Coronación
Dolor de astillas aún no tan añosas,
torneadas a mano y con cariño, firmes y seguras
que solían sostener caminatas eternas
y los avances en duro durante varias jornadas
sin convertirme necesariamente en un horno
multiplicador de los panes.
Ahora se vienen, una a una, todas.
La envoltura elasticada también duele
incluso con el íntimo y suave roce de la cama.
Al parecer finalmente me ha llegado
el temido invasor microscópico extranjero
y se ha tomado las habitaciones de mi estancia
haciéndome crujir todo mi armazón de madera.
03.03.2022