Rmulo, el hombre que existi
Publicado en Sep 20, 2009
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Esa mañana despertó con una enorme sonrisa pintada en su cara. Después de años de mentiras, meses de falsas creencias, semanas de engaños y días vividos en la falsedad, esa mañana, por primera vez en muchísimo tiempo, él se sentía vivo. Existente.
Y era verdad.
Rómulo aquel día se había dado cuenta que existía, lo cual le posicionaba muy por encima de sus cerrados compañeros de vida. En más de una ocasión había intentado revivir todas las premisas mentales por las que pasó Descartes en su momento para llegara a la conclusión que ahora era su oración diaria matutina:
“Cogito Ergo Zum”
Era su grito de guerra. Su Padre Nuestro.
Era lo que le hacía seguir su vida ahora que ya sabía que realmente existía. En el mundo estaba en auge el Superfluísmo, una corriente filosófica recientemente propuesta que decía “nada es; nadie es”, y, que con la ayuda de la globalización, hasta el menos letrado de los analfabetas sabía qué era y vivía según lo que dictaba.
Sin embargo, Rómulo ya era otro.
“Cogito Ergo Zum”
Podía decirse a sí mismo su frase dorada cien veces y cien veces la comprendía al cien por ciento. Cientos de veces intentó compartir su descubrimiento con los demás, pero el Superfluísmo había enterrado sus garras muy profundo y nadie le tomaba en serio. Lo tachaban de loco. “¿Nosotros existir?”, “¿Qué existimos?”. Eran las respuestas que recibía en tono de burla cuando le decía a alguien que nosotros en realidad sí existimos. Los más amigos le intentaban corregir y regresar al camino del Superfluísmo. “No amigo, no”, le decían paternalmente, “abre los ojos. No estamos aquí. Solo somos la ilusión de la existencia, acuñada por un Ser Superior. Somos menos que nada, el sueño del sueño”.
Parecía esfuerzo perdido. Era él contra un mundo entero que creía no existir; perdido en un falso juicio creado por alguien que, si bien en un principio tal vez en verdad creyó que tampoco existía, ahora con todas las regalías a perpetuidad por los DVD’s, libros y audio libros que se venden en el mundo, seguro ya se había olvidado de ello, agradeciendo cada día que exista gente tan incauta en este mundo.
Rómulo, como todos los hombres en este mundo, trabajaba, y era ahí donde más se empeñaba en popularizar su “neo-racionalismo”.
“Cogito Ergo Zum”
Era la frase de cajón con la que empezaba cada plática, ahí, en la oficina, mientras todos platicaban cerca de los garrafones de agua, en el pasillo alfombrado de paredes blancas, adornadas por tres cuadros de cada lado que ponían muy en alto la misión, la visión y el objetivo de la empresa.
Ya todos lo conocían. Desde el personal de intendencia, pasando por contaduría, marketing, recursos humanos, hasta los ejecutivos. Los altos mandos. Los jefes. Cada que le veían acercarse se alejaban de él, como cucarachas huyendo cuando se prende la luz del baño.
Era el hombre loco, el que decía que somos existentes, tangibles y no solo una escena imaginada por alguien.
—    Dime entonces, Lorenzo—Preguntó en una ocasión Rómulo a su mejor amigo y compañero de oficina—, si no existimos ¿Cómo puedo estar aquí, justo ahora, charlando contigo?
—    Lo imaginas—Le contestó—, esto no es más que un sueño. Una ilusión.
—    Y si así lo es, ¿Dónde estoy en realidad?
—    No estas
—    ¿Perdona?
—    Sí. No estás. Eres… ¡Somos!... Somos el sueño de un sueño.
—    ¿El sueño de un sueño?
—    Así es. Eres el resultado del sueño, la divagación de la imaginación de alguien que sí existe.
—    O sea que…
—    Nada. Después de esto no hay nada, todo ya tiene un final predefinido.
—    ¿No hay destino?
—    No.
—    ¿Azar?
—    No.
—    ¿Democracia?
—    No.
—    ¿Comunismo?
—    Nones.
—    ¿Dios?
Lorenzo titubeó un poco.
—    Depende como lo veas.
—    ¿Y si no lo veo?
—    Entonces no lo hay. Dios a estas alturas es menos que nosotros. Es el sueño del sueño del sueño.
—    Bien, entonces si no somos nada, no existimos, entonces ¿Por qué habría de existir los buenos modales, el trabajo, la moral?
—    Porque todo es imaginado, igual que nosotros, por alguien. Ya todo está escrito.
—    Como el destino.
—    No. El destino no existe, nada aquí existe.
Esa era la plática de todos los días. Rómulo intentaba todos los días hacer que Lorenzo abriera los ojos, mientras que este, lo intentaba a la inversa.
Cada lunes, cada martes y hasta los sábados, reunidos por la noche en el bar de costumbre, Lorenzo y Rómulo discutían sus posturas existencialistas. Lorenzo  tenía de su lado todo el peso de la moda, la globalización y la ahora histórica y famosa frase “nada es; nadie es”; Rómulo, en cambio, solo tenía como aliados a Descartes, su propio pensamiento y un capítulo del libro “Historia de las Doctrinas Filosóficas. Edición corregida y revisada” (libro impreso en 1990, antes de la aparición del Superfluísmo), el cuál le dedicaba un capítulo entero al estudio del Racionalismo, la vida de Descartes y su método de conocimiento.
Pero por más historia, datos verídicos y documentos históricos que Rómulo mostrara a quien tuviera enfrente, con la postura “no existente” que humanidad y media tenía como segunda religión, todo aquello a lo que Rómulo le apostaba para su juego, quedaba reducido a poco menos que el hombre (tomando en cuenta que para el hombre actual, el hombre actual mismo al no existir, es menos que nada).
Con el paso de algunos meses, tanto Lorenzo como Rómulo empezaron a flaquear en sus objetivos. Lorenzo dio por caso perdido a Rómulo, y Rómulo se dio a sí mismo como un caso perdido. ¿Qué fin tenía seguir siendo el único ser existente? Al carajo Descartes.
“Cogito Ergo Zum”
Al carajo.
Rómulo se rindió, cedió ante una sociedad consumista y absorta en la falacia más grande que pudiera haber habido. Se entregó al Superfluismo.
Aquel día, 24 de abril, Rómulo se dio por no existente. A partir de ese día,
“Cogito Ergo Zum”
Dejo de tener sentido para él y la vida le volvió a sonreír.

Epílogo:
A partir del día en que Rómulo dejo de existir, como todo ser que habita en este Universo, su vida se volvió feliz y normal. Volvió a tener esa entrañable amistad con Lorenzo. En sus reuniones en el bar, los temas de las pláticas volvieron a ser sobre futbol y los programas de acción que pasan en televisión.
Poco después de aceptar el Superfluismo,  obtuvo un ascenso bastante importante en la empresa donde trabajaba, donde ganaba, por quincena, más de lo que pudo haber ganado toda su vida en su anterior puesto. Algunos meses después conoció a una tal Delia, se casó con ella y tuvieron tres hijos. Los dos mayores cursan el tercer y primer grado de secundaria, mientras que el más pequeño va en sexto de primaria. Todos son una lindura, idénticos a la mamá, excepto el más pequeño, que es toda la cara su padre.
Rómulo ahora tiene dos autos último modelo y una casa bastante grande como para poder criar a siete hijos y todavía poder jugar futbol con ellos en la sala. Mantiene un físico bastante conservado para los cincuenta y piquito años que se carga y su mujer no se queda atrás.
La relación que tiene con Delia es como de novios de preparatoria. Él es muy atento y tierno con ella y ella sigue igual de coqueta con él, como cuando se conocieron. Sus discusiones son entre risas y por cuestiones tan simples como alimentar al perro o apagar la luz de la habitación cuando los dos ya están acostados.
En más de una ocasión, algún compañero de trabajo le decía a Rómulo: “¡Caray!... Qué vida llevas: Aún joven de cuerpo, con una hermosa esposa, tres hijos que van muy bien en la escuela, que se desempeñan bien en el deporte, una casa grande, dos autos… ¿Cómo le haces?”, y Rómulo solo contestaba (y siempre contestó hasta el fin de sus días): “¡Qué importa! Al fin y al cabo, ni existimos!”, con una enorme sonrisa en la cara.
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Foto del autor fernando marco
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Descripción

Palabras Clave: existencia cuento Rmulo cogito ergo zum

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Fernando Marco Prez Rosales

Derechos de Autor: Fernando Marco Prez Rosales


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gabriel falconi

mujy bueno fernando
sos un excelente escritor y eso que no existis....
tenemos mucho en comun
te felicito
te puse 5 estrellas
Responder
September 20, 2009
 

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busy