo. ¿Te concentras bien?
-          Pues también según el día
-          Pero vas sacando los cursos
-          Si, nunca nada para Septiembre
-          Entonces todo bien
-          ¿Qué es lo que más te gusta hacer?
-          ¿Ahora?
-          Antes y ahora
-          Antes bailar, ahora escribir, tengo un diario
-          ¿Lo podría ver?
-          Pues no, es algo íntimo
-          De acuerdo, sigue escribiendo, eso ayuda
-          ¿Alguna amiga especial, noviete, alguien de confianza?
-          No, es que no me apetece intimar, como que ya los he tenido, y no quiero sustituirlos, por lo menos por el momento
-          Pero hace ya tiempo que estás aquí, ¿no estás totalmente adaptada?
-          Creo que me va a costar seguir viviendo
-          Lo lograrás, eres joven, aunque por tu forma de hablar, no lo pareces
-          Eso decía mi abuela
-          Lo siento
-          Yo también,
-          No te preocupes, siguen buscando a tus padres, y al final los cogerán, pagarán por ello
-          Lo que quiero es que no estén cerca de mí
-          No lo estarán
-          ¿Han venido tus amigos a verte?
-          No
-          Nadie
-          Nadie
-          Es normal son jóvenes, y si los padres no los traen, poco pueden hacer ellos
-          Supongo que los padres no querrán, vaya que los míos estén cerca, lo entiendo
-          Bueno poco a poco reharás la vida, vamos a ayudarte, a veces es mejor dejar todo atrás, ¿de acuerdo?
-          Ojalá
-          Tienes nuestro apoyo, no lo olvides
-          Ya, gracias
Sabía que con mi edad era muy difícil que me fueran a adoptar, porque suelen cogerlos pequeños, para que tengan menos traumas y menos recuerdos. Me veía un caso perdido, me había quedado sin nada, y quizás nadie quisiese estar a mi lado, por todo lo que llevo pasado, a nadie les gustan los problemas, menos penas. No hice ningún plan, solo vivía el día a día, sin pensar mucho, y poco a poco no sé porque, me fui olvidando de todo. No hice grandes amigos, porque me costaba relacionarme, ya me costó todo en la vida, porque el temor al rechazo era más grande, que cualquier fantasía de niña. Cuando no eres querida o valorada, el dolor te marca de por vida, más si ves que con lo material, creen que suplen, cualquier afecto que debían. Conseguí ser buena en los estudios, y me dieron una beca, por lo que pude hacer un curso especializado en diseño gráfico, que me salvó la vida, porque en la calle puedes encontrar la salvación, y también el camino hacia la agonía, porque la maldad existe en todas partes, pero es más dura cuando está en tu familia. Y poco a poco me centré en ser mejor, en aprovechar las oportunidades de la vida, porque aunque no sea lo que esperabas o lo que querías, no dejaban de merecer la pena, e incluso podría tener un mejor resultado, que aquello que pretendías. Coge la oportunidad que te ofrezcan (profesional o sentimentalmente), quizá no haya más, porque con los años todo se complica, e intenta hacerla tu fantasía, porque no sabes si lo que buscabas en un principio, sería tu felicidad o una desdicha. Siempre podrás evolucionar o cambiar, pero primero debes valorar, lo que la vida te ha ofrecido, que no siempre es lo que una aspira, pero quizás sea tu guía.
Me empezaron a ir bien las cosas dentro del orfanato, encontré mi sitio ahí, con los profesores, pero es que no me sabía relacionarme, me costaba hacer amigos, además a veces sentía algo de rechazo, y ante la humillación, mejor la distancia. La soledad es dura, pero te da algo de confianza, porque si aprendes a lidiar con ella, conocerás el miedo, pero también la fuerza, y fue en ese periodo donde me volví a encontrar, donde busqué a quien era antes de que me perdiera, recuperé aficiones, busqué en mi cualidades, aunque otros no las vieran, pero si empiezas a quererte, en vez de a despreciarte, todo volverá a nacer, incluso cuando no quieras. Intenta dejar atrás el dolor, vete, si crees que ese sitio no es tu tierra, pero no olvides hacerlo bien, no dejar a la improvisación, por si hay sorpresas. Ata bien los cabos, porque los problemas surgen cuando menos te lo esperas, pero mejor vivir lejos de la vergüenza, que vivir señalado y con guerras, aunque duela y vivas con nostalgia, intenta hacer de tu nuevo destino tu patria, crea un futuro donde el pecho no duela, porque si lo haces bien, la vida te dará oportunidades, pero si te pierdes en el mal, solo encontrarás guerras. Pide ayuda, no lo dudes, hoy no es como antes, hoy se piensa en la víctima, cosa que en el pasado no tenían valor, ni como presa. Si nadie te quiere, empieza a amarte tú, intenta construir cosas de las que te sientas orgullosa, aunque para otros no existiera, porque la maldad y la envidia van juntas, pero no todo el mundo las recibe, hay quien mira más allá de la siembra. No te rindas, haz de ti: tu mejor compañera, porque si la vida no supo ponerte en tu lugar por errores, que utilizaron como excusa, crea una nueva historia, aprendiendo del pasado, pero no lo mires, esa ya no existe, solo fue una mala etapa, que con paciencia, se quedará lejos prisionera
 
MI PRIMER TRABAJO
 
-          ¿Nombre?
-          Lucía Fernández Frías
-          Vienes recomendada del Orfanato
-          He conseguido sacarme el título con nota
-          ¿Y ahora dónde vives?
-          Hasta que sea totalmente independiente, nos dejan un piso compartido
-          ¿De por vida?
-          No, un tiempo, pero no sé el límite
-          Sabes hacer algo más que diseño gráfico
-          Manejo bien el ordenador, y sé mecanografía
-          Bueno eso está bien, porque a veces hay que poner textos
-          Sabes algo de publicidad
-          Se redactar bien, y si fuese necesario aprenderé, e incluso haré un curso por internet, si creen que es importante para hacer el trabajo
-          Bueno si tienes una buena redacción, con que te informes en google sobre cómo debe ser la publicidad, con eso nos vale, por muchos cursos que hagas, si no haces bien el trabajo, no vale para nada. Infórmate
-          Esta tarde empiezo
-          Es importante que vengas bien aseada y arreglada, respetes los horarios, no comas en la oficina y como última recomendación: no deberías tener relaciones íntimas con compañeros del trabajo, para que no haya mal ambiente, si no sale bien la cosa.
-          Lo sé, mi tutora me ha orientado en cómo debo comportarme, gracias
 
En el piso todo era correcto, y como todos guardábamos las distancias, estaba encantada. Volví a tener una habitación para mí sola, que decoré como pude, con cosas sin mucho valor, para que no me las quitaran, con un gran abanico como cabecero, y una plantita a quien mimar, cuando llegara a casa. Aprendí a cocinar, sé que para muchas es un fastidio, quizás porque han sido muy esclavas de la cocina, pero si lo ves como un placer, en vez de una obligación, te servirá como distracción y le cogerás hasta cariño, porque pocas cosas son más placenteras, que una rica comida en la mesa. Tampoco conseguí ser buena amiga de nadie, no quería, había tenido mis amigos, y no quería más. Era como cuanto te enamoras y te rompen el corazón, y ya no quieres dejar entrar a nadie en él, pues me pasó lo mismo en lo relacionado con el tema afectivo (yo si lo he intentado, pero no más). Trabajaba por las mañanas e intentaba mejorar por las tardes, aprendiendo todo lo relacionado con mi trabajo, con la publicidad, quería demostrarme a mí misma, que sabía hacer algo bien, que aunque sentimentalmente y en otros aspectos, había sido un fracaso, podía hacer algo bien en la vida (por eso retomé la escritura), y es lo que se debe al menos intentar, no dejar que quienes te desean mal, se salgan con la suya, por lo menos: lucha, quizás ganes o por lo menos perderán fuerza con cada batalla roída. Había cogido una rutina, para que la vida sea ordenada, y no te lleve por donde no debías. Los fines de semana daba un paseo (más vale poco que nada), y visitaba lugares que no conocía: museos, parques e incluso vi anunciado un club de senderismo, pero lo descarté, porque tendría que hacer amistades, y ya dije que no quería. Había perdido la confianza en las personas, y más en mí misma, para llevar una buena relación, por lo que esperaba poder comunicarme, pero nada de intimar, fue suficiente desprecio en mi vida. Después de un tiempo, lo tenía asumido y olvidado, pero una mañana fui al centro a comprar ropa, y me encontré con Ruth
 
-          ¿Lucía?
-          Sí, soy yo ( lo dije con vergüenza)
-          ¿Cómo estás?
-          Bien, vamos tirando
-          Tienes buen aspecto
-          Gracias, tú también
-          Vives en Murcia capital
-          Sí ( no quería continuar con la conversación, quería irme)
-          Yo sigo en Cartagena, he encontrado un trabajo de administrativa en un bufete de abogados relacionados con la violencia de género
-          Me alegro
-          ¿tienes trabajo?
-          Sí, en una empresa de publicidad
-          Qué bien, siempre fuiste muy lista
-          Menos mal
-          Si, menos mal
-          ¿Y has rehecho tu vida?
-          No
-          Perdona por tanta pregunta, para mí has sido importante, y me interesa
-          No pasa nada
-          Quieres que quedemos para un café o algo
-          Preferiría que no
-          ¿por qué?
-          No sé, creo que me recuerda mi pasado, y ahí lo debo dejar
-          Pero fuimos buenas amigas, no te da pena no retomar la amistad
-          Me cuesta mucho todo, no sé si por vergüenza, pero me cuesta las relaciones
-          Te entiendo, te daré tiempo. ¿recuerdas el número de teléfono de mis padres?, aún vivo con ellos
-          No , recuerdo poco
-          Pues toma este es mi número, si algún día te apetece un café, solo tienes que llamar. Los Lunes suelo venir a Murcia, para arreglar papeles, estaría encantada de comer contigo, por ejemplo
-          Gracias, lo pensaré
-          Lo siento mucho, siento mucho todo lo que pasó
-          No te preocupes
-          Me he alegrado mucho de verte
-          Gracias, igualmente
-          Bueno me tengo que marchar
-          Yo también
-          Cuídate
-          Gracias
-           Hasta pronto, Lucía
-          Adiós…
 
Me dolió el corazón, no por verla, la comprendía, era porque tenía un poco de rencor, ya que me dejaron en el orfanato, pero quizás hicieron lo correcto, solo que la vida no me había sonreído mucho, y siempre buscas culpables, aunque sepas que solo tuvieron buenos sentimientos. No me debía quejar, había tenido mucha suerte, dentro de mis circunstancias, pero era esa soledad que abrazaba y a la vez detestaba, la que hacía que me doliera el cuerpo y el alma. Por un lado no quería intimar con nadie, pero por otro echaba tanto de menos el calor de alguien que bien me amara, que esperaba no caer en brazos, de quien me malograra. Decidí intentar acostumbrarme a mi situación, y en vez de rechazarla: aceptarla. Hay quien vive rodeado de amor y buenos sentimientos, y hay quien solo se tiene a uno (no solo a ti te pasa). Y como siempre ocurre, una vez que aceptas lo que tienes, vives más feliz, más relajada, sin pretensiones falsas, mirando hacia adelante, porque muchas veces en la vida son etapas, y hay que pasarlas, para que aprecies cuando te regalen flores, en vez de rabia. Lo había escuchado muchas veces, y pensé que quizás mi mala etapa estaba durando mucho, pero luego, empecé a ver las cosas de otra forma: tenía salud, tenía trabajo, era inteligente y creativa, encontré todo lo positivo que había en mi vida, en vez de pensar en mis desgracias, y es lo que se debe hacer, porque si buscas: hayas, pero si te centras en la oscuridad, no te dejará ver nada. La mañana de un domingo, cuando daba mi paseo semanal, vi la chapa de un psicólogo, cerré los ojos negándolo, pero sabía que lo necesitaba, porque no era malo pedir ayuda, cuando ves que en los problemas no avanzas (Elige uno bueno, porque si no puede llevarte a donde no deseabas). Estaba bien como estaba, pero sabía que la vida no se puede llevar sola, o que sería aún más desgraciada. Así que iba a ahorrar algo de dinero, y empezaría con las sesiones, porque en el orfanato teníamos a una orientadora, pero no era suficiente para calmar el dolor que tenía, y poco a poco empecé a soltar lágrimas, pero también volví a sonreír, algo que se había perdido con los diez años, al dejar de sentir un abrazo, cuando lo necesitaba. Y poco a poco empecé a vivir, a disfrutar de la vida. Me apunté a un curso semanal de Pathwork, porque a mi abuela le gustaba la costura, me compré un baúl e iba metiendo ahí los trabajos que hacía, al principio me salían regular, pero una vez que dominé la aguja, hacía verdaderas maravillas. Conseguí estar más comunicada, me relacionaba en el trabajo y con el grupo de costura, a veces incluso hacíamos actividades fuera de las clases. No salía de fiestas con ellas, pero había buena relación, lo que quería, con eso me bastaba (no incomunicada, pero nada de intimar, guardaba las distancias), y la verdad me iba sintiendo cada vez mejor, quizás asumí mi situación aunque no me gustara, pero es que temía tanto el rechazo, que mejor la tranquilidad de no esperar nada.
 
BENJI
Pasaron los años, y me marché a un estudio cerca del trabajo. Me llevé mi plantita y adopté una gatita: ellas eran mi familia. Vivía un poco al día, y eso me asustaba, pero también te acostumbras a esa clase de miedos, aprendes a vivir con todo, aunque no te agradara. Una mañana cuando cogí el bus, perdí el monedero, creo que no lo metí bien en el bolso, y me llamaron de la policía, porque tenían toda la documentación, pero no el dinero. Me bastaba, porque tendría que hacer menos papeleo. Cuando fui a la comisaría, tuve una sorpresa, no sé si fue grata, pero la tuve, me crucé con Benji, estaba muy cambiado, le sentaba de maravilla el uniforme de policía, pero ya no aspiraba ni a un abrazo. Así que me marché, sin decirle nada, sin saber si me arrepentiría, pero a veces muchas circunstancias frenan al corazón, porque no es solo el amor lo que manda. Esperaba no volverlo a ver, porque si tenía novia, eso me dolería, porque ojos que no ven, corazón que no sufre, así que intentaría evitarlo, vaya que no lo soportara, pero en Diciembre la empresa donde trabajaba, hizo la cena de Navidad, en un restaurante muy conocido y grande de la ciudad, donde había más de una mesa que festejaba lo mismo, y bueno hay coincidencias que casi te matan:
-         Me engañaste
-         Te quería, y pensé que si conocías mi historia, no te gustaría
-         Te hubiese ayudado
-         ¿Con diez años?
-         Hubiese hablado con mi padre
-         No hubieses podido hacer nada, eran otros tiempos
-         ¿Cómo estás?, ¿quieres tomar algo?
-         No. Dejé el alcohol y las drogas antes de los veinte ( sonrió)
-         Siempre con tus bromas, y lo echas de menos
-         Quizás el buen sexo, pero dicen que con la edad, le pasa a todo el mundo
-         Que cambiada, ¿Qué fue de tu candidez?
-         Perdona, la vida fue dura conmigo, y creo que no le doy importancia a cosas que si la tienen para la mayoría de las personas. Solo eran frases, a veces me sale esa arrogancia, quizás porque estoy enfadada, nadie quiere penas en su vida, y bueno, a veces cuesta afrontarlas, y quizás lo pague quien no tiene culpa de nada
-         ¿Me vas a castigar?
-         No, solo me explicaba, creo que me he recuperado, no seré la misma de antes, pero creo que vuelvo a tener mi esencia, que vuelvo a poder mirarme al espejo. A veces es más importante perdonarte, que buscar el perdón de las personas, porque quien no vive las cosas, no suele comprender nada, así que avanzo en mi vida, siendo correcta con quien se cruce, pero no espero nada
-         ¡Lucía!, vamos a un lugar tranquilo, quiero que me cuentes lo que pasó, porque se dijo muchas cosas, pero no se supo con certeza nada.
-         He venido con mis compañeros, no querría dejarlos tirados
-         De acuerdo, lo entiendo
-         ¿Qué haces estas navidades?
-         Las paso en casa
-         En Nochebuena tengo que ir a casa, pero podemos comer juntos en día de Navidad, me encantaría.
-         No sé
-         Vamos, anímate, por los viejos tiempos, creo que me debes explicar porque no me dijiste con sinceridad la situación que tenías en tu casa
-         Nunca pensé que fuera a llegar a tanto, me lo advertía Laureano, pero creí que exageraba
-         Eras muy niña, como vas a pensar en esas cosas, solo que me da pena no haberlo podido evitar
-         No me digas eso, que me sentiré peor
-         Perdóname
-         Tienes pareja
-         Pues cuando me vine a Murcia lo dejamos, era dar un paso adelante o dejarlo, y los dos optamos por hacer nuestras vidas separadas. Nos gustábamos, pero no había amor, como para sacrificios ni nada de eso. ¿y tú¿
-         ¿Yo?
-         Si, tu
-         No, yo no
-         Pues entonces dime dónde vives e iré a recogerte
-         Mejor te invito a cenar a casa, he conseguido aprender a cocinar muy bien.
-         Me parece una idea genial
-         ¿tienes algún plato preferido?
-         Me gusta la carne
-         Entonces haré un solomillos a la pimienta
-         Te parece bien
-         Me encanta la idea
-         Pues el día de Navidad, sobre las dos estoy en tu casa Apunta aquí la dirección
-         No sé si es buena idea
-         Por supuesto que sí
-         Toma
-         Gracias, pero nada de penas, solo la reunión de dos buenos amigos
-         Claro
-         Llevaré vino, ¿alguno especial?
-         Quizás no pegue mucho, pero me encanta el Lambrusco
-         Pues dicho, llevaré una botellita, y aunque no sea lo ideal con el plato, si esta rico, seguro que entra de maravilla
-         Te espero ( y me dio un beso en la mejilla, mientras me abrazaba)
No saben la sensación que causó en mí ese encuentro, empecé a peinarme mejor, a cuidar más mi aspecto. No debería ser así, pero fue como un pequeño empujón, para volver a tener ilusión, cuando daba todo por muerto. Y poco a poco pasaron las dos semanas, y a las dos en punto, llamaron al portero
-          Hola, que guapa ( me puse un vestido sencillo negro, que siempre es un acierto)
-          Gracias tú también
-          Perdona, al final he tenido que ir a trabajar un rato, y me he arreglado rápido
-          Para mí siempre estarás guapo
-          Bueno voy a pasar
-          Perdona, que estaba en medio
-          Es un estudio bonito
-          Lo he adornado yo, como he podido
-          Pues te ha quedado muy mono
-          Gracias
-          Ninguna foto
-          Si, de mis abuelos, en el dormitorio
-          Para darles un beso antes de dormir
-          Por supuesto
-          Aún sigue la casa en venta, es tuya, ¿por qué no vuelves?
-          No podría
-          Lo entiendo
-          Cuando se venda, si algún día lo consigo, me compraré una casa por aquí, estoy bien adaptada
-          Me parece bien. Te he comprado un pequeño detalle
-          Gracias, no tenías por qué
-          Bueno es navidad
-          Yo no tengo nada
-          No importa, ya me invitas a cenar, que el solomillo cuesta
-          Es precioso
-          Sabía que tenías la de tu abuela, pero pensé que te gustaría tener una cruz de Caravaca en la casa, para que te protegiera, es peligroso ser mujer y vivir sola
-          Me ha encantado, la pondré en la entrada,
-          Me parece bien
-          He comprado unas aceitunas mientras se calienta la cena
-          Genial
-          Aquí están
-          Ahora siéntate
-          ¿Cómo están tus padres?
-          Bien, todo bien por casa
-          ¿estarán contentos de que al final seas policía?
-          Mi madre nada, lo ve peligroso. Mi padre me llama todos los días pidiendo información, porque cree que solucionará un caso
-          Bueno déjalo
-          Eso hago
-          No quiero hablar del pasado, pero querría saber qué ocurrió con los asesinatos. Sé que fueron mis padres, antes que nadie, pero no sé el motivo
-          Estos días me he estado informando, y es todo muy triste. Mataron a Laureano por ocho mil pesetas, porque los pilló robando. Y con lo de semana santa, por lo visto se enteraron de que fue testigo.
-          Qué barbaridad, todo por ocho mil pesetas y un coche
-          Bueno no los excuso, pero tu padre era un drogadicto, y esas personas por una dosis, si tienen que matar, lo hacen sin dudarlo
-          Mi padre era malo, no solo por la droga, porque he leído mucho sobre los psicópatas, y para ellos matar es como ir al cine, no le dan ninguna importancia, no entienden el dolor que causan, creen que el asesinar o herir a las personas es normal, no tienen ningún tipo de empatía antes el dolor ajeno. Es duro decirlo, pero también lo asumí hace tiempo.
-          Creo que no debes sacar esas conclusiones, debes pensar lo que te he dicho
-          Supongo que tienes razón, solo que me ha dado tiempo a pensar mucho, y nada bueno
-          Pues déjalo atrás, todo el mundo lo ha hecho
-          Lo estoy intentando
-          Lo lograrás
-          Gracias
-          Por qué
-          Por estar aquí conmigo, aun sabiéndolo
-          Fueron tus padres, no tienes la culpa de nada
-          No todo el mundo lo ve así
-          Bueno dejemos el tema, solo una cosa más. ¿por qué tu madre no lo frenó?
-          Quiero pensar que porque estaba loca de amor, tenía celos hasta de su hija, aunque sabiendo como me trataba, quizás también fuese todo más sencillo, simplemente era también mala
-          Olvídalo
-          Llevo años intentándolo
-          Lo conseguirás, ya verás, solo nos acordamos tú y yo
-          Bueno más personas, por eso no vuelvo a Cartagena
-          Haces bien, voy a ver si consigo ayudarte a que vendas la casa
-          Pues muchas gracias, muchas gracias por todo
-          No lo digas más. Ve a la cocina, que se te va a quemar la cena, y tengo hambre
-          Uy , si
Puse la mesa como mi abuela me enseñó, y le agradó mucho, se lo vi en la mirada. A veces crees que los hombres no se fijan en los pequeños detalles, pero lo hacen más frecuentemente de lo que imaginas. No son tan perfeccionistas como una mujer, pero si les gustan las cosas bien hechas, como a la mayoría de las personas. También le gustó la cena, menos mal que tuve un buen día, y luego nos sentamos en el sofá con la copa de vino, que también le había gustado, porque no lo había probado antes. Y bueno, por fin, después de años, pude relajarme, pude decir adiós a muchas pesadillas, aunque fuera por un breve instante. Hablamos de nuestro trabajo, de Ruth, del club de detectives, de las playas de Cartagena, y me cogió la mano. No sabía si quitarme, pero me la apretó, y todo surgió como un milagro, de la nada supe lo que era el amor, a pesar de mis cicatrices, de todo lo malo…
 
 
 
 
 
 
FINAL
 
Benji y yo empezamos una relación, no era muy formal, pero nos veíamos en casa, hacíamos el amor, íbamos al cine, a tomar alguna cerveza, lo normal entre dos amigos que se quieren. Me di esa oportunidad, a veces una sola se la quita, y hay que aprender a dársela. Y bueno, quizás no debería ser así, pero a mí el amor me devolvió las ganas de vivir, saber que a alguien le importas, te da una seguridad, que quizás la familia no supo darte, quizás ni querían, quien sabe. Y en verano volví a Cartagena, porque vendí la casa
-          Aquí tienen las llaves
-          Gracias
-          Fui feliz en esta casa, seguro que también lo serán
-          No sé cómo no se ha vendido antes, está muy bien situada, y tiene espacio suficiente, sin que sea destartalada
-          Cosas de la vida ( sonreí, pensando que quizás había pasado el tiempo suficiente, para que a muchas personas se les olvidase la desgracia)
-          ¿Dónde vivirás?
-          Me voy a Murcia capital por trabajo
-          Pues entonces todo bien
-          Sí todo bien, todo bien
-          Hay mucho jardín
-          Sí, con un pequeño arreglo, quedará de maravilla
-          Llamaremos a un jardinero, y luego intentaremos mantenerlo
-          Ese árbol era mi preferido, y mi abuelo decía que me quería poner un columpio, pero no le dio tiempo, ¿tienen hijos?
-          Sí dos
-          Pues creo que sería una buena idea
-          Sí, mi marido es bastantes apañado, seguro que lo hace
-          Mi cuarto era la buhardilla
-          También será el de mis hijos, quiero que tengan su espacio
-          Sí, me encantaba tener mi cosas, mi mundo en él
-          Imagino. ¿Quieres coger algo?
-          Bueno la han saqueado, después de tanto tiempo casi abandonada, pero han dejado un radiocasete, y lo quiero
-          Pues suyo es
-          Gracias
Me fui con él a la playa, estaba contenta y saben una cosa, me daba miedo estar tan feliz, creía que pasaría algo que haría que volviese la oscuridad de antes, pero no quería ser negativa, dicen que lo negativo solo atrae cosas malas, que si te repites cosas positivas a tu mente, antes o después acabarían sucediendo: trucos del psicólogo (si existen profesiones, es porque hacen falta). Me quité los zapatos, quería sentir la calidez de la arena en los pies, y me senté con el radio casete en la arena, dándome el sol en la cara, mientras miraba como los barcos pasaban. Echaba de menos a mis abuelos, pero saben lo que creo que me costó más trabajo aceptar: el haber perdido mi paz interior, el tener demonios en la tripa y en la mente, porque una vez que entran, difícilmente salen, les gusta tenerte. Me sequé alguna lágrima, y vi como uno de los barcos estaba lleno de niños. Me acordé de mi infancia en Cartagena, de lo feliz que fui, a pesar de no tener una vida perfecta, hasta que me robaron todo lo que amaba. Los críos me empezaron a saludar, diciendo adiós con la mano, y entonces pasó algo, algo por arte de magia: el radiocasete empezó a funcionar, y mientras yo hacía el mismo gesto a los pequeños marineros, se escuchó la canción de mi abuelo “Bella Ciao”, supongo que era una señal para despedirme de lo que solo me causó dolor, sin haber hecho nada para ello…
 
Una mattina mi son`svegliato
O bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao…
 
                    
NOTA DE AUTORA: No pierdan la Fe en el Amor, aunque sea en el amor a una misma, porque  hará que no desaparezca la ESPERANZA…
 
 
 
 
 
Página 1 / 1
Foto del autor Sandra María Pérez Blázquez
Textos Publicados: 60
Miembro desde: Nov 23, 2012
2 Comentarios 160 Lecturas Favorito 1 veces
Descripción

Historia dramática sobre una niña criada en Cartagena

Palabras Clave: CARTAGENA

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



Comentarios (2)add comment
menos espacio | mas espacio

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

“La adolescencia no es solo la edad de la soledad, sino también la época de los grandes amores, del heroísmo y del sacrificio” Octavio Paz.

Una niña, una infancia, una mirada intensa del dolor, la soledad, el desamparo, y tal vez la confusión por el temor, la violencia, el abandono. Una etapa dura y triste, un orfanato de refugio, un crecimiento y los reencuentros que el pasado tenía preparado para los protagonistas. Buenas descripciones, y, sobre todo, en expresar lo que una mujer; esa mujer, en su intensa vida, va sintiendo en su interior, ese espacio en el que nadie puede entrar.
Buenos diálogos, ágiles y lleva al lector a un final que solo lo tendrá quién lo lea
Felicitaciones Sandra
Responder
April 05, 2024
 

Sandra Mara Prez Bl�zquez

Muchas gracias!!!sus palabras me llegan al corazón y también me animan a seguir adelante...
Responder
April 06, 2024

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy