Gracias a ti vuelvo a sentir esa belleza en mi pecho. Emana directamente hacia mi vientre, y de ahí hasta las puntas de mis dedos, aumentando mi temperatura y revolucionando mis hormonas. Mi cuerpo entero celebra este sentimiento. El cerebro es artífice de todo, también lo son todas y cada una de mi células. Son todos cómplices de tan efusiva manifestación de la vida.
Se trata de belleza, pues el amor si es bueno es siempre bello. Y sé bien que este amor es bueno, lo sé porque tú lo eres, y mi corazón ríe dulcemente como un niño. Renace la inocencia, y nosotros sabemos que es inocencia lo que se necesita para crear con libertad. Es el último empujón para la expresión de nuestra voluntad vital: el vivir, ser, existir, y no querer desaparecer. Gracias a ti.