Caza y canto de la perdiz roja
Publicado en Oct 13, 2013
Nota previa: Sería absurdo adjudicar a La Alhambra toda la mística que Andalucía tiene por común denominador. Muestra de ello es el siguiente cuento -que más que un cuento, viene a ser uno de los tantos saberes populares que propician de aquel aire místico a este rincón de la península ibérica-.
--- Caza y canto de la perdiz roja Desde hace siglos se ha desarrollado una apasionante modalidad de caza, en la que el canto del macho cumple un rol fundamental. Comienza a inicios de cada año, con el cortejo -propio de la época previa al apareamiento- del macho a la hembra. Cortejo que se suele desarrollaren medio de feroces disputas, por cuanto se trata de un ave que por una parte practica la poligamia, mientras que por otra es extremadamente territorial. -¡Vaya combinación!- Un buen cazador sabe que el canto de la perdiz (macho) atrae a sus congéneres, por lo que debe procurar hacerse de un buen espécimen; capaz de captar la atención de las señoritas que se encuentran en el territorio a irrumpir. Evidentemente, el macho silvestre -libre por naturaleza- buscará defender sus dominios de cualquier intruso, embistiendo de ser necesario contra éste -y por supuesto que embestirá-; no sólo para desalojarlo deforma inmediata, sino también para castigarlo con la severidad que se requiera. Llegados a aquel punto, el macho enjaulado -a quien se le da el nombre de 'reclamo'- comienza a cantar con mayor fuerza e ímpetu. Y no se detendrá hasta atraer la presencia de aquellas perdices que estén a su escucha. Encendido en su cólera, el defensor agota inútilmente sus energías mientras arremete contra la jaula que protege al intruso; quien, insisto, habrá de seguir en su empresa de conquistar corazones, sin dar mayor reparo a lo que ocurre a su alrededor. Y es precisamente aquí donde aparece aquella fascinante mística,característica del territorio andaluz. Justo en el momento en el que el 'reclamo' haya atraído a las hembras, el cazador podrá abatir ala perdiz que embiste contra él -lo que es muy fácil de decir, pero extremadamente complejo de apreciar-. De no aguardar a que el 'reclamo' logre su conquista, este corre el riesgo de caer abatido ante su propia impotencia; deprimiéndose, y en consecuencia dejando de cantar -indefinidamente-. Al 'reclamo' sólo le basta sentir que ha logrado su cometido para poder regodearse en su canto; el cual habrá de entonar con mucha más fuerza, e incluso mejor, indistintamente de su aún condición de prisionero tras tan paradójica victoria. --- Nota final: Creo que al igual que las personas, esta es de las pocas especies que logra sentir satisfacción alguna tras las rejas de su propia prisión.
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