No siempre es cuestion de querer todo con muchas ganas,
si no de sentarse a esperar que las circunstancias se ajusten conforme lo que se quiere
ser paciente e intentar no verse enredado por las complicaciones que rodean a ese universo por el 
cual se prepara una lucha.
Lo mejor no es jugarse la vida en cada paso siempre, si no ponerla en la linea de juego cuando la situacion lo amerite y no tener miedo ni mesura,
hacer lo propio; es tener ciertos intentos y tener la certeza de que hay cosas que solo remedia el tiempo, que solo remedian las acciones ajenas cuando las propias no pueden llegar mas lejos.
La tascendencia de las palabras, las confusiones y los errores dependen de seguirlos alimentando
o ponerlos a dieta. Tener en cuenta la posible selectividad de las cosas facilita ciertos procesos
siempre y cuando se decida que trasciendan los correctos.
Aferrarse demasiado no es bueno.
Tener un espacio para valorar cada una de las variantes de la situacion es lo más sano,
sin necesidad de estar sobreanalizando las cosas, respirar tranquilamente e irlo viendo en la marcha
pero no ser mantenido cautivo bajo mil implicaciones no ayuda ni sirve de nada.
No es  valiente escudarse sobre sentimientos, justificar las razones meramente en ellos si no saber entender que su intervencion en ocasiones no es la cosa mas inteligente y aceptar que solo el tiempo y la distancia son el remedio certero para dilemas interiores. Los impulsos? No parecen tan buenos compañeros.