Un hombre de mediana edad colocaba sus dos hijos pequeños tras el arado mientras el les arengaba desde la sombra de un frondoso árbol que miraba extasiado desde la orilla del sembradío.
Las criticas no se hicieron esperar :
-¡Que padre tan abusador! ¿Acaso no ama a sus hijos?
-¡Vago infeliz,explota esos pobres muchachos!
El hombre continuaba en sus afanes, para que sus pequeños aprendieran a cultivar la tierra. Pasado el tiempo aquel noble hombre murió pero,sabido es por todos que nunca aquellos tuvieron la necesidad de pedir ni mendigar y fueron hombres de trabajo hasta el final de sus días,para orgullo de su madre; y,porque no decirlo,de su fenecido padre. 
Así la vida, la gente critica sin conocer,muchas veces,el trasfondo de los hechos.el padre nunca dijo que estaba muriendo de cáncer,de ahí que quería hacer de sus hijos seres auto-suficientes y que no se amilanaran frente a la dura faena.Para cuando el faltara pudieran seguir adelante.