SequestrareCómo cortar el silencio que se ha sembrado por generaciones. Sigue floreciendo, arrastrándose como la maleza; alimentándose y creciendo del dolor.Preso de mis pensamientos; las cadenas aprietan mis brazos y piernas, y me impiden seguir avanzando. Y me ahogo entre las olas que no dejan de romper, de rebalsarme, de hundirme y negarme el aire que necesito para sobrevivir.Quiero detenerlo todo, aunque sea una pausa de un segundo de este encierro que me atosiga. Y parece que este va a ser un mal que va a perdurar por más de cien años, quizá por todas las vidas que están por venir. Si no me arriesgo, si no me detengo.Entonces, debo dejar que corra la sangre, que fluya salvaje como un río para poder liberarme. Y ya no habría más cuestionamientos. No habría más negación ni agonía. Y es que me siento tan cansado, porque la vergüenza y la culpa me mantienen lejano al toque humano. Pero, si abro estas heridas, si caigo al abismo con los brazos bien abiertos, finalmente diría adiós, podría descansar tranquilo de toda agonía.¿Es este el camino, la vida que merezco? Me ato la soga al cuello, acuchillo la piel tierna y por fin rompo el silencio. En caída libre, nada más puede hacerme daño.