El ngel de la pastorela
Publicado en Jan 07, 2014
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Diego había soñado con ver un ángel. Tal era su anhelo, que les platicaba a los otros niños como creía que era un ángel.
-Los ángeles son seres de una belleza extraordinaria- decía-, y sus alas son grandes y suavecitas como un algodón de azúcar. Pueden ver los sueños de las personas y siempre están cuidando a los niños desde sus nubes.
Todos los niños se sentían cautivados con las palabras de Diego, con la inocencia propia de la infancia.
Sin embargo, su familia veía con malos ojos lo que hacía.
-Los ángeles no existen- deciía su papá.
-Los ángeles son producto de la imaginación- decía su mamá.
-Los ángeles son un invento de la Iglesia- decían sus hermanos.
Pero Diego se mantuvo inquebrantable. Él sí creía en la posibilidad de ver un ángel.
Los días de las posadas llegaron, y las familias se congregaban en la iglesia. Esta iglesia tenía una fachada simple, con pocos adornos y estaba pintada de azul; perolo que más llamaba la atención era una estatua de bronce ue adornaba uno de los pilares del altar: era la efigie de un ángel, un ángel que sostenía una rama de olivo y sonreía con rostro benévolo a los feligreses.
El primer día de las posadas llegó con un anuncio: la pastorela se realizaría en dos días. Ese mismo día, mientras los niños rompían las piñatas y los adultos repartían el ponche, Diego se acercó a la estatua del ángel. Miró sus ojos vacíos, el color ocre de su piel y sus vestiduras, sintió el frío bronce de sus pies y dijo quedamente:
-Desearía que fueras real por solo un día.
Y dejó un rosario junto a sus pies.
El día siguiente transcurrió sin contratiempos, al llegar a la iglesia, Diego se acercó a la estatua y notó que el rosario que había dejado a sus pies estaba ahora colgado en la mano que tenía libre.
-¡Mamá, mamá!- exclamó Diego- ¡Ven, mira!
 Diego le mostró la estatua a su mamá y le esplicó lo que pasaba.
-La estatua se movio- concluyó.
-Las estatuas no se mueven- dijo su mamá.
EL día de la pastorela, ocurrió el milagro.
A mitad de la pastorela, una luz inundó el lugar y una ligera brisa recorrió la estancia ¡El ángel había cobrado vida!
Todos observaron anonadados a la criatura alada, a excepción de Diego, que la veía maravillado.
Sus alas eran de un blanco intenso, al igual que su túnica. Su piel era blanca como la nieve y sus ojos brillaban como diamantes.
-Lo ven- dijo Diego-. Los ángeles sí existen.
El ángel bajó del pedestal donde se encontraba y caminó hasta salir de la iglesia. Mostrando una sonrisa benévola, se acercó a Diego y le entregó la rama de olivo.
Luego, desplegó sus alas y voló hasta llegar a su nube. 
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Foto del autor Ana Fernandez
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Descripción

un cuento de regalo

Palabras Clave: cuento angel posadas olivo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Infantiles



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