No me busques, me dijo la belleza,
es inútil, no me encontrarás.
 
No me persigas en la imagen,
ni en el verso, ni en la música...,
es inútil, no me encontrarás.
 
No me esperes ni despierto, ni en vigilia,
ni de noche, ni de día...,
es inútil, no me encontrarás.
 
Apareceré de improviso
en cualquier momento, en cualquier lugar.
Y, después de verme,
pensarás que no fue real,
que solo fue un sueño,
porque cuando creas que me estás gozando
ya me habré marchado 
al reino invisible del lejano ideal.
 
                                                                         Enrique González Matas