Era la despedida de la secundaria. Y como mi escuela es católica, se nos organizó una misa en la Iglesia más grande de la ciudad. La Iglesia “La Santa Rita”… Una Iglesia gigantesca, que sus lados sólo se comparan con su gran altura. Un Iglesia así no necesita de ventiladores, gracias a que el techo está tan lejos del suelo, ya no son necesarios. Más sin embargo, a partir de el coro (El pequeño balcón donde está el coro tocando y cantando las canciones de la misa, por encima de los oyentes de la misma) están colocados al menos 3 aires acondicionados y me parece a ver visto algunos del otro lado.
 
Como toda Iglesia tiene a unos santos puestos de pie en los pilares más grandes a los costados, formando así una especie de “Perímetro Santo” si se le ve con un poco de humor al hecho de su posición.
 
Si más preámbulos, todos mis compañeros, ya siendo todos nosotros (La Generacón 2010-2013) graduados legalmente. Hacíamos, o al menos DEBERÍAMOS, estar haciendo más una cola sin fin. Más sin embargo yo evadí todo eso. Entré ya tarde con Herson, un compañero mío directamente al coro a tocar para la misa… Nos subimos a una especie de “Balcón Secreto” En donde nos esperaban las demás guitarras, el saxofón y las voces.
 
Pasaron los minutos en la Iglesia mientras el padre discutía algunas cosas a las cuales sinceramente no les presté ni la más mínima atención, como terminaba el curso me la pase platicando enteramente con Herson y demás compañeros del coro. Después, en la Homilia (Sermón) me senté en el balcón y me distraje por completo viendo el rostro de la Vírgen, la cual mantenía una expresión entera de gozo y serenidad. Tan sólo trataba de imaginar, la felicidad que siente la Vírgen, cada vez que la gente le visita. Cada vez que sus hijos la vamos a visitar.
 
El maestro de música nos llamó a todos para avisarnos que comenzaremos con el canto del Padre Nuestro. Afirmé haberle aprestado atención y seguí viendo el rostro de la Vírgen, Después de un rato mis oídos se aclararon y presté atención a todo lo demás, y escuché claramente las palabras del padre, que decían:
 
“Si bajara Cristo en persona del mismísimo cielo. ¿Qué importante le podrías decir del mundo actual?” (Con un rostro de preocupación) “A decir verdad, al menos yo, en lo personal y en todos mi años como ser humano me consta que cada ves las nuevas generaciones son más indisciplinadas. Los niños de ahora no saben apreciar la comedia sin las groserías. Y los hombres de hoy en día no disfrutan del arte sin el erotismo. Inclusive hay mujer que lejos de ser modernas e independientes, siguen siendo las mismas “Señoras” de siempre. En vez de estudiar o hacer algo importante por ellas mismas”.
 
Y el padre con algunos errores en su argumento tenía toda la razón. Reflexioné un poco recargado en el balcón, y después escuché la segunda llamada del maestro de música para entrar con el Padre Nuestro. Yo en mi mente analicé la canción; Acordes y rítmo. Después me devolví a seguir escuchando y viendo más de cerca lo que decía el padre:
 
“En general hermanos. Nosotros somos basura, y si Dios estuviera de pie entre nosotros de manera carnal… Creo que deberíamos sentir vergüenza misma ¡De nosotros! Así como él debería sentirla por nosotros”
 
En ésta parte la gente se sorprendió por la expresión del padre, y están en lo correcto. El padre usó palabras que no vienen normalmente en el vocabulario de un sacerdote. En fin, noté algo raro en el rostro de la Vírgen, ahora vi que su rostro estaba más que nada… Inexpresivo, pero parece que nadie se dio cuenta de eso.
 
“Así que, hermanos, nosotros, todos nosotros somos una gran cantidad de pecados a juzgar, pero no por eso debemos vivir con la culpa. Pidámosle perdón al padre con la oración, que él mismo nos ha enseñado… Y decímos”
 
Y unos segundos antes de que el sacerdote fuese a la mitad de su frase el maestro de música me dijo que ya debía sentarme para tocar el Padre Nuestro. ¡Plafff! Se escuchó un estruendo enorme. Como el de la porcelana cuando se quiebra sólo que fue un estruendo de proporciones exageradas y con los gritos de las pobres ancianas que casi perdieron sus tímpanos.  Enseguida todo el coro se levantó de sus lugares incluyendo al maestro de música que estaba en el teclado se asomó para ver lo que sucedió.
 
No era nada más y nada menos que el Cristo, el Cristo se había caído desde la cruz que estaba altísima. Se había esparcido en decenas de pedazos por todo el suelo de la Iglesia haciendo un ruido estruendoroso y cortante. Después de unos segundos no se oyó nada y las viejecillas cerca del Cristo casi se morían de un infarto por el sonido tan fuerte…
 
Después las puertas de la Iglesai se cellaron junto con todas las ventanas, encerrando a las personas dentro de ellas y el sacerdote se empezó a convulsionar todo tan de repente. El maestro de música y los demás miembros del coro no podíamos creer lo que veíamos,  después el sacerdote, un hombre digno de respeto dijo por el micrófono con una voz que desmostraba un trágico cambio de identidad:
 
“Todos ustedes son basura, y si su Dios viera como se tratan entre ustedes mismos. Se suicidaría mutilando su temporal cuerpo hecho de carne”.
 
“Volteen a ver a la Vírgen” Exclamó el maestro de música. Y al ver a la Vírgen, sentí como si la tuviese a dos pulgadas de distancia, pero no era así. Los ojos de la Vírgen se hicieron enormes y empezaron a dejar caer la sangre a borbotones. Como si fuese una herida profunda, y su rostro de eterna serenidad cambió al de Ira y Decepción.
 
El sacerdote reía como desquiciado y las hostias, colocadas en las manos de la Vírgen también se manchaban de sangre hasta que llegaban las gotas gordas al suelo. Las personas empezaron a dar horrendos gritos de pánico y se mataban a golpes por tratar de llegar a una de las gigantescas ventanas. El sacerdote reía por encima de ellos como “El Guasón” y todas las ancianas más grandes se desmayaron, a las personas no les importó pisarlas mientras corrían, así como tampoco les importó romper a los santos que estaban en las columnas de la Iglesia. Después, por la boca las personas que comulgaron, comenzaron a salir algunos insectos asquerosos bañados en sangre, pero no sangre roja, sino de un tono más oscura casi negra. Primero escupían la hostia y los insectos llenos de sangre. Y después vomitaban del asco, otros lo hacían por el asco a ver a los demás.
 
Tanto hombres, así como también mujeres y niñas fueron invadidos por el pánico. Y de los restos mortales del Cristo que se cayó de su cruz empezó a escurrir nuevamente más sangre. Para nosotros sólo fue un espectáculo, es normal que nadie de el coro vaya hasta el Sagrario sólo para comulgar, no es común entre nosotros hacerlo, por lo que nadie hizo nada de eso. Lo malo vino cuando empezamos a escuchar a las personas que corrían como desesperadas por las escaleras de caracol que llegaban hasta nosotros. Vimos como con crueldad mataban a las personas dejándolas aplastadas en su carrera así que las vocalistas cerraron con rapidez la puerta de madera. Creo que lo peor vino… Cuando Herson y yo volteamos a la ventana que estaba justo detrás de nosotros. El cielo allá fuera era totalmente enrojecido con nubes negras que pasaban rapidísimo causando un efecto demás perturbador. Yo sólo abrí los ojos como platos y me dejé sucumbir ante el terror yendo a la esquina y cubriéndome la cabeza con las manos, encojido entre hombros y muy escondido. Los zapatos y demás objetos volaron hacia nosotros  para tratar de romper la ventana, pero no creo que haya sido en todo caso la mejor idea del día.
 
No era necesario asomarme por el balcón para ver que toda la Iglesia estaba destruida y ver s loa muertos nadando entre fluidos corporales horrendamente asquerosos. Y lo que menos querían ver, eran los ojos de esa Vírgen que cada vez me hicieron perturbarme más con la mirada misma.
 
Hecho por Carlo Trejo
Alías: El Monje Sabio
 =p Muchas gracias por tú atención.