EL RESPLANDOR DE LA MUERTE
Publicado en Apr 22, 2016
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Me encontraba solitario a orillas de una carretera de arena, mire de izquierda a derecha y solamente podía ver lo lejos que me encontraba pues solo distinguía la lejanía del camino perdiéndose en el horizonte. No sabía que hacer así que me senté debajo de un árbol grande y frondoso, con las manos en la cabeza trataba de recordar cómo había llegado hasta ese paraje desolado, pero por más que intentaba memorizar no lograba acordarme de nada. Justo en ese momento de angustia pude oír un agudo pitido proveniente del espeso bosque que se encontraba a mis espaldas. No eran un pájaro, era como el sonido de un silbato; me incorpore y me adentre entre los matorrales desesperadamente, pensé que quizás habían personas buscándome. Después de caminar un par de metros entre la espesa jungla, divise un camino limpio y claro; sin perder tiempo decidí seguirlo, algo me decía en mi interior que debía recorrerlo hasta el final.
Mientras caminaba volví a escuchar el pitido, pero esta vez lo oí más cerca que antes; ya llevaba rato caminando a paso ligero en medio de aquel inhóspito sendero cuando escuche voces muy cerca de unos inmensos pilares de piedra enterradas a la orilla del camino, de hecho, el camino que yo seguía pasaba justo por el medio de ambas imponentes rocas. No perdí tiempo y apresuré el paso para atravesarlas; lo que me encontré al cruzar los pilares me alegro mucho, en aquel claro había un grupo de personas reunidas, pero lo más raro del asunto es que todas estaban vestidas como yo, todos los individuos vestían ropa negra, solamente uno estaba vestido completamente de un blanco impecable, además cargaba un gran sombrero y un pañuelo que rodeaba su rostro parcialmente. A decir verdad no podía distinguir bien sus rasgos faciales, pues su inmenso sombrero blanco me lo impedía.
Yo estaba petrificado mirándolos cuando de repente todos voltean a verme. – Al fin llega el último que faltaba – dice la figura vestida de blanco. – Ven aproxímate al grupo para explicarles la regla de este sitio – exclama nuevamente el individuo. Algo desconcertado y con ganas de que alguien me dijera lo que pasaba me dirigí caminando lentamente al grupo de personas. Al llegar mire todos los rostros pero no conocía a nadie, solo sabía que habían en total ocho personas, contándome a mí y al extraño hombre que parecía ser el anfitrión o el guía del montón. – La única regla del sitio a donde vamos a ir es muy simple, solamente tienen que mirar hacia arriba y no ver a nadie directamente a la cara – enunció el extraño sujeto. – Ya cuando se oscurezca todo habrán pasado la prueba y podrán quedarse y mirar todo lo que quieran por el tiempo que deseen – continuó diciendo. A mí en particular me pareció absurda aquella regla y en general todo lo que dijo ese tipo lo consideré sin sentido.
Todas las personas parecían estar confundidas pero nadie dijo nada al respecto, ni siquiera yo que soy tan preguntón. – ¡Ok! Ahora síganme y cuidado al cruzar el puente – advirtió el hombre. Acto seguido se encamino y cruzo un arco de flores blancas; inmediatamente todos nosotros nos ordenamos como en fila india y cruzamos también el arco floreado. Después de unos cuantos pasos nos encontramos a la orilla de un gran barranco, a pocos metros por debajo se hallaba  un lago y aunque todo estaba cubierto de neblina pude observar claramente un largo y extenso puente colgante de madera adornado con millones de florecillas blancas. En el horizonte se podía apreciar una gran isla rodeada de agua, pero lo más resaltante es que todas las casas estaban pintadas de blanco, en la orilla se lograban distinguir varios barcos con largas velas blancas también; al parecer el color blanco era predominante en aquel extraño lugar.
Impresionado con el asunto seguí caminando detrás de aquellas personas para continuar con la travesía. Mientras más nos acercábamos podíamos ver más de cerca la blancura de aquel extraño lugar que nos segaba a cada paso; al cabo de unos largos minutos llegamos al otro extremo. – ¡Recuerden la regla y levanten la cabeza todos! – Indicó el hombre de blanco, que ahora no era el único vestido de blanco porque pude distinguir a lo lejos varias siluetas de personas vestidas también de blanco intenso. Vi como todos mis acompañantes alzaban la mirada al cielo, cielo que por cierto se encontraba despejado claramente pero que no mostraba la luminosidad del sol; yo también decidí seguir el juego y levante la mirada como los demás. Seguimos caminando un par de pasos con la mirada hacia arriba cuando siento que alguien me toma del brazo y pronunciando mi nombre dice: - Te había estado esperando desde hace mucho, espero que pases la prueba y te quedes a mi lado por un buen tiempo -. La voz tierna y femenina que me habló parecía conocerme, yo instintivamente trate de mirarla pero ella me agarro suavemente por la barbilla y me advirtió que no la mirara. Le hice caso y no intente nada más; mientras miraba hacia arriba ella me guiaba a no sé dónde, solamente podía ver el cielo despejado y el resplandor de las fachadas blancuzcas de las casas.
Creo que sería mejor que nos vendaran los ojos – le dije yo a mi acompañante de forma súbita. - ¿Ya puedes hablar o solo pensaste eso? – respondió la chica extrañada. Yo aún más extrañado que ella comienzo a preguntarle cosas de aquel raro lugar. – Tus preguntas serán respondidas una vez logres pasar la prueba, confío en que lograras con satisfacción llegar hasta el final – expone la fémina muy calmada. Seguimos caminado hasta que nos detuvimos al frente de una casa, ella abrió la puerta y me hizo pasar cuidadosamente, una vez dentro me pidió que me sentara. – No te muevas de aquí – dijo la muchacha alejándose por un pasillo. Yo baje la mirada y me quede sorprendido por lo impecable de aquel lugar, bien amueblado y adornado con flores blancas; también se podía escuchar una canción suave que hizo que me relajara y poco después me durmiera al instante. No sé cuánto tiempo habría pasado pero me desperté súbitamente porque escuchaba gritos provenientes de la calle; rápidamente me incorporé y abrí la puerta, todavía era de día. Justo en ese instante vi como una de las personas que habían llegado conmigo se acerca a mi muy agitado. – ¡¡No los veas a la cara, te harán algo espantoso, son capaces de matarte si los ves!! – gritaba el sujeto con desesperación a la vez que me sostenía de la ropa. Después de hablar conmigo salió corriendo y se metió como en un callejón. Yo lo seguí rápidamente y vi cómo se escondía entre unos matorrales, me acerque hasta llegar a una reja y cuando mire hacia donde se había escondido el hombre presencie algo espantoso y macabro: una figura vestida con una túnica blanca lo sostenía por el cuello, no logre verle la cara porque tenía capucha, pero pude notar claramente que al parecer no tenía pies porque parecía estar flotando en el aire. Seguidamente vi como con una especie de largas garras atravesaba el abdomen del pobre tipo, segundos después las vísceras cayeron al piso y la sangre salpico todo el lugar.
Horrorizado con la escena me escondí asustado y lentamente retrocedí hasta que los gritos desesperados de una mujer me hicieron voltearme bruscamente; los alaridos provenían de otra calle cercana. Paralizado y sin saber que hacer me quede inmóvil hasta que dos de mis acompañantes me sorprendieron súbitamente. – ¡Esta gente se volvió loca, nos quieren matar solamente porque nos cansamos de mirar hacia arriba! – gritaba agitado el tipo que acompañaba a una mujer con cara de asombro y como en estado de shock. Yo no dije nada, todavía estaba mudo por presenciar aquella macabra escena que seguía impregnada en mi memoria. En ese momento ambas personas se alejan de mí, luego el tipo se regresa y me jala por el brazo como obligándome a acompañarlos. Resolví seguirlos y después de recorrer un par de calles llegamos hasta un gran charco de sangre, justo al lado dos cuerpos descuartizados, eran otros de los compañeros que llegaron conmigo, los reconocí por la ropa oscura que llevaban. La mujer se puso a llorar desconsoladamente y el hombre comenzó a maldecir desesperado. Yo me volteo y me doy cuenta de que varias figuras de blanco se acercan lentamente hacia nosotros, cambie la mirada rápidamente y vi a mis acompañantes que también se habían dado cuenta de la presencia grupal de aquellos seres. La mujer se arrodilló en el piso, el hombre intento correr pero se resbalo con el pozo de sangre; yo me quede inmóvil, baje la mirada y me tape los ojos con las manos como resignándome. Sentí que aquellos individuos se acercaron a mis acompañantes y escuche las suplicas sin razón de ambos sujetos; poco después sentí algo caliente salpicándome el brazo y cuando abrí los ojos con mis dedos aun tapándome el rostro, observe las cabezas del hombre y de la mujer tirados en el suelo con una expresión de espanto. El silencio inundó el lugar.
Yo seguía ahí inmóvil esperando mi turno de ser asesinado, mi corazón latía sin cesar y un nudo en la garganta atragantaba mi cuello. Justo cuando pensé que era mi fin escuche la dulce voz de la muchacha que me acompaño a su casa: - ¡No le hagan daño, él no vio a nadie a la cara! -. Con mis ojos aun cerrados sentí como la mujer se acercó a mí y me dice tiernamente: - ¡Mira hacia arriba y abre los ojos, si lo haces nada malo te pasará! -. Me quede quieto por un par de segundos, después lentamente y con los ojos cerrados fui levantando el rostro. Cuando tenía la cara totalmente hacia arriba abrí los ojos y se me escaparon sendas lágrimas, entonces recordé todas las cosas macabras que había presenciado y expresé de forma repentina: - ¡Si ya todos mis compañeros están muertos creo que no vale la pena quedarme en un sitio tan horrible como este! -. Acto seguido comencé a bajar la mirada sin cerrar mis ojos; en ese instante la muchacha se acerca rápidamente y me agarra la barbilla con fuerza. – ¡No voy a dejar que te desaparezcas así nada más! – dijo la chica. Pude sentir que tenía toda su mano tan fría como el mármol; y más aún cuando la toque e intenté quitar su mano de mi quijada. La fuerza de aquella mujer era impresionante, yo con ambas manos intentando apartarla de mí y ella con una sola mano aplicaba una presión inmensa en mi cuello.
Pasaron unos segundos de forcejeo y por fin pude con el rabillo del ojo mirar a la muchacha de cerca, lo que vi me impresionó bastante: la cara la tenía como una calavera vacía y sin vida, no tenía ojos, solo había oscuridad en su mirada. Justo entonces comienzo a sentir un hormigueo en el cuello y poco a poco voy cerrando los ojos. Al abrir nuevamente la vista me doy cuenta que estoy acostado en una cama, era de noche y afuera llovía fuertemente, se podían escuchar los truenos y ver el resplandor de las centellas caer; me dolía muchísimo el cuello, entonces me levante sudoroso y desorientado en la oscuridad, me dirigí al baño; al encender la luz y mirarme en el espejo pude notar que tenía la marca de una mano en el mentón. – ¿Estaba soñando? – me pregunté a mí mismo. En ese momento el resplandor de la tormenta alumbró toda la habitación y mediante el reflejo del espejo vi que alguien estaba acostado en la cama; me doy la vuelta, doy un par de pasos  y enciendo la luz, era yo quien se encontraba acostado y mi cuerpo estaba conectado mediante a varios cables y tubos a un gran aparato médico con luces y pantallas titilando. Al mirar a todas partes me doy cuenta de que no estaba en mi habitación sino en la sala de un hospital; “Terapia Intensiva, Hospital Nuestra Señora De La Esperanza” decía en un cartel pegado a una de las paredes. Entonces perdí la noción del tiempo y nada más supe.
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Foto del autor Ormer Tuares
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Descripción

Hace mucho tiempo una prima muy cercana a mí me contó sobre un sueño recurrente que tenía a veces cuando dormía, en aquel sueño siempre le pasaba lo mismo. Intrigado con aquel extraño suceso escribí todo lo que ella me relato en un cuaderno; paso el tiempo y me olvide de todo aquello, hasta hace poco que encontré por casualidad el cuaderno y volví a leer la historia, así que decidí redactarla y añadirle ciertos elementos para que sean más “coherentes” al momento de leer.

Palabras Clave: Flores blancas soledad bosque isla puente blanco negro macabro espantoso muerte.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio


Creditos: Ormer Tuares

Derechos de Autor: Ormer Tuares


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