Secretos: Capitulo II Rigor Mortis
Publicado en Jul 14, 2013
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Después del funeral de Amelia, Scotland tomó la decisión de mudarse a una pequeña finca en Horsham a las afueras de Londres, resultó curioso pero por motivos laborales con mi mujer también nos trasladamos a Londres, de esa forma los tres dejamos atrás a Estambul, específicamente con mi amigo George Scotland dejamos  para el recuerdo nuestras aventuras en Xofstreet 372.
Scotland rechazó los casos más sorprendentes, y de vez en cuando resolvía uno que otro caso sencillo para mantener su cerebro activo, como decía él, todo para dedicarse a la agricultura y a la teología. Creo que lo hacía como método de defensa a lo sucedido con Amelia.
No nos habíamos visto con Scotland  hace más de dos semanas, de tal manera que me sorprendí al verlo cinco días antes de navidad tocando en mis aposentos se veía exaltado pero a la vez contento, estaba aseado y vestía de una manera muy formal.
-Amigo, la vida tiene muchas vueltas-clamo Scotland- mientras le servía un poco de café y le ofrecía un puro.
-¿Por qué  lo dice?-preguntó mi mujer.
-Porque durante todo este tiempo estuve ciego.
-Sea más específico, por favor amigo.
-Amelia... No ha muerto, ahora lo veo todo tan claro.
-Lamento tener que dejarlos pero he recordado que debía juntarme con mi padre.
-Está bien, cuídate y dale mis saludos-clame.
-Pero, ¿puede probarlo amigo mío?-pregunté cuando mi mujer se hubo retirado.
-Que si puedo, claro que puedo-respondió Scotland sacando una carta desde su bolsillo, note inmediatamente que en el sobre habían unas comillas con cierto ondulamiento, me la pasó y vi que decía:
Scotland
Lamento haberte mentido, pero lo hice por un fin favorable para ambos, era preciso que me ocultase para salvar nuestras vidas. Pero hoy me he dado cuenta que tú eres la persona indicada para terminar con todos los secretos, es muy peligroso que te cuente más a través de esta carta, te pido que aceptes el caso de Elizabeth  Rawlins.
Amelia Dirb
-Pero puede que esta carta sea una trampa para hacerle creer a usted que Amelia está viva, como puede probar que ella realmente vive.
-Es sencillo sólo debemos recapitular, el cadáver de Amelia fue encontrado con una sustancia amarilla en la boca, el inspector Hundson determinó que se trataba de una mezcla de cianuro y mercurio.
-Lo recuerdo, pero si no era una mezcla de cianuro y mercurio ¿qué era?
-Era cal mezclado con mercurio, es un truco usado por los Fenicios, lo usaban como método de protección, en un recipiente calentaban mercurio a una temperatura constante de 25° Celsius durante unos 7 días, al sexto al recipiente se le agregaba unas gotas de azul de metileno y se seguía calentando hasta el séptimo día, después del cual se retiraba cuidadosamente y se colocaba en otro recipiente el cual contenía cal, a esta mezcla se le dejaba secar al sol hasta que se  forme una sustancia amarilla, la cual podía surgir aproximadamente después de 4 a 5 días, y basta con una pequeña porción de esta mezcla colocada en la boca y la persona cae supuestamente muerte, pero por así decirlo está en un sueño momentáneo y despierta al segundo día.
-Impresionante-clame- pero, dígame más, ¿dónde está?, ¿se encuentra bien?
-Lo único que le puedo añadir es que el expreso a Domsing sale dentro de una hora, y es propicio que me acompañe.
Fue inútil pedirle convencer a Scotland para que me diese más detalles, así que sin más demora busque como siempre mi revólver y me lo coloque en el cinturón también busqué unas cuantas libras y me las eche al bolsillo del abrigo, y después de cuarenta y cinco minutos más nos encontrábamos esperando el expreso a Domsing.
El día era hermoso, y creo que las aguas nunca se habían visto tan apacible, el viajar en tren siempre me relajaba, y esta vez no fue la excepción, saque un pequeño libro y comencé a leerlo pero de pronto recordé que no sabía para que nos dirigíamos a Domsing y abrumado por eso me acerque a mi amigo George Scotland
-Recuerda que en la carta de Amelia, ella me pedía que aceptara el caso de Elizabeth Rawlins
-Claro, pero ¿qué tiene que ver?
-Paciencia, junto a la carta de Amelia se adjunta bastante una carta de Elizabeth Rawlins, aquí  la tiene-clamó Scotland entregándome un sobre.
Era una carta escrita en papel extranjero, cuyos caracteres perfectamente delineados habían sido escritos por una mujer quien había tenido la mala suerte de teñirse el dedo meñique de la mano derecha con tinta azul, tenía garabateado lo siguiente:
Señor George Scotland presente:
Le escribo para pedirle ayuda en un inusual caso, sólo me limitaré a informarle que se trata del robo de un cadáver, le adjuntare mi dirección por si acepta ayudarme y por los gastos no se preocupe sabré recompensarle de manera muy beneficiosa, de ante mano muy agradecida.
Atte Elizabeth Rawlins
-¡El secuestro de un cadáver!-clame.
-Sí y para ser más específico creo que se trata del cadáver del esposo de Elizabeth.
-Pero ¿qué tienen en común éstos dos casos?
-Lento por las piedras, eso lo sabremos cuando lleguemos a Domsing, solo puedo decirle mi teoría sobre porque Amelia tuvo que fingir su muerte.
-Pues lo escucho.
-En esto está involucrado Jack Dirb y La SraWander, fue curioso pero desde que comencé a investigar la desaparición de pólvora y nitroglicerina mi ama de llaves fue asesinada violentamente, encontré al responsable y después del funeral, buscando una nueva ama de llaves encontré  a la sra.Wander.
-No veo nada en eso, pudo ser una simple coincidencia.
-No lo es amigo mío, ahora escuche con atención mi teoría, en algún momento Jack Dirb se enteró que yo le estaba investigando, sabiendo de mi fama supo que se me haría sencillo encontrarle e inculparlo, por lo cual tomó la decisión de mantener a alguien a mi lado, en este caso a la sraWander. Pienso que en algún momento Amelia se enteró de lo que estaba sucediendo e intento avisarme, para lo cual me cito al Layor, cosa que Jack Dirb uso a su favor, pensó que si ella era asesinada yo me alejaría y dejaría de investigar, lo cual ocurrió exactamente, pero era muy peligroso que el mismo intentase asesinar a su propia hija de tal manera que utilizo a la señora Wander.
Scotland tomó un suspiro y continúo con su teoría:
-En el primer intento, en el restaurant Layor, la señora Wander fallo, dejó a propósito su velo flotando en el rio, previamente rociado con el perfume de Amelia, de tal manera que quien lo encuentre tendría la duda de quien fue, si fue Amelia o la Sra.Wander, como nos sucedió a nosotros. En el segundo intento Jack Dirb recordó esa frase, esa mal propuesta frase, ¨Si quieres hacer algo bien, hazlo tú mismo¨, teniendo en cuenta que la Sra.Wander había fallado y sabiendo que yo pronto le encontraría, opto el mismo por asesinar a su hija, para mantener activo su plan, asesinar a Amelia, para que a mí me afecte y deje de investigarlo, pero resulto que el también fallo y Amelia pensando igual que su padre, fingió su muerte porque pensó que sí ella no moría, me matarían a mí de tal manera que desarrollo el plan de su padre fingiendo su muerte.
-Lamento informarle que puedo contradecir su teoría, ese cinco de abril, antes de ir al Layor, le envié un telegrama a mi mujer, explicándole que llegaría mucho más tarde y a la mañana siguiente encontré un telegrama de mi mujer, el que decía que no me preocupe que la Sra.Wander la estaba acompañando, por lo cual la Sra.Wander no  pudo haber estado en el mismo restaurant que nosotros puesto que estaba con mi mujer.
-¿Está seguro que su mujer no le ha mentido?
-Por supuesto.
-Si no me equivoco el padre de su mujer murió hace unos cinco años y las cenizas de este fueron esparcidas en Estambul, entonces ¿cómo es posible que haya ido a visitar a su padre?
No supe como contestar, la teoría de Scotland era demasiado convincente, y existía una probabilidad de que mi mujer me haya mentido. Con ese pensamiento, con el vaivén del agua y con el olor de la pipa de Scotland me dormí.
Mi alma suspiro mientras dormía, pensar que Gabriela, mi esposa, me estuviese mintiendo se me hacía imposible. Ella era hermosa, de boca que mira, de ojos que sonríen, así era ella, de estatura promedio, de un rostro que ilumina a quién lo ve.
...
Unas palmadas sobre mi hombro derecho me hicieron despertar, era Scotland, habíamos llegado.
Descendimos, el sol brillaba más que nunca esa tarde, pero no rondaba ninguna alma por el suelo fértil. Antes de ir con Elizabeth Rawlins fuimos al cementerio, era un lugar, que incluso aquellos que no hablan, lo nombrarían hermoso. Había 3 cuidadores, el cementerio se dividía por sectores y cuadrantes, y en el sector cuatro, cuadrante tres, encontramos una fosa abierta y vacía, la tumba de Daniel Rawlins.
Scotland con lupa en mano dio lugar a usar sus habilidades que el tiempo le había enseñado.
-Por alguna razón en el borde de la tumba hay azufre, también hay rastros de vela, eso es lo más relevante.
-¿Y qué pretende hacer ahora?
-Cumplir una cita.
Y de mala gana me subí aún coche de alquiler, había estado más de tres horas en un asiento de tren y era un poco razonable que me pensara así.
La arquitectura fue lo que más me impresionó, y en específico una casa estilo neoclásico, pero recuerdo que después esa impresión se transformó en asombro, la Sra.Wander venía saliendo de allí, vestía de forma que lo haría una persona de la clase alta.
Scotland también vio aquel espectáculo, se veía sonriente y solo se  limitó a preguntarle al cochero quién era aquella dama, aunque para nosotros era muy obvio.
-Se trata de la Sra.Ferguson, la segunda persona más rica de este lugar.
-¿No se equivoca?-pregunte- me habían informado que aquella era la Sra.Wander.
-Usted es el que se equivoca, podría jurarle con mi vida que ella es la Sra.Ferguson.
Callé, la afirmación del cochero a su vez afirmaba la teoría de Scotland,  y esta a su vez terminaba por afirmar que mi mujer me mentía y que estaba involucrada en algo turbio.
-Bien, hemos llegado-clamo el cochero- que les vaya bien y no vuelva a confundir a las personas, porque puede que le estén ocultado un secreto.
Le pagamos la carrera y con un apretónde manos nos despedimos del cochero, levanté la vista y vi una gran fachada, es decir una gran casa, pero el avanzar de los cascos de un caballo por las piedras nos hicieron voltear, otro coche de alquiler se había detenido frente a nosotros, levemente la puerta se fue abriendo y del interior comenzó a bajar una dama, el cielo le iluminaba el rostro, creo que fue un instinto el que me hizo pensar que aquella dama era Elizabeth Rawlins. Lo que se confirmó cuando ella exclamó:
-Bienvenidos estimados caballeros, gracias por haber venido, creo que ya se imaginan quién soy, soy la viuda de Rawlins, Elizabeth Rawlins.
 
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Descripción

Palabras Clave: Segundo capitulo de mi libro Secretos se viene el 31 de julio el lanzamiento

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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