“EN EL COLLADO DE LAS HIERBAS FLORECIDAS” (Libro de cuentos)
Publicado en Mar 03, 2014
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 ISBN 978-987-45190-0-9
“EN EL COLLADO DE LAS HIERBAS FLORECIDAS” (Libro de cuentos)
 
En el collado de las hierbas florecidas: cuentos breves / Roberto Attias;
Ilustrado por Roberto Attias. - 1a ed. - Fontana: Roberto Attias, 2013. E-Book ISBN 978-987-45190-0-9
1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Attias, Roberto, ilus. II. Título
CDD A863
©Todos los derechos reservados que previene la ley 11.723
Este libro puede tener errores que sabrán disculpar
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Mi agradecimiento es solo para DIOS
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Dedicatoria
Este libro de cuentos está dedicado a mis amigos en el más
amplio sentido de sus presencias en mi vida.
Dentro de mis contactos en Facebook, Los amigos cercanos del
día a día, los que con su cariño y simpatía me hicieron un lugar
dentro de sus vidas, los que acompañan mis proyectos y les dan
alas a mis sueños, esos que me animan a mas y son felices con
mis alegrías, entristecen con mis penas y sin descanso están
siempre junto a mí, los inseparables. Ellos y yo hemos borrado
todos los límites territoriales y unido los continentes porque el
amor y la amistad no poseen fronteras físicas.
A los amigos que comenzaron siendo virtuales pero luego los he
visto personalmente, a los que he llamado por teléfono para
saludarlos y aquellos a los que voy en sus hogares.
A la tía Teresa que soportan mis visitas a menudo.
 
A los de las empresas de comunicación que me brindan de
forma desinteresada sus espacios para publicar mis notas como:
Diario CLARIN de Argentina
La revista PROTEXTO de Brasil
La revista LA OCA LOCA de España
 
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Índice
En el collado de las hierbas florecidas
La dura decisión de ser un pacifista sin ser cobarde dentro de una guerra
brutal, la esencia violenta del hombre y las convicciones. 
El jardín perfecto
Secretos de todos los jardines hermosos.
Entre las sombras
Es el preludio de los desastres que pudieran ocurrir luego de la falta de
servicios vitales, las inequidades y la desesperanza.
Amigas
Este cuento está dedicado a mi abuelita materna, doña Ernestina Hornus
de Solé y está fundamentado en comentarios de su hija, mi muy querida
Tía Teresa Solé de la ciudad de Paraná, Entre Ríos, Argentina
Los días aciagos...
Cuento basado en la historia imaginaria con parámetros comunes y dentro
de un ambiente real.
Las vivencias
Las artimañas de un hombre que no desea ocuparse de su vida.
El padre de Ramón
Es un capítulo de la novela ‘Relatos de familia’. Las vivencias, costumbres
y las continuas pruebas del coraje de una familia en pos de sus anhelos.
Ambientada en la Argentina de 1900.
La maestra
Cuento sobre la ira y los valores distorsionados.
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--La batalla del pacificador—(En el collado  de las hierbas florecidas)
 
Nuestro grupo se había formado con los que fueron tildados de
tibios, desidioso o inoperante, por aquellos gallardos guerreros que
ahora estaban con sus entrañas a la intemperie para ser devoradas
por los perros.
No tuvimos líderes y los reconocimientos del terreno se realizaban
por la voluntad espontánea. Ayer me ofrecí para ir a la vanguardia
junto con otros tres tras una ruta más apropiada y en busca del
agua.
Nos alejamos hacia el noreste dejando señales de tanto en tanto
para marcar nuestro rumbo.
Hacia más de veinte días que vimos la última huella de la guerra al
cruzar por lo que fuera un poblado, los cuerpos de los desdichados
pendiendo de los árboles como frutos del odio; algunas las casas
aun de pie con sus puertas abiertas como las fauces de un animal
feroz acechándonos.
Desde allí apresuramos la huída con la esperanza de estar lo
suficientemente lejos de todos, sabíamos que nos perseguirían por
el solo placer de matarnos sin que nuestra muerte les concediera
ganancias, honores o simplemente el sosiego del sentirse a salvo.
Ellos asolaban las regiones violando, saqueando y matando, ya no
por las diferencias de criterios; estos enajenados cometían sus
crímenes por placer y porque no había nadie que los pudiera
detener.
El ejército que los dotaba de pertrechos, pues habían pertenecido a
un escuadrón de elite, que se introdujo tras nuestras las líneas de
defensas para sembrar confusión, los abandono y estaban en
retirada.
Sin municiones y lejos de la tecnología de las armas modernas, se
equiparon con improvisaciones hechas de elementos en desuso
hallados a su paso a los que les daban filos y puntas.
Cuando entramos en ese último bosque me pareció que nos
introducíamos en un túnel verde. Las infinidades de tonos donde el
techo de ramas y hojas eran sostenidas por las gigantescas
columnas de formadas por los troncos de los árboles. Estos
vegetales inmensos, algunos de cortezas lisas como las Acacias,
guayabos, catalpas o rugosas como los Quebrachos, Espina
Coronas, Tatané, más otros que no conozco y que solo Dios sabe
cómo llegaron sus simientes hasta aquí.
En los tallos, las partes que daban al sur, permanecían más
húmedas y estaban cubiertas de musgos los cuales las utilizábamos
para orientarnos. Desde esas mismas rugosidades y desde todas las
ramas secas o verdes colgaban lacios las Barbas de Viejo, flores de
Aire y todo tipo de bromeliáceas. Además los helechos de todas las
variedades crecían en las cavidades formadas por los nacimientos
de las ramas o sobre el suelo. No se veía la tierra despojada de
hojas a causa de las plantas que luchaban por permanecer y
hacerse un lugar entre la floresta.
Supuse que bajo toda esa maraña interminable la vida caminaba, se
arrastraba o serpenteaba en absoluto silencio y en constante
asecho.
Sobre los árboles los monos, aves y demás habitantes del lugar
emitían todos sus sonidos a viva voz por lo que el silencio estaba
ausente.
Nuestras atuendos estaban sucias, rotos y mojados, pues la
humedad que como un vaho nos envolvía, a lo que no faltaban
sorpresivos chaparrones que entorpecía aun más el trajinar. El
desplazamiento era lento.
Durante la mayor parte del tiempo me mantuve en equilibrio
ayudándome con un trozo de rama de dos metros. Completaba mi
equipo la cantimplora atada al zurrón que pendía de mi hombro, en
el guardaba celosamente algunos mendrugos y tiras de cecina, que
aunque estaban enmohecidas conservaban los nutrientes que me
mantenían frugalmente alimentado.
Hoy al amanecer salimos de la maraña, vimos el bello cielo azul y la
claridad pura, fue una sensación acogedora sentir el sol directo
sobre la piel.
Allí había una loma con su parte posterior escarpada.
En el fondo de la pendiente un estrecho río de aguas claras y poco
profundas, en su lecho estaban diseminadas cientos de grandes
rocas grises y gastadas dejadas allí por la naturaleza hace miles de
años.
Mientras ellos hacían el campamento en espera del resto del grupo,
me aleje a inspeccionar los alrededores. Me interne en la espesura e
inconscientemente deambule por más de una hora. Mi total apego a
la armonía y el respeto por la naturaleza, me hacia estimar que esas
circunstancias extremas lograría modificar mis íntimas convicciones.
Cuando comprendí que me había alejado mucho del grupo regrese y
al hallar el amplio espacio abierto la sorpresa atroz me arranco de
manera abrupta de mis cavilaciones.
Todo el grupo había sido alcanzado y traído aquí donde los estaban
masacrados.
Lo primero que halle fue a un moribundo que con su último estertor
me indico el monte para que escapara hacia la espesura.
De un vistazo sopese la situación y comprendí que no había a donde
huir, pues los perseguidores en ese instante completaban un amplio
desplazamiento estratégico en forma de pinza. Esta acción
deliberada con el afán de evitar que los prisioneros se les escapen
me dejaba entre ellos y el acantilado, al cual deseche arrojarme y
morir rápidamente por no ofender a Dios.
Formando un perímetro circular en la parte más alta del terreno, las
estacas con las cabezas cercenadas de varios de mis compañeros
con los ojos secos y las bocas abiertas en un grito de miedo y
angustia hasta la eternidad.
Los agresores habían traído sus perros los que azuzados, mordían a
los agonizantes.
Camine hasta el epicentro de la matanza de la cual los homicidas ya
se habían retirado en busca de las sombras. Allí estaban ajenas las
florcitas multicolores que pintaban mi sendero sobre las que
revoloteaban pequeñas mariposas blancas las cuales se apartaban
a mi paso.
Los oía reírse, quizás de mi aspecto insignificante.
Cuando pude salir del asombro comprendí que mi vida llegaría a su
fin en este día, aquí lejos de todo lo que ame y respete, bajo un cielo
limpio y coronado por una bandada de carroñeros que se
preparaban a devorarnos, en el centro de la elevación donde la
masacre había clavado sus colmillos sobre los nuestros.
Me incline y deje mi báculo, mi bolso de cuero y mis símbolos
religiosos como tratando de apartarlos del dolor que se avecinaba
sobre mí. Trate que las imágenes religiosas que me acompañaron
durante toda mi vida, no fueran estropeadas en mi ejecución
inminente y me lamente de no haber sido favorecido con la suerte
del prófugo.
Pude haberme dejado matar estoicamente amparado por mi
conciencia pacífica, pero el miedo me traicionó por un brevísimo
momento. Quizás fue el hedor de la sangre que unificaba todos los
aromas emponzoñando el aire y penetro en mis sentidos, sacudió mi
esencia y deshizo mis convicciones, transportándome a una realidad
más cruda y totalmente desconocida.
No lejos los despiadados se divertían con la escena que le brindara
mi deambular de forma errática entre los cadáveres, esta situación
seria cómica de no ser trágica.
Hice un paso más y recogí dos largos machetes, con los cuales
otros abrían paso en la enmarañada jungla; Al apoyar mis manos
sobre sus mangos gastados sentí como el acero se adhería a mis
extremidades con comodidad. Sostenían esas herramientas, ahora
convertidas en armas, con tal firmeza que se podía suponer que
eran desde siempre las extensiones naturales de mis brazos. Una
chispa de esperanza invadió mi cuerpo ya no tan miedoso pero igual
de pusilánime.
Transite unos metros embriagado de adrenalina. Divise un pequeño
lodazal color carmín donde se mezclo la sangre de las victimas con
la tierra revuelta por los pasos. Algo inherente me hizo inclinar
nuevamente y recoger con dos dedos ese barro sanguinolento para
luego trazar dos rayas sobre mi frente y pecho ahora desnudo.
Esta nueva sensación congénita de poder había sido ajena a mí por
siempre y ahora me abrazaba con toda su furia. Una crueldad innata
me apodero y unos segundos después desde alguna parte de la
memoria inmanente surgieron los conocimientos destructivos y
feroces heredados por los miles de años que el hombre ultimó a sus
congéneres. Mi estirpe guerrera esta en los genes de la especie,
viene del comienzo del mundo cuando mis ancestros vivían en
cuevas y vagaban semidesnudos; desde esos días habían sido
inoculados con el virus de la violencia y con la suficiente presión
emotiva aflora convirtiendo a cualquier hombre civilizado en un
salvaje. La supresión de los valores aprendidos deja emerger al
guerrero despiadado, al cazador astuto, al conquistador avezado o a
todos juntos.
Caminaba hacia ellos ya sin miedo, trazando arabescos en el aire
con mis armas como un antiguo matador experto y di un grito de
batalla a la manera ancestral, el cual no sabía que dormitaba en mí.
El sonido trepo desde el fondo de mi garganta hasta mis labios y por
única vez voló por el aire cálido en busca de la luz plena, con tanta
fuerza que aquieto todos los rumores al arribar a los oídos de mis
adversarios. Estos callaron súbitamente ante la sorpresa. Tal vez en
aquel piquete ya se habían disputado el derecho de darme muerte y
ahora al verme así renunciaba al premio poco prometedor a ser
divertido.
Mi cuerpo ardía de pura ansiedad y mi piel exhalaba odio. La mente
emitía un torrente de bravura que me recorría el cuerpo. Las manos
tenían el poder de matar y destruir que ennegrecían mi ser. Apresure
los pasos hacia el encuentro con firmeza sobre la hierba más verde
y hermosa que había visto.
Allí iba mi cuerpo sin cicatrices, escuálido casi transparente por el
cual corrían ríos de transpiración que brillaba con el reflejo del sol.
Con el torso pintado y descubierto de toda protección para el
combate, ya que no poseía ninguna esperanza de sobrevivir.
Mi anhelo pacificador había huido despavorido dejando aflorar los
bajos instintos que me conducían feliz hacia la muerte heroica del
luchador henchido de cólera y erizado de filos.
Pude agorar la presencia a mí alrededor de los guerreros de todas
las épocas los cuales surgían como fantasmas de la tierra, con sus
espadas de bronce, sus hachas de huesos, sus mazos de piedra,
lanzallamas o fusiles automáticos; gritando en infinidades de idiomas
y dialectos para volver a desaparecer confundidos con la brisa.
Allí delante de mis ojos los tambores, trompetas y estandartes en
filas interminables marchaban hacia la nada por fracciones de
segundos.
Sin detener la marcha vislumbre de reojo sobre esta piel como los
tatuajes y marcas de todas las épocas y de todas los pueblos
pujaban por emerger. En ese instante yo representaba toda la
existencia violenta y toda la irracionalidad del hombre.
Esta locura había borrado la totalidad de los principios de tolerancia
con mi congéneres.
Me dirigía como un espolón de acero hacia la vorágine de la
violencia cuando comprendí que estaba renunciando a mis
convicciones.
Siempre deteste el fanatismo y la brusquedad, ahora reconozco que
me mantenía alejado de los pleitos porque carecía del valor para
enfrentar el peligro. Me ocultaba con avidez y habilidad detrás de la
figura del mediador comprensivo muñido de palabras
grandilocuentes.
Ahora sé que solo está en condiciones de elegir aquel que posee el
conocimiento cabal, como ahora que elijo y me reconcilio con mis
valores.
Con claridad comprendo que nunca había experimentado tanta furia
a la que acabo de renunciar, las hojas de acero reflejando el sol en
sus filos. Sin detener el andar me incline levemente y con firmeza
dejo clavadas mis armas en la tierra y esbozando una sonrisa que
nadie comprendería, marcho sereno hacia el inminente final.- FIN
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El jardín perfecto
 
Se abrió el acceso lateral de la suntuosa mansión y emergió como
catapultada la ambulancia con la sirena destrozando de forma
impiadosa los acostumbrados silencios de las tardes apacibles en
aquel barrio residencial.
Tras su huida por las callecitas despobladas, partieron en su
búsqueda agentes de seguridad y familiares compungidos en
sendos vehículos guiados por el sonido ulular.
En un breve espacio de tiempo, por la rendija que dejo la puerta
entrecerrada se pudo observar, aunque nadie lo hizo, la presencia
del jardín perfecto. Este se extendía desde el fondo hasta el pesado
portón de maderas el que poseía una reja superior de hierros
forjados, que comunicaba con la acera.
Pero aun cerrado se pudo haber apreciado el aroma que emanaba
de los heliotropos, con sus ramilletes tupidos perfumaban el aire con
aromas dulces desde el lavanda hasta el violeta. Pero este cuadro
de belleza nadie lo aprecio, pues los habitantes de la casa
acostumbrados al paisaje no lo veían en sus afligidos deambulares y
a los curiosos no se les permitía permanecer en las inmediaciones
del lugar, todo estaba estrictamente protegido por un selecto grupo
de seguridad.
Luego de un minúsculo espacio de tiempo reanudo el silencio y solo
se pudo apreciar en la lejanía el sonido lastimero que con la
distancia se volvía más grave.
Fueron las 17,45 hrs cuando el hecho tomo relevancia aunque la
situación tuvo lugar más temprano. Todo ocurrió cuando los niños
fueron a jugar como lo hacían habitualmente en su bello jardín, en
esa fresca tarde de otoño. Allí pasaban las horas felices entre los
canteros de flores jugando a cocinar, haciendo sopa de brujas, o en
las hamacas y otros juegos de jardín bajo las sombras de los robles
que pitaban la tarde de rojo coral y los fresnos de dorado intenso; en
otro rincón del patio los castaños y los cerezos que florecían en abril.
El jardín había sido decorado por expertos en parques que lograron
belleza y equilibrio en las formas y en los colores. Las plantas color
pastel y verde pálido fueron colocadas en el fondo de la escena para
dar la sensación de profundidad y las de colores cálidos al frente
para resaltar la luz.
En el medio una pequeña cascada de escalones de piedras negras,
sobre los montículos de granito los Amarantos con sus flores
plumosas y hojas rojas, carmesí o violetas; a la derecha de esta un
Muguet rodeado de grava, Salvias violetas y pequeños cuadros de
Geranios rosados. Desde allí hasta el pasillo en cada escalón tenía
una especie distinta donde se podían apreciar Narciso, Azaleas,
Impatiens multicolores, Lobelias, y más, muchas más.
Los muros hace tiempo que eran invisibles por el avance de la
hiedra que lograba mimetizar el habitáculo donde se guardaban las
herramientas y los abonos.
Estos niños aman este espacio y a diario jugaban entre las flores y
hojas vistosas hasta el punto de de haberles puesto nombres
familiares a muchas de ellas. Estos pasaban largos momentos
diarios al cuidado de su niñera la que también amaba el jardín. Para
ella era el lugar más bello y más adornados sobre la tierra. Este
como un cuadro de fantasías coloreaba sus sueños de joven desde
la ventana en el primer piso donde tenía su cuarto, junto a las
habitaciones de los pequeños.
Primero poco y luego toda la responsabilidad por la crianza y
educación de los menores recayó en la joven Martha, la que cada
dos semanas visitaba a sus padres, los domingos por la tarde,
llevada por el chofer de la familia junto a sus bolsos y regalos y
recogida al anochecer por la misma persona. Las visitas eran nulas
y la seguridad férrea, salvo el jardinero que cada diez días hacia su
labor en absoluto silencio. Un mal día por las razones que nunca
sabrán una de las plantas amaneció musita y aunque a simple vista
la mayoría no lo notara, para ella fue como si faltara el equilibrio,
como si la armonía que habitaba ese predio se hubiese marchado, la
invadió la tristeza por lo que ella llamo la ruptura mágica del ensueño
y cuando al cuarto día llego el jardinero solicito a este que
remplazara la planta seca de la maceta bordó. Con la prisa que se
requería, el hombre compro en las cercanías una Estrella Federal, y
le informo que pronto tendría hermosas flores rojas. Los días
posteriores transcurrieron con normalidad, salvo por la dificultad que
trajo el temporal de lluvias, impidiendo que los niños jugaran en el
jardín.
Martha mientras los niños jugaban en el interior, siempre se hacía
tiempo para pasarles un trapo húmedo a las plantas de las galerías,
allí estaban las begonias, Difenbaquias y Dracenas. Pero todo el
predio no era esplendoroso, cerca del muro lejano en dirección al
bosquecillo mas allá de la zona de la residencia principal, por el
sendero que se conducen hacia las dependencias del personal de
seguridad y domestico, casi como abandonados los Ricinos, las
cicas y las siemprevivas completaban el cuadro vegetal.
Los padres de los niños habían nacido en algún suburbio, lejos de
los bellos jardines, a menudo acosados por las constantes penurias
que provee la marginalidad.
El patrón es un sindicalista despiadado y con gran esfuerzo logro
poseer la oportunidad de tomar el poder en las próximas elecciones
y de manejar todo a nivel nacional. Así crecía en su ámbito y de
igual forma lo hacia la lista de enemigos, algunos solo rivales
políticos pero también había de aquellos que lo querían ver
totalmente destruido. Había llegado a unos pasos de la cúspide de la
organización desde la estrechez de su instrucción pero con la
habilidad, la sagacidad y el coraje requerido para tal logro, que lo
obligo más de una vez a esconder alguno cadáver bajo la alfombra.
Hombre temido por sus amigos y enemigos había comenzado como
peón, allí comprendió que para salir de pobre debía luchar en otros
ámbitos. Siendo delegado sindical realizó paros y movilizaciones,
mientras de forma oculta arreglaba con la empresa por buen dinero y
terminaba la protesta enarbolándose en los mínimos logros
accediendo de las frondosas exigencias protestadas; en otras
oportunidades arreglaba de antemano con la competencia
empresarial para boicotear la libre competencia e inclinar la balanza
en su favor. Su actual aspecto de gordo bonachón dista mucho de
su verdadera actitud, a los empleados del sindicato los apabulla de
trabajos, formalidades y obligaciones que se refleja en su accionar
como candidato recto.
Así en una de sus campañas de paros y cortes de rutas conoció a su
actual esposa, ella militaba en un grupo que se manifestaba en
contra del gobierno y que recibía como pago un plan social, con la
sola obligación de ir donde se lo indicaran, cuatro o cinco veces al
mes. Aunque vivía con su madre que además poseía una pensión
graciable, muchas veces se tuvo que ir a dormir con solo unos
mates dulces en el estomago.
Así fue como conoció a Jorge; la cautivo con la cadencia de su voz y
el respeto que promulgaba por los trabajadores.
Salieron un par de veces, pernotaron otras más y se fueron a vivir
juntos en una casita que el poseía en un barrio de clase media. En
los próximos diez años el completo su fortuna, hizo construir la
mansión, la adorno con lo que nunca tubo y luego de casarse la
habitaron y tuvieron tres hijos.
Por estos tiempos ella juega tenis en un club y va a cocteles pro
ayuda a los desempleados, en cada fiesta para juntar dadivas se
gasta más de lo que se recolecta, pero todos están felices.
Ella ameniza sus días con el joven instructor y sus encuentros
fugaces en algún motel periférico, mientras que el esposo se prepara
para la elección del cargo a nivel nacional que se realizara la
siguiente semana.
El martes pasado, Punchy el caniche juguetón, al que le gustaba
esconderse entre las plantas para sorprender a los niños, estaba
triste y con evidentes dolores abdominales; con prontitud llamaron al
veterinario pero a pesar de los cuidados y medicinas no pudo
salvarle la vida y diagnostico claros signos de envenenamiento.
La alarma recorrió las galerías y entro en todas las habitaciones, se
oyeron órdenes y los pasos apresurados de más guardias en los
alrededores. Esta situación se interpreto como la forma mas clara de
amenaza dada al candidato por su rival, para que reflexione, que no
importa la seguridad que tenga siempre podrán llegar hasta sus
hijos. Luego de ese acontecimiento cada vehículo era acompañado
por otro que lo custodiaba.
La señora de la casa protestaba por haber perdido la privacidad y
acusaba a su esposo de ser un paranoico.
Solo faltando dos días para los comicios y súbitamente el pequeño
Néstor sintió fuertes dolores abdominales y palideció mientras
jugaba con sus hermanitos como siempre. Al ver que el niño
desmejoraba llamaron a emergencia médica que llego raudamente.
Después de reconocer la gravedad lo traslado a la clínica, mientras
el personal avisaba a sus padres por teléfono los acontecimientos.
Llegaron casi todos juntos a la clínica, el pequeño ya estaba en
cuidados intensivos y el doctor tenía un diagnostico, principios de
envenenamiento.
Como era posible con tanta seguridad? los niños no visitaban a
nadie y tampoco recibían visitas, los alimentos eran los mismos para
todos, los guardias no se acercaban al patio ni ellos a las cercas.
Rápidamente los análisis determinaron la toxina y el tratamiento dio
buen resultado y algunas horas después el niño recibió las visitas de
sus padres y su amada niñera. Como pasaría un buen tiempo en la
clínica, Martha tomo varias fotos del jardín, las hizo ampliar y las
colgó en el cuanto para que no extrañara su hogar.
Una semana después, su padre que se había retirado de la
candidatura y no participo de los comicios, con la angustia
visiblemente grabada en el rostro y permanecía largas horas en la
casa donde las personas luchaban por retornar a la normalidad.
Néstor pasó algunos días más recuperándose en la clínica; allí
rodeado por infinidades de fotografías que convertían ese lugar
aséptico en un espacio acogedor poblado de colores e imágenes
familiares, aunque para el niño observar todo ese colorido monótono
despertaba un evidente aburrimiento y nostalgia.
La mañana que le dieron el alta, estaban en el pasillo contiguo a la
puerta donde reposaba el niño, el pediatra junto al especialista en
toxicología del laboratorio central, ambos hablando sobre el extraño
origen que pudo haber tenido el elemento que puso en peligro la
vida. Estando tan cerca del recinto ambos entraron a la sala donde
el menor reposaba y en el momento que estaba acompañado de sus
padres, los que esperaban la certificación del médico para llevárselo
de regreso a su hogar; luego de los saludos y las presentaciones, el
visitante observo con detenimientos las fotos que adornaban el
recinto y expreso:
  Esto es lo que llamo un verdadero muestrario de plantas
letales para niños y mascotas por su toxicidad, ¿En qué lugar
sacaron esas fotos?
  ¡Es nuestro jardín! – Respondió el niño, con altivez,
demostrando encono por el comentario que trataba de
desprestigiar su espacio acogedor.
No quise ofender tu bello parque, pero allí están las probables
respuestas a los últimos interrogantes sobre tu salud y el te tu
pequeño can.
Todos se miraron con asombro y antes que una tormenta de
interrogantes acudiera a sus oídos, dijo
  Solo daré un ejemplo de los muchos que se pueden
extraer.
Señalando una de las formidables imágenes expreso:
  Observa esa foto, allí posa tu hermanita luciendo un
bello collar de semillas de Ricino, una sola de estas
semillas ingerida podría matarla. FIN
 
Más información sobre este tema:
http://www.cfsph.iastate.edu/Factsheets/es/ricin.pdf
http://pehsu.org/wp/wp-content/uploads/planta_hogar_pehsusambi.pdf
http://www.sabemosdeperros.com/index.php?pag=plantas_toxicas
http://www.huertayjardineria.com.ar/Plantas%20peligrosas.htm
http://es.growlandia.com/top-10-plantas-venenosas-y-toxicas-que-podrianestar-en-tu-jardin/
http://www.ropana.cl/toxivet/ornamentales.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Intoxicaci%C3%B3n_por_plantas
http://www.consumer.es/web/es/salud/prevencion/2012/11/30/214382.php
http://www.fvet.uba.ar/areas/arch_bases_agric/plantasornam.php
http://www.ehowenespanol.com/sintomas-del-veneno-ricino-sobre_52078/
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Entre las sombras
 
La noche llego de pronto como si nos estuviera observando entre las
matas que crecen por doquier, me pareció que más de prisa que lo
acostumbrado. Pude apreciar el silencio casi perfecto solo roto por el
zumbar de los mosquitos, los ladridos y los siempre presentes
disparos de las armas de fuego, más nítidos que cuando se
mezclaban con los sonidos propios de los hogares; en esas primeras
horas de incertidumbre remembré temores olvidados, los que
permanecieron a mi lado y no me permitían sobrepasar las horas
con mas serenidad. Todo había comenzado a más de mil kilómetros
de aquí. Estaban reunidos los concesionarios prestadores del
servicio, los sindicatos y los del gobierno.
Estoy seguro que la maniobra fue prevista y los efectos colaterales
finamente calculados.
Interrumpieron el suministro eléctrico, destruyendo buena parte de
las instalaciones de control y antes de ausentarse del país, alegando
falta de garantías, acusaron a los trabajadores de sabotaje y para
asegurase que continúe la polémica, los despidieron. Esto, como era
de esperarse, sublevó e los sindicalistas que para poner más
presión, se establecieron en de rededor para evitar que alguien
entre y restaure el servicio, bajo el lema "por el trabajo digno" y otras
proclamas menos esclarecedoras; con incoherente tenacidad y
sufriendo idéntico padecimiento.
Esa mañana estaba sentado en el inodoro, mientras a pocas
baldosas desde mi cómoda posición, reposaba un cubo plástico muy
cercano a la pared. Allí permanecía a diario bajo una canilla, la que
con pocas esperanzas trataba de llenarlo de agua con aquel
disminuido chorro el cual como un hito de épocas veraniegas,  se
instaló silenciosamente un medio día y permanece fiel en este
suburbio durante los doce meses del año.
Tras la interrupción de la electricidad el liquido cesó é invadió el
ambiente un sonido gutural que huyó por las cañerías vacías hacia
lo profundo de las paredes. A este episodio común siguieron dos
gotas que me parecieron el tañer de un címbalo de agua y tristeza
en el silencio sepulcral del baño, en esa mañana donde mi beta
poética se hizo presente en el momento menos oportuno.
Al ver el recipiente a medio llenar recurrí a la principal reserva que
estaba en la cocina, almacenada en cubos de plástico de distintas
formas y medidas. Desde ese momento recomenzaba la acción de
preservar el líquido hasta que el suministro se restableciera, lo que
resulto ser un ejercicio casi cotidiano.
Mis vecinos, los que poseían albercas, seguramente tardaron más
en darse cuenta, pero un par de horas después casi al unísono
comenzaron a comprar agua mineral y luego todo tipo de liquido que
sirviera para soportar la tediosa espera, como es habitual, a falta del
suministro eléctrico tampoco había agua pues el  bombeo se detuvo
y para peor de males esto hacia comprender que el problema era
general, mas aun cuando al encender la radio no pude captar
ninguna emisora local.
Aquí la noticia nos llego a través de los altoparlantes que la
municipalidad, que a su vez había oído las noticias de la radio
policial y de las emisoras extranjeras; allí esgrimiendo sus
obligaciones como si fueran sus derechos, recorrían los barrios
avisando que se desconocía cuando llegaría la solución y que cada
uno tenía que responsabilizarse por sí mismo y por su familia.
Pronto es el caos se generalizó, se interrumpió la llegada de todo
tipo de productos comestibles y combustibles; los móviles policiales
y las ambulancias consumieron lo poco que quedaba en las
cisternas hasta agotarlas totalmente.
Los únicos elementos que permanecieron en las góndolas fueron los
de limpieza y perfumería porque el resto fue literalmente arrasado
por la población, que primero lo compro y luego lo saqueo
impunemente, como si el hecho de que la situación era alarmante
los habilitaba a cometer todo tipo de desmanes y ultrajes.
El éxodo no se hizo esperar, lentamente casi con angustia por
abandonar los hogares, algunos en sus automóviles otros en los
medios que disponían desde el amanecer partían hacia las lagunas
y los ríos. Allí permanecían en las inmediaciones de los ojos de
agua, en grupo apiñados por el miedo ante la inseguridad reinante.
Esos lugares pronto fueron los centros de las epidemias, pues el
líquido termino estando altamente contaminado. El cólera, el
Dengue, la gripe A, las hepatitis de todas las letras y otras
enfermedades diezmaron a la población de manera alarmante.
Los grupos que se internaron en lo profundo del monte la pasaron
mucho mejor pero fueron los menos, parece que quedarnos en las
inmediaciones de lo que conocemos nos da más confianza aunque
nos lleve a la muerte.
Permanecí en mi casa por muchos días custodiando mis
pertenencias. Con el aceite de la cocina había construido algunos
mecheros con los que me alumbraba. Dormía por las mañanas y por
las noches vigilaba mi predio en la oscuridad y podía distinguir los
movimientos de los merodeadores que recorrían los pasillos y en
muchas oportunidades pusieron sus manos sobre mis picaportes
tratando de asegurarse que las puertas permanecían cerradas, en
otras golpeaban tratando de amedrentarme para que les abriera
suponiendo que estaba dentro. Recorrían las ventanas arañándolas
para asustarme y lo lograban. Adentro estaba con mis armas de
corte temblando de miedo pero listo para darle muerte al primero
que traspasara el dintel. Gracias a DIOS eso nunca ocurrió, se
cansaban y luego de convencerse que no valía el esfuerzo que
invertirían para saquearme se marchaban en grupo a los gritos como
habían llegado. Bajo los muebles tenía muchas botellas plásticas
las de ex gaseosas económicas, cargadas con agua que serian
vaciadas para lavar los pisos en caso de cortes prolongados, pero
como nunca se usaron, allí permanecían reservadas y con aspecto
poco higiénico además del sabor a líquido estancado pero libre de
enfermedades.
Las racionaba para beber y para cocinar.
Al principio, mi perro y yo devoramos lo poco que había de
provisiones en nuestra casa, por ultimo solo quedo harina algo
amohosada, sal y bastante grasa y aceite.
Con las maderas de los cielorrasos de las casas aledañas, las que
primeramente había sido destruidas, hacia fuego y asaba muchos
trozos de masa, una especie de pan ázimo, una mezcla de
emergencia y hastío algo duro al enfriarse, pero estaba bueno y
cumplía con su cometido; por otra parte estaba libre de marcharme a
donde quisiera, pero también me aferraba mis artefactos eléctricos
inservibles, fotos antiguas de las cuales no recordaba los nombres
de los retratados, libros viejos, pero por sobre todas estas escusas,
lo vivido aquí e irrecuperable en otros espacios; allí permanecí
atrapado en mis cavilaciones días tras días rezando por un absurdo
y dramático cambio de situación hacia el ayer, donde se confundían
mi existencia y mis anhelos poblados de pesadillas, remezones de
tristezas y añoranzas por ese grupo de personas aun cuando no me
relacionaba directamente con nadie, habitantes de mi entorno y
formadores de mi cotidianeidad.
Los amaneceres y los atardeceres se confundían en mi conciencia
algo desorientada y pasaba largas horas monologando con la
monótona ración de silencio abrumador, pan duro y agua sabor a
tiempo.
Ocho días después estaba solo en el barrio, ni los perros ajenos
permanecían en los aleros de las casas, el que me hacia compañía
compartía mis vicisitudes y mis comodidades, parecía que eran
suficiente porque nunca se alejo. Al pasar diez días ya estaba
convencido que moriríamos allí mismo pues no había a donde ir y el
olor a los muertos, animales domésticos suponía, emponzoñaba el
aire y las reservas comenzaban a agotarse.
Por las mañanas recorríamos las casas abiertas en busca de
mendrugo y algunas veces hallaba latas de pescado en conservas,
harina o azúcar, algunos caramelitos en las cómodas de los niños
ausentes; eso ya era un verdadero banquete.
Podíamos haber andado por horas, aunque en mi estado de
debilidad hubiese sido un esfuerzo descomunal y tenía la certeza
que no hallaría a ninguna persona, es más, solo los cuervos nos
observaban desde lo alto.  El amanecer del día dieciocho fuimos
bendecido por una copiosa lluvia, que lavo la tierra y el aire de
insultos y maldiciones, llenando todas las oquedades.
Para mi sorpresa cuando oscurecía distinguí el resplandor lejano
que indicaba que en la ciudad la energía eléctrica había regresado.
Me apresure al abrir una canilla, la sorpresa por algo que
anteriormente no poseía ribetes especiales, ahora se convertía en
un suceso magnifico, así el agua enlodada corría con timidez por la
batea de cemento; este espacio de la cocina estaba atiborrada de
trastos sucios y abandonados sin más.
La electricidad aun no llegaba a nuestro barrio porque los cables
estaban cortados en varios sectores.
Antes del amanecer muchos de los vecinos, más conocedores de las
nuevas noticias, volvieron a sus casas. A la mayoría las hallaron
saqueadas, algunas destruidas porque los vándalos que también
vivían en las inmediaciones las habían incendiado por envidia,
porque estaban intoxicados con alguna de las infinidades de
porquerías que inhalaban o simplemente porque son inadaptados y
sin más.
Estas familias llegaron con sus ropas andrajosas y sus semblantes
grises, no volvieron todos los que habían partido, algunos de sus
miembros habían muerto por las epidemias o estaban
desaparecidos. Un hombre que otrora fuera audaz en el arte de las
negociaciones empresariales, se sentó en el suelo apoyando la
espalda en la pared de su casa, allí carente de toda esperanza murió
silenciosamente, como si el solo hecho de regresar había cumplido
con todas las metas de sus vidas. Otros los que habían sido menos
acaudalados arremetían contra la apatía y parecían combatir a los
sucesos con más tesón que los anteriores, pero visiblemente faltos
de fortaleza y fe.
Una semana después todos los servicios habían sido restaurados
pero la tristeza permanecía en todas partes, ya no se oía música
escapando por sus ventanas y con temor cerraban las puertas y
postigos al oscurecer y permanecían callados y a oscuras.
Desde muy temprano con sus rostros enjutos deambulaban por los
pasillos en busca de la ayuda social que era distribuida en forma de
cajas con alimentos.
Fue ese mediodía cuando comprendí que solo yo quedaba como
representante de nuestra antigua forma de vida, no me resignaba a
descolgarme de mi utopía y asimilar sin otra esperanza esta
realidad; La tristeza me embargo nuevamente así que cerré la casa
y salí a caminar.
Di unos pasos con lentitud buscando la esencia antigua del lugar,
sus aromas y colores.
A pocos pasos gire y vi a mi compañero de aventuras que me
observaba con las orejas en alto desde el pórtico, solo basto que
silbara llamándolo y con indudable voluntad corrió hacia mí. Juntos
nos alejamos de allí por la callejuela a la vera de ferrocarril, hace
más de diez meses.-FIN
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Amigas
 
Este cuento está dedicado a mi abuelita materna, doña Ernestina
Hornus de Solé y está fundamentado en comentarios de su hija, mi
muy querida Tía Teresa Solé de la ciudad de Paraná, Entre Ríos,
Argentina
Sé que a simple vista parecería que no tuve más interés que vivir
bebiendo abundante agua, regocijarme con los rayos del sol y crecer
como cualquier otro helecho, pero en ese punto es donde se
equivocan casi todos los que me han visto, porque sé que ella ha
confiado en que escuchaba con especial atención todos sus
diálogos, sus pequeñas risas y hasta sus llantos, aun cuando no
he podido poner una mano sobre su hombro, alcanzarle con suma
cortesía un pañuelo o secar sus lagrimas , las cuales por alegrías o
por penas, emergían de esos ojos viejos con brillo siempre joven y
corrían sobre la fina tez antigua hasta llegar a sus delicados labios
que besaran con tanta pasión a su único amor.
No inicio nuestra amistad esa mañana pero si fue cuando empecé a
atender sus comentarios descarnados sobre el amor y la familia. Es
mejor pensar que el comienzo de nuestra relación fue casi por
casualidad, ya que no era el único helecho en ese pequeño patio
interno y como los demás, estaba orondo y plácidamente ubicado
sobre una hermosa maceta que ha sido mi moisés, mi cuma y mi
más cómoda reposera.
Muchos murmullos podían oírse cuando se colaban por las ventanas
abiertas de las habitaciones, mezclados con la brisa o el sacudir del
viento, pero como ninguna persona se había dirigido a mí en forma
exclusiva, no atendía sus diálogos disonantes y me limitaba a ser
solo una planta esbelta.
Pero desde ese instante ella me observo con cálida dulzura, como si
además de solo tener hojas y tallos albergaba el rostro ausente de
su adorado esposo, el que había partido de la vida hacia algunos
años, al que no podía dejar entre renglones. Quizás en su afán de
ser oída por él, veía en mi alguna similitud en mi silencio, o quizás al
pasar sus manos sobre mis hojas le traía el recuerdo de sus caricias.
La verdad es que nunca sabré porque fui elegida para oírla cada
mañana al despertar, ser custodia de sus dulces palabras
dedicadas a su amado Antonio y atender todos sus monólogos, sus
comentarios sobre las situaciones familiares y sus anhelos casi
cumplidos por pensar que él era depositario de sus palabras de
amor. Esto me consentía.
Las estaciones fueron pasando y envejecíamos, ella en su dormitorio
el cual daba su ventana hacia mí y yo desde el patio esperando para
dar oídos aun con más ansiedad de lo aconsejable, pero unidas por
una cadena tenue y dorada hecha de su nostalgia y las odiseas
familiares.
He allí que mi hermana en la soledad y amiga en su pena era muy
anciana y ya no soportaba bien las tribulaciones. Comprendiendo
que su hombre cada vez estaba más lejos en el tiempo, la domino la
desolación más profunda y me conto que deseaba partir a su lado,
pues sabía que él la esperaba en su ascenso entre nubes y ángeles
para alcanzar juntos el cielo. Por un momento quise gritar que la
amaba y que nuestra separación me causaría una gran tristeza, --quizás si tuviese vos gritaría-- pensé, pero con prontitud comprendí
que de tenerla hubiese permanecido callada pues conocía sus
deseos más íntimos como nadie más. Así un día cualquiera de
repente como comenzaron sus visitas se ausentaron. Las primeras
semanas espere por su voz cálida y hasta me parece que podía
soñar con ella, pero en este nuevo mes he resignado mi espera para
siempre, nuevamente sentí el silencio como un interminable invierno
tempestuoso que me ha dejado sumida en la más profundo hastío.
Desde hace algunas jornadas he decidido hallarla, ya no bebo el
agua pura que me dan ni absorbo los nutrientes, mi amor por ella y
su ausencia me dejaron sin deseos de permanecer como una planta
mas. Siento que mis tallos se deterioran por la congoja y mis hojas
se tornan mustias, sin voluntad de continuar desecho los bríos de la
familia por salvarme. Ahora le comprendo más que nunca, también
he aprendido que no es posible vivir sin el amor. Pronto elevare mi
espíritu vegetal tras la búsqueda de Ernestina, mi amiga del alma.
FIN
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Los días aciagos
 
Ángel tenía diez años… cuando la dramática escena hogareña
marco un antes y un después en sus vidas, como un grosero tajo de
inmoralidad en el ceno de su hogar el cual se torno agobiante y cruel
además de marcar los días venideros con un regusto aciago.
En su hogar la desazón acontecida en los últimos días, descorrió el
velo del engaño el cual mostró su rostro más cruel y desbarato lo
que ya no poseía consistencia.
Su padre se dirigía caminando a diario y desde la madrugada, para
trabajar en una desmotadora de algodón mientras en la humilde
morada quedaba su familia compuesta por el tres pequeño y frágil
niño y su madre.
El hombre de hábitos austeros solo compartía en contadas
ocasiones la mesa con el padrino de su hija Martha y su esposa los
cuales cumplían sus labores en un autoservicio de la zona.
Los compadres eran una pareja discordante ya que vivían en una
situación de tirantez a causa de la madurez de ella y de la jovialidad
de su esposo que contagiaba alegría.
Cada vez que la oportunidad era propicia el joven chofer se
acercaba a la vivienda todos los sábados en tempranas horas de la
mañana y al despertar los niños encontraban una caja de leche en
polvo y galletitas las cuales eran recibidas con mucha algarabía por
todos.
El último fin de semana de ese abril fatídico, su padre don Esteban
Obregón volvió a solo dos horas después de partir a causa de un
accidente de trabajo que sufriera en un brazo y que le permitió
tomarse el resto del día libre.
Se dirigía despacio hacia el barrio que en su forma y costumbres es
típico en muchos de los pueblos del norte argentino.
Las casa simples como cubos dispersos donde la aridez y la
haraganería despoblaron de árboles, salvo aquellos que la
naturaleza dejo allí como prueba de vida. La pobre edificación hecha
de palos y ladrillos amalgamados con barro con la techumbre de
paja y cubiertas de cartón en forma de chapas, acanaladas y
embebidas de asfalto, que se reblandecen en cada jornada calurosa,
pero dan seguridad y frescura ante las pocas lluvias que visitan la
región esporádicamente. 
Los niños regresan al mediodía de la escuela con las ropas de
colores mareados y sus bolsitos portadores de útiles colgando lacios
de sus hombros y arrastrando los pies cubiertos de lejanía y polvo.
Durante toda la siesta los pequeños sentados en fila bajo la angosta
sombra únicos reparos que dan las paredes de cada una de sus
viviendas añorando la llegada del atardecer para ir a jugar a la
pelota.
El viajero lejano portador de otra idiosincrasia al ver esta estampa
pensara sin lugar a dudas que estas casa fueron construidas con la
precariedad del que está de paso y requiere un albergue transitorio;
no sospechara ni por un breve instante que esas personas vivirán el
resto de sus vidas allí y que la mayoría de ellos tengan varias
generaciones de permanencia en ese predio, sin modificar su
estructura, sin ampliar sus espacios y en la promiscuidad inocente
del que no conoce otro modo de convivencia.
Al llegar el mediodía el viento norte arrecia arrastrando nubes de
tierra que se cuela por todas las ranuras y se posa sobre los
muebles, las ropas y los culos de los vasos que permanecen en las
repisas, además ensucia las guirnaldas de crepe y el volado del altar
del santo que fue elaborado con los papeles de envolver regalos el
cual han adquirido en una despensa del centro.
Y al fin de tanto caminar don Esteban estaba a pocos metros de su
casa y vio el camión que manejaba su compadre parado en la calle.
Pensó que quizás se habría roto ya que no acostumbraba a parar el
motor cuando estaba de paso.  Feliz de poder tomar unos mates con
él mientras oía sus bromas se acerco con cautela para sorprenderlo
y por la pequeña ventana pudo ver a su mujer y a su amigo
desnudos en su lecho matrimonial. Acto seguido con toda calma
despertó a los niños los cuales pudieron apreciar la escena en toda
su magnitud. Luego se marcho con su rostro cenizo y en silencio con
lo que tenia puesto y nunca más lo volvieron a ver. 
Su madre sentada en el suelo no podía salir de su asombro y se
lamentaba por lo bajo entre llantos cortados por breves silencios
mientras se cubría el rostro con ambas manos como queriendo
apartar la realidad aplastante con la utópica esperanza de aplazar el
problema. Estos niños endebles con los ojos húmedos sufrieron por
mucho tiempo más el desamparo y en algunas ocasiones se
cobijaron en la casa de algún vecino, en algunos de sus
acostumbrados derroteros muchas veces infructuoso en búsqueda
de sustento.
A ella la pena le duro hasta que los parientes y amigos comenzaron
a desdeñarla por su mendicidad y falta de vergüenza que al poco
tiempo la condujo hacia el lenocinio más descarado. Tres meses
después sin ningún recato ya se había puesto de espalda con más
de la mitad de los hombres del poblado.
Cada oportunista que le insinuaba formar una familia en los tiempos
lejanos por venir le traía remembranzas de las horas familiares y
dentro de su ignorancia inagotable ante una mueca de hogar
quedaba embarazada y así fue teniendo más hijos y menos
concubinos.
Llego a pensar que si juntaba todas las promesas incumplidas podía
llenar todos los estantes del villorrio.
Así algunas veces se cambiaba de pueblo para renovar la clientela y
en su casita los mayores contenían como podían a los más
pequeños formando un verdadero nido de desesperados. Un día
llego la noticia de su muerte, que había acontecido en la casa de
una vieja curandera que hacía de partera improvisada la cual le
estaba practicando un aborto clandestino, muñida de un tallo de
perejil que hacía las veces de sonda.
Allí por fin dejo de ser ramera para convertirse en parte de una
estadística judicial y engrosó la triste lista de los acuciantes
problemas sanitarios. Ángel siendo el mayor y con la triste realidad
económica pronto eligió el camino fácil y tras robar algunas bicicletas
y garrafas de gas domiciliarios lo detuvieron en varias
oportunidades.
Su carácter de niño afable fue mudando al de rudo matón de
esquinas lo que le dejo como premio algunos dientes rotos a golpes
y muchos hematomas. Entre los desacuerdos y el alcohol perdió el
rumbo y cuando parecía que no había más esperanzas, le llego la
cedula del ejercito que lo intimaba a presentarse para cumplir el
servicio militar obligatorio.
Marcho hacia una vida desconocida donde se regía a través de la
disciplina y los castigos que fueron moldeando el nuevo carácter de
aquel delincuente y se transformo en reservado y responsable luego
de estar dos años en Marina.
Aquel muchacho desdeñado solo tenía en común el nombre con
este hombre útil, laborioso y con total dominio de su nueva vida. Se
alejo solo pues su familia ignorara su paradero y anhelaba que no lo
supieran jamás, sin prisa sus pasos se perdieron entre la multitud
presurosa de la ciudad.
Como era hábil en resolver problemas pronto edifico un ranchito a la
vera de las vías férreas al cual volvía cada tarde al concluir su labor
como peón en obras de albañilería.
Un año después se traslado a una pensión más céntrica de donde
los domingos iba a misa y fue integrándose a la vida social del barrio
con pasos firmen como ciudadano responsable.
Así fue como conoció a Mercedes y luego de casarse se traslado a
su casa la cual no está lejos de aquí, allí ambos vivieron en armonía
por treinta y cinco años. Hace un tiempo tuvo una descompostura y
le diagnosticaron una severa anomalía cardiaca y le prohibieron los
esfuerzos físicos. Indagando consiguió trabajo en este lugar para
desempeñarse como sereno y algunas veces llega temprano en la
tarde y toma mate con alguno de nosotros, aunque le cuesta mucho
integrarse al grupo a causa de su parquedad es reacio a compartir
bromas.
Por otra parte tenemos en el mismo ambiente a Benito el cual tenía
unos sesenta años y paradójicamente también había sufrido un
pasado tormentoso pero de carácter totalmente opuesto, divertido,
bromista y con la alegría a flor de piel.
Benito era un solitario de mirada ausente que poseída el don de
recordar un dicho popular para cada ocasión lo que le había
otorgado en el pasar de los años admiración y problemas.
Cuando lo conocí fumaba mucho y bebía sin control, habitaba una
tapera mugrosa y descuidada, a la orilla de una laguna, en un barrio
periférico de la ciudad, tenía una tristeza innata, la ropa siempre
limpia y la botella de vino en el bolso.
Llego el fin de semana y como de costumbre el camión de la
empresa tenía que ser cargado del material que tenia pedido. Todos
se movilizaron para realizar la tarea, bueno no todos, Ángel se sentó
a tomar unos mates, Pablo y los demás hacían bromas sobre el
corazón enfermo de este, e incitaban con indirectas para que se
dijera algo. Unos momentos después se oyó la voz de Benito que
dirigiéndose a Ángel
-  ¡Hermano! ¡Ven a ayudarnos para terminar pronto!,
- ¡No soy tu hermano! 
- No te digo hermano porque te aprecio, sino que mi papá era muy
amado por las mujeres-
Todos rieron por la picardía, menos Ángel al comprender que el viejo
afirmaba que su madre pudo haber tenido un hijo con su padre.
Encolerizado tomando un trozo de hierro aguzado se dirigió al grupo
murmurando  
- Nadie me recordara la vida vergonzosa que llevaba mi madre.
Benito al verlo llegar con pasos decididos rió y comento
- Muchacho deja eso, nadie muere en la víspera.
A lo que el otro sin detenerse afirmo con sarcasmo
- No es la víspera es la hora exacta.
Y sin más enterró el hierro en el pecho de mi amigo ante la mirada
atónita de todos. El matador cayó de rodillas llorando visiblemente
consternado y sorprendido por esa reacción violenta, Benito trato
infructuosamente de arrancarse el trozo de metal y atrapar la vida
con sus manos ensangrentadas. Media hora después llego la policía,
luego la ambulancia y pronto todos los vericuetos se llenaron de
curiosos y preguntones. Al concluir las actuaciones de rigor se
llevaron al muerto y al detenido.
Por un largo rato quedamos en silencio sin atrevernos a mirar hacia
otro lado que no fuera esa mancha en el suelo, de color carmesí,
que se tornaba a cada momento más oscura como el ocaso. Paso
más de una hora cuando comprendí que ya era de noche y salí a la
calle como un autómata, pensaba en Ángel, es que no esperaba de
él esa reacción ante una broma y que quizás se le había despertado
la furia que hasta para él había desaparecido con los años pero que
solo dormitaba en algún rincón de su memoria y allí nuevamente
tuvo la oportunidad de resurgir.
Pude ver por una breve fracción de tiempo en el momento que lo
conducían hacia el móvil policial un reflejo inusual en sus ojos, la
mirada de una fiera embravecido de rencor, quizás la de aquel
muchachito que había sido abandonado a su suerte, hace muchos
años. FIN
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Las vivencias
 
Me acosté a dormir tarde a causa de la ansiedad, solo faltaban
algunas pocas horas para ir a una entrevista; esto parecería rutinario
para las personas que pasan la vida realizando labores temporales,
pero para mí siempre es una situación estresante. Por lo general
desde antes de presentarme busco todas las dificultades que
pudieran presentes desde que conozco al empleador hasta que me
enseño como operario, ensayo las respuestas a cada contexto y
hasta la forma en que dejare bien sabida mi poca predisposición
para algunas tareas no especificadas con anterioridad. Todo para
justificarme que no quería ir porque soy un haragán y como no sé
hacer bien casi ningún trabajo, iba lleno de ínfulas y aun no sabía si
obtendría una plaza. Eran las dos de la mañana y no tenia sueño
pues hace mucho que estoy desempleado y duermo a deshora. No
habiendo otra solución me acosté sabiendo que estaría en la
penumbra con los ojos abiertos. Inquieto, me cubro con una sabana
y luego me destapo, cambio varias veces de posición y presto a oír
los sonidos más insignificantes.
De tanto escrudiñar el silencio halle, como no podía ser de otra
manera, el sonido de un grillo en el jardín, casi insoportable porque
parecía que estaba golpeando un tambor con su pata. Al momento
que me predispongo a salir a buscar a ese molesto bicho, se me
adelanta el sueño que estaba esquivo y agazapado entre la funda de
la almohada y en breves segundos me amodorra y me duermo
profundamente.
Sobresaltado con el sonido del despertador, aun adormecido me
dirigí al baño a darme una ducha. Era muy temprano aun, pero eso
me daría tiempo más que suficiente para llegar hasta la próxima
ciudad en la vecina provincia. Luego de vestirme con premura salí a
la calle a esperar el bus interurbano que me llevaría al encuentro de
la otra parada donde ascendería el interprovincial. Con el primero
tuve suerte y espere poco tiempo. Veinte minutos después recordé
que había cambiado de celular y no tenia en la memoria el número
telefónico del empleador. Me invadió la desesperación y baje
presuroso, ya amanecía y con una mezcla de miedos, nervios y
angustias no podía entender este nuevo aparato pero recordaba el
numero del celular de un taxista amigo y lo llame. Le di la dirección
donde estaba parado y como referencia un comercio de venta de
condimentos. Llega luego de unos momentos y le explico que me
lleve a casa y en el camino le cuento lo que me paso con los
celulares. Ríe. Llegamos, me espera, cambio nuevamente de
aparato y regresamos a la ciudad. Todos estos inconvenientes me
daban el indicio que todo me iría mal y hubiese abandonado el
emprendimiento laboral guiado par las múltiples interpretaciones que
suelo aplicar a esos eventos, sino fuera que comenzaba a pasar
hambre.
Nuevamente esperaba al colectivo de larga distancia con el tiempo
ajustado. Intranquilo y con la ropa algo desalineada y aun estaba a
mitad de camino.
Veinte minutos después llego atestado de estudiantes. El viaje
directo tardo 25 minutos. Camine por muchas cuadras hasta el
obrador; cuando al final arribe al lugar un personal de vigilancia me
comunico que habían suspendido la necesidad de otro operario.
Con menos tristeza de la que se hubiese esperado de alguien que
fracaso en su intento de conseguir una labor para su supervivencia,
camine a la deriva por la ciudad cinco veces centenaria. Iba en
busca de algo que no sabía que era, quizás de ninguna cosa,
deambular de puro vago, solo desplazarme sin prisa entre su gente,
oyendo la algarabía de sus escuelas, viendo a los trasnochados en
los bares que sin mayor necesidad que dejar que la vida los devore
con sus cuerpos frágiles de sueños rotos, algunos ancianos que
duermen en las escalinatas de las iglesias; Otros acostumbrados a
una vida de lucha están sentados en los bancos fríos de las plazas
comiendo pan y tirándoles los mendrugos a las palomas sin más
tesoro que sus manos curtidas y sus recuerdos brillantes como
gemas; estos últimos con el deseo ferviente de poder entregarse a
una charla amena al oportuno transeúnte que se detiene sin prisa o
con cansancio a compartir ese espacio silencioso como una playa
solitaria. En mi caso llevaba las dos cosas, varias cuadras de
caminar y sin más deseos que perder un poco de tiempo
aprovechando la sombra así que le extendí mi cortesía con una
sonrisa amistosa y le preste los oídos a una anciana para su relato.
Comencé haciendo comentarios rompehielos sobre cosas banales y
después de un dialogo más fluido comenzó a contarme su vida y la
de su hermana desde sus mocedades. Como fueron sus novios y
luego los mismos se convirtieron en esposos y al pasar los años el
suyo murió y el otro huyo con una joven que era hija de una vecina.
Ambas tenían criterios opuestos referentes a sus futuros familiares.
Su hermana Estela se dedico a vivir a favor del amor, solo compartía
momentos de dichas sin preocuparse por el futuro, tubo las
aventuras románticas más increíbles y sin medir consecuencias amo
y fue amada por varios hombres, no se percato del paso del tiempo
solo de estar en constante estado de pasión.
Luego me cuenta que ella solo pensaba en conseguir un esposo
para pasar los últimos años acompañada de un hombre. Me
parecieron ambas posturas loables.
Pregunte mas y me conto con la voz algo quebrada por las lagrimas,
-- Me enamore de un hombre casado y el de mi pero cada uno alego
que tenía sus obligaciones ineludibles, el con su entorno familiar y yo
con mis aspiraciones así que luego de un tiempo y de forma que aun
no comprendo nos separamos; conseguí que el otro prospecto que
se ajustaba mas a mis planes se quedara a vivir conmigo. Todo
parecía perfecto pero este no tenía la magia del otro pero era mío,
más bien de la casa, aun con sus largos e inexplicables momentos
de silencio. Pasó el tiempo y pensé que le había ganado al destino,
no tenía una pareja perfecta pero si un marido con el que pasaría los
últimos años lejos de la soledad.
Repentinamente se levanta para irse, la miro como si me hubiese
despojado algo del relato y con premura le pregunto porque estaba
sola en la plaza; me hace una mueca tenue y marchita que simulaba
una sonrisa y me dice que la razón es que su hermana queda en la
casa preparando el almuerzo. Más confundido aun le suplico que
me diga que tenía que ver su hermana con esta parte de la historia.
Se sienta nuevamente como si recordara que no había finalizado la
historia, me dice que ahora están las dos juntas en la misma casa,
que su hermana es feliz porque vivió como quiso, pero que ella por
el contrarío esta apesadumbrada por los acontecimientos, porque
aunque logro lo que pretendía no pude conservarlo, pues hace una
semana murió su marido y hace tres años murió su antiguo amor al
que nunca pudo olvidar.
Comento como al descuido una frase triste, algo similar a que la vida
casi siempre se lleva a los hombres primero y deja a las mujeres
solas, luego se quedo mirando la nada envuelta quizás en aquellos
besos apasionados entre la penumbra y la fogosidad desbordada en
la que ambos sucumbían.
Le acaricio la mano antes de levantarme, como tratando de
consolarla de esa pena profunda porque ambos no tuvieron el arrojo
de guiarse por sus sentimientos. Quizás Un nudo de llanto y pena
pudo haber anidado en mí y dejar escapar las lágrimas sin temor a
verme ridículo y secarme en la aflicción el rostro con la manga de la
camisa en esa ciudad que ahora veía gris y fría entristeciendo mis
horas de la mañana. Pero la verdad es que me sacudí la historia
ajena porque no podía permitir que esa extraña me complicara la
existencia con sus dramas. Considere que con oír todo ese sainete
era más que suficiente y no podía emprender la noble faena de
salvar a todo los fracasados sin siquiera intentar salvarme. Ya había
transitado una decena de metros cuando recordé que no sabía su
nombre, gire y la vi retirarse del banco verde cemento con su vestido
de doble luto. Momentos después estando en la parada, en una
larga espera de arribo del autobús, inicie una nueva charla con otro
extraño que seguramente me contaría su melodrama, el cual sin
lugar a dudas, me mantendría entretenido las próximas horas.
Creo que es todo un arte el de matar el tiempo oyendo los compases
de otras vidas para olvidarme que debo vivir la mía y enfrentar mis
propias miserias ---FIN
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El padre de Ramón
Es un capítulo de ‘Relatos de familia’, mi novela breve (inédita aún)
Mientras nos alejábamos en esa mañana algo nublada y fresca,
recuerdo a don Estanislao, alto y delgado, con la barba bien tupida,
la cual disimulaba una cicatriz que le surcaba la mejilla derecha,
desde la oreja hasta la comisura del labio.
Vestía de negro, eso y su laconismo habitual ayudaba a mantener la
apariencia taciturna. Trataba de pasar inadvertido aunque la
mayoría de las veces no lo lograba, bueno al menos no todas las
veces que se lo proponía.
Fue soldado en la guerra de la Triple Alianza, hasta la batalla de
Curupaity; Este combate en particular había sido uno de los más
sangrientos, donde los aliados habían sido atrozmente derrotados.
Después de ese enfrentamiento deserto.
Al regresar su humor había cambiado, desde entonces se lo conoció
como un hombre parco, cuando oían pronunciar su nombre las
mujeres se persignaban y los hombres contaban muchas historias
de coraje y de peleas.
Decían los antiguos que en su mocedad era jovial, buen bailarín y
muy trabajador.
Hay muchas leyendas y creencias en nuestra zona, y cuentan que el
tuvo un encuentro tenebroso con una de ellas. Nadie sabe si es por
eso o por pura casualidad pero un día enfermo de los pulmones, tisis
creo, y comenzó a decaer lentamente. Es el padre de Ramón, murió
hace un año. Dos años después de su madre.
Le hago seña con la mano para que se acerque. Me inclino en la
montura hacia él y por lo bajo le digo
– Dígame Ramón, ¿cómo fue aquel encuentro de su padre en el
patio de la iglesia? 
– Se lo pregunto porque al nombrarlo todos se persignan pero nadie
sabe a ciencia cierta lo que allí paso.- me observa y sonríe.
- Sabes aun cuando no le conocíamos ningún enemigo, hasta en su
lecho de muerte llevaba consigo el puñal al alcance de su mano, Era
un arma magnifica, el mango y la vaina de plata con ribetes de oro, y
una prominente ‘S’ marcaba el final de la hoja. Por momentos
parecía un crucifijo en vez de un facón. – Hay algo de misterio y
mucho de orgullo por su padre cuando se expresa de esa manera,
pero interrumpe su explicación y mira hacia todos lados como
buscando algo. Aun oteaba el horizonte cuando me dice
– José, cuando nos detengamos le contare todo con lujos y detalles,
tenga paciencia, tenemos que salir de este estero seco antes de que
llueva, caso contrario podríamos perder la mitad de nuestras
pertenencias de armarse un lodazal
Comprendo que tiene mucha razón y me separo para ayudar con la
tropilla y apurar el paso buscando un terreno alto para acampar.
Comenzaban a caer algunas gotas cuando hayamos un lugar
propicio, rodeamos los animales con prontitud mientras otros
juntaban leña y preparaban el campamento. Cayó un fuerte
chaparrón que duro un par de horas y se detuvo de pronto como
había comenzado. Luego de eso tomamos unos mates y cenamos.
A continuación nos retiramos a ver la tropilla pues en esta zona hay
muchas marcas de pumas y así le damos lugar a que cenen los
boyeros. Prendimos unos cigarros con el yesquero así con el humo
ayudábamos a espantar a los mosquitos y con el fuerte olor del
tabaco afirmábamos nuestra presencia en las inmediaciones de ese
paramo.
Luego de la ronda volvimos y nos acercamos a la fogata que
lanzaba largas lenguas de llamas y chispas hacia el cielo. Nos
acomodamos y después de observar los refucilos de la tormenta que
cubría el horizonte con dirección norte, Ramón me dice
– Bien, como le prometí, hablemos de mi padre. Esta historia te la
contare como la escuche del cura y de los fieles que estaban en las
inmediaciones de la iglesia. No sé si es verdad o no. Nunca se lo
pregunte, me parecía irrespetuoso de mi parte. Siempre pensé que
si quisiera que lo supiera me lo contaría por su voluntad.
Miro la brasa su cigarro mientras exhalaba el humo y prosiguió –
Usted como yo sabe la existencia del alma mula. Mi padre siempre
perseguía emprendimientos a los que la mayoría les huiría. Fue una
visita que hizo a la colonia de Las Cruces donde otrora fuera un
centro de explotación maderera de relevancia. Hoy es un villorrio
poco menos que abandonado. Cuando escaseo la materia prima los
aserraderos se trasladaron a otra zona. Lo que queda de aquello son
los edificios de la administración, los almacenes y la iglesia. Los
peones ahora se dedican a la agricultura. Este lugar ahora es el
centro de la fe de la región. Llego por invitación de su compadre don
Severino, para que asistiera a la celebración de la comunión de su
ahijada Manuelita que celebraría el 8 de diciembre en
conmemoración Día de la Inmaculada Concepción de María. Allí se
presento cinco días antes arreando un par de novillos gordos para el
asado y un vestido para la niña, que hizo traer del Tucumán.
Terminado el momento de la celebración, todos inclusive el cura, se
trasladaron a la casa de la homenajeada.  Allí a ambas márgenes de
una zanja llena de brasas, colocadas en estacas se cosía
lentamente la cena para los muchos invitados.
La iglesia estaría desierta si no fuera por la presencia de mi padre en
el patio delantero. El cielo estaba prometedor de tormenta. Las
ráfagas de viento hacían danzar y desgarraban las guirnaldas que
aun colgaban en el lugar.
Estando en su casa don Severino al advertir que su compadre no
estaba entre los presentes, salió presuroso hacia la iglesia lugar
donde lo había visto por última vez.
Al llegar a las inmediaciones de esta presencio a la distancia la
escena y luego el conto de esta manera:
Mi padre saco su facón y marco en el suelo un cuadrado amplio
como una habitación. Se persigno y se arrodillo en el centro del
mismo. Allí permaneció rezando un largo instante empuñando el
arma. La mula llego dando gritos desgarradores que se mezclaban
con los truenos. Los refucilos y el fuego que salía por los ojos e
ijares del animal permitían ver con toda claridad. La bestia
enfurecida vino hacia él, pero este no se movió.
En medio de los manotazos del animal pudo asir sus riendas y
cortarlas. El sabía que si repetía 3 veces “Jesús, José y María” la
bestia retrocedía por un instante. Además esa era una buena noche
para el encuentro, ya que la tormenta le daba la característica
propicia. El alma mula se acerca a una iglesia antes de comenzar a
deambular por los cerros y quebradas.
Esta había sido una mujer incestuosa, que al morir su alma quedo
para pagar sus pecados entre los vivos. En el instante que cortó las
riendas ese animal se transformo en una bella mujer de luz y luego
en una estrella que ascendió al firmamento. Cosa de no creer, pero
en ese mágico instante seso la tormenta y el cielo quedo limpio de
nubes. Me acerque a su padre y él me espero de pie y su facón
clavado en la tierra arañada por las pesuñas.
De la empuñadura de plata se desprendían pequeñas luces. Pude
apreciar que en todo el lugar había un suave aroma a miel. Mi
compadre cubierto de una leve luminosidad se recortaba claramente
contra la oscuridad de la noche y puedo jurar que oí cantar a los
ángeles.
Recogí su arma y se la devolví, nos retiramos callados del lugar.  En
la casa todos festejaban pues vieron la luz que se elevara de la
iglesia y todos aludieron un milagro. El y yo nos miramos sin
pronunciar palabras. Luego nos enteramos que otros habían visto lo
mismo y así fue como corrió la voz.
Don Severino y otros visitaron al cura y pidieron una explicación por
este suceso, a lo que les explico a su manera
– la maldición de castigar al alma aquí en la tierra, es por el pecado
aberrante. El convertirse en mula es porque es un animal antinatural
creado por el hombre. El freno que arrastraba representa la perdida
de la libertad. El grito que daba cada vez que pisaba el freno
representa el sufrimiento de las almas en el purgatorio. El fuego de
sus ojos simboliza el infierno. La cruz del puñal representa la
presencia de nuestro señor Jesucristo, que con su sola muestra
desvanece el mal. El hombre que arriesga su vida es porque alguien
debe suplicar por el perdón del alma. La plata del arma representa el
color blanco de la pureza. El deambular de la bestia es con ejemplo
que hay que alejarse de la tentación de cometer pecados.
Esa es toda la historia.
Luego del velorio de mi padre y antes que su compadre regrese a su
hogar le encomendé una tarea que acepto gustoso. Envuelto en un
pedazo de tela le entregue el puñal de plata y le pedí que lo pusiera
al pie de la virgen de aquella iglesia. Y di por descontado que cada
año en esta fecha encenderían un cirio por su alma. Creo que fue lo
mejor que pude hacer. Severino se alejo de allí con el
agradecimiento dibujado en el rostro.
Luego de esto quedamos en silencio.
La tormenta tomo otro rumbo aunque cayó otro chaparrón.
Más tarde soplo un fuerte viento. Esto va a orear el campo, pensé
antes de dormirme.- FIN
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La maestra
 
En cada piso comparten el baño y la cocina. Las piezas son amplias
y poseen dos ventanas cada una.
La mayoría de los inquilinos llevan una vida simple, mayormente son
viudas, acérrimos solteros, parejas de ancianos abandonados por
los afectos que sobreviven de sus míseras pensiones.
Ahora todo el lugar pasó a ser un barrio ausente de las comodidades
y de la higiene municipal, cobijo de delincuentes.
Los centros educativos permanecen a oscura y con los vidrios
apedreados. Todo el lugar se despierta por la mañana y después de
las 19 horas no hallas más personas en las calles ni los comercios
abiertos.
Desde el año pasado se creó el programa piloto ‘En busca del
comportamiento formal’ que se les dicta a los pandilleros,
delincuentes de todas las calañas. El programa está subvencionado
con un aporte mensual para cada uno de los que se inscriban, con
asistencia obligatoria duración seis meses; para tener derecho a
cobrar;
Este proyecto educacional tuvo una gran acogida, asiste lo peor sin
distinción de sexo, aunque es difícil distinguir a unos de otros, pues
todos usan el un vocabulario soez, ropas y aros, tatuajes por doquier
y algún tipo de arma, la que están dispuestos a usarlas sin
vacilaciones; se embriagan fuman y se drogan por igual.
Felicita Duarte tiene cuarenta años, sin novio, austera, tímida y de
trato suave y voz melosa. Vive sola en una de las habitaciones del
inquilinato del sur en el piso 4ª del bloque C. es oriunda de otra
provincia donde se recibió de maestra; Ella cree en este proyecto,
además fue la única de la zona que se anoto como aspirante para
dar el curso, pero tubo que hacer una especialización pedagógica en
la ciudad de Buenos Aires que la capacito para mantener este tipo
de población en armonía.
Fue criada en el ceno de una familia con arraigadas convicciones
religiosas y profundas creencias de amor, piedad y tolerancia al
prójimo.
El año pasado después de las vacaciones de julio se comenzaron a
dictar las clases diariamente de 18 a 22 horas en el corroído salón
de actos de la vieja escuela pública, aquel tenía las ventanas
tapiadas las que tenían vista a la calle las interiores enrejadas.
El aula era un verdadero chiquero, los bancos rotos de antemano
prestaban un mínimo servicio al frente el pizarrón. Entre este y la
puerta metálica, única abertura de entrada y salida que no tenia
picaporte motivo que impedía la apertura desde el interior; además
estaban dos armarios que dificultaban el paso. Esas obsoletas cajas
metálicas grandes, grotescas y oscilantes
El primer grupo lo formaron quince alumnos llenos de
resentimientos, angustias, iras y protagonistas de los delitos más
aberrantes. No debían realizar ninguna tarea, solo oír, dialogar y
asimilar actitudes positivas.
Cada mes ella debía extender un certificado individual de asistencia
para que los beneficiarios puedan cobrar.
Después de la primer semana uno había desertado, dos estaban
presos por robo a mano armada y uno hospitalizado por sobredosis.
El dialogo en el recinto era mas que fuerte, cualquier tema era un
batalla campal pues muchos eran de grupos antagónicos.
el tema de esa primer semana fue ‘El personaje hostil’: ella les leyó
una síntesis de I. S. Larraburu, que comenzaba con esta frase: este
tipo de persona cree que la gente lo hace enojar, sin embargo son
sus propios pensamientos hostiles los que generan su ira, y piensa
erróneamente que sus conceptos de justicia, verdad y equidad
deben ser compartido por todos. Este tema los unifico en contra de la
autora del texto, alegando que no conocía todos los problemas
ajenos para opinar así. 
Les anuncio que la próxima semana comenzarían con Las múltiples
caretas de la Ira
Había logrado unificar al grupo al menos en un tema. Todos salieron
ofendidos pero unidos bajo un agravio común.
-- esto sí que es un gran avance – pensó Felicita.
La semana siguiente, minutos antes de comenzar la clase advirtió
que faltaban todas las alumnas; pregunto si alguien conocía el
motivo a lo que recibió como respuesta
--  Mire maestra se lo explicare pausadamente para que lo
comprenda mejor, la semana pasada les agrado su clase y se
pusieron contra nosotros, como escarmiento les dimos una buena
paliza a todas y creo que algunas tardaran meses antes de regresar.
Un coro de risas burlonas inundo la sala. Luego de esta sonora
demostración de aprobación general el alumno prosiguió
-- Ya que estamos en el tema de corregir errores, tenemos algo para
usted, mañana nos traerá los certificados de aprobación del curso
para poder cobrar y va a ser mejor que usted tampoco vuelva por
aquí. Si avisa a la policía o no cumple con nuestras exigencias
haremos una cena y usted será… ¡El plato principal! no lo olvide,
sola con los papeles a la hora de siempre, que nosotros
proveeremos las bebidas para el brindis.
Al otro día la maestra se dirigió al centro de la ciudad y compro
algunos productos en varias farmacias y de regreso dejo los
paquetes dentro del uno de los armarios del salón, en el que esta
más cerca de la puesta. Antes de la hora señalada ella ya estaba
presente en el salón, vestía ropas nuevas y sobre la mesita que
hacía de escritorio estaban todos los certificados requeridos. Al
entrar los alumnos veían que todo lo solicitado estaba ante ellos y
como era de esperase muchos ya llegaban borrachos y drogados,
caían sobre los rústicos asientos gritando jubilosos.
Ella les explico que dentro de la próxima hora salía el transporte que
la llevaría lejos de allí y por eso había venido a clase con su bolso de
viaje listo.
Antes de salir les indico con absoluta calma,
-- hoy todos debemos partir hacia nuestros destinos elegidos.
Y se dirigió hacia la puesta; a solo un paso de salir dejo caer sus
pertenencias con suavidad tratando de parecer casual y sorprendida.
Aun con esa expresión en el rostro, golpeo simulando la torpeza que
podría estar experimentando una mujer asustada y el bolso que
contenía bidones de alcohol se tumbo en dirección de los
estudiantes apiñados presa de otro jolgorio desenfrenado,
fugazmente se vaciaron pues sus bocas estaban tapadas con
papeles delgados. Estos se rompieron sin emitir sonidos y dejaron
salir generosamente en el piso aquel material altamente inflamable.
Antes de retirarse del aula acompañada por un coro de silbidos y
carcajadas, tropezó nuevamente con el ultimo armario tambaleante y
este se desplomo lleno de papeles y botellas de bebidas alcohólicas
que ella misma había colocado a la mañana. El armatoste metálico
hizo un ruido ensordecedor y tranco la puerta que ya de por si no se
podía abrir; el resto fue simple, saco su encendedor y arrimo la flama
en un pequeño charquito que salía por debajo del umbral mientras
los otros reían de lo que parecía una travesura infantil.
Cuando tomaron idea de la verdadera situación ya fue tarde, todo
estaba siendo consumido por las llamas, aquellos rudos golpeadores
de mujeres lloraban y gritaban sacando sus brazos por entre las
rejas. Ella tomo su celular y cuando estuvo segura que nadie
sobrevivió llamo a los bomberos. Estos tardaron como veinte
minutos más y la hallaron sentada en el suelo de la galería.
Declaro que se ausento para ir al baño y cuando regresaba uno de
ellos no le permitió el paso, trancando la puerta con el estante
tumbado. Luego vio como un grupo se enfrentaba al otro
esgrimiendo botellas de whisky y arrojándose el líquido. Que en la
trifulca desenfrenada uno de ellos debió romper el foco y como es de
noche prendieron algunos encendedores y allí vino el desastre.
Primero me paralice y no sé cuánto tiempo estuve así hasta que
pude llamarlos.
El comisario la palmea con afecto y le dice
-- Es usted una mujer con mucha suerte, esta es la segunda vez que
se salva en un año.
-- Pero la vez anterior fue más difícil salir perjudicada ya que no
comparto sus alimentos o bebidas, a veces les convido los míos, eso
es todo.
-- Si aquella fue una intoxicación terrible, el botulismo hizo estragos
entre aquellos glotones; para cuando se descubrió lo que era ya no
hubo forma de salvarlos.
-- Por suerte de esos treinta se salvaron cuatro que tristemente aun
tienen problemas de salud.
Eso ocurrió el año pasado
En este nuevo año está recibiendo a los ingresantes, están un poco
asustados y eso es bueno porque toman conciencia del posible fin
violento de la vida. El antiguo salón está al lado y aun no lo limpiaron
totalmente y eso paso a ser un monumento al desenfreno.
Ese primer día con el tercer grupo de espirante fue bastante
apacible.
Ya de regreso en su casa medita sobre este tipo de enseñanza y
sobre los valores que promulgados.
-- Tengo esperanzas que este grupo sea más aplicado, es que no
llegan a aprender lo básico y se ponen agresivos e irrespetuosos. El
solo hecho de ser agredida por esta escoria pierdo la paciencia y
termino encolerizada porque no aprenden mis conceptos de verdad
y justicia. ¿Sera que me estoy convirtiendo en un personaje hostil?
Mañana me confesare por haber sentido ira y todo estará bien
nuevamente.- FIN
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“En el collado de las hierbas florecidas”- ISBN 978-987-45190-0-9
Fontana, Chaco, 28 de noviembre de 2013- Datos del autor en  http://es,gravatar.com/robertoattias
 
ROBERTO ATTIAS
Autor de los cuentos y las imágenes
robertoattias@yahoo.es
Currículo on line:
http://es.gravatar.com/robertoattias
Otros datos:
http://www.robertoattias.galeon.com/enlaces2300324.html
http://letrasderoberto.blogspot.com.ar/
https://www.virtualgallery.com/#!roberto_attias_i_sole_a1628975/noreste_s9942
http://cuidandoaves.blogspot.com.ar/
Otros datos de interés del autor 
*-Columnista de “PROTEXTO”- Revista Virtual de Brasil
*-Articulista en "La Oca Loca" Revista del Centro Penitenciario de Daroca.
Zaragoza, Comunidad Autónoma de Aragón, España.-
*-“ARTE & ARTE” un Blog cedido por el diario virtual CLARÍN, Argentina
*-“Eventos de las artes plásticas” otro Blog cedido por el diario CLARÍN, Argentina
*-Creador de la red virtual “SENDA ESPECIAL” en apoyo a la educación especial
en Latinoamérica
*** 6-Libros electrónicos en PDF, de descarga gratuita:
1°-1° de Poesías 'VERSOS PRETÉRITOS'
2°-1° de cuentos 'PROSA INICIAL'
3°-2° de cuentos SENDERO SINUOSO'
4°-1° de notas publicadas 'NOTAS VIRTUALES'
5°-3° de cuentos 'POR EL SENDERO DE LOS PÁJAROS'
6°-4° de cuentos “EN EL COLLADO DE LAS HIERBAS FLORECIDAS”
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Este libro virtual se termino de cargar en el Formato de Documento Portátil (PDF)
en noviembre de 2013, en la editorial privada de “Ediciones Roberto Attias”, en el
Barrio 180 Viviendas de la ciudad de Fontana, Chaco, Argentina.-
 
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Foto del autor Roberto Attias
Textos Publicados: 18
Miembro desde: Apr 06, 2009
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Descripción

En el collado de las hierbas florecidas es un Libro de cuentos de Roberto Attias, con las siguiente obras:En el collado de las hierbas florecidas, El jardín perfecto, Entre las sombras, Amigas, Los días aciagos..., Las vivencias, El padre de Ramón, La maestra.

Palabras Clave: En el collado de las hierbas florecidas El jardín perfecto Entre las sombras Amigas Los días aciagos... Las vivencias El padre de Ramón La maestra.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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