POETAS DEL INTERIOR
(Dedicado a los talentos ocultos)
Ser poeta, dijo Pablo Neruda, es una tarea peligrosa; en ocasiones, la pluma hiere más que la espada y se impone aún sobre la opresión.
Grandes poetas, fueron además, grandes pensadores y algunos hasta revolucionarios; pero otros los más, solo orlan con letras y palabras la poesía cotidiana de la vida.
También dijo Neruda, es difícil hacer que el lector  común se interese por la lectura, menos aún por la poesía, por eso quienes llevan la vocación de Bécker, Víctor Hugo, Lugones, Borges, Machado, Almafuerte... debemos convertirnos también en decidores, lectores de nuestros versos  a un auditorio circunstancial y ganarnos admiración, respeto, cariño y un poco de fama en el círculo íntimo de amigos y parientes.
Si a todos los aspectos mencionados sumamos que en general en el interior no se lee, sume al poeta en un ostracismo letal.
Tampoco los medios gráficos que tradicionalmente solían publicar versos de ignotos poetas, lo hacen ahora. ¿Está muerta la poesía? Contesto a viva voz ¡no!. Está más viva que nunca, en cada amanecer, en cada flor,  en cada pájaro, en cada amor, en cada duda, en cada sueño y lo bueno es que hay poetas aquí y allá tallando con “birome” versos profundos: inmaculados, trascendentes; solo que es un grito ahogado.
Ahora bien, hablemos del interior; de ese interior profundo; del interior del interior allí donde las editoriales no llegan, ni los circunstanciales mecenas, ni el estado; mesclados con el pueblo están los poetas persistentes, enormes, luchadores haciendo con mayor o menor técnica que la palabra brille.
En los barrios de las ciudades del interior Eldorado, San Vicente, A. del Valle, Campo Grande, Mártires. O en alguna lejana colonia: Fracrán, Los Helechos, Caayarí, Bañado Chico, Picada Rosa Mística, donde quiera la ley del ambiente nimbar sus vidas, allí habrá un poeta o una poetisa no importa la poesía no tiene sexo, pero tiene alma.
Este le hace un verso a la madre, otro a su novia, quien no a la maestra, al obrero, al  colono, a la naturaleza, a los sueños. Y, llenos de lirismo se los leen a quienes los han dedicado. Otros solo tienen en un cuaderno sus inspiraciones temerosos que le roben su tesoro. Con suerte alguno podrá hacerlo público en un acto escolar, en un aniversario del pueblo, en algún cumpleaños y gozarán de fama efímera y mezquina.
No faltarán los que den un paso más y lean sus poemas en la cientos de radios FM que hay en el interior, también se animen al folleto o al primer libro que se termina regalando a parientes y amigos. Aunque hay que reconocer  que las redes sociales contribuyen bastante para los que se animan a publicar  sus versos y en tal sentido, los alientos.
Sin embargo allí están cada uno esperando la voz de la fama para que como Cristo a Lázaro le diga: poeta del interior, ¡levántate y anda!.