Voces de Extremadura (Tesis Doctoral): Inicios de la lírica extremeña
Publicado en Jan 05, 2016
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Con el origen de la lírica en Extremadura sucede lo mismo que con el origen de la lírica de cualquier otra región española e incluso europea. Se pierde en la noche de los tiempos porque se trata de creaciones orales que se iban transmitiendo de generación en generación. Wikipedia así lo confirma: "En Extremadura ha existido una importante lírica tradicional desde la Edad Media. La mayor parte de estas composiciones populares se han conservado gracias a los cancioneros y a los romanceros, que han fijado por escrito lo que hasta entonces eran textos de transmisión oral. En los cancioneros extremeños son frecuentes las canciones de trabajo, vinculadas a la realización de un determinado quehacer. Su ritmo varía en función de la actividad a la que acompañaban. Así, las canciones de acarreo poseían un ritmo lento, mientras que las de esquila eran más rápidas. También los romances -anónimos y populares -se han transmitido oralmente, lo que explica las distintas versiones y visiones que existen de un mismo poema. Estas variaciones se producen por olvidos o malentendidos, por acortamientos de la extensión para facilitar la memorización, por modificación de los topónimos para adaptarlos a los de la comarca, etcétera. Durante la Edad Media, circularon en Extremadura romances épicos e históricos, que daban cuenta de batallas o sucesos de la historia reciente, y novelescos, que gozaron de gran aceptación entre el pueblo. 
 
Vamos a detenernos un momento en lo que se ha citado como "canciones de trabajo". Una buena definición de lo que son las canciones de trabajo es la siguiente: "Una canción de trabajo suele ser una canción rítmica cantada a capella por aquellas personas que desempeñan tareas físicas y repetitivas; probablemente, el motivo de estas canciones es el de reducir el aburrimiento al realizar dichas tareas; asimismo, el ritmo de estas canciones sirve para sincronizar el movimiento físico de las personas que realizan los trabajos. Con mucha frecuencia, la letra de estas canciones suele improvisarse cada vez que es cantada: esta improvisación permite a los trabajadores hablar de ciertos temas como el escapar de la sujeción al cacique dueño de las tierras o para quejarse acerca del capitán de un barco y las condiciones de trabajo. Es por ello que, las canciones de trabajo, pueden ser de ayuda para crear un sentimiento de unión entre los trabajadores. 
 
Un caso especial de este tipo de canción son las "labradoras", un tipo de canción que entonaba el campesino mientras se trasladaba, en el carro o galera tirada por mulas, desde el pueblo hasta el tajo, o desde allí hasta el pueblo, generalmente, antes del amanecer o al caer la tarde. Por otro lado, un caso concreto de las canciones de trabajo, son las "canciones de arado", que entonaban los labradores mientras araban la tierra. En la antigua Extemadura, al igual que sucedía en Castilla la Nueva y en Castilla la Vieja, el ritmo de la melodía marcado por cascabeles colocados en las mulas es más vivo que el de las canciones de arado marcadas por el paso lento y pausado del buey. Este es un ejemplo de cómo la costumbres de una zona, en este caso el uso de un animal u otro para las labores agrícolas, puede condicionar el ritmo de la música tradicional. Y resulta que estudiando las raíces del flamenco, se da con frecuencia la presencia de este tipo de cantes. Algunos palos clásicos (trilleras, mineras, tarantas, cantes de fragua, etcétera) son ejemplos notables de canciones de trabajo. Ahora bien, en Extremadura sucede un caso bastante original: la abundancia de pastores por ser lugar de comcarcas eminentemente de pastoreo. Es por eso por lo que en la actualidad, debido a que el trabajo de pastor es cada vez más inusual resulta que, con la desaparición de los pastores, desaparecen también sus canciones de trabajo.
 
El profesor y poeta salmantino Ramón García Mateos lo ha etudiado a fondo, en términos generales, a través de su trabajo titulado "Los cantos de trabajo en la literatura popular" (publicado en "Revista Folckore"). Veamos lo que dice en cuanto al tema de los cantos de trabajo: Centrándonos en la literatura popular, voy a entresacar, para el trabajo a desarrollar, un género importante y básico: los cantos de trabajo. Se hallan, como manifestación propia y auténtica, en el centro mismo de la canción popular y abarcan, como síntesis, otros muchos aspectos de la poesía tradicional. No es un género propio, puesto que puede manifestarse mediante diversas formas y distintas circunstancias, pero sí refleja un tipo claro y distinto de lo que es la canción, la poesía entendida como medio de distracción, de enfrentamiento a una realidad cruda y amarga y, en abundantes ocasiones, como compañía. Los cantos de trabajo son el compañero leal del segador que cruza su terruño en el estío, del labrador que siembra su tierra en el otoño o de los mozos que, entre risas y flores, van al molino cada tarde, cuando el verano ya cae. Según su nacimiento y según sus características reciben nombres diferentes, así son aradas las que se cantan tras la pareja y el arado, son cantares de trilla los que se desgranan en las eras, son tonadas de acribar el muelo las que se entonan al ritmo del movimiento del cedazo, son cantos de segadores aquellos que se lanzan al viento mientras se cercenan las mieses ya maduras... y del mismo modo que vemos una gran variedad de tipos hallamos, igualmente, un amplio abanico de actitudes y condiciones, desde la canción desenfadada, festiva, hasta el recio son de réplica social o la dulce tonada amorosa. Todo lo señalado abre ante nosotros unas posibilidades inmensas de estudio y de análisis, análisis que conlleva la emoción y el placer del conocimiento de la literatura popular .

Los cantos de trabajo son esencialmente una muestra de comunicación oral. Si a los romances, las canciones, las coplas...podemos fijarlos e, incluso, difundirlos por escrito, los cantos de trabajo pierden toda su fuerza, condición y esencia cuando los desplazamos de su medio de expresión propio; se convierten en una muestra hierática de lo que nunca debe ser la canción popular. Es difícil, debido al amplio contexto de las canciones de trabajo, realizar una clasificación sistemática con rigor y unidad científica. Es tarea que conlleva una serie importante de dificultades, puesto que si intentamos establecer una diferenciación por su origen, es decir, por el tipo de trabajo en el que solían cantarse, obtendremos un número, prácticamente imposible de reseñar de diferentes cantos de trabajo: cantos de vendimia, aradas, cantares de trilla, cantos de segadores, canciones de ir al molino, tonadas de acribar el muelo, jotas de recolección... 
 
Hablando de recolección, voy a analizar una canción de trabajo sobre la recogida de la aceituna que muy bien podría haberse escuchado infinidad de veces en los campos extremeños: " Acitunera, acitunera, /  acitunera niña bonita / cuando me miran tus ojos / el sentido me lo quitan. / Acitunera”, acitunera”, / acitunera, por Dios. / Acitunera, acitunera, / no me hables más de amor". Visualicemos la imagen. 
 
La recolección de la aceituna suele iniciarse a comienzos de otoño cuando está en su plena maduración y acaba a finales de invierno. Antiguamente en Extremadura, al igual que en las regiones olivareras de Andalucía, se recolectaba la aceituna por medio de varias técnicas tradicionales. Una de ellas era el ordeño que consistía en recoger las aceitunas en forma directa del árbol con las manos para que no se dañara el fruto ni el árbol. Las mujeres, en la recolección de la aceituna, recogían ésta del suelo con las manos y la echaban en pequeñas cestas de mimbre o de cuero, para después volcarlos en sacos. Los hombres, debido a su mayor fuerza, realizaban también otro método, el del vareo, con el que se utilizaba una larga vara con la cual se golpeaba las ramas de olivo hasta que el fruto cayera sobre unas mantas de lona que recubrían toda la periferia del árbol, después se echaban en espuertas para limpiarla en las cribas y luego se transportaba con las bestias hasta la almazara del pueblo donde se fabrica el aceite.
 
Regresemos a la época hiastórica de los inicios de la Alta Edad Media. ¿Qué sucedía en la Extremadura de aquellos siglos? Algo realmente histórico y trágico a la vez: los campesinos y las campesinas eran, prácticamente en su totalidad o en casi su totalidad, analfabetos que no sabían ni leer ni escribir. Los poderosos de la tierra donde ellos subsistían -caciques y curas entre otros- impedían que pueden ser algo más que braceros, jornaleros mal pagados y peor atendidos que las ganaderías; pero aquellos seres humanos -hombres y mujeres por igual- tenían sentimientos y debían canalizarlos de alguna manera más o menos festiva. A falta de ocio suficiente como para dedicarse a las orgías de sus amos, se debían conformar con expresar sus sentimientos a través de las canciones mientras estaban sujetos a la condición de esclavos de la gleba. No habían evolucionado en lo cultural pero la cultura de sus sentimientos eran aquellas canciones de campo.
 
 
Analicemos brevemente la canción antes citada. ¿Qué veían los campesinos en las mujeres que les ayudaban en las tareas de recoger las aceitunas del señorito de turno? Una especie de liberación que no encontraban bajo otra forma.  Así que, para ellos, las aceituneras eran todas bonitas y lo poco que veían de ellas -los ojos de manera primordial- eran un regalo de Dios. Pero no podían ir más allá del escondido secreto y la callada sensación amorosa. Es por eso por lo que les piden a ellas, mientras trabajan juntos, que no les miren demasiado porque, en caso de cometer actos prohibidos por los amos (señoritos de la capital) y los censores (curas de manera muy especial) los podían condenar, por lo menos a la cárcel, o al destierro lejos de los suyos.
 
Esta doble situación de alegría por tenerlas a su lado y de tristeza por no poder más que cantarles alguna canción improvisada en medio de las tareas de labriegos es la gran dicotomía del campesinado extremeño hasta hace muy pocas décadas. Una especie de agridulce sensación que sólo tendrá como recompensa la posibilidad de sentirse unidos a ellas por los lazos del sufrimiento en común. ¿Quijotismo de idealización tal vez? Supuestamente sí. Las dulcineas de los campesinos para combatir la vigilancia del poder de los sanchopanzas que vivían a costa de todos ellos. Idealización de la vida cotidiana versus la dureza de la realidad: una forma de soñar sintiéndode poetas y por cada gota de sudor una idea amorosa. ¿Es o no es poesía los cantos populares? Traducidos a los contextos del sentimiento humano no hay lugar a dudas de que es un lirismo lleno de potenciales voces que elevan sus cantos para reproducir sus sueños. 
 
¿Cómo podemos hoy en día conocer la diversidad que existía en la lírica tradicional de la poesía extremeña durante la Alta Edad Media? Vayamos primero con una pequeña semblanza de autores que la recogieron en algunos de sus textos escritos. En este sentido, Manuel García Matos, nacido en 1912 en Plasencia, de Cáceres, y muerto en Madrid en 1974, realizó estudios de violín, flauta, piano, armonía y contrapunto. Con sólo 18 años de edad, fundó los Coros Extremeños y comenzó una ardua labor de recopilación literario-musical de canciones centrándose en el estudio de instrumentos y danzas. En primer lugar realizó la labor en Extremadura, para con  el tiempo proseguirla por toda España, llegando a recoger más de 10.000 documentos musicales. En el año de 1945 se le otorgó el Premio Nacional de Folclore y llegó a ser catedrático de esta materia en el Real Conservatorio de Música de Madrid. Publicó "Lírica Popular de la Alta Extremadura" y otra de la provincia de Madrid, así como danzas populares de España, con música y coreografía. Bajo la tutela de la UNESCO, realizó una antología del folclore musical de España. En el año 2012 se emitió un sello de correos de España con su imagen.
 
Del pueblo y con el pueblo extremeño, aprendió García Matos a bailar sus danzas tocando los instrumentos que le eran propios: la gaita y el tamboril, lo que sería de gran ayuda para sus investigaciones y futuros trabajos; conocedor de la psicología sencilla y a la vez compleja del alma popular, lograba que tocaran y cantaran para él las canciones y romances más diversos. El resultado de este trabajo fue una rica cosecha de más de 630 documentos musicales, de la que el eminente historiador de la música José Subirá dijo: "Extremadura hubiera sido algo así como "tierra incógnita" en orden folklórico, sin las publicaciones de Manuel García Matos". Me estoy refiriendo a José Subirá Puig (en catalán, Josep Subirà i Puig), también conocido por los numerosos pseudónimos que usó: Jesús A. Ribó, Rosa I. Jubés, Mauricio Puig, Ixión y El Bachiller Orfeo) quien nacido el 20 de agosto de 1882 en la ciudad de Barcelona y muerto en la ciudad de Madrid, el 7 de enero de 1980, fue un musicólogo y compositor español.
 
Junto a la "Lírica Popular de la Alta Extremadura" de Manuel García Matos, más centrado en la povincia de Cáceres, existe el "Cancionero Popular de Extremadura", de Bonifacio Gil, dedicado sobre todo a la provincia de Badajoz y que constituye la principal obra sobre el folclore extremeño en general. Bonifacio Gil García (Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 14 de mayo de 1898 - Madrid, diciembre de 1964) fue un musicólogo y folclorista riojano de nacimiento y extremeño de adopción. De pequeño fue cantor del coro del convento de San Francisco, en su lugar natal, despertándose en él una verdadera vocación por el folclore, que más tarde estuvo patente dentro de su servicio del Ejército como educador musical en Burgos. A los veinticinco años (1924) ganó con el número 1 las oposiciones a Músico Militar del Ejército, con el grado de director de banda y fue destinado a Badajoz para dirigir la Banda del Regimiento Castilla número 1. Apasionado por el folclore y mostrando siempre inquietudes llevó a cabo numerosos proyectos musicales. En 1927 fundó el Conservatorio de Badajoz, que lleva ahora su nombre, donde ejerció de director y profesor de Armonía. También en ese mismo año creó el Orfeón de la ciudad. Tres años más tarde fue nombrado Director-Presidente "honoris causa" de la Sociedad Coral e Instrumental "Santa Cecilia" (de Villafranca de los Barros). Integrado ya en la vida social y cultural pacense, Bonifacio Gil García empezó a formar parte del Centro de Estudios Extremeños, llevando a cabo un trabajo de recopilación con más de 800 cantares populares y romances de Extremadura.
 
En 1930 apareció la primera edición del "Cancionero popular de Extremadura. Colección, estudio y notas" (la segunda aparecería en 1961). En su cancionero, Bonifacio Gil García, aparte de la música, estudia las características de las danzas, los instrumentos populares y las costumbres. Octuvo el Premio Nacional de Música en 1932. En 1943 le nombraron miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. En 1945 es nombrado hijo adoptivo de Badajoz. Esta ciudad le tiene dedicada una calle con su nombre, así como la población pacense de Montijo, mientras que Santo Domingo de la Calzada le ha dedicado una plaza. Bonifacio Gil García vivió 23 años en Extremadura. Su dedicación al folclore extremeño está reflejada en una gran lista de publicaciones. Además, por encargo del Instituto Español de Musicología, acometió lo que por entonces se denominó "Misiones Folclóricas", recorriendo varias provincias y recopilando más de 2.000 cantares recogidos en distintos cancioneros, tales como el "Cancionero de Granada", el "Cancionero de Ciudad Real", el "Cancionero de Cádiz" y el "Cancionero de Toledo".
 
Además de su trabajo de recopilación y publicación de cancioneros, también se interesó por algunos aspectos monográficos del folclore como el infantil, el taurino, el del campo, el histórico, el de Navidad, etcétera. Sus investigaciones le llevaron a escribir numerosos artículos sobre cultura tradicional, y varios volúmenes del "Cancionero popular de Extremadura" (1931-1956), "El libro de las canciones" (1958), "La fama de Madrid, según la tradición oral" (1958), "Cancionero popular taurino" (1963), "Muertes de toreros" (1964), "Cancionero infantil universal" (1964), "Cancionero infantil" (1964). Y tras su muerte se publicaron su "Cancionero de campo" (1966), el "Cancionero popular de La Rioja" (1968) y el "Cancionero histórico carlista" (1990). En el año 2003 su hijo Carlos Gil Muñoz publicó el "Cancionero popular de quintos y soldados", fruto de la recopilación de canciones que hizo su padre. Se conserva todavía inédita su obra más importante, el "Cancionero Histórico", donde se da una visión integrada de la historia de España a través de sus canciones.
 
Bonifacio Gil García llegó a Badajoz en 1924; integrándose enseguida en el Ateneo de Badajoz, donde compartió sus aficiones culturales con profesores, escritores y artistas, comenzando a recorrer Extremadura para acercarse verdaderamente a su cultura. Sus primeros viajes de recogida del folclore fueron a Puebla de la Calzada, Campanario y Trujillo; y comienza a recopilar cantares y leyendas que le cuenta el pueblo. De esta manera consiguió unos 150 cantares y romances que, una vez estudiados y clasificados, consideró como cantares autóctonos de Extremadura, desechando algunos por no ser tradicionales y formando la base del reconocimiento de la cultura autóctona extremeña. Menéndez Pidal le escribió una carta en la que decía: "Extremadura, gracias muy especialmente a usted, es ya una de las regiones mejor representadas en el "Romancero General" que estoy preparando. Y la Federación Extremeña de Folclore realiza cada año, en distintas sedes de Extremadura, el festival Bonifacio Gil, honrando así a unos de los folcloristas precursores en la investigación de nuestro cancionero.
 
Posteriormentese han publicado otros cancioneros, algunos de ellos de zonas amplias, como el "Cancionero de la provincia de Cáceres", de Ángela Capdevielle Borrella, si bien en ellos falta el análisis etnomusical presente en los dos anteriores aquí citados. Siguiendo aquello que dijo Bonifacio Gil García de "dada la abundancia y variedad de la melodía popular extremeña podría permitir la formación de un Cancionero (del volumen del presente) por cada partido judicial" (citado en la Introducción del tomo II), se han hecho algunos cancioneros centrados en localidades concretas como Piornal, Torrejoncillo, Orellana la Vieja, etcétera, y otros sobre zonas más amplias, en algunos casos comarcas como La Vera y Las Torres por no citar otras muchas más. En todo caso, aún hay muchas zonas extremeñas sin su cancionero, lo que con el tiempo podría llevar a la desaparición de sus músicas tradicionales, algo que no sería deseable por quienes amamos la cultura en todas sus dimensiones.
 
Hablemos ahora de Ángela Capdevielle Borrella, investigadora del folklore de la de la Alta Extremadura. Según una nota periodística, el día 27 de mayo de 1972, a los 82 años de edad, falleció en la ciudad de Cáceres doña Ángela Capdevielle Borrella. Había nacido en la localidad de Casar de Cáceres el 5 de mayo de 1890. Doña Ángela Capdevielle Borrella era para los cacereños familiarmente Doña Angelita; porque la eminente profesora de música, pianista e incansable investigadora del folklore cacereño, era muy querida en la ciudad de Cáceres. Angelita empezó a estudiar música cuando apenas tenía 6 años de edad. La carrera de Angelita Capdevielle, para revalidar los estudios oficiales, fue rápìda y fulgurante. Lo llevó a cabo todo en una convocatoria. Las pruebas de los cursos de solfeo, piano, armonía, etcétera, las realizó con una extraordinaria brillantez en tan solo ocho días. Se hizo muy popular en el Conservatorio de Música de Madrid, hasta el extremo de que sus exámenes fueron presenciados por la mayoría de los alumnos en medio de una singular admiración. Los profesores, al comprobar sus amplios y sólidos conocimientos y dominio de todos los ejercicios, se limitaban a invitarla a que interviniese con pruebas del mayor rigor artístico. Fue realmente el de Angelita un caso raro, insólito, y produjo la natural curiosidad e incluso el asombro.
 
Después de realizar toda su formación, también se dedicó a la investigación. La obra de búsqueda y recogida por Angelita Capdevielle del rico folklore extremeño, está contenida en su obra extraordinaria, "Cancioneros de Cáceres y su provincia", que vio la luz pública en 1970, merced a los auspicios de los Servicios Culturales de la Diputación Provincicial y que ofrece las partituras musicales procedentes del pueblo. Además de la tarea pedagógica, hay que resaltar en la actuación de Angelita su entrega amorosa a la preparación de grupos, de embajadas folklóricas de la provincia de Cáceres por Europa y las rutas de la Hispanidad. Con frecuencia visitaba los pueblos en unión de alguna de sus sobrinas -las Tolas (María del Carmen, conocida como Carmina, y Ana María), que se hallaban en posesión de excelentes condiciones artísticas para interpretar las danzas y después ella recoger la música. Tarea, como hemos dicho, dura y ardua porque exigía el sacrificio del viaje y Angelita siempre se mareaba cuando se desplazaba a algún lugar.
 
Ella trasladaba todo pacientemente, anotaba y escribía al papel pautado los cantos populares y registraba voces y tonadas de personas de edad, evitando con ello que se perdiesen. Durante una estancia suya en Plasencia se dirigió a Montehermoso. Iba acompañada de su sobrina Carmina. Totalmente mareada llego la profesora a la histórica localidad y cuna del llamativo traje típico y, después de muchas gestiones, no le fue posible hallar alojamiento. En todas las casas se lo negaban porque -según decían las gentes- eran unas "bailaorinas". Así las cosas, se vieron en la necesidad de acudir a la primera autoridad local, quien informado de la personalidad de Angelita, pidió disculpas y les proporcionó hospedaje muy digno para después iniciar el trabajo. Como este o de otro orden análogo podríamos mencionar varios sucedidos, pero pese a las dificultades y peripecias que surgían, Angelita seguía investigando incansablemente el folklore y enseñando a sus alumnos sin concederle la menor importancia a las incidencias que surgieron con motivo de su actuación.
 
Esa respetabilísima mujer que incluían los montehermoseños entre "las bailaorinas", se encargaría de investigar minuciosamente, con un tesón puesto de manifiesto, las danzas, los sones, y difundirlo todo, así como el preciado y vistoso indumento -los pañuelos, pañolones, refajos, polleras, panderos, castañuelas, ectcétera-,  para que fueran conocidos y enjuiciados sus valores. Hay que sostener que popularizó todo el rico vestuario extremeño que, en realidad, estaba desconocido en parte hasta por la propia región. Por todo ello, Ángela Capdevielle Borrella recibió diferentes premios: la "Y" de Plata de la Sección Femenina, el ingreso en la Orden de Cisneros y la concesión del Lazo y Medalla del Mérito Civil. Poco antes de fallecer recibió un homenaje de la Organización Juvenil. Pocos días después del fallecimiento, la ciudad de Cáceres rindió cariñoso y emotivo homenaje a Ángela Capdevielle Borrella, en testimonio de respeto y gratitud por su alto magisterio, por sus enseñanzas y didascalías (instrucciones poéticas y de actuación a sus alumnos y alumnas) y, en definitiva, por toda su obra, con motivo del concierto de fin de curso de 1972 del Orfeón Provincial de de la ciudad en la que fue su Directora de Honor.
 
Juan Solano Pedrero, El Maestro Solano (Cáceres, 1921 - Málaga 1992), que fue un músico español, autor de coplas andaluzas y otros muchos géneros tradicionales, discípulo predilecto de Angelita, en la carta necrológica que dirigió a sus familiares por el fallecimiento de la pianista, la calificó como "corazón musical de la Alta Extremadura" y concretaba que fue ella la que ha salvado y resucitado "El Redoble", la preciosa jota ochocentista cacereña que devolvió al pueblo de donde procede y de la que se ha afirmado que es el "himno grande de Cáceres". "El Redoble", es la inconfundible expresión del temperamento cacereño y aún diríamos que de toda la región extremeña.
 
En un sencillo homenaje, uno de sus discípulos le dedicó una "bomba" o "piropo" a la manera de los típìcos de Alcuéscar y además ingenioso, ya que alude al esfuerzo de la profesora, y cuyo texto es el siguiente: "De la gente de mi tierra, / traigo la esencia más rica / que ha vuelto a resurgir / gracias a Doña Angelita". Este fue el principal empeño de la investigadora: hacer resurgir el rico acervo, el venero y las esencias melódicas de la tierra parda. José Blázquez Marcos, el Conde de Canilleros, Gregoria Collado Alonso, Antonio López Martínez, Gabriel Romero y otros escritores abordaron la obra de esta estudiosa del folklore extremeño
 
Volviendo al tema en general, Extremadura presenta puntos comunes con Portugal, Andalucía y Castilla, especialmente las franjas occidentales de estas dos últimas (Andalucía occidental y el Reino de León), si bien Extremadura posee un rico folclore autóctono que hunde sus raíces en su cancionero y su romancero. Existe un amplio repertorio de música de baile para chifla (flauta pequeña con solo tres orificios, uno en la parte inferior y dos en la superior, que se toca con una sola mano y se usa especialmente junto con un tamboril) y para este citado tamboril (instrumento de percusión membranófono cilíndrico percutido con baqueta y que es típico en toda la península ibérica; similar a un tambor, pero con una caja más estrecha y alargada), así como una inagotable tradición de rondallas (bandas musicales cuyos componentes tocan canciones populares con guitarras, bandurrias y otros instrumentos de cuerda similares, generalmente acompañados de castañuelas, panderetas y otros cordófonos -instrumentos musicales de cuerda- poco frecuentes). Como en otras zonas, entre los bailes se encuentran también la jota, el fandango y los paloteos. Los estilos vocales son enormemente variados y pueden oscilar entre una esquemática sobriedad y una ornamentación exuberante. Al igual que en zonas colindantes de la franja occidental, predominan las melodías en modo menor sobre las melodías en modo mayor, siendo también considerables las melodías en escala andaluza u oriental menor, lo que le otorga un aire melancólico y grave a la música extremeña, aunque en las melodías de baile no se suele dar tanto este factor. El folclore de la zona de Olivenza presenta influencia portuguesa, incluyendo el afamado baile del candil oliventino. Como en Andalucía y Murcia, el flamenco se aprecia y se cultiva, asociándose Extremadura con palos como los jaleos extremeños o los tangos extremeños. Tópicamente, solía asociarse el uso de la zambomba con Extremadura. De hecho, al igual que en Andalucía, el repertorio de villancicos y canciones de Navidad es llamativamente voluminoso. Y es necesario decir que la zambomba es un instrumento musical de percusión formado por un recipiente más o menos cilíndrico, generalmente de barro u hojalata, cerrado por la parte superior con un parche de cuero tenso en el que está fijado un palo que atraviesa verticalmente su centro; se toca frotando el palo arriba y abajo con la mano humedecida, y tiene un sonido ronco, seco, fuerte y monótono.
 
Constantemente, en la vida cotidiana, en conversaciones que surgen en la vieja y recia Extremadura, en festividades y otras reuniones sociales, suele escucharse un extenso catálogo de dichos y estrofas populares, que cabe recoger y resaltar por los valores que encierran y, sobre todo, porque, aunque de un modo fragmentario o parcial, dicho trabajo puede constituir un esbozo, una radiografía localizada de una forma de pensar, de un modo de expresarse del pueblo llano en una época determinada, que configura la identidad cultural de un grupo humano. Seguidamente, transcribo algunas estrofas que he oído, hace ya tiempo, y otras más recientes, en la vieja región extremeña. Pregones populares: "El que se haya encontrao / un saco con las cosas de injertar, / que se las lleve al Tío Jurrado, / que le darán por saco / lo que sea regular". "Caballo negro / y sin señal, / muchos lo buscan / y pocos le han". Se refiere a que no es frecuente toparse con la suerte, simbolizada aquí en este animal, por mucho que uno se empeñe en perseguirla. De una vieja copla popular es lo siguiente de la localidad de Serradilla, cuna de preclaros varones y mujeres como Benedicto Barbero (sacerdote mártir de la iglesia católica), Francisca Mateos (maestra, directora de juegos escolares, artista, filántropa y humanista), Diego González Alonso (político, pedagogo y agrónomo), Néstor del Barco Rodrigo (director de cine y divulgador de la lengua extremeña), Marcelo Rivas Mateos (farmacéutico, botánico, geobotánico, zoólogo y profesor), Ángel Rodríguez Álvarez (maestro creador del método pedagógico conocido como "Rayas"), Agustín Sánchez Rodríguez (editor, impresor y escritor) y Celestino Vega Mateos (médico, humanista y poeta) : "Serradilla, Serradilla, / llevas en el corazón, / con el Santísimo Cristo, / la Virgen de la Asunción. / ¡Dale la oliva, la naranja y el limón!". De los mozos de la vida rural: "Y si los hay, no se ofrecen; / en este pueblo no hay mozos / y si los hay no se atreven, / que vienen los forasteros / y se llevan las mujeres".
 
Obsérvese que, hasta no hace mucho tiempo -como puede colegirse de la copla-, las mozas casaderas de los pueblos eran consideradas como "propiedad" de los varones célibes del vecindario. En la antigüedad se suscitaban serios conflictos, incluso sangrientos, por el mero hecho de mantener relaciones amorosas entre una residente y un forastero. Después, como símbolo de la "propiedad", se exigía una especie de "canon" a todo forastero que se "ennoviaba" con una moza del lugar, consistente en el pago del "piso"; lo que equivalía a invitar a todos los mozos del pueblo a unas arrobas de vino, cuya cuantía era función de la capacidad económica del novio y de las presuntas gracias de la moza.
 
A la bella localidad de Madrigal de la Vera, de la riquísima comarca natural de La Vera, pertenece esta canción: "A la mujer la comparo / lo mismo que a las gallinas, / que faltándoles el gallo / a cualquier pollo se arriman". En Rotura y Cabañas del Castillo, localidades de Las Villuercas, próximas a Guadalupe, centro de devoción y de arte, se canta: "La mujer que salga brava / aunque la lleven al río / y la metan de cabeza, / no se le quita el bravio". "A la mujer la comparo / con la botella de cerveza, que, en quitándole el tapón / se le va la fortaleza". "Yo tuve, en tiempos, una novia, / la comparé con la breva; / yo la estuve madurando / p'a que otro se la comiera". "Eché leña en tu corral, / pensando que me querías / y ahora que no me quieres / venga la leña, que es mía". "Ya no me quiere mi suegra, / porque dice que soy pobre, / que dé la vuelta a tu casa / y me dé lo que le sobre". "Anda diciendo mi suegra / que me va a dar un rosario, / teniendo yo con su hijo / corona, cruz y calvario". "A cantar me ganarás, / pero no a saber cantares, / que tengo una arca llena / y encima siete costales". "Anda diciendo tu madre / que la luna p'a ti es poco; / y yo, como no soy Luna, / te dejo y me voy con otro". "Anda diciendo tu madre / que tienes un olivar; / ese olivar que tú tienes / es que te quieres casar". "De que no te he querío, / dice tu madre: / la madeja sin cuenda / ya está en el baile". "Si el querer que puse en ti / lo hubiera puesto en un guarro, / ahora me comiera yo / bien buenos torreznos magros". "Ya se van los quintos, madre; / ya se va mi corazón, / ya no tengo quien me tire / chinitas en mi balcón". "Cuando los quintos se van, / las madres son las que lloran, / que las novias no lo sienten / se quedan cuatro chavales / y con ellos se divierten". "Cuando paso por tu puerta, / cojo pan y voy comiendo, / p'a que no diga tu madre / que con verte me mantengo". "Cuando quise, no quisiste; / ahora que quieres, no quiero, / pásate la vida triste, / que yo la pasé primero". "A San Antonio le rezo / un Credo todos los lunes; / porque Antonio se llamaba / el primer amor que tuve". "Me gusta el nombre de Pepe, / porque se pega a los labios; / el de Juan ya no me gusta, / porque no se pega tanto". "Tengo un pleito con mis padres, / si no lo gano, me muero, / que quieren que yo me case / con uno que yo no quiero". "Mis padres quieren con otro, / yo contigo, vida mía; / y más adelante veremos / quién gana en esta porfía".
 
En la comarca de Las Terrucas, se canta: «Ya vienen los Carnavales, / la feria de las mujeres; / la que no le salga novio / que espere al año que viene". "P'a patatas, Navezuelas; / para vino, Cañamero, / y para muchachas guapas / en Roturas, que es mi pueblo". "Tu madre a mí no me quiere, / ni la mia a ti tampoco; / el campo no tiene llave, / vámonos allí nosotros". "En una fila de mozos / me pusieron a escoger; / en un Juan puse los ojos, / y en un Antonio el querer". Este bellísimo florilegio de cantares da idea cabal del sentir y del costumbrismo de la vieja, recia y parda Extremadura, que con tanto cariño estudió el que fue magnífico escritor cacereño José Blázquez Marcos.
 
A continuación voy a analizar el contenido de algunos pocos ejemplos que vienen recogidos en los Cancioneros extremeños ya citados; pero antes sepamos que, en general y propio de la Edad Media, un Cancionero popular es una colección de canciones y poesías, por lo común de diversos autores anónimos; o sea propio de los pueblos antes de que apareciesen los primeros poetas con nombre reconocido.
 
Para abundar más en el tema, copio un texto que aparece en Internet: "El término cancionero es aquel que se utiliza para designar a los conjuntos de canciones que se arman con un sentido y una lógica estética o musical particular. Los cancioneros juntan varias canciones o poemas recitables que son cantados o recitados por uno o diferentes artistas. Si bien a veces puede primar la variación de características entre los diferentes elementos que componen un cancionero, por lo general se arman encontrando algún elemento en común entre ellos, por ejemplo el estilo de música, el tipo de significado que implican los versos, el artista que los realizó o canta, etcétera. Los cancioneros son elementos muy importantes en el mundo de la música y si bien pueden ser usados por los profesionales de este ámbito, también pueden ser fácilmente adaptables a las necesidades, estilos y accesibilidad que una persona común, no dedicada a la música puede tener. En este sentido, es común encontrar diferentes cancioneros de bandas musicales populares y actuales que contienen la letra o acordes de diferentes canciones para que la persona en cuestión pueda disfrutar de esas canciones a través de su propio canto o de tocar la música que la acompaña. Un cancionero también puede armarse para determinados eventos, por ejemplo un recital o una performance en vivo. Así, el cancionero se puede guardar como una lista de los temas o canciones tocadas en ese evento, tanto como recuerdo como también como guía para poder seguir el espectáculo. Tal como se dijo, los cancioneros pueden ser muy variados en su estructura y mientras algunos sólo incluyen canciones de un sólo artista o grupo musical, otros pueden ser un conjunto de canciones de un estilo particular de música pero de diferentes músicos (por ejemplo, un cancionero de jazz que incluye muchos artistas diferentes de este estilo). Lo importante es que el cancionero mantenga ciertos puntos en común entre todas las canciones que lo forman de modo de que pueda ser interesante o útil para un tipo específico de gusto musical".
 
¿Qué es entonces un cancionero lírico medieval? Consulto, una vez más, Wikipedia: "Se denomina habitualmente lírica cancioneril a la compuesta durante los siglos XIII, XIV, XV y XVI, y recopilada en antologías elaboradas por algún coleccionista de poemas denominadas cancioneros. Restrictivamente, el marbete lírica cancioneril designa en particular al tipo de lírica que se dio en España durante el siglo XV principalmente; sabiendo que marbete significa, en su sentido más estricto, trozo de papel, carton u otro material parecido que se pega a un objeto (en este caso a la colección de canciones y poesías), y sirve para indicar la marca, el contenido, las cualidades de lo que hay en su interior).
 
Un cancionero medieval es una colección de canciones y poesías de diversos autores. Los cancioneros son florilegios poéticos que no deben confundirse con los llamados cancionero petrarquistas, los cuales reflejan un tipo de estructura diferente, emanada de la corriente poética del Renacimiento denominada Petrarquismo. Estos cancioneros medievales reflejaban los gustos estéticos de los coleccionistas que los formaban generalmente con pliegos sueltos o con poemas copiados en limpio por su propia mano o por la de otro desde otros cancioneros, de libros impresos o manuscritos o de obras que poseían los propios autores de los poemas o coleccionistas. Algunas de esas colecciones llegaron a ser divulgadas por la imprenta, pero otras se han conservado en copias manuscritas.
 
Los cancioneros podían elaborarse sobre un género literario concreto, sobre un autor o sobre una temática determinada. A veces, incluso, reflejaban la producción de un círculo poético concreto, de una escuela o corriente estética o de una ciudad. Algunos poseen la transcripción de la partitura musical que solía acompañar las canciones; otros no. Sea como fuere, son fuentes muy importantes para conocer no sólo la lírica cortesana de esos siglos, sino también la popular, pues en ellos se consignaban muchas veces las canciones o romances que constituían la cultura vulgar de esos siglos que forma el telón de fondo de las grandes creaciones literarias de la época. Constituyen igualmente una rica fuente de información histórica y social. Los cancioneros se bautizan habitualmente por el nombre de su confeccionador o poseedor, o por el nombre de la biblioteca que los conserva. 
 
Así que comenzamos con la que denomino Canción I, del Cancionero de Bonifacio Gil. Dice así: "Se han cavado las viñas / sin echar las mantas, / porque el amo y el ama / no las aguantan./ ¡Viva el amo y el ama, / también las viñas, / vivan los labradores / que las cultivan! / ¡Viva el ama, el ama / que amo no tiene! / A uno lo llevó el diablo, / y al otro lo lleve. / En lo alto de la cumbre / llora un cabrero / porque se ha muerto un chivo / del mal postrero".  
 
Estamos ante una canción de vendimia extremeña. Hay que hacer referencia a la vendimia en Extremadura que es, parecida en casi todos sus términos, a la vendimia manchega. A principios del mes de septiembre o, más exactamente, casi siempre durante el mes de agosto, el pueblo se movilizaba para la recolección de la uva. Iban a realizar las llamadas faenas de la vendimina y, para ello, la gente se ajustaba o contrataba con diferentes amos, formándose así la "cuadrilla" de vendimiadores bajo las órdenes de un capataz. Los vendimiadores, hombres y mujeres, ancianos y niños, se levantaban con el alba, uncían las yuntas con las corraladas, sujetaban el yugo de las pesadas carretas, cargaban las banastas y los hocinos y cuando llegaba el amanecer las caravanas se ponían en marcha camino de la viña distante. Al llegar a la viña, verde mar de pámpanos extremeños con la silueta de los pueblos al fondo, se descargaban los carros y se colocaban a la sombra de los pinos. Era el inicio de la vendimia. El trabajo de vendimiar era tan duro en el "tajo", como sucedía con  cualquier otro trabajo del campo. Además, como carácter general que se quedó siempre como sello de identidad de las gentes campesinas extremeñas, había que marcharse muy lejos (a los extremeños y extremeñas siempre les ha tocado, a lo largo de la Historia, marcharse muy lejos); pero cada noche hay una fiesta para solazarse y recuperar energías. Los mozos y las mozas, envueltos en mantas de paño de "anguarina" (prenda de abrigo que es similar a una chaqueta gruesa de tamaño grande y de modo rustico llamado gabán para protegerse, abrigarse y cubrirse del frío y de la lluvia) van cantando seguidillas. Mientras cantan lanzándose puyas más o menos picarescas los unos a las otras y las otras a los unos, las mulillas sacuden sus "anteojeras" y "bridones" ante la anchurosa llanura que se les presenta: pañuelos de cuadros blancos y negros (el yin y el yan de la labor campesina de cada día desde el blanco amanecer hasta el negro de la noche), boinas negras similares a las bilbaínas, chambergos deformados y amplias pañoletas blancas que envuelven, del modo más cuidadoso y hábil, al puro "estilo árabe", todo el rostro de las mujeres. Sigamos con la visión. Los cuerpos quedan ocultos por el espeso vestido de las vides, cuyo color verde contrasta con el azul de las blusas de los mozos atadas delante con una lazada. A veces, casi siempre para ser más exactos, las mujeres llevan pantalones anchos, sujetos a sus blusas con imperdibles para estar más libres de movimiento; porque, en toda Extremadura, la vendimia es la exaltación más perfecta de su folckore ya que sus cantos y bailes se celebran en plena Naturaleza. Completemos el cuado sociológico de este asunto extremeño: al llegar al "tajo" empiezan la faenas. Vistos desde afuera, y desde la lejanía, sólo son cabezas de personas que se yerguen y se vuelven a inclinar, tocadas con el más variado género de atavíos y vemos cómo dos personas de todo el grupo llevan una "espuerta" donde se ponen los racimos, y un "trinchete" (especie de cuchillo grande con la hoja curva) para cortar las uvas. En cada una de estas "espuertas" (recipiente de esparto u otro material flexible, con dos asas pequeñas y generalmente más ancho que alto, que se usa para transportar materiales) entran, aproximadamente, un total de entre 30 ó 40 kilos de uvas, que depositan en los "capachos" (especie de espuertas de cuero o de estopa muy recia). En estos capachos entran, por lo menos, tres o más espùertas. Y llega el descanso tan merecido. Durante el almuerzo y comida hay gachas, tocino, pimientos y bacalao con arroz. Y, al final de la temporada, ya sea con frío, calor, viento o lluvia, la vendimia siempre es recordada con nostalgia y es de agrado en el flolklore extremeño que se organzia al final de ella: juegos, cantos y bailes.
 
Bien. Volvamos a la canción. ¿Qué significa cavar las viñas sin echar las mantas porque el amo y la ama no las aguantan? La respuesta quizás reside en un refrán campesino muy antiguo que dice: "Cuando el grillo canta no hace falta la manta". Viene a querer decirnos que los campesinos y las campesinas pueden descansar quitándose mucha de la ropa que llevan en abundancia y que les hace sudar en pleno estío veraniego y entonces sucede que se ven más naturales los unos a las otras y las otras a los unos. Por eso agradecen a los amos esta permisividad que les sirve de oportunidad para imaginar. Y por imaginar, para regodeo ante sus imposibles sueños, celebran a las amas que no tienen amo o al amo que dejó sola a la ama. ¿Por qué sucedían estos pensamientos en las mentes e imaginaciones de los siempre esclavizados campesinos de la Extremadura en la Edad Media? De siemrpe se ha sabido las peleas y discusioens que existían, en Extremadura como en otros muchos lugares e España y el extranjero, entre los agricultores y los ganaderos para posesionarse de las mejores tierras y que algunas veces terminaban en tragedias. De ahí que el anónimo poeta se ríe de las penas de los cabreros cuando a  alguno de ellos se le ha muerto una cabra. No es una guerra abierta y despiadada sino un enfrentamiento más o menos violento para conseguir los mejoees terrenos que quedaban libres o bien para cultivar uvas o bien para que las cabras rumiasen en los pastos. 
 
Esta canción es propia de las tradicionales fiestas de la vendimia de Villafranca de los Barros y su comarca vitivinícola. El día 8 de septiembre de cada año (por eso se le ha denominado el Día de Extremadura en la actualidad) siempre se celebraba la fiesta popular de la Virgen Coronada, en la que se daba rienda suelta al jolgorio y la alegría retenida durante el resto del año. Se celebraba el cuerpo del vino nuevo, la recogida de la fruta de la vid, la escenificación de la campana la "quea", el pisado tradicional de la uva, el trabajo del vinatero, el bacalo del borracho, las manijeras... todo un desfile de personajes y actividades populares en torno a la vendimia y de cara al público para seguir con las tradiciones de la tierra. 
 
¿Qué podemos decir de la Fiesta de la Virgen Coronada? Pongamos el ejemplo del pueblo de Talarrubias. Esta localidad se encuentra en la comarca de La Siberia, al noroeste de la provincia de Badajoz y pertenece al Partido judicial de Herrera del Duque. Sin duda alguna, junto con la Feria de Mayo, las Fiestas de Agosto en honor a la patrona de la localidad son el evento que a más gente moviliza. Son las Fiestas más deseadas de todo el año, no sólo por los que viven en Talarrubias durante todo el año, sino por sus emigrantes que no faltan a la cita. 
 
Tradicionalmente, la mañana del 23 de agosto comienzan los actos con el Rosario de la Aurora que se celebra en la Ermita de la Virgen Coronada. Por la tarde, sobre las 20:00 todos los vecinos, autoridades locales y peñas, acompañados de la banda musical y el grupo de tambores, se dirigen a la Ermita, a por la Virgen, para llevarla en procesión hasta el pueblo. Los más jóvenes van animando el camino con los cánticos de sus peñas, cada una con sus propias camisetas con nombres tan curiosos como, en la actualidad, “El 69”, “Aupapachy”, “Toroncos”, “Espontáneas Auténticas”, “Vikingos”, "Edelkyrias", etcétera. La patrona hace entrada en la plaza del pueblo (llena hasta el último rincón), donde mientras rodea la fuente es aplaudida y alabada por todos. Una vez ubicada la imagen de la Virgen entre la puerta de la Iglesia y el Ayuntamiento, el párroco dice unas palabras y se procede a cantar la Salve en su honor.  Terminada ésta, todo el pueblo grita: ¡¡Viva la Virgen Coronada!!, ¡¡Viva la patrona de Talarrubias!!, ¡¡Viva Talarrubias!!. Se apagan las luces y comienza el espectáculo pirotécnico que anuncia el comienzo de cinco días de fiesta. Durante todas las noches (del 23 al 27) en la plaza del pueblo actúan distintas orquestas hasta el amanecer, animando a mayores y jóvenes. Pero si hay algo que llama la atención de todos, lo más esperado, lo que más impacta a los que vienen por primera vez es "LA BANDA". Se celebra la mañana del 24, es decir, después de toda la noche del 23. Acabada la última actuación de la orquesta todo el mundo se dirige a la puerta del Ayuntamiento pidiendo que salga la banda de música y toque “La Campanera”, pasodoble típico de gran significado para la gente de aquí. La Banda comienza entonces un recorrido de dos horas por todas las calles del pueblo y es acompañada por todo el mundo que la sigue cantando y bailando. Los vecinos que están en sus casas invitan a “aguardiente”, o anís, e incluso sacan melones y sandías para todos. Por supuesto una de las paradas de la banda es la puerta del Señor Alcalde, que todos lo años invita a unos licores, champán, etcétera. En la tarde del día 24 se celebra una procesión dentro de la localidad en honor a la Virgen Coronada. Los días siguientes, 25, 26 y 27, se celebran los espectáculos taurinos en la Plaza de Toros, la cual se ha hecho por los vecinos, con palos y cuerdas, durante mucho tiempo  hasta el año 2002, que el Ayuntamiento la construyó fija. Esta tradición consistía en lo siguiente: Caigan como caigan las fiestas, las barreras de los toros siempre se hacían en Domingo, normalmente el anterior al 23. Los hombres se levantaban temprano y se dirigían al solar donde tenían guardados los palos de madera para la barrera, que solían ser los mismos año tras año. Una vez subidos los palos a los carros, camiones o remolques se dirigían a  la plaza de toros. Una vez allí se sorteaban las barreras, y podía tocarte en la primera (delante del todo), en la segunda o en la tercera (que es estar subido en un andamio como los obreros de la construcción). Este sorteo va por números, los cuáles cada uno tiene uno diferente que corresponde a la papeleta que anteriormente se ha comprado en el Ayuntamiento.  Para aclararse; si tu querías tener una barrera tenías que pagar, aunque a la gente que no es del pueblo se les deja entrar gratis. Normalmente las peñas para las barreras estaban formadas por familiares y amigos, y son estos quienes hacían la barrera. Una vez que te decían el sitio que te había tocado los hombres se ponían manos a la obra con los palos, las cuerdas, los clavos, etcétera, y sin darse cuenta para las 12:00 ó 13:00 estaba toda la plaza construida. Cuando terminaban los hombres se iban a sus solares o locales a celebrarlo durante el resto del día comiendo y bebiendo. Esta tradición se iba perdiendo porque los mayores que ya eran cada vez más mayores no podían seguir haciendo la barrera y los más jóvenes no mostraban mucho interés en aprender a construirlas, por lo tanto al día de hoy tenemos una plaza de toros adecuada a todos y para todos. Por último decir que la Virgen Coronada es llevada de nuevo en procesión hacia su ermita el 8 de Septiembre (Día de Extremadura) hasta el siguiente año, el 23 de Agosto.
 
Como podemos ver, esta canción es tremendamente sencilla y no busca ningún efecto poético de carácter más o menos académico; pero en su sencillez tiene una cierta rima que no está rebuscada sino que surge, directametne, del autor (o los autores porque esta clase de canciones iban variando mucho a través de los años ya que se transmitían de forma oral y cada poeta ambulante ponía o quitaba elementos para hacerlos más a su manera) cuando las recitaban en las plazas de los pueblos en días de fiestas. Siempre buscaban las plazas de los pueblos porque era allí donde se podían reunir a todas las gentes que, por supuesto, acudían a las voces que daba el poeta antes de comenzar con sus canciones. Hay un momento en que esta canción de la que estamos hablando tiene tintes un poco macabros ("que amo no tiene a uno se lo llevó el diablo") porque une a la ironía de las licencias amorosas de la ama con escena del marido cornudo. Pero esto era, solamente, una forma de desahogar los campesinos sus propias frustracioens sufridas a lo largo del resto del año. Vale, como referencia actual de esto último, la novela titulada "Los santos inocentes", de Miguel Delibes, publicada en 1981 y que dio origen a la película del mismo nombre dirigida por Mario Camus en 1984 en donde una familia de campesinos españoles vive subordinada a la clase que posee la tierrra, domina los recursos y manda sobre ellos. Su vida es renunciar y obedecer. Su destino está marcado y unicamente algo violento, fuera de lo cotidiano, romperá su condena. En dicha novela y en dicha película aparece el motivo de la ama que engaña sexualmente al amo (el capataz) a través del señorito propietario de las tierras que viene de la gran ciudad, en este caso Madrid, y que quiere cumplir toda clase de antojos aunque sea denigrando la dignidad de los demás seres humanos que pertenecen, por desgracia, al mundo de sus influencias.
 
La Canción II (también entresacada del Cancionero de Bonifacio Gil García) dice así:  "Ya se va a poner el sol / y hacen sombra los terrones, / se entristecen los amos / y se alegran los peones. / Ya se va a poner el sol / y hacen sombra las pajitas, / se entristecen los amos / y se alegran las mocitas. / Mi amante está en Azuaga / segando con la canina. / ¡Quién le pùdiera poner / delante del sol cortinas!"
 
He aquí una relación entre amos (capataces) y peones (labradores) presentada de otro modo más liviano y pleno de nostalgia. El labrador extremeño de la Edad Media siente la esclavitud a la que está sometido y por eso en el alma extremeña se ha desarrollado, desde entonces, ese espíritu de libertad que es santo y seña de su condición natural; pero la realidad es que se encuentra sometido. Por eso cuando llega el fin de la jornada, mientras al amo le gustaría seguir sempiternamente mostrando el poder de su autoritarismo, el peón se alegra de que, hasta la próxima jornada, ha conquistado la libertad que tanto ansía. El amo no desearía jamás perder pero al llegar el final siempre pierde aunque sea de forma transitoria hasta que el peón extremeño decida -como la Historia lo ha demostrado siempre- emigrar a otras tierras y a otros mundos diferentes. Es en esta época medievalista en dónde más se queda marcada la ansiedad de los extremeños por alcanzar el mundo de la libertad. Se va a poner el sol y los peones de las "cuadrillas" saben que les llega la hora del descanso, que van a dejar, por un momento, la esclava condición de segadores para pasar a obtener la liberada condición de amadores. Por eso el autor también dice que la alegría del peón, al ponerse el sol, es también la alegría de su amada que comparte con él su condición de esclava de la tierra convertida en segadora.
 
En el poema se cita a la población de Azuaga y que es allí donde está la mocita que el autor anónimo ama. Azuaga se halla al borde de Sierra Morena y se encuadra dentro de la comarca de Campiña Sur, en el límite con las provincias andaluzas de Sevilla y Cordoba, siendo el cuarto municipio en extensión de la provincia de Badajoz. Comprende la villa de Azuaga y la aldea de La Cardenchosa. Es la localidad más importante de la Campiña Sur y centro comercial y de servicios, no solo de esta comarca extremeña, si no también de las zonas limitrofes de Cordoba y Sevilla. Esta estrecha relación con lo cordobés y con lo sevillano hace que el poeta azagueño sea muy diferente a los de la Alta Extremadura, puesto que en su poesía busca mayor lucimiento lúdico en el plano de lo literario y sus acentos líricos son muy similares a los acentos líricos andaluces.
 
Hay una expresión que demuestra el gran sentido de privacidad que es propio de los campesinos extremeños. Me le refiero a la exclamación final de "¡Quién le pudiera poner delante del sol cortinas!". En Extremadura sucede que todavía perdura la intimidad profunda en cuanto a los temas amorosos se refiere. El poeta azagueño está deseando que se ponga el sol para ejercer su amorosa condición con su mocita enamorada fuera de la vista de cualquier otra persona. Abandonada ya la jornada laboral (ese final que entristece a los amos y alegra a los peones) el campesino extremeño sólo busca gozar a solas con su mocita y procura que nada de sus relaciones amorosas sea contemplada por el resto de los seres humanos porque tanto para él como para ella es un acto de intimidad profunda. Sol y sombra. En la canción podemos ver, con claridad, el doble juego del sol (que está siendo vencido) y la sombra (que está llegando como vencedora). Es el sol lo que tanto envanece al amo para que todos presencien con nitided su poder despótico. Pero es la sombra el triunfo final de los peones que aman sin que nadie pueda observar sus momentos de felicidad. Esto ha entrañado tanto en la forma de ser de los hombres extremeños que se ha quedado impregnado en la propia genética de los habitantes de estas comarcas.
 
Hombre Sol versus Hombre Luna. El hombre pasa al costado de la vida que siempre lleva cosida a su alma de cantor. Pasa buscando el hombre la verdad tan deseada que siempre está transformada en su brillante soñar. Y al andar pasa el hombre con su alma en la encrucijada del alba cuando el sol despunta ya. Su entrega es tan ardiente que bajo ese sol tan caliente pasa el hombre con sudor… sudor de los caminantes que marchan como cantantes de la vida y del amor. El hombre pasa… pasa… y la noche sobre el mundo le muestra ya su dolor.  Pasa el hombre con su ardor llegando hasta la encina donde canta el ruiseñor. Y al soñar sueña el hombre con su amada clamándole a su Señor. 
 
Antes de seguir adelante, he de decir que también Azuaga tiene sus propios hombres preclaros. Me refiero a Pedro de Azuaga (obispo de Santiago de Chile), Juan Gordillo (capitán y fundador de León, en Guanajuato de México), Agustín del Castillo (pintor barroco), Juan del Castillo (pintor barroco, maestro de Murillo y Alonso Cano), Carmelo Solís Rodríguez (director del Conservatorio de Música de Badajoz), Daniel Arenas Martín (escritor y crítico de arte), Rafael Rubio Gómez-Caminero (periodista) y Miguel Durán Campos (abogado, empresario y antiguo Director de la ONCE, Organización Nacional de los Ciegos de España).
 
Pasemos ahora a hablar de los villancicos extremeños. En primer lugar debemos saber conceptuar bien lo que es un villancico según las varias definiciones que hace la Real Academia de la Lengua de España. Encontramos tres de ellas que son de carácter prioritario y, además, complementarias entre sí: Canción popular, principalmente de asunto religioso, que se canta en navidad; canción popular breve que frecuentemente servía de estribillo; y cierto género de composición poética con estribillo. ¿Pero qué dice nuestra singular fuente de Wikipedia? Según Wikipedia, el villancico es una forma musical y poética en castellano y portugués, tradicional de España, Latinoamérica y Portugal, muy popular entre los siglos XV y XVIII. Los villancicos eran originariamente canciones profanas con estribillo, de origen popular y armonizadas a varias voces. Posteriormente comenzaron a cantarse en las iglesias y a asociarse específicamente con la Navidad. Compositores notables de villancicos fueron, entre otros, Juan del Enzina, Pedro de Escobar, Francisco Guerrero, Gaspar Fernandes y Juan Gutiérrez de Padilla; pero a principios de la Edad Media existieron muchos autores de villancicos de los que no se sabe sus nombres porque eran anónimos. Y actualmente, tras el declive de la antigua forma del villancico, el término pasó a denominar simplemente un género de canción cuya letra hace referencia a la Navidad y que se canta tradicionalmente en esas fechas. Así que marchemos ahora hacia el remoto pasado de la Edad Media ubicándonos en Extremadura.
 
Escrito en lengua extremeña aquí expongo el siguiente villancico recopilado por Bonifacio Gil García: "Mairi que penina tengu de no habel síu pastol d'aquellu q'allá en Belén, vierun al niñu de Dios. Los pastoris de Belén ellus jueron los primerus, los pastoris extremeñus, idimus tamién te quieru". Sorprende el enorme sentimiento que expresa este poeta anónimo, pastor de la Extremadura, acarca del nacimiento de Jesús en Belén mientras se dirige a la Virgen María. Villancico hondo que expresa, en primer lugar, la pena de no haber sido uno de aquellos pastores que tuvieron la enorme fortuna de ver al Niño Dios nacido en Belén; pero no se queda solamente en la nostalgia sino que el pastor extremeño afirma que también ellos, los que se pasan la vida con las manadas de cabras y ovejas o con las piaras de los cerdos, sienten tremenda adoración y querencia por ese Niño Dios que es, para todo ellos, el mismo Jesucristo que ha venido a la Tierra para mitigar sus dolores y darles compañía en los largos tiempos de trashumancia con sus ganados.  
 
De una conferencia dada por Emilio González Barroso (musicólogo e investigador cultural nacido en Calzadilla de Coria (Cáceres) pero tan arraigado en la ciudad de Badajoz que está en todas las fiestas de la misma y que, con acordeón o sin acordeón, lo mismo dirige la subasta del ramo de la Virgen de Bótoa que da a conocer a los ganadores de las Candela, haciendo que su voz forme parte ya indisoluble de la ciudad de Badajoz y, por eso, el alcalde Francisco Javier Fragoso le nombró hijo adoptivo de esta ciudad donde, precisamente, naci yo el 8 de enero de 1949) extraigo las siguientes ideas.
 
Esencialmente son los villancicos lo más importante del repertorio del folclore lírico extremeño. Es por eso la gran importancia que les dieron García Matos y Bonifacio Gil. En los años 40 del pasado siglo XX se publicó un cancionero español navideño en donde había 37 villancicos y resulta que 14 de ellos eran extemeños, lo que quiere decir más de la tercera parte. El nombre de villancico pocede de "villanesca" o "villanella" y no tenía que ser siempre exclusivamente navideño. Lo de "villanesca" o "villanella" podía ser de carácter amatorio puesto que era una canción popular de villanos  y podían canrtalos desde niños a mayores. El principal acompañamiento musical de los villancicos medievales extremeños se hace con instrumentos de cuerda como la bandurria, el laúd, la guitarra y, por supuesto, el acordeón. pero es muy difícil imaginarse que un pastor de los que estuvieron en Belén llevara una acordeón de acompañamiento porque entonces los acordeones no existían y, por eso, también en Extremadura medieval era mucho más certero y común que los villancicos se acompañaran de instrumentos de viento, como las flautas y las chirías y, es muy probable y se puede afirmar con total certeza, que en Extreamdura se acompañaran con el rabel que es, precisamente, el precursor del violín. El rabel es un instrumento hecho de una calabaza o un trozo de madera y tenían una cuerda o dos que se frotaban con un arco muy rústico. Hay que etener en cuenta que el acordeón, tan famoso hoy en toda España, no es un instrumento nacido en nuestra patria sino que una primera aproximación a él fue ideado dos mil años antes de Jesucristo, junto con el chengue chino. O sea que, aunque parezca moentira, el primer instrumento musical parecido a una acordeón es un invento de los antiguos chinos anteriores al nacimiento de Jesús en Belén; pero hablando del acordeón propiamente dicho es un invento del siglo XIX ideado por un austriaco y es, desde entonces, cuando se empezó a extender por todo el mundo. Esto quiere decir que los primeros villancicos extremeños (los de la Edad Media) no se acompañaban de acordeones como sí se hace en la actualidad; proque es a partir de los años 40 del siglo XX cuando se incorporan al folclore de Extemadura; sobre todo a la Baja Extremadura porque en la Alta Extremadura sigue predomiando la flauta y el tamboril. Algunos de los villancicos más conocidos actualmente tienen su origen en Extremadura. Estamos hablando de "Manolito chiquito" de Zarza Capilla (un municipio español perteneciente a la provincia de Badajoz que está situado en la parte oriental de la provincia, en la comarca de La Serena y que en sus inmediacioens se encuentran Cabeza del Buey, Peñalsordo y Capilla, perteneciente, por tanto, al Partido judicial de Castuera) y "Pastores de Extremadura yo vi con los mis ojinos" en castúo de tipo Gabriel y Galán. Algunos creen que "Ay del' chiquirriquitín" es extremeño porque suena fonéticamente a la forma de hablar de dichas tierras y, sin embargo, no es de origen extremeño sino de origen navarro. Pero también son propios de Extremadura el famoso "Villancicu mañegu" de San Martín de Trevejo (Sa Martín de Trevellu en la Fala) que es un municipio español de la provincia de Cáceres, Extremadura, situado en la Sierra de Gata entre Las Hurdes y la frontera portuguesa y que se halla enclavado en un valle a los pies del monte Jálma (1492 metros de altitud sobre el nivel del mar) lindnado al norte con Eljas y la provincia de Salamanca, al sur con Villamiel, al este con Acebo y al oeste con Valverde del Fresno. En cuanto al villancico "A las doci de la nochi" probablemente es de Coria, municipio de la provincia de Cáceres, Extemadura, formado por la ciudad del mismo nombre y los poblados de colonización de Puebla de Argeme y Rincón del Obispo, que es la capital de las Vegas del Alagón y la cuarta ciudad más importante de la provincia de Cáceres, teniendo la distinción de "Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Coria".
 
¿Cómo serán los villancicos del futuro? Ya lo estamos constatando en los recitales que ofrece la Asociación de Directores de Coros Escolares. Duele que cada vez se canten menos villancicos populares tradicionales y se estén incorporando villancicos populares de otras latitudes ajenas a Extremadura e incluso a España. También los hay nacionales de nueva invención pero de carácter muy contemporáneo. Hay uno que dice que "ya vienen las grullas", porque llegan a Extremadura por esta época navideña, y hace una comparación entre las grullas y los motivos de estas fechas. En resumen, en cuanto a los villancicos se refiere, se está innovando mucho y se deriva a otros villancicos tan modernos que nada tienen que ver con los verdaderos. 
 
Profundizando más, podemos percatarnos no sólo de esa trascendencia, sino del hecho, más crucial aún, de que en tiempos pasados la vida de gran parte de la población (la enorme mayoria en los tiempos medievales) se articulaba en torno a las labores campesinas y ganaderas; y, como producto de esta circunstancia, el paso del tiempo, las relaciones interpersonales, las situaciones sociales, la forma de subsistencia y muchos otros aspectos del vivir cotidiano dependían o se conectaban con las faenas agrícolas y ganaderas. Veamos cómo lo expresa un anónimo poeta extremeño cuya pequeña cacioncilla fue recogida por Manuel García Matos: "Ya viene el veranito, / ya viene madre, / que las mozas se van / a los morales".
 
Cita al verano como estación más apropiada en la búsqueda de mozas con las que poder entablar contacto. Quizás porque en esa época estival los pastores están más tiempo en los pueblos que en los montes; o porque a ellas les da por salir de sus casas para gozar de la naturaleza estival y de ahí que el pequeño texto lírico termine diciendo "que las mozas se van a los morales"; lo cual podría ser aprovechado por algún que otro pastor avezado en hablar con ellas para entablar comunicación interpersonal que en otras épocas del año le era casi imposible de lograr. Y seguimos hablando de las clases pobres (la inmensa mayoría de la población extremeña de los siglos de la Edad Media). Ellos no pueden gozar de cualquier de la forma en como sí hacen los propietarios de las tierras (latifundistas para ser más exactos en cuanto a lo social se refiere) y por eso desean la llegada de las altas temperaturas para tener ocasiones que les están negadas por su condición de "parias" de las tierras; que es, al fin y al cabo, lo que eran los "siervos de la gleba".  
 
He aquí un texto de Internet que me sirve de apoyo para lo que digo: "Ya hemos dicho que los campesinos vivían en las inmediaciones del castillo y que a ellos incumbían todas las faenas, puesto que su misión en este mundo era abastecer a todos en dinero, en alimentos y en vestidos; ahora añadimos que entre la gente campesina se distinguían dos clases: los siervos y los libres. En los siglos X y XI, había mucho más siervos que hombres libres, sin duda porque los primeros eran descendientes de los antiguos esclavos o de los coloras e ilotas del fin del Imperio Romano. Su condición no era muy diferente de la de sus antepasados. El siervo no era dueño de su persona, pues formaba parte de la tierra, de la gleba como se decía entonces, y no podía abandonarla sin consentimiento del señor. Si desertaba, el señor podía perseguirle y apoderarse de él dondequiera que lo encontrase. Necesitaba la autorización de su señor hasta para contraer matrimonio. El siervo podía ser vendido, prestado o cedido aún la tierra en que trabajaba, y si esa heredad pertenecía a muchos propietarios éstos podían repartirse los hijos del siervo. El 16 de junio dice un acta del año 1087, "hemos procedido al reparto de los hijos varones y hembras pertenecientes a varios padres. Se exceptuó del reparto una, recién nacida, que quedó en su cuna. Sí vive, es de nuestra propiedad común hasta que concluyamos el convenio que la atribuirá a uno u otro señor". La única ventaja del siervo consistía en no poder ser arrancado de la hacienda, a la que estaba unido a manera de arrendatario perpetuo. Como precio por el goce del campo, pagaba una contribución o censo invariable, lo cual no impedía que pagara otros tributos más o menos elevados, según el antojo del señor. Por último debía cultivar de balde las tierras que el señor conservaba para su uso, signo de servicio cuya duración el señor reglamentaba exclusivamente. "¡Ay! decía el obispo Adalberón al rey Roberto, no existe ningún término para las lágrimas gemidos de estos desgraciados!" . ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor como dicen muchas personas? Supongo que ni saben lo que era ser peón de labrador o pastor en aquellos tiempos. Es por eso por lo que los juglares de los pueblos guardaban su anonimato. De ser descubiertos les esperaba la horca o, como mal menor, el destierro de por vida.
 
Y ya que estamos dentro de la condición social de la inmensa mayoría de extremeños y extremeñas del medievo (siempre a la cola de la situación social española) veamos lo que dice este pequeño trozo de canción sacado del Cancionero de Bonifacio Gil García: "De los pobres segadores / tenemos mucho que hablar / que trabajan muchas horas / y ganan poco jornal". Suponemos que se estaba refiriendo a los que ganaban algún jornal que otro porque la inmensa mayoría de ellos no ganaban jornal alguno. Estudien la historia social del campesinado extremeño en la Edad Media y verán si es cierto o es falso este asunto. Canciones para poder desahogar la asfixia del poeta que siente, en su misma carne, lo que es ser esclavo de los caciques latifundistas que poseen todos los derechos y lujos posibles en aquella época mientras él, y los que son como él, están menos considerados que los animales. Y esta es otra verdad de la Historia Medieval de Extremadura.
 
Había mucho que hablar de los pobres segadores; pero quizás sólo lo podían hacer ocultos en el anonimato y teniendo siempre la caballería adecuada para escapar antes de ser detenidos. Los juglares de Extremadura se jugaban la cabeza al ponerse del lado de los segadores y gentes más empobrecidas de Extremadura que era, en aquel entonces, lo mismo que decir las gentes más empobrecidas de España; sobre todo si comparamos su realidad social con la de los catalanes que ya, en aquellos primeros siglos del medievo, poseían derechos, prebendas y ventajas sociales que nunca jamás podían ni tan siquiera soñar los extremeños. Y es que, a la hora de la verdad, estas pequeñas canciones de juglares que se jugaban la vida eran la verdad histórica más realista posible. Los poetas anónimos extremeños no tenían, por supuesto, la feliz y cómoda vida -de castillo en castillo, de ciudad en ciudad y de festejo en festejo- de los juglares de Cataluña. Por poner otro claro ejemplo de diferencias sociales que, en la Literatura, también existen desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días. Buena pregunta para hacérsela a un escritor nacido en Badajoz, por seguir con los ejemplos. Sin embargo había que seguir viviendo a la espera de las oportunidades de poder escapar y marcharse al otro lado del mar, cosa que pensaban la mayoría de aquellos esclavos segadores para poder soñar con la aventura obligatoria de la emigración: otro gran factor social al que se han tenido que agarrar millones de extremeños a lo largo de su Historia para poder sobrevivir o, al menos, vivir una vida más llevadera que la que les ataba a su terruño que no era su terruño sino el de sus amos. Realidades vivas que convirtieron a los extremeños en hombres de aventuras aunque, en el fondo, quizás hubiesen elegido ser hombres de posibilidades reales para vivir del campo extremeño sin estar esclavizados. Una de las razones más explícitas y rotundas de por qué los extremeños salimos de nuestras raíces migrando por España o por cualquier otro lugar de la Tierra; por ejemplo los países americanos con tal de no soportar tanta opresión social de seres tan engreídos que se creen que ser extremeño es ser analfabeto total. Si medimos la capacidad de imaginación extremeña quizás muchos quedarían asombrados y sorprendidos del por qué los extremenos conquistan cuando se liberan por fin de los yugos a los que han sido sometidos.
 
Sigamos adelante. De igual modo, las numerosas canciones de ronda que pueden localizarse en Extremadura, amén de reflejar la importancia en el cortejo amoroso tuvo, en épocas pasada, un nivel más profundo que en otras muchas partes de España, una forma muy diferente a la actual de entender las relaciones amorosas. Por ejemplo estudiemos esta pequeña canción de ronda. "Toda la noche me llevo / atravesando pinares / para darle los buenos días / al divino sol que sale". Canción cargada, por supuesto, de simbolismo naturalista: el sol es la moza a la que escondida y secretamente ama. Ese "toda la noche me llevo atravesando pinares" es la gran espera que tiene que hacer el enamorado para poder ver a la moza con la que sueña y le tiene desvelado.
 
Veamos esta otra (también del Cancionero de García Matos): "Gracias a Dios que llegamos / donde no pensé llegar, / a darte las buenas noches, / paloma del palomar". ¿Qué se esconde detrás de esta letrilla rimada? El amor furtivo, el que se lograba alcanzar a escondidas encerrados en un palomar lo mismo que, en las Castillas, se hacía en los graneros y en los pajares.
 
Sigamos con las canciones de ronda. He aquí esta otra del Cancionero de Capdevielle: Voy a la igelsia y me siento en los canales, / por ver a mi morena que a misa viene. / Mira qué airosa, mira qué airosa, / desde aquí me parece una rosa". Nos encontramos, otra vez, con la ronda de lejanía. El' escondido amante sólo se puede contentar con verla desde lejos, en una de las orillas de la iglesis para no ser descubierto por el cura censor que le va a amenazar con el infierno por sentir lo que cualquier otro hombre siente, incluído el mismo cura censor. De Extremadura se ha hablado muy poco esta circunstancia de rerpesión contra los amores naturales. Y resulta que quienes más los persiguen (las fuerzas vivias de la sociedad que es lo mismo que decir los poderes fácticos) suelen llevar a cabo sean vistos o no sean vistos por el pueblo; porque hay que agachar la cabeza ante ello o mirar para otro lado aún sabiendo lo que todos saben.  
 
El gran problema de las persecuciones moralistas a las que estaban expuestos los extremeños tiene su máxima expresión en la sexualidad. Por eso los poetas sólo pueden dejar entrever sus inquietudes con indirectas tranversales y se limitan a hablar de sus mozas comparándolas con rosas de color subido, para no despertar las iras de los obispos y de los caciques. Por esta razón más de uno debió sufrir verdaderas frustraciones que amainaban cuando llegaban las fiestas locales y los poetas tomaban a diversión eso de hacer que el amor por las mozas fuese algo realcionado con el hecho de verlas ir a misa, obserando disimuladamente y sin que se dieran cuenta las autoridades eclesiásticas y civiles sobre las pasiones que suscitaban las rpesencias femeninas a la hora de los cultos en donde se las podía siempre ver acompañadas, por supuesto, de otras mujeres de mucha mayor edad que vgilaban, ojo a vizor, cualquier movimiento de aproximación de algún mozo; alguno de aquellos a los que se les consideraba como malhechores y gentes de mal vivir por el simple hecho de sentir lo más natural de la especie humana.
 
He aquí otra sencilla canción, escogida del Cancionero de García Matos, donde el atrevimiento del anónimo poeta se atreve a ir más allá: "Todos los anocheceres paso / por ver si te veo/ porque tú solita eres / el jardín de mi recreo". El ambiente ya no es el de la mañana de culto dominical sino esa oscura diaria, cuando llega la noche, en que se puede sentir con mayor intensidad el sentimiento sexual reprimido. Sueña el poeta con verla pasar y se dirige a ella ya no como una espléndida rosa sino como todo un jardín completo. Vamos viendo como al tiempo que avanza la historia se va avanzando en la intencionalidad de las canciones de ronda. El temor a ser sorprendidos observando a las mozas deja paso a una especie de valentia de subterfugio. Ya no sólo se contempla a la moza como un deleite simplemente romanticoide sino como uan verdadera expsión barroca que ahce derramar los sentimientos haciéndola saber que es todo un conjunto completo ("el jardín de mi recreo") donde el poeta sueña con el goce y el deleite de tenerla jutno a él para él' solo.
 
Y sigue aumentando la intensidad de los atrevimientos líricos como vemos en esta otra del' Cancionero Bonifacio Gil: "Apartémonos los dos que no nos vean hablando, / se lo dirán a tus padres pudiendo estar excusado. / Que se lo digan o no a mí no me da cuidado; / que el rato que estoy contigo echo las penas a un lado". ¿Dónde buscan refugio los olvidados labradores y pastores extremeños para superar aquel sometimiento a sus amos y las injustas e irracionales leyes que les hacen ser incluso menos que los animales de las faenas. Indudablemente en el desahogo de poder atrecerse a hablar con alguna moza y cruzar alguna que otra palabra con ella. 
 
De la Revista "Cultura y Ocio" saco el siguiente texto quese puede adaptar a la realidad de la sexualidad popular de la Extremadura medieval: "El amor no ha sido interpretado siempre como lo es hoy en día. Novelas y películas sobre otras etapas históricas nos tienden a llevar hacia la idea de que las relaciones amorosas entre personas han tenido siempre una base similar y esto, claramente, no es así. En esta materia somos claros deudores del Romanticismo, que transformó la forma de interpretación de este tipo de sentimientos e, incluso, los sentimientos en sí. Pero, entonces, ¿cómo se vivía el amor en la Edad Media? Lo primero que hemos de entender es que la visión del hombre medieval hacia el amor queda determinada, desde un primer momento, por la imagen negativa de la mujer y el sentimiento de pecado que impregna todo lo que tenga que ver con ésta. De esta manera, el verdadero sentimiento elevado, el verdadero amor, sólo se transmite por la amistad entre hombres ya que, según la concepción de la época, éstos son los únicos seres totalmente completos y capaces de expresar este tipo de emociones. Sin embargo, en el siglo XI se desarrolla una auténtica revolución, confiriendo un enorme refinamiento e importancia al amor entre hombre y mujer: es el conocido como “amor cortés”, que se desarrollará en los ambientes aristocráticos. La mujer se convierte para el amante en un ser inaccesible, culmen de todo tipo de valores del género femenino. Este tipo de amor que es, además, de tipo adúltero, ya que según la concepción de la época este sentimiento era algo totalmente ajeno al matrimonio e, incluso, negativo en el caso de que existiera. Esta nueva concepción toma, además, una forma similar a la relación de vasallaje que rinde un siervo a su señor. De esta manera el enamorado presta juramento de amor a la dama a la que presta sus atenciones y muestras de cortesía. Pero, pese a que este tipo de amor puede parecernos, en cierta manera, muy similar a la concepción que se tiene de este tipo de sentimientos en la actualidad la realidad es bien distinta. El “amor cortés” es una construcción cultural, una forma de competición entre los hombres para conseguir una mujer, que, en la concepción de la época, es poco más que un trofeo. De todas formas, dicho amor casi nunca llega a consumarse y vemos, incluso, como los señores de algunas casas nobiliarias fomentan que los “jóvenes” (caballeros que aún no han contraído matrimonio) rindan honores a sus propias esposas, participando, así, en este tipo de “juego“. En definitiva, más que de auténtico amor, nos encontramos ante un tipo de comportamiento derivado por el desarrollo cultural del período. Poco más que una competición o distracción propia de esta etapa que, aunque posteriormente dará lugar a producciones tan bellas y elevadas como el Roman de la Rose, poco tendrá que ver con los verdaderos sentimientos de los hombres de la época"
 
La historiadora Ana Molina Reguilón tiene escrito el siguiente texto que también puede darnos una certera idea de los que sucedía entre el campesinado extremeño reflejado en los canciones de estas tierras: "La vivencia de la sexualidad, de las relaciones de pareja y del amor, son construcciones de cada época, cultura y religión. Estos conceptos no han sido vividos de la misma manera a lo largo de la Historia, tampoco en los diez siglos de Edad Media. El contexto o las circunstancias han determinado el cómo, el cuándo, o el quiénes. Partiendo de esta premisa, es muy complicado establecer una línea continua pero sí intentaremos dar unas pinceladas sobre aquellas cuestiones que las determinaron. Así por ejemplo, ni judíos ni musulmanes sufrieron tanta presión como los cristianos en la reglamentación del matrimonio y las relaciones carnales pero sí hicieron del matrimonio una dominación mucho mayor del varón respecto a la mujer. La Iglesia, durante la Edad Media, recogió la antorcha del Imperio Romano y siendo cristiana, judía o musulmana, aglutinó tierras y gentes, convirtiéndose en un pilar fundamental para cualquier estado y sociedad. Así, los clérigos pasaron a ser los consejeros espirituales y morales, siendo los únicos capaces de marcar la diferencia entre el Bien y el Mal. Tal era el nivel de implicación, que consiguieron además de explicar fenómenos metereológicos, evolutivos y enfermedades y curas, acceder hasta los espacios privados, las relaciones familiares y de pareja así como a las prácticas sexuales entre ellos. El principal objetivo por parte, sobre todo, de las altas esferas eclesiásticas, fue acabar con las tradiciones provenientes de los bárbaros quienes, entre otras prácticas, tenían como aceptado el concubinato, el adulterio- que en realidad no era como lo conocemos sino que al no tener instituido el matrimonio, podían unirse y separarse libremente- así como el incesto, donde los hombres se relacionaban con primas, hermanas o las hijas de éstas. Por ello la respuesta de la Iglesia fue el asentar el matrimonio como institución que llevaría al buen orden social, alejando prácticas poco deseables. En el matrimonio, cada uno de los cónyuges tenía una posición - la privada para las mujeres, la pública para los hombres- y funciones diferentes - los hombres eran los encargados de mantener a la familia, las mujeres de cuidar al esposo, los hijos y la casa- para asegurar la armonía y el buen desarrollo de la convivencia. Siendo el matrimonio unión entre hombre y mujer, las relaciones entre el mismo sexo, tradición proveniente del mundo clásico, también pasaron a ser una práctica prohibida. El matrimonio debía ser heterosexual- aunque no utilizasen esta misma palabra- y ningún otro. Todo el intrincado concluía con la amenaza de excomunión, una terrible pena en la Edad Media, y con el juicio divino que castigaría a los pecadores enviándoles directamente al Infierno. Para llevar a cabo tal misión, articularon una serie de principios que corroboraban las teorías divinas relacionadas con las relaciones de pareja y las prácticas sexuales, entre las que se incluía el pecado que suponían éstas fuera del matrimonio- lucharon sobre todo contra la infidelidad- o que la mujer no llegase doncella al matrimonio, organizando todo un culto entorno a la virginidad como virtud que cualquier mujer debía mantener. Con el paso de los siglos, las exigencias a los varones se fueron relajando, cayendo sobre la mujer la responsabilidad de castidad, única forma de que un varón se asegurase sobre la paternidad de la criatura, de otra forma impensable en la época. Los mayores castigos y penitencias por adulterio impuestas a mujeres que a hombres, no vienen sino a corroborar los diferentes criterios en torno a la cuestión donde además, el marido se va convirtiendo, poco a poco, en el garante del cuerpo de su mujer, aumentando, si es posible, el control sobre la esposa. Los tratados de la época también se hicieron eco de cómo debían ser las relaciones sexuales, las cuales se despojan de todo goce o disfrute y se resumen en el acto coital con finalidad reproductiva. No debían mantenerse relaciones si no se tenía tal objetivo. Claro está, una cosa fue la teoría, otra la práctica. Las leyes -jurídicas o eclesiásticas- no siempre marcaban la vida diaria de los hombres y las mujeres quienes, lejos de las instituciones, debían vivir sus vidas como pudiesen. Además, las fuentes suelen centrarse en los nobles por lo que sabemos menos de otras clases sociales así como de las diferencias entre los matrimonios en el campo y la ciudad. Sí sabemos que tanto unos como otros llevaron a cabo prácticas distintas, especialmente entre la nobleza - como ya dijimos los matrimonios sellan acuerdos y el amor poco tiene que ver- y los campesinos y artesanos. Lo mismo ocurre con la idealización no sólo de las relaciones sino también de los hombres y mujeres, especialmente de ésta que es representada más como objeto que como sujeto, respondiendo a ideas creadas en las mentes de unos pocos"
 
En aquel mundo tan asfixiante, los poetas desahogaban sus frustraciones haciendo alardes de composiciones líricas para darnos a entender que no sólo tenían apetitos sexuales del tipo animal, sino que eran sensibles y poseían sentimientos reprimidos por la intransigencia que, ya veremos en su capítulo correspondiente, terminarían por desembocar en los tribunales de la Inquisición. Ahora bien, y desde aquellos lejanos siglos de principios del medievo, la mujer salía mucho peor parada en caso de ser pillada en relaciones sexuales fuera del matrimonio que lo que sucedía con los hombres. La mujer era consideraba una prostituta que sólo buscaba refocilar para cubrir sus deseos; mientras que el hombre era considerado un varón que cumplía como un hombre aunque estuviese haciendo lo mismo que la mujer. De ahí viene eso de "que se lo digan a tus padres pudiendo estar excusado (...) a mí no me da cuidado" que viene a decir, en aquella terrible época medieval extremeña, que el hombre fornicador tenía excusa mientras que la mujer fornicadora quedaba marcada para toda su vida con los epítetos más deleznables de tipo machista. Por eso el poeta le avisa a su enamorada: "Apartémonos los dos que no nos vean hablando" ya que, el simple hecho de que una moza hablase con un hombre era considerado ya como una pecadora en potencia y señalada por el dedo acusador de los moralistas y el resto del pueblo que estaba sometido a los moralistas.
 
Sin embargo, a pesar de toda aquella penuria económica y social y a pesar de todos los olvidos históricos, los extemeños son gentes que saben ser galantes con las mujeres; porque tienen un signo especial en su genética que es correspondida con la gentileza de sus mozas: son personas con ganas de sentir. Y eso es lo que les hace recitar y cantar estrofas como las siguientes (dos que entresaco del Cancionero de Capdevielle y una del Cancionero de García Matos): "Me diste una rosa, caída de cielo. / Me la puse en la cinta de mi sombrero. / Mírala, qué bonita es la rosa / y tú eres más (cantado por los mozos) / Me diste una cinta de seda fina, / para que yo me la atara a la gargantilla. / Mírala que la cinta es bien fina / y tú eres más (cantado por las mozas)"; "Gastas en tu manteo / un repicoteo, / caramba y olé, / que con él vas robando / los corazones, los corazones"; y "Cómo quieres que te quiera / si no te puedo querer / si tu padre ni tu madre / a mí no me pueden ver".
 
Vamos a detenernos un momento en estas tres breves estrofas. En la primera de ellas existe una comunicación cruzada entre los mozos y las mozas en la que se demuestra esa galantería masculina de la que antes hablaba y cómo, a manera de agradecimiento, es respondida por la gracia femenina. No vemos en el poema ninguna clase de indirecta más o menos subida de tono sino verdaderas expresiones líricas para sentimientos puros. Aquí no nos encontramos ante una canción de juglar más o menos atrevido u osado, sino el sentimiento puro de las gentes del pueblo que, sin tener mejores ocasiones que las fiestas patronales para expresar lo que sienten, cantan en medio de las plazas no para ganarse la vida como hacen los juglares ambulantes, sino como expresividad alegre dentro de los cauces de la galantería de ellos y la respuesta, no menos galana, de ellas. Incluso el pueblo se permite acercarse a las figuras literarias ("rosa caída del cielo") o a referencias a objetos con sentido poético ("me la atara a la gargantilla" que es una cinta de adorno que rodea el cuello:). Es el cortejo de los enamorados que se manifiestan durante los festejos ya libres de cualquier persecución represiva. Y es entonces, al llegar la hora de la liberación, cuando los extremeños demuestran su valía de hombres gentiles que saben cuidarse de las murmuraciones y las acusaciones deshonestas. 
 
En el segundo poema los extremeños no olvidan su cercanía con lo andaluz (manteo, repicoteo, caramba y olé) que les hace, en muchas ocasiones, ser mucho más conquistadores que lo que se piensa en el resto de las diversas Españas. Hay mucho de gestuación alegre y suelta, de canto a la vida a pesar de los pesares y, precisamente, de olvido de todos esos pesares. Aquí el manteo se refiere a una Falda de bayeta o paño ajustada y solapada por delante; y repicoteo viene a ser un conjunto de objetos con  picos, ondas o dientes que sirven de adornos a las vestimentas femeninas. Tenemos, por lo tanto, una pequeña estrofa llena de optimismo porque los extremeños, para superar tanta insidia con que la Historia les ha tratado, responden con ese optimismo de quienes cuando ya nada tienen les quedan las ganas de vivir y expresar esas ganas con fe. ¿Será por eso por lo que robarían, siglos más tarde, tantos corazones allá por las Américas? Puede ser una de las razones de sus victorias y, efectivamente tal como cuenta la Historia Universal, las mujeres nativas de aquellas latitudes del otro lado del Atlántico, si quedaron prendadas de aquellos extremeños que aportaban, a su propia valentía, elgarbo andalusí -no olvidemos que formaron parte del los reinos de taifas con los aftasíes- y su atractiva figura de hombres que, como tales, se manifestaron allá donde siempre llegaron. Caramba y olé. Esa es una de las razones más intrínsecas del ser extremeño.
 
Pasemos a la tercera. En aquel mundo en que se desarrollaban los amores en la Extremadura medieval era lógico, hasta cierto punto, que los padres y las madres de aquellas mozas casaderas de tan buen ver, quiseran lo mejor para sus hijas. Siempre pretendían que casaran con hombres adinerados y poderosos en lo social y en lo político. No veían nunca con buenos ojos que sus hijas se enamoraran de mozos sencillos y sin otras posibilidades futuras más que las de trabajar duras jornadas para llevar a sus hogares lo justo con lo que sobrevivir. Y se preocupaban por ese futuro de sus hijas. Por eso ellos cantan (cómo quieres que te quiera si a mí no me pueden ver). Nuevo reto para los extremeños sencillos. Nuevas barreras que salvar. Nuevas ocasiones para demostrar ingenio, talento y voluntad hasta que triunfaba el amor.
 
Como pueden comprobarse por estas coplas, los enamorados del pasado -y hasta fechas muy recientes aunque parezca sorprendente si afirmo que no se superan nada más que después del franquismo- se conformaban, o decían conformarse, con muy leves contactos en sus relaciones y escarceos amorosos (darse los buenos días o las buenas noches, verse, hablar entre ellos, dirigirse alguna oculta señal o signo), cortejándose de forma en apariencia bastante inocente (entregándose flores y cintas), prendándose muy castamente; sabiendo atraerse con las ropas y los andares y teniendo muy en cuenta el papel que los mayores y las demás personas jugaban en sus relaciones.
 
Finalmente, podemos fijarnos -nuevamente porque es importante dejarlo bien aclarado- en el ámbito religioso. La abundancia de composiciones de esta temática es abrumadora, algo que por sí solo refleja la religiosidad que ha dominado la cultura extremeña y, por supuesto, la española en general. Pero lo más interesante es observar que, junto a las canciones de tema puramente religioso (del cual ya hemos expuesto el análisis como hice con el "Himno de Santa Eulalia" y otras referencias más o menos ligeras), se registran muchas otras en las que la religión sirve de base o de excusa para la introducción de otros temas y formas de ver el mundo propios de la cultura basada en épocas medievales. He aquí unas muestras de ellas.
 
"Al rosario de la aurora tocan, / y dicen que llueve y no quieren ir. / A jugar a los naipes te pones, / cuatro mil demonios te siguen a ti. / Cristianos venid, devotos llegad, / no se pierdan lo que tanto vale/ por la perecita / de no madrugar" (del Cancionero de Capdevielle); "Alégrense los mortales, / muera de rabia el infierno. / Que ya ha ofrecido la Virgen / a Dios y hombre verdadero" (también de Capdevielle). En los cancioneros aparecen composiciones de toda clase: villancicos navideños, canciones de ofrenda y alabanza a diversos santos o a la Virgen María, episodios de la historia bíblica. Recordemos, como ejemplos, composiciones tan conocidas como estas dos que aún hoy se escuchan en las fiestas populares extemeñas: "La Virgen camina a Egipto / huyendo del rey Herodes; / en el camino ha pasado / grandes fríos y calores. / Al Niño le llevan / con grandes cuidados / porque el rey Herodes / porque el rey Herodes / quiere degollarlo (recogido por González Barroso) y "Virgen de Guadalupe dame la mano / para subir la cuesta de Puertollano, / de Puertollano niña, de Puertollano, / Virgen de Guadalupe dame la mano. / Gaudalupe es un jardín / Guadalupe es un jardín / de flores muy escogidas. / Pero la rosa mejor es la Virgen Morenita" (también recogido por González Barroso). 
 
Hablar de Extremadura y su religiosidad obliga, a cualquier investigador que se precie de serlo, a hacer una referencia sobre la Virgen de Guadalupe y su enorme influencia y confluencia entre los extremeños y la Historia Social de carácter universal. Así que, consultando Wikipedia, he aquí dicha referencia: La Virgen de Guadalupe es una advocación mariana cuyo santuario está situado en la villa y puebla de Guadalupe (Cáceres) de España. Es la Patrona de Extremadura desde 1907, siendo así una de las siete Patronas de las Comunidades Autónomas de España, siendo las otras seis la Virgen de Covadonga (Asturias), la Virgen Bien Aparecida (Cantabria), la Virgen de Montserrat (Cataluña), la Virgen de Valvanera (Rioja), Virgen de Candelaria (Canarias) y Virgen de Peña de Francia (Castilla León); aclarando que la Virgen del' Pilar los es de Aragón pero compartiendo patronazgo con San Jorge.  La fiesta de la Virgen de Guadalupe se celebra el 6 de septiembre (puede comprobarse consultando el "Calendario litúrgico" de la Conferencia Episcopal Española), no el 8 como se cree y se escribe con frecuencia. El 8, festividad del "Nacimiento de la Virgen María", se celebra también el Día de Extremadura: se eligió el 8 y no el 6, precisamente para separar la festividad religiosa de la Patrona de Extremadura, de la celebración civil del Día de la Autonomía. A su vez, y junto con la Virgen del Pilar, es también Patrona de todas las Tierras de habla hispana -Patrona de la Hispanidad-, con el título de "Reina de las Españas", otorgado por Alfonso XIII en 1928, entre otras razones, porque, en las dificultades, los descubridores y conquistadores del Nuevo Mundo frecuentemente invocaban a la Virgen de Guadalupe, y además levantaron templos dedicados a esta advocación mariana y bautizaron una isla (Cristóbal Colón) y fundaron poblaciones con el nombre de "Guadalupe". 
 
En cuanto a México y su relación con la Virgen de Guadalupe esto es lo que leo en Wikipedia: Nuestra Señora de Guadalupe es una advocación mariana de la Iglesia católica, cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, en el norte de la ciudad de México. De acuerdo a la tradición oral mexicana, y según lo descrito por múltiples documentos históricos encontrados alrededor del mundo en distintos archivos se cree que la Virgen María se apareció en cuatro ocasiones a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, y una quinta ocasión a Juan Bernardino, tío de Juan Diego. El relato guadalupano conocido como "Nican Mopohua" narra que tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego en la última aparición de la Virgen llevó en su ayate (que en México es tela de hilo confeccionada con la fibra del maguey que se emplea para cernir harina o para confeccionar bolsas), unas flores que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, morena y con rasgos mestizos.. Según el "Nican Mopohua", las mariofnías tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego que habría contado todo lo que había acontecido. Posteriormente esta tradición oral fue recogida en un escrito con sonido náhuatl pero con caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que solo muy rara vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el "Nican Mopohua", y es atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605). Posteriormente, en 1648, es publicado el libro "Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe" por el presbítero Miguel Sánchez, contribuyendo a recopilar todo lo que se sabía en la época sobre la devoción guadalupana.
 
Hagamos un poco de Historia social extremeña. Este es el principio de una historia sobre ello, escrita en el diario ABC por Javier Campos: "El día 8 de septiembre es para los extremeños, su día grande. Es el día de su región, pero además es el día de su patrona, la SantísimaVirgen de Guadalupe, Reina de la Hispanidady Reina de las Américas. La villa de Guadalupe, del árabe "wad al luben" (río escondido), en la sierra de las Villuercas en la provincia de Cáceres, surgió en torno a la aparición de la imagen de la virgen y a la construcción de la primitiva ermita y después monasterio. La leyenda de la Virgen de Guadalupe se remonta hasta el siglo I del cristianismo. Cuentan que la autoría de la talla correspondería a San Lucas y que muerto el evangelista en Beocia (actual Grecia), la imagen sería enterrada con él y seguiría su misma suerte. A mediados del siglo IV tanto el cuerpo del evangelista como la imagen fueron trasladados a Bizancio (Constantinopla), desde allí la imagen fue llevada hacia Roma en el año 582. Por aquél entonces se desató en la ciudad una terrible peste que acabó con la vida de muchas personas y entre ellas la del papa Pelagio II. Siendo elegido posteriormente papa San Gregorio Magno, mandó hacer letanías y procesionar la imagen que tenía en el oratorio personal que no era otra que Nuestra Señora de Guadalupe. Estando en procesión se oyó un canto celestial similar al de unos ángeles que entonaban al aire loas a la Santa Virgen diciendo: “Alégrate, Reina del Cielo, alégrate. Aquí el que tú mereciste concebir y parir ya es resucitado según lo dijo”. Justo después apareció sobre el conocido actualmente como Castillo de Sant'Angelo, un ángel limpiando la sangre de una espada. Después de todo esto la pestilencia cesó en la ciudad y San Gregorio se convirtió en un fiel devoto de la imagen. Unos años más tarde, San Gregorio envió varias reliquias al arzobispo de Sevilla, San Leandro en agradecimiento por haberse ocupado de destruir la herejía de los Arrianos. Entre esas reliquias se encontraba la imagen de la Virgen de Guadalupe. Yendo la imagen en un navío desde Roma hasta Sevilla se desató una terrible tempestad que puso en peligro al barco y a sus ocupantes, entonces uno de los clérigos, movido por la fe y la devoción sacó la imagen de la Virgen a cubierta y le suplicó con tanta humildad y devoción que cesase la tempestad que la tormenta amainó automáticamente. Conociendo San Leandro el presente enviado por el Papa salió al puerto a recibir a la imagen y con gran veneración fue trasladada a sus aposentos. Siendo posteriormente entronizada en la principal iglesia de Sevilla y venerada con gran fervor por todo el pueblo. Pero la invasión árabe, en el año 711, hizo que algunos clérigos sevillanos tuvieran que huir de la ciudad hacia el norte peninsular llevándose consigo las reliquias que pudieron transportar, entre las que se encontraba la susodicha imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Adentrados en tierras extremeñas y para evitar su profanación enterraron tales reliquias en una zona montañosa cercana a un río conocido como Guadalupe. Ya en pleno siglo XIV y casi finalizada la reconquista cristiana cuando reinaba en Castilla Alfonso XI andaba el vaquero cacereño, Gil Cordero, en compañía de otros pastores guardando su ganado en una dehesa llamada Guadalupe, cerca del río del mismo nombre. En un momento dado Gil Cordero se da cuenta que había perdido una vaca y salió inmediatamente a buscarla, al rato descubrió el cadáver del animal junto a la ribera del río Guadalupe, desconsolado decidió aprovechar su piel y al sacar la navaja para despellejar al animal volvió a la vida ante la mirada atónita del vaquero. En ese momento la figura de una mujer envuelta en luz que se identificó como la Virgen hizo acto de presencia exclamando: "No temas. Yo soy la Madre de Dios, Salvador del li­naje humano. Toma tu vaca y llévala al hato con las otras y vete luego para tu tierra. Dirás a los clérigos lo que has visto. Di­les también de mi parte que te envío yo allá. Que ven­gan a este lugar donde ahora estás. Que caven donde es­taba la vaca muerta, debajo de estas piedras: hallarán una imagen mía. Cuando la sacaren, diles que no la mu­den ni lleven de este lugar donde ahora está, mas que hagan una casilla en que la pongan. Tiempo vendrá que en este lugar se haga una iglesia y casa muy notable y pueblo asaz grande". Obedeciendo los designios divinos, Gil Cordero marchó a Cáceres y dio cuenta de lo sucedido tanto a las autoridades civiles como religiosas, pero nadie le creyó. Llegó a casa turbado por todo lo que le había ocurrido y se encontró a su mujer en compañía de algunos clérigos y vecinos llorando desconsolada, su hijo había fallecido y estaba de cuerpo presente. Mirando el vaquero fijamente a su primogénito yaciente recordó como la Virgen había resucitado a la vaca y sin pensarlo demasiado hincó la rodilla en el suelo encomendándose a Nuestra Señora y con mucha devoción suplicó: “Señora, Tú sabes la embajada que de tu parte trai­go y creo muy cierto ser esto por Ti ordenado, que yo ha­llase este mi hijo muerto, porque Tú mostrándote mara­villosa en me lo resucitar, sea más ligeramente creído de aquéllos a que soy aquí por Tu mandado venir. Pues que así es, Señora, suplícote que lo quieras resucitar y de aquí te lo ofrezco por Tu perpetuo servidor y de lo llevar a aquel lugar santo, donde Tú tuviste por bien de me aparecer". Ante la mirada atónita de todos los presentes, el joven se levantó, como quien despierta de un sueño, todos quedaron maravillados de tan grandioso mila­gro. Entonces le dijo el vaquero a los presentes: "Señores, amigos, sabed que para dar fe al mensaje que yo os traigo, bien era menester que Nuestra Señora tuviese por bien de obrar esta tan gran maravilla, ya que por nuestros pecados muchas veces dudamos en aque­llas cosas que no vemos corporalmente". Y dicho esto, les contó lo que le había sucedido junto al río Guadalupe. Aquel prodigio fue tan sonado que llegó a oídos de todos aquellos que no le creyeron en su anterior pregón. Y muchos vecinos de Cáceres le acompañaron al lugar donde se le apareció Nuestra Señora. Cavaron donde Gil Cordero se encontró el animal muerto, y tal y como se predijo, no demasiado profundo, encontraron un pequeño sepulcro de mármol con una figura de la Virgen, acompañada de otras reliquias (entre otras, los restos de San Fulgencio y Santa Florentina) y de unos documentos que contaban su historia de la imagen desde su creación a cargo de San Lucas hasta su posterior entierro por clérigos sevillanos en este lugar. Sacaron la imagen de la Virgen junto a las demás reliquias e hicieron una humilde choza de piedra y en su interior juntando algunas piedras crearon una especie de altar poniendo sobre él la imagen de la Virgen y quedando Gil Cordero y su familia como guardadores de la ermita. La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, probablemente sea en realidad una escultura románica sedente con el Niño en su regazo, tallada en madera de cedro del Líbano y policromada del siglo XII. Mide unos 59 centímetros de alto y pesa casi cuatro kilos. Desde el siglo XIV esta talla románica aparece vestida y ataviada con una corona y un cetro. Desde 1226 hasta 1835, el culto por la Virgen llegó a la cumbre de su grandeza y la fama del santuario llegó a todo el mundo, como se ve reflejado en la existencia de nueve códices de "Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe" que testimonian el fervor universal por esta imagen.
 
Terminemos el asunto hablando del pueblo de Guadalupe. Es un muncipio español de la provincia de Cáceres, en la comunidad autónoma de Extremadura. Se sitúa en la comarca de Las Villuercas, con partido judicial en Logrosán. Los pueblos más cercanos por carretera son Cañamero, Alía, Castilblanco, Logrosán y Navalvillar de Ibor. Según la tradición un pastor encontró una talla de la virgen María en el río Guadalupe a finales del siglo XIII o principios del XIV después de Jesucrsito. Cerca del lugar donde se encontró la imagen se construyó una ermita alrededor de la cual surgió el asentamiento actual con el nombre de Puebla de Santa María de Guadalupe. Desde la construcción del primer santuario, Guadalupe se convirtió en el centro de peregrinación más importante de la península ibérica después de Santiago de Compostela, condición que mantiene en la actualidad a través de la peregrinación que llega de toda España por los caminos de Guadalupe. Esto se debe al hecho de que si Santiago es el patrón de España, la virgen de Guadalupe es la patrona de todas las tierras de habla hispana y ostenta el título de reina de las Españas según la tradición católica. El actual Real Monasterio de Santa María de Guadalupe es considerado como uno de los mayores símbolos de Extremadura y la Virgen de Guadalupe es también patrona de esta región. El municipio cuenta con gran cantidad de monumentos además del monasterio. 
 
A lo largo de la Historia ha habido una serie de personajes nacidos unos en Guadalupe y otros vinculados con el municipio que han destacado en sus actividades profesionales. La lista que se adjunta no tiene carácter clasificatorio alguno, sino meramente ejemplar, pues, sin duda, habrá otras personas no mencionadas que merecerían ser también citadas: Gregorio López de Tovar (jurista y humanista, presidente del Consejo de Indias), Ángel Marina (poeta), Gil Cordero (pastor que en el siglo XIII o XIV descubre la Virgen de Guadalupe), Juan Luis Barrera González o fray Juan de Guadalupe (cocinero y hostelero), Jerónimo Lebrón de Quiñones (gobernador de Santa Marta, en Colombia), Diego Caballero (buscador de perlas), Ángel Rubio Castro (actual obispo de Segovia) y Pedro Cordero Marin, (Guadalupe, 1907-Logroño, 1983), médico, licenciado por la Universidad de Valladolid, con especialidad en otorrinolaringología.
 
Termino el capítulo c9on otras breves estrofas de la época medieval extremeña: "De corazón lo pedimos / a esta Soberana Reina / que a nuestro párroco le dé / salud y gracias completas./ A la señora justicia, / que asisten a su Gobierno, / merezcan de este Dios Niño / gozar de su Santo Reino (del Cancionero de Capdevielle); "Tres puertas tiene la iglesia. / Entremos por la más chica. / Hagamos la reverencia / a la santa Cruz bendita. / Cruz bendita, Curz bendita, / que estás en el camarín, / dale salud a los soldados / para que puedan venir" (del Cancionero de García Matos); "San Sebastián valeroso / hoy es tu día. / Todos te festejamos / con alegría. / En la guerra de Cuba / te presentaste; / con la espada en la mano / la acción ganaste. / Sebastián valeroso / bajó del cielo / a defender la patria / por todo el pueblo. / Sebastián valeroso / tiene jurado / defender a la patria / por los soldados (también del Cancionero de García Matos).
 
Estas composiciones transmiten, aparte de su contendio netamente religioso, alusiones muy ilustrativas de la mentalidad dominante en el pasado: atacan los vicios de la pereza y el juego; reflejan la sumisión y alabanza no sólo a lo divino, sino también a las autoridades tanto religiosas como políticas (como sucede en una canción titulada "Las arras y los anillos"; y rezuman la comunión entre religiosidad y patriotismo que tanta vigencia tuvo en la historia reciente de Extemadura en la época del Descubrimiento de América.
 
Junto a este tipo de análisis cuantitativo o "macroanálisis", podemos abordar otro más detallado y minucioso que permite acceder a signficados culturales concretos pero que los voy a abordar a partir del próximo capítulo con poetas ya de nombres conocidos. Ahora voy a ejemplarizar esta vía de trabajo con el breve comentario a una canción lírica, sacada del Cancionero de González Barroso) que dice así: "De la uva sale el vino, / de la aceituna el aceite, / y de mi corazón sale, ¡ay!, / cariño para quererte. / Eres alta y buena moza, / no te lo presumas tanto, / que también las buenas mozas, ¡ay!, / se quedan pa vestir santos. / Eres más chica que un huevo/ y ya te quieres casar; / anda, ve y dile a tu madre / que te enseñe a trabajar". 
 
He aquí una muestra perfecta del talento, el ingenio y la genialidad de los poetas extremeños capaces de rimar, incluso en la oscura Edad Media en la que vivían, estrofas que hablan como si de filosofía vitalista se tratara. El amor ligado a las faenas diarias (el vino y el aceite) pero sin dejar de considerar cuestiones tan cotidianas como aconsejar a las mozas que se las dan de mucho que no alardeen demasiado pues algunas, por ambicionar demasiado o por creer demasiado en ellas mismas, aspiran a conseguir casorios con personajes de grande enjundia sin darse cuenta de que pueden quedarse "para vestir santos" (que quiere decir de solteronas para toda sus vidas) despreciando lo que tienen a su lado y capaces, asimismo, de aconsejar a las que quieren ir demasiado deprisa que, antes de casarse, aprendan cuestiones muy importantes para una mujer casada, que esperen unos pocos años más para saber la realidad que supone estar casadas y el compromiso que ello supone. ¿Filosofía de la vida? Exacto. Estamos ante poetas que filosofan sobre la vida de los sentimientos en cuanto a una pareja de mujer más hombre se trata. Anticipándose algunos siglos a los que luego se llamaron "filósofos populares" en el resto de Europa, los poetas anónimos extremeños son capaces de conseguir tratar temas de alcance cotidiano y concreto basándose en aforismos cortos, poemas líricos para ser recitados y línea de pensamiento natural; sin tener que acudir a las fuentes de los filósofos académicos porque llevan la filosofía dentro de su propio ser y su manera de manifestarse. La vitalidad hecha vida y producto de la vida misma.
  
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Tesis Doctoral en forma de Ensayo.

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Categoría: Ensayos

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