Testigo casual
Publicado en Sep 28, 2009
Ayer fui testigo casual de un hecho, que por ser cotidiano, ni altera, ni conmueve.
Desde el primer asiento del ómnibus, casi vacío, sábado destemplado, por la tarde, con amplio panorama al alcance de mi vista. Una chica, en el cruce de la parada siguiente, fue empujada y cayó al suelo, en medio de la calle, ocasión que aprovechó el infame delincuente para arrebatarla y desaparecer. Atónita le grité al chofer- ¡La asaltaron! Pensé que bocinaría para alertar a quienes estaban más cerca. Nada de eso. Se limitó a un gesto de asentimiento, algo como “ya estoy enterado” La víctima, buscó sus zapatos de tacón que habían ido a parar a distintos lugares, hizo un gesto al conductor, que la esperó y subió maltrecha y tratando de enjugar lágrimas de impotencia, joven y muy delgada, se refugió en uno de los asientos. Tuve deseos de acercarme y decirle una palabra de consuelo, pero el ómnibus ya había completado su pasaje y circulaba veloz, sin tiempo para conmoverse por nada ni por nadie.
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