Martirio para mí tus manos bronce obscuro
y  tus ojos color verde aceituna.
Martirio para mí tus labios fuego puro
y tu olor que me embriaga
y tu ternura.
Martirio para mí tu aliento que me quema,
martirio tus piropos seculares.
Martirio para mí, grilletes que encadenan
mi voluntad, mi seso
y mi talante.