Amaneceres fortuitos,madrugadas de olvido,
lagunas mentales de los que han caido
en los reinos del Dios de los borrachos,
y lleva por nombre el gran DIos Baco.
 
Ruegan a todos los dioses paganos,
que si le quitan los dolores y la resaca,
jamás adoraran al Dios  de los borrachos,
al Dios que los cobija entre sus brazos.
 
Pero tan solo pasa aquella culpa,
olvidan sus acuerdos prometidos,
y vuelven a pagar una gran multa,
al Dios en el mundo de todos los perdidos.
 
No hay adorador que nunca haya fallado,
que entre las mieles de esta vida,
sea un engreido y un airado,
pero que nos queda, ¿Hay otra salida?