13-02. Martes. 23hs 36m 22s.

Cierro mis párpados negros.
No hay finales felices, mi querido lector, y si has iniciado la lectura de este compendio de lugares comunes debo advertirte que tampoco en estas páginas encontrarás un final feliz. Sólo el Hollywood más industrial nos lo ofrece: justo ahí en donde empieza la verdadera historia, si, suelen terminarnos la película por mera fórmula y se hacen multimillonarios mientras soltamos lágrimas sobre el "pop-corn". En estas tontas páginas podremos encontrar algún momento mínimamente hollywoodense –como un beso en la dichosa escalera, con música mística de violines y todo.-... mas debo serte sincero, tonto lector: ésta historia en el cine nunca habría funcionado; porque no es una historia policial (jamás perseguí a los sospechosos) y si empieza por el final es porque ésta es una historia de finales (así que mal podría ser una de misterio). Entonces ya puedes ir abandonando la lectura de este tedio e ir yendo, amenamente, a por el control remoto...
... aunque...
¡momento!...
...es la confesión de un criminal angurriento, de un canalla ambidextro; es la historia de la injusticia merecida, es el orgullo en metástasis de un ególatra empedernido, es la crónica de un suicidio, de tentativas imaginarias de violación y de homicidios; la historia de un filicidio clandestino, la historia de los dos eventuales canicidios (...¿o perricidios?). Es una historia de amor... de desamor; es una historia de alineación, de mil metidas de pata y de corazones resecos; es una crónica del lento exilio a los arrabales... es un cuento de hadas cursis pero malvadas, que se columpian desde los hongos a los peluches.