Hoy fuí al campo; observé lo bella que es la naturaleza; escuché el lindo canto de las aves, entonces medité sobre lo vital de la creación de nuestro ecosistema, observé las aguas cristalinas, las cuales brotan de selvas vírgenes; pensé en lo sabia que es la naturaleza y los beneficios que nos brinda.
Imaginé por un momento si llegase a faltar las plantas, las aguas. ¿ que sería de nuestra existencia?. Entonces observé como los campesinos luchan a travéz de la agricultura para cooperar con el desarrollo de este país. Campesino que con sus manos encallecidas, su rostro quemado por el sol, trata de sobrevivir en una nación dominada por la corrupción, con muy pocas ayudas para estas gentes nobles y humildes.

Un país donde predominan las clases altas, la politiquería, la corrupción, la delincuencia, sin tener en cuenta aquellos hombres y mujeres que labran la tierra. Los habitantes de las ciudades deberían tomar conciencia que cada vés que un alimento está preparado en la mesa para ser ingerido; un campesino de algún lugar de Colombia con el esfuerzo y sudor de su frente ha logrado que ese alimento llegue hasta esa mesa.
Ese campesino mugroso, de machete en la cintura, botas pantaneras, es el encargado de que las grandes ciudades sobrevivan. ¿ quien puede vivír sin alimento?. 
Los gobiernos se dedican a la politiquería, a la guerra, olvidándose del campo el cual a travéz de esta población humilde, cosechan además de frutas verduras y granos; valores como solidaridad, respeto, tolerancia, y en una descripción generalizada sencillez y amabilidad.
Debemos sentirnos orgullosos de tener un país en el cual nuestros campos producen todo tipo de alimento, de unos campesinos luchadores, los cuales así tengan pocas garantias siguen adelante en la lucha.