2Tú eres Mi Hijo, el Amado, en ti me he complacido. (Lc 3, 21-22)

Llegaron las familias a la sede de la iglesia GLORIA DEL REINO CARTAGENA, entre saludos y la alegría de siempre comenzó el abordaje del bus, seguido de una oración para dar inicio al recorrido hasta el lugar de ceremonia. Todos cantaron, un niño lloró y un talantoso joven desenvolvió su guitarra. Un gozo difícil de escapar que poco apoco me envuelve, me asfixia, y solo puedo expresar con lágrimas silenciosas detrás de mis lentes.
Al llegar, el lugar no podía ser más hermoso. el mar, ni tormentoso ni tranquilo, vestía de azul, verde y en la cresta de las olas un blanco espumoso, con un susurro acogedor y purificador esperaba entre brisas este día de agosto. Día de gala para los miembros de la iglesia.
Los primeros en recorrer el sitio fueron los niños, después de orar; maletines y chécheres fueron ubicados en lugares señalados y una hora más tarde todo estaba listo para quienes el espíritu santo había efectuado la obra redentora
El grupo, ubicado frente al mar, fue acercándose, siete de ellos, un número simbólico, después de complacerse por meses o años en ayunos, vigilias, oraciones y con plena conciencia de arrepentimiento, por esa locura de amor por Cristo, recibirán el bautismo como parte del plan de salvación


El apóstol, pastores y líderes entraron al mar, con el agua a la cintura, en el nombre del padre del hijo del espíritu santo, sumergen cada uno de los siete en las aguas. fueron bautizados. Despreciaran el pecado, las injurias, el engaño, amaran sus enemigos, aborrecerán los deleites de la carne, colocaran la otra mejilla. Es la resurrección a una nueva vida en Cristo.
Entre felicitaciones y abrazos terminó la ceremonia y sentado en un bote se ilumino mi pensamiento y comprendí, porque algunos miembros prestan sus casas, ofrecen sus conocimientos en cada profesión, todo comienza en ese acto de ser bautizado y la iglesia se mira como una sola persona, todos son el hermano y la hermana y en cada reunión está esa equidad ajena al mundo.
La diversión no podía faltar, el apóstol con la camiseta de su equipo favorito, haciendo gala de un buen fútbol, trajo de regreso siete goles en contra, los mismos que el equipo alemán le hizo al Barcelona.
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