-Por donde comiezo.
-obvio que por el principio,¿por donde mas vas a comenzar?
-si, tienes razon lo siento ...
 
Era un dia frio, llevaba una chaqueta de color verde es especial para esos dias en los cuales hace mucho frio, el aire estaba un poco ligero y mi respiracion estaba un poco descontrolada mis lagrimas salian de mis ojos al fondo de mi vista podia ver la espesa niebla, los carros pasan por la carretera pero solo en mi mente esta el volverte a ver una vez mas.
recuerdo cuando nos conocimos, estabas en un columpio mirando mas alla de las cosas, tenias una mirada, cada dia que pasaba te veia en ese columpio sumergida en tus pensamientos.
-Hola.
-Hola. 
-¿te gustaria ser mi amiga?
-(...) De repente he sentido un latido en mi corazon, alguien me esta preguntando si quiero ser su amiga , ¿como deberia responder ? ¿que le deberia de decir?. mis pensamientos eran confusos no sabia como responder. cerre mis ojos y me deje llevar, sali corriendo sin ver atras , tenia mucho miedo.
 El viento soplaba con fuerza, llevándose mis palabras en un susurro que se perdía entre el crujir de las hojas. La figura en el columpio, ahora sola, se balanceaba levemente, como si aún sintiera el eco de mi huida.
Días después, el parque se mostraba desolado, el columpio vacío. La niebla había desaparecido, dejando al descubierto el azul pálido del cielo. Me acerqué, con la esperanza de encontrar a esa persona que, sin saberlo, había dejado una marca en mi alma. Pero no estaba allí.
Me senté en el columpio, cerré los ojos y me impulsé hacia adelante. Con cada vaivén, sentía cómo el miedo se disipaba y daba paso a una sensación de libertad. “¿Por qué huí?”, me preguntaba. No había respuesta, solo el silencio y el viento que jugaba con mi cabello.
Entonces, una voz me sacó de mis pensamientos: -¿Te encuentras bien? Abrí los ojos y ahí estaba, con una sonrisa tímida y una mano extendida. Era un gesto simple, pero lleno de significado. Esta vez, no corrí. Esta vez, respondí: -Sí, y me gustaría ser tu amiga.
Desde ese día, el columpio fue testigo de nuestra amistad. Compartimos risas, secretos y sueños. Aprendí que el miedo solo es un obstáculo si permites que te detenga. Y en aquel parque, entre columpios y recuerdos, encontré algo más valioso que el calor en un día frío: una amistad que desafiaba hasta la más espesa niebla.