Me voy a Río de Janeiro
Publicado en Jul 16, 2013
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"¡Qué alegría cuando me dijeron: ¡Vamos a la Casa del Señor!" (Sal. 121, 1). ¡Mi corazón se alegra por este viaje! Salto de gozo por el Encuentro que presenciaré. ¡Es el momento para demostrarle al Mundo Entero que aún quedan jóvenes dispuestos a entregar la Vida por Cristo Jesús! Y, en palabras del próximo Santo Juan Pablo II, "¡Vale la pena dedicarse a la Causa de Cristo! ¡Vale la pena!". 
La Iglesia de Cristo, y cuando digo esto me refierio a la Iglesia Católica Romana...; Sacando, claro está, todos sus errores y caídas -que por ser una Institución humana la tiene que tener-, ya que "errare humanun est" (Cicerón)..., se vio, últimamente, ultrajada y criticada por varios lados; incluso, con gran tristeza lo digo, por sus propios integrantes que, desde adentro, fue manipulada e injuriada. Pero la Iglesia Verdadera, que es de Verdad porque su autor es la misma Verdad (Jn. 14, 6) tiene su fundamento y su raíz en el Hijo de Dios, su Real Fundador que otorgó a Pedro (Mt. 16, 18) la tarea de conducir la Barca de la Iglesia por medio de tormentas; tormentas que llenan la Barca de peces moribundos, de lodo; que pareciera que no queda otra que undirse en la desolación. Pero, Cristo Jesús, nos da las herramientas para que esta Barca siga flotando por la Historia de la Humanidad y, gracias al sucesor de Pedro, esta Barca a permanecido conciente que su Señor permanecía en ella (Mt. 8, 24), que su Señor no la abandonaría hasta el Final de los Tiempos (Mt. 28, 20); pero muchas veces, como tristes cristianos que somos, pensamos que el Señor duerme en la Barca y no contesta, que ha desaparecido de nuestras vidas, que dejó de conducir su Iglesia hace ya muchísimo tiempo, pero Él, con gran poder, se levanta y para la tormenta.
Este es el Momento, este es el día glorioso en que, como Comunidad Universal, tenemos que salir al encuentro del otro, a cantar las maravillas del señor. Debemos salir todos cantando, no solo los que vamos a compartir esta experiencia en Río de Janeiro, sino todos los cristianos del Globo salir para contarles al mundo lo que "hemos visto y oído" (Hech. 4, 20). Jóvenes, desmostremos que somos capaces de ayudar a los demás, de levantar al caído y sonreírle a la vida, diciendo sin miedo a los demás que "si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos" (San Agustín de Hipona) Falta tan poco para emprender este viaje, para poder tocar el suelo de Brasil. Falta tan poco para gritar y cantar las Maravillas de la Creación, para proclamar con viva voz los Misterios de la Redención. ¡Ya siento la presencia del Santo Paráclito! Y, luego, al finalizar la Jornada como en el término de la Misae (el envío), vamos a recibir el envio para ir y hacer discípulos a todas las naciones (Lema de la JMJ Río 2013, tomado de Mt. 28, 19). ¡Es el momento de la Iglesia Joven! ¡Es el momento del Cristo Jesús! Es el momento de defender con nuestra vida a la Vida, que es Cristo presente en la Iglesia, su querida y amada Esposa. Tener presente, con este envio, las características de la presencia del Evangelio que vamos a trasmitir y que, nuestros padres, nos trasmitieron; además es nuestro deber de Iglesia,  "velar para purificar y fortalecer todas las manifestaciones de fe" (Lumen Gentium, 13), la manifestación que vamos a vivir es una de las más hermosas que el Sucesor de San Pedro Francisco nos invita, y que siguiendo la línea de sus predecesores -entre ellos el Papa Emérito Benedicto XVI y el Beato Juan Pablo II-, nos llama para reunirnos en torno de Jesús Eucaristía y los demás jóvenes del mundo para demostrar que somos la "Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica" (Fragm. Credo Niceno-Constantinopolitano). Es verdad, y nos lo expresa nuestro Santo Padre Francisco en su primera Encíclica, que en "las jornadas Mundiales de la Juventud, los jóvenes manifiestan la alegría de la fe" (Lumen Fidei, 53). 
Ante tanta oscuridad, los jóvenes católicos traen en sus ojos y en su corazón la Llama Viva de la Buena Noticia. Demuestran, como los primeros cristianos, la alegría y la espera de la Venida del Reino de Dios. ¡Que bueno sería, que todos los peregrinos una vez en casa, sean ejemplos a seguir! Que alegría para todos las familias de los jóvenes, que ven de nuevo a sus hijos o familiares luego de tan linda experiencia, encontrarse con jóvenes que reflejen el rostro de Cristo, que puedan decir junto al Apóstol: "Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí" (Gal. 2, 20). Es en el hogar donde se debe comenzar a predicar con el ejemplo y a ser luz en las tinieblas. Que puedan traer esa paz, esa esperanza y ese amor Misericordioso del Redentor que, con sus brazos abiertos, recibe a toda la familia, que es "la Iglesia Doméstica" (Aparecida, 115), donde uno aprende a decir amén por primera vez, donde uno crece en caridad y amor, donde uno aprende a conocer a Dios en el servicio al hermano. 
Una semana en donde podremos compartir el ser cristiano, una semana en donde no nos vamos a sentir solos. ¡Vamos a sentirnos poderosos! No vamos a tener miedo al ver esa ola de amor que alza sus manos a Dios. Una felicidad que mi corazón la percibe desde ahora, mi ánima ya está en el Monte del Corcovado mirando con expectativa a todas las banderas uniéndose bajo el Estandarte de Cristo Jesús. Es una manera linda, hermosa, magnífica para demostrar a los demás jóvenes que se puede ser feliz en esta Tierra alabando a Dios, haciendo su Voluntad y, sabiendo que "la mejor forma de ser feliz es haciéndo felices a los demás" (Baden Powell). ¡Vamos cantando hasta Río, queridos amigos! ¡Vamos que Él nos espera! En Río podremos, por lo menos en esa semana, demostrar que sí se puede ser Uno como lo pensó nuestro Señor desde el Comienzo (Jn 17, 21). 
Si bien en los últimos meses no estuve presente en las oraciones y no preparé mi corazón para participar de este Encuentro multitudinario, estoy consciente que no voy a ir como "turista", ni tampoco para conocer aquella bella ciudad del Brasil; sé muy bien, además, que tendré un encuentro íntimo y profundo con aquel Dios que "habla en el secreto" (Mt. 6, 6). Como Católico estoy más que contento de encontrarme con el sucesor de mi Piedra, de San Pedro; ¡Quiero agradecerle por la hermosa tarea de pastorearnos! (Jn. 21, 15). Espero -más que seguro que así será- encontrarme con otros jóvenes de diversas parte de la Tierra, para compartir la misma alegría de seguir a Cristo. ¡Qué loco! Seguimos a alguien que -para muchos- existió hace dos mil años, pero para mí y para el resto de los cristianos... ese Cristo que vivio, vive y vivirá por siempre presente en la Historia y en la Iglesia. Debemos llenarnos de ese Cristo para poder "llenar a los demás con Él" (Santa Teresa de Ávila), para que muchos puedan descubrir a Cristo en los hermanos y en las tareas simples. 
Este viernes por la noche, luego de Misa, partiremos para Río de Janeiro. Pido que María Santísima, la Madre de Jesús, la primera en todo nos acompañe y nos cuide. Esa María que nos dice que hagamos lo que su Hijo nos diga (Jn. 2, 5), que con ternura dijo que sí a su Señor (Lc. 1, 38), a pesar de su pequeñez y su poca edad. ¡Qué sea reflejo para muchos, para muchos jóvenes! ¡Qué sea nuestra compañera de camino! Esa María, que fue el primer sagrario y la primer custodia que salió al encuentro del necesitado (Lc. 1, 39) nos ayude también a caminar con Jesús y acompañarlo en la Velada con su Hijo Eucarístico. Esa María que permaneció en pie al lado de la Cruz (Jn. 19, 25), nos de la fuerza para caminar con la Iglesia en el Vía Crucis y esa misma María que recibió al Espíritu Santo (Hech. 1, 2) en el día de Pentecostés nos ayude a cumplir el envio de su Hijo: "¡Sean Misioneros!" 
 
Alejandro Manzur.  
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Descripción

El viernes realizo la peregrinación hacia la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Una mirada de un simple cristiano.

Palabras Clave: Cristo Iglesia Dios JMJ Brasil Río de Janeiro y con sin la el

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Pensamientos



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