HOTEL
Publicado en Jul 15, 2013
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Desperté cuando quise hacerlo. Al mirar a mi alrededor contemplé todo el desorden en la habitación. Es precisamente en momentos como este cuando uno agradece estar en un hotel. Ya te habías marchado. Miré el reloj y asumí que aún me quedaban dos horas para salir. Dormité durante un tiempo apagando el despertador periódicamente hasta que decidí salir de la cama y darme un baño, de esos que te devuelven la vida. Se me pasó por la cabeza volver a meterme al jacuzzi pero era muy tarde para eso. Encendí la hierba sobrante de la madrugada y me sumergí bajo un chorro furibundo de agua tibia. A ratos intensificaba la temperatura, como si estuvieras aún ahí, exigiendo que el agua nos queme.

De todas mis amantes eres la que con mayor autoridad puedo decir que amo. Sabrina me encanta. Con ella recorrería todas las calles de la ciudad, luciendo su belleza clásica y deslumbrante. Pero su también excitante ingenuidad me hace retroceder y divagar. Penélope en cambio. Con ella me gustaría internarme en el bosque, en una cabaña recóndita. Y no salir en un par de días… Perder la noción del tiempo inmersos en el placer de la carne. Elena es mi amiga. Ella es ideal para largas tertulias acompañadas de alcohol y música, con un toque sutil de romanticismo idealizado y acercamientos espontáneos. Pero tú me llenas de desconcierto y ambición, de insanidad y extensos parámetros, de ferviente dolor y entusiasmo, de ansiedad y sed, de vigor y necesidad.

He internado a las cuatro en el mismo hotel, las he traído a la misma habitación, las he sumergido bajo la misma ducha, las he llevado a la misma cama, Hemos posiblemente tomado café en las mismas tazas por la mañana, hemos mirado la misma cara del cerro desde el mismo balcón, e incluso analizado las mismas cosas. Pero contigo todo ha tenido un sabor y un aroma diferente. Eres la única de las cuatro que me condiciona a despertar sólo. Como realmente me gusta.

Bajo por las escaleras a tomar el desayuno, bastante completo. Y me siento en paz. Observo el salón y admito que me es muy cómodo este lugar. Tal vez si tuviese el dinero suficiente viviría aquí. Citándote regularmente, obsesionándome con tu llegada, o conformándome con alguna inminente de las restantes…
Sorbo el café, saboreo mi sándwich… Rememoro y sonrío. Creo necesario encerrarme un momento y rolar algo más. Salí, crucé la calle dando la primera humeada mirando el frontis del edificio. Que acallará las ansias hasta la noche del miércoles próximo. Cuando volveré a encontrarte ahí, En mi habitación de hotel.
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Foto del autor Cristbal Indiegente Baquedano
Textos Publicados: 14
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Descripción

Palabras Clave: Indiegente; hotel; mujeres

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales


Enlace: http://psychotinta.wordpress.com/2012/09/25/hotel/


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