TERCILIO (Biografía de un hombre sencillo) PARTE I EL NACIMIENTO
Publicado en Sep 01, 2009
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EL NACIMIENTO DE TERCILIO
Juan Sartori, se acomodó por enésima vez sobre el banquito de madera, y por enésima vez encendió un cigarro de chala; al que había hecho con proverbial paciencia: picado fino el tabaco negro de cuerda; deshilado suavemente en la palma de la mano izquierda mientras sostenía en sus labios la reciente hoja de chala ya preparada para armar el cigarro.
La luna de junio brillaba esplendorosa por sobre la serranía azul y un viento suave de otoño movía las hojas del parral cercano -Juan miró y midió con ojo de agricultor las posibles ganancias que le dejaría la plantación de tabaco, observando el rozado nuevo que bajaba por una pendiente leve.
Recostado en un horcón del galpón veía entrar y salir a la matrona que atendía a Doña Catalina, su esposa que estaba a punto de darle su tercer hijo, sintió el relincho de su caballo preferido en el potrero y más por hábito que por necesidad encendió el encendedor para dar lumbre al cigarro, una llama viva y humorosa resplandeció en la noche bajo el galpón dibujando unos arabescos fantasmales sobre su cara; el encendedor hacía rato que dejó de funcionar a bencina y lo hacía con un plebeyo querosén más barato y accesible, aunque producía una llama amarillenta y humosa.
Dentro de la casa de piso alto y de tablas una conjunción de lampiones a querosén ayudaba  a una partera y a una comadre de Doña Catalina. Juan escuchó inquieto el llanto de la casa, al rato una mujer se perfiló en el umbral de la casa y su figura tosca a contra luz se dibujó en el pórtico, dirigiendo la voz hacia el galpón le dijo en portuñol  "Joao e un pia" como un reflejo espasmódico Juan Sartori encendió su encendedor y le dio una bocanada profunda al "lio de chala" y no pensó mucho en ponerle un nombre al hijo recién llegado, era el tercer varón que su mujer le daba, la conclusión era sencilla al primero lo llamó Primo; al segundo Segundo al tercero, Tercilio y san se acabó.
Con la buena nueva Juan entró a la casa dentro de unos diez años El Tercilio sería una mano más a la zafra de la vid; era el 24 de junio de 1926.
Cinco años después, Juan, Catalina, Primo, Segundo, Lucia, Aníbal, Quinto y Virgilio que eran los demás hermanos sabían que el tal Tercilio sería diferente a los demás. Gustaba de andar limpio y bien peinado, era rubio y de ojos claros, pero tenía una inclinación diferente a los demás le intrigaban otras cosas del mundo agrícola en el que vivía, hojeaba cuanto diario y revista caían en sus manos; le gustaban las máquinas y los motores, solía escaparle a los trabajos pesados y comenzaba a hablar ingeniosamente, lo más sorprendente que lo hacía en perfecto castellano, cuando en su familia casi nadie lo hablaba.
Solía escuchar absorto los relatos de los mayores y reproducirlo de acuerdo a su punto de vista.
Comenzó a descubrir con el carbón primero y con el trazo del lápiz, después, formas, palabras y números e intuyó que por ahí y no con la asada estaría su destino.
Rumbeó gustoso a la escuela caminando con afán los muchos kilómetros que la separaban de su casa. Halló allí un ámbito propicio para su forma de ser y destacó de entre sus hermanos y condiscípulos, pues por su aplicación, capacidad, lectora y discernimiento en torno suyo se sentaban ahora compañeros de escuela, hermanos y primos a escuchar sus relatos sobre temas que él leía, pero que su imaginación agrandaba y adornaba a circunstancias cotidianas.
Tanta era su aplicación y esmero que el maestro lo promocionó dos grados en un año, hecho que le hizo ganar fama de sabiendo, y en forma contraria a sus hermanos mayores no abandonó la escuela y en una época que era difícil terminarla a los 12 años obtuvo su certificado de terminación de estudios.
Era un pájaro diferente en el nidal de agricultores, muchas personas pusieron sus ojos en él y quisieron enseñarle oficios varios y apadrinarlo, algunos los aprendió con esmero como el de ser carpintero. Pero sus aspiraciones estaban lejos del arado y la ruda tarea agrícola, quería ser independiente, delinear su rutas, elevarse en vuelo propio.
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Foto del autor Diego Luján Sartori
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Miembro desde: Jun 30, 2009
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Descripción

Rumbeó gustoso a la escuela y caminaba con afán los muchos kilómetros que la separaban de su casa. Halló allí un ámbito propicio para su forma de ser y destacó de entre sus hermanos y condiscípulo, pues por su aplicación, capacidad, lectora y discernimiento en torno suyo se sentaban ahora compañeros de escuela, hermanos y primos a escuchar sus relatos sobre temas que él leía, pero que su imaginación agrandaba y adornaba a circunstancias cotidianas.

Palabras Clave: AGRICULTOR MUCHOS HIJOS MUJER DA A LUZ EN SU CASA NIÑO ADOLESCENTE ESTUDIOSO TABACO CHACRA COLONIA

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales


Derechos de Autor: Diego Luján Sartori

Enlace: dielusa@hotmail.com


Comentarios (3)add comment
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JORGE MARTIN

Bueno, tu texto. Por suerte no todos son iguales...
Si podes lee 2 poemas míos dedicados a mi padre.
Oye no vuelvas a casa y Para el HDP que me ha tocado como padre.
Saludos JMF y espero a ver como sigue tu texto ya que esta es la 1 parte.
Responder
September 03, 2009
 

Diego Lujn Sartori

Bueno,

Tercilio, era mi padre.

Gracias Inocencio

Diego
Responder
September 03, 2009
 

inocencio rex

un gran relato acerca de la tradición, don diego; tercilio llevaba esta misma locura en la sangre, la de hacer un mundo de una palabra.
saludos
Responder
September 02, 2009
 

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