La llegada a Finlandia
Publicado en Oct 25, 2013
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El viento gélido le dio en la cara apenas salio del aeropuerto de Helsinki, a pesar de ser verano.
Milla consultó su reloj de pulsera, las 10:00 am. Recordó las palabras de Pentagrama: "al primer sitio que conociste".
Recordó también con una sonrisa la primera vez que recorrió el país nórdico. Tenía 12 años y sus padres la dejaron pasar las vacaciones de verano con sus tíos. El viaje en avión había sido extenuante para ella y se quedó dormida en el asiento trasero del coche de su tío hasta llegar a la casa.
Unos golpecitos en el vidrio de la ventana la despertaron.
-Despierta, prima.
La voz de su primo era inconfundible: suave, modulada y llena de alegría. La puerta trasera del coche se abrió; Milla se levantó y bajó, abrazando a su primo.
-Me alegra que estes aquí.
-A mí igual.
 
En aquel entonces, a la edad de 16 años, Mikko no resaltaba mucho de los otros. De cabello rojo naranja, tez pálida y ojos verdes ojerosos; usando ropas oscuras. Era un chico tímido y retraído, que tenía muy pocos amigos. Sin embargo, junto a Milla se volvía alegre y divertido.
Volviendo de sus recuerdos, Milla paró un taxi y le indicó al taxista, en un fluido finés:
-A la Bysmedsgränd, a dos cuadras de Iberismo.
 
El taxista asintió y condujo. Al llegar, Milla le pagó y bajó del taxi.
Todo seguía tal y como lo recordaba: la casa no era lujosa pero lucía bien, con la fachada blanca y lapuerta negra. Había un poco de maleza en el jardín. A primera vista, todo se veía normal.
Milla se acercó a la puerta y suspiró de alivio al ver que la cerradura era la misma. Su alivio se volvió preocupación al percatarse de que la cerradura no había sido forzada y entró usando su propia llave.
En el interior todo se veía en orden, al menos hasta llegar a la sala: los muebles estaban desacomodados, algunos cuadros yacían tirados en el suelo junto con una lámpara.
-Evidentemente, aquí hubo pelea-. A medida que hablaba, Milla anotaba sus reflexiones en una libreta de taquigrafía.
Su mirada analitica reparó en la lámpara; el foco estaba roto y la base, mirando más detenidamente, estaba un poco ensangrentada.
-El intruso usó la base para reducir a su víctima.
De la lámpara siguieron los cuadros. Eran solo dos, una pintura y una foto; los vidrios del portarretrato de la foto estaban rotos.
-Uno de los dos estrelló al otro contra la pared. En el forcejeo se desacomodaron los sillones.
Milla Fijó la vista en la puerta al fondo del pasillo. Tras esa puerta estaba su habitación y siguiendo un instinto, entró.
El cuarto seguía igual: tétrico y sombrío. El foco de la lámpara era rojo, las paredes azul marino, las cortinas negras. Solo la cama resaltaba algo de alegría, con una colcha naranja, un cobertor azul cielo doblado, un cojín blanco y una almohada con funda amarilla. En esa habitación Milla se sentía como en casa.
-Esta habitación parece normal- comentó Milla, entonces, reparó en el paquete que reposaba sobre el escritorio. Lo abrió.
Dentro, había una pistola Magnum con sus respectivos cargadores, un estiliete, un pequeño cuchillo y una placa de policía, junto con una nota.
-"Sé que te parecera extraño, pero todo es reglamentario. ¿Recuerdas a Pirkko Vaara? Me debía un favor ; y como ella trabaja en Asuntos Internos, conseguí que te acreditaran como detective provisional. Necesitaras esa placa, creeme"- leyó Milla en voz alta- ¿Una placa provisional? Mikko sí que tenía todo preparado.
Se colgó la placa de una cadena metálica que traís puesta, las armas las guardó en su bolsa y salió del cuarto. Después, entró al cuarto de su primo. En una de las paredes estaba pegado  un papel con el pentagrama dibujado.
Milla se olvidó de todo y arrancó el papel pegado, que tenía dentro un papel doblado. Antes que lo desdoblara, se oyó el sonido de unas sirenas proveniente de afuera. Unos segundos después, un fuerte estrépito indicó que la puerta habpia sido abierta violentamente.
-¿Qué demonios...?
Milla salió del cuarto y se encontró la estancia repleta de policías. Algunos estaban en la sala, algunos en la cocina y el resto en el pasillo. Uno de los oficiales reparó en su presencia y preguntó:
-¿Qué hace usted aquí?
Inmediatamente todos los policías se voltearon hacia ella.
-¿Como entró?- preguntó otro policía. 
Antes que Milla respondiera, otro dijo:
-Calma, chicos. Seguro ella puede ayudarnos.
Frente a Milla se encontraba Andrew Farlane. El uniforme azul rey resaltaba su piel blanca, su cabello cobrizo y lacio estaba parcialmente cubierto con una gorra.
-¿Qué esta pasando?- preguntó Milla.
-Repsonde la pregunta de Juha, ¿como entraste?- dijo Andrew.
-Con mi llave- respondió Milla.
-¿Tiene llave de la casa?- preguntó Andrew, átonito.
-Sí. Viví aquí mientras estuve en Finlandia. Ahora dime, ¿que rayos pasa?
-Ven conmigo.
Andrew guió a Milla hasta la cocina. Al ver que había ahí, ella soltó una exclamación.
-¡Oh, Dios mío!
En el suelo, con los brazos extendidos y los pies juntos, estaba tirado el cuerpo de una mujer desnuda. Sus ojos estaban abiertos, reflejando un silencioso terror, mirando sin ver; la boca también estaba abierta, con la lengua de fuera y los labios torcidos en un rictus macabro. La piel bronceada tenía cortes en brazosy piernas. Una fina línea roja cruzaba el cuello y le hacían falta los senos. Mostraba un golpe en la cabeza, que se confundía con el cabello pelirrojo.
La certeza de quien es hace que a Milla se le corte la respiración.
-Per la Santa Madona!
-¿Qué ocurre?- preguntó Andrew.
Milla se tapó la boca con una mano.
-¡Es Allyn!
-¿Allyn? ¿La novia de Mikko? No es posible.
Milla se acercó, con cuidado de no alterar cualquier posible pista. En la palma izquierda se advierte el pentagrama, cosido con hilo negro.
-No es posible- Milla volteó a ver a Andrew y dijo-: Pentagrama.
-¿Pentagrama esta detras de esto? ¡Maldición!
Andrew se dirigió a uno de los oficiales ahí:
-Timo, acompaña a la señorita al Departamento.
-¿Vas a detenerme?- inquirió Milla.
Andrew le dijo:
-Conoces el protocolo. Esta es la escena de un crimen y tú conoces a la víctima. Además, ni siquera tendrías que estar aquí, no eres detective.
-Sí lo soy. Provisionalmente.
Milla sacó la placa que colgaba de su cadena metálica.
-¿De donde sacaste eso?- preguntó Andrew.
-¿Importa?- replicó Milla. No hubo respuesta-. Da igual. Ahora tengo tanto derecho como tú de estar aquí.
-Pero no de llevar esta investigación- repusó Andrew con petulancia-. Saliste del caso, Pentagrama ya no es asunto tuyo.
-¡Me importa un comino Pentagrama!- exclamó Milla dirigiendose a la salida-. Yo vine aquí por Mikko.
Y se fue cerrando la puerta tras de sí.
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Foto del autor Ana Fernandez
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Descripción

Fragmento del libro "Juego de gato", escrito por mí.

Palabras Clave: capitulo libro pentagrama

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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