El celular no dejaba de sonar. La tecnología la acompañaba todo el día. Emoticones sonrientes no paraban de enviarse. Corazones sin sentimientos. Solo un dibujo que se transmitía con un clic automático. Ella reía. El mundo giraba  a su al rededor pero su concentración estaba en una pantalla de unos 15cm. Ahí pasaban las horas.  Hasta que por las noches iba a esos encuentros programados durante el día. Parecía repetir el verso por momentos pero cambiaban los personajes. Solo que una y otra vez la misma cantaleta. Alguno más dulce que otro. O quizás discreto pero en si todo concluía igual... En principio un beso y se iban profundizando los sentidos hasta fundirse en una noche de pasión con placer. Algunas noches más placenteras que otras. O más dulce o más romántica. El ego se alimentaba. Por un instante se sentía amada, deseada pero en realidad después de un momento¿y que más quedaba? llegaba a su casa. Se acostaba en su cama.  después del placer de las noches veraniegas en su interior sentía la soledad absoluta. Después de tantas huellas en su piel sentía el alma vacía. Pero llegaba el día y otra vez al círculo vicioso de viajar por la celular y arreglar otra cita nocturna con un solo propósito, sentirse sexualmente acompañada aunque en realidad pareciera que en la eternidad  está sexualmente sola y no hablemos del corazón que se ha concertido en roca.