Amo a las mujeres de mi vida:
A las que he besado todavía amo.
No importan los años que transcurran:
El sentimiento permanece en mí.
Amo a las que me han pagado mal por bien
y a las que me retribuyeron mal por mal.
Desde mi primera novia a mi última esposa.
A las que dejaron su dignidad para ser mis amantes.
Las de reyerta y las de trueno.
Las sencillas y las muy acicaladas.
Amo a las que me dieron sus máximos adioses
o me abrieron sus ambientes en querencia.
Todas son princesas específicas
que me amaron años o semanas.
Algunas aportaron a mi espalda su látigo
y otras florecieron en paciencia innumerable.
Todas fueron verdades paralelas
que pasaron por mis brazos belicosos
llenando mi vida de nobleza y angustia.
Algunas discrepaban de sí mismas
y otras se me entregaron con fiereza.
Todas, en sus melenas coetáneas
han sido espuma y bálsamo para mis ilusiones.