Estaba en la gasolinera un tremendo Jeep color rojo, recién lavado y brilloso. Antes de que el  extranjero de facciones anglosajón pagara, atrás de ese nuevo  y precioso auto con llantas anchas y rines plateados, se estacionó otro carro; nada parecido, al que ya estaba rebosado de gasolina. El propietario del auto ya gastadito, vio que, sin revisarlo, la expendora con facciones costeña se metió en la bolsa que cubría sus voluminosos senos un billete de quinientos pesos con el que el hombre bronceado pagó el combustible. Luego el Jeep con su poder de doble tracción se retiró dejando su lugar al opacado de color plateado y sin brillo.Mientras la máquina expendedora lo estaba llenando, la morena, le ganó la chamba a los drogadictos en las esquinas de los semáforos. Limpió el parabrisa que estaba lleno de polvo. Se oyó el clic de la suma total del llenado, más bien, de los litros que pudo pagar el de facciones africanas con otro billete de la misma denominación, que esta vez fue inspeccionado de adelante y por atrás por la que se ha pintado de rubio su inmensa cabellera. Cuando la inspección monetaria terminó, la de cabellos de ¨Rarotonga¨, con una sarcástica sonrisa, felicitó por la buena impresión del billete al que recibió de cambio dos billetes de cien pesos. El barbón y bigotón que de joven traía un peinado de ¨áfricalook¨, naturalmente, frunció las cejas por la prejuiciosa broma lanzada con una sonrisa, pero  con tranqulidad le enseñó a la de los dientes color nacar uno de los billetes de cien pesos que todavía tenía en una de sus manos,  preguntándole con diplomacía: ¿Qué era lo que ella veía sobre el papel moneda? Segundos después la costeña contestó que  veía solamente el número cien y un ¨indio¨. El que lleva entre sus venas sangre africana e indígena, tomó de nuevo su billete  y enseñó a la que también tiene sangre zapoteca unas letritas que, seguramente, no observó, pues sólo se pueden leer con una lupa, por eso  el que se siente poeta, empezó delante del sol a recitarle a la que lo efendió como si fuera su amada este poema:  ¨Amo el color del jade y el enervante perfume de las flores, pero más amo a mi hermano: el hombre ". Luego de meter su billete en la cartera, el que también escribe poesía, encendió su auto y le dijo a la morena, que ese texto fue escrito por un poeta azteca llamado Netzahualcoyotl, pero; además,  le recomendó que  revisara todos los billetes de quinientos pesos, pues los ¨güeros", también  pueden engañar...