Primera Carta de la Gran Experiencia
Publicado en Nov 04, 2013
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Hoy, como todas las tardes, me quedé jugando Dominó con mis compadres, y como siempre, el marcador iba de mi lado, es común que gritaramos a veces cuando alguien ganara, en todo caso y sin presumir siempre ganaba yo. Puesto que siempre he vivido en casa con mi esposa y mis 8 hijos cerca de la playa, tenía un negocio que traté de ocultar un tiempo, pero mi hija, creo la más grande. Alvina (Que de cariño le decimos todos "Alvi) descubrio mi negocio. 
Dicho negocio consiste básicamente, en salir a las 8 de la noche de la casa para ir a la orilla de la playa, playa a la cual se le llama "La Barra" e ir en bùsqueda de huevos de tortuga, que dejan las mamàs tortuga a altìsimas horas de la noche. Y yo urgo unos cuantos, para despuès venderlos en el mercado al dìa siguiente, a las primeras horas de la mañana.
Después de tomar unas cervezas con mis compadres salí victorioso. Me gané algunos pesos que eran poco más de los que gasté en las cervezas. Pero en mis tiempos salía barato todo, y justo enfrente compré una cajetilla de cigarillos de una marca que dejò de existir tiempo atràs,  comparándola con los tabacos de la actualidad se diría que son más fuertes que los "Marlboro" rojos. Seguido de eso guardé otros cuántos pesos en el bolsillo de mi camisa vieja, me puse un sobrero viejo y estropeado que tengo y me monté a pelo sobre el caballo que me esperaba atado comiendo un poco de hierba que crecía en la tierra y me eché a cabalgar un rato. 
Después de cruzar lo que parecía un desierto comencé a sentir la variación del clima por la salitre del mar, señal de que casi llegaba a mi destino. Y como todas las noches, ningún alma estaba a la vista, sólo andaba yo con mi caballo y la tenue luz salida de la débil llama que destellaba desde mi cigarrillo. 
Pasé la palapa donde normalmente estamos mis hijos y yo, pude ver la Laguna, grande y acompañada Y pensé que sería buena idea juntar las cazas de 3 días de una buena vez. El 1er día no recolecté casi nada, de hecho, los huevos más grandes fueron los del 3 día. El 2do día recolecté más, pero irónicamente eran huevos muy chiquitos, pero hoy. ¡Hoy recolecté muchos huevos y enormes! Todo éste extraño negocio para que mis hijos sobrevivan, me entristece verlos en las condiciones en las que viven todos los días, pero uno como padre sólo trata de hacer lo que está dentro de sus manos. 
Monté de al caballo guardando siempre la precausión de que los huevos de tortuga  no se rompieran, y cabalgué de nuevo hasta mi hogar. Casi a mitad de camino comencé a fumar otro cigarrillo, y cuando ya era débil la llamarada escuché de momento una voz grave, aparentemente emitida celosamente de un hombre adulto: 
- ¡ Ey tu ! - Me dijo la voz - ¡ El que va a caballo! 
Primero que nada se me hizo extraño éste suceso por que a esa hora no hay nadie. Voltee y me percaté de que OBVIAMENTE no había nada ni nadie, sólo había arena 
- ¡Ey tu! - Me dictó la voz - ¡El del caballo! - ¿Qué?¿Qué? - Pregunté 2 veces por lo confundido que estaba - Ahh buen hombre ¿Dígame qué le sucede? 
Ese hombre no se me podía hacer más extraño y misterioso aún, tenía una capucha o una especie de rebozo encima, la verdad no supe reconocerlo, sólo sé que por mucho que arrugara los ojos nunca pude ver su rostro en ese momento, estaba totalmente cubierto de la intrigosa oscuridad, y se ve que estaba cansado y ademàs perdido, pues se estaba recargando en un palo, pero se paró bien en cuanto me bajé del caballo. 
- Verás - Me dijo el hombre - He recorrido un largo viaje y estoy de muchos antojos, sé que nos volveremos a ver en poco tiempo - Dijo el hombre seguro de sus argumentos - y sé que es imprudente mi pedido, pero ¿Podrías regalarme un cigarrillo? 
Mi corazón regresó a la normalidad, puesto que sólo quería un cigarrillo "Eso nos pasa cuando andamos pobres" pensé, así que no le dí importancia a la bizarra petición, me bajé del caballo, busqué entre el bolsillo de mi vieja camisa la cajetilla de cigarillo y saqué uno. Lo dejè junto con mi mano en el aire esperando a que el lo tomase y así fué. El hombre se dejó el cigarrillo en la boca. 
Busqué bien, ahora el encendedor entre la bolsa derecha de mi pantalón viejo, lo alcé como a la altura de su mentón y cuando encendí una gran llama me lleve la sorpresa más grande de mi vida, ¡Logré ver el rostro de aquel hombre! 
Abrí los ojos como platos y el cigarríllo que yo mismo estaba fumado cayo al suelo, pero eso no importaba, vi su rostro. Era un mero cràneo viejo y de mal aspecto. ¡ÉL ERA LA MISMISIMA MUERTE! La luz alumbraba el hueco en su cara justo donde debería ir la nariz, tenía un poco quebrada esa parte de la avertura nasal, y el craneo lucía deberas muy viejo. A pesar de que no tenía ojos sentí una aterradora y fría mirada desde las insípidas cuencas de ese craneo viejo. Sentí como una especie de luz destellante de color roja. Maldad pura emitida desde dentro del cràneo.
A pesar de que todo ésto duró sólo unos segundos para mí fué horrible, solté un grito intenso y me recargué tembloroso en mi caballo con una expresión de auténtico miedo, los ojos estaban que se me salían al igual que el corazón y sudé torrencialmente. 
Después de ese grito el hombre desapareció en una nube de polvo con una risa demoniaca y lenta, burlàndose de mi con mucha seguridad y en su lugar sólo dejó una pluma negra, pluma que estaba cubierta por leves rayos morados, como si hubiese recibido una leve descarga electrica, pero eso no afectaba a la pluma en lo màs mìnimo. Decidí conservarla y la metì en el sombrero que llevaba puesto, dicen que las plumas de los ángeles siempre traen buena suerte, y además necesitaba una prueba para que me creyeran :)
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Foto del autor Carlo Trejo
Textos Publicados: 93
Miembro desde: Nov 21, 2012
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Descripción

ste escrito es muy apreciado por mi. Cronolgicamente se ubica justo despus de "Explorando los Pensamientos de un Desquiciado Psicpata" y en verdad lo aprecio. Fu una narracin original de mi abuelo, transcrita bajo la narrativa que gusto manejar.

Palabras Clave: Explorando Los Pensamientos De Un Desquiciado Psicpata Mi Abuelo Historias Suspenso HUEvos De Tortuga El monje Sabio Carlo Trejo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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