Poco a Poco
Publicado en Jun 27, 2014
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"Poco a poco"
Un día quise ser franca con mi esposo y le dije: tus temas constantes de historia, astronomía, mitología y religión me aburren. Me gustaría que de vez en cuando habláramos de cosas más
elementales, cotidianas simples, críticas en confianza... Dichas estas palabras, mi esposo sonrió y sin pronunciar palabra alguna se retiró de mi lado, prendió la televisión y se dedicó a ver un programa sobre el rey de España.
En el momento quedé tranquila, pensando que se cumpliría mi petición, pero así no fue, llegó un cambio inesperado. Mi esposo no volvió a llevarme el desayuno a la cama, salía sin
decir  a donde,  ni volví a recibir las atenciones ni caricias acostumbradas, aunque  el saludo y respuestas de lo que yo preguntara cumplían con todo detalle de educación, nada de reproches ni reclamos.

Empezó mi preocupación, mi tristeza, angustia y dolor. ¿Qué hice? Autoanalicé mi manera de ser y la de mi esposo: Soy de temperamento frío, no soy cariñosa, me gusta que me consientan, pero yo sólo consiento a los bebés. Cumplo bien con las labores del hogar, jamás digo palabras cariñosas.
 Muchas veces siento gran amor por mi esposo, pero no sé qué me pasa, si será timidez, no me atrevo a manifestar mi amor, sólo una vez dije a mi esposo "Te adoro en mi silencio mudo", Vi en el brillo de sus ojos gran felicidad,  por mi declaración, pero paso mucho tiempo sin manifestar mis sentimientos, quizá, porque me gusta demostrar mi cariño con hechos, no con palabras.

Pienso que lo que me sucede es que recibí de mis padres una formación restringida; prohibiciones como estas: No te rías a carcajadas, es mala educación, no uses ropas ajustadas ni descotadas, no mandes mensajes a tu novio con corazones pintados, ni exageradas palabras amorosas, como "Te amo, te amo, te amo", no busques a los hombres, no trates de conquistarlos, espera que son ellos quienes te deben buscar, conquistar y enamorar. Haz que te respeten, no permitas besos en los labios, sólo, hasta cuando te cases, no te maquilles ni te tiñas el pelo, es mejor lo natural.
Cuando estés enamorada no lo demuestres, no permitas que te humillen, bueno mil cosas más. Me parece que eran sanas las enseñanzas, aunque un poco exageradas.

Mi esposo es amoroso, tierno, generoso, deportista, lector, pintor, le gusta discutir y contradecir, enseñar, pero que a él no le enseñen, aconsejar y no ser aconsejado. Es solidario, le gusta viajar. En las reuniones sociales toma la palabra para relatar historias de acuerdo al tema tratado. Es de temperamento fuerte, pero pronto queda bien. Le gusta cantar y bailar, critica los malos modales.
No es mucho lo que podemos hablar, porque dedica mucho tiempo a la lectura y cuando se puede hablar, los temas son  extensos e intelectuales. A veces le comento algo de mi profesión o sobre lo que escribo y noto que no está atento a mis temas. Posiblemente soy muy simple al hablar, sin embargo sé que me ama. Me ha parecido injusta la posibilidad de  perder el cariño de mi esposo por un simple comentario o petición.

¿Qué debo hacer?

Resolví pedirle que dialogáramos y él aceptó.
 Dije: No me parece grave solicitarte que hablemos de cosas cotidianas,  no es justo tu cambio, me duele tu indiferencia ¿no me amas? Él  respondió: no  he dejado de amarte, sólo quiero que no estés aburrida. Respondí: no he dicho que me aburre tu cariño, ni tus atenciones, ya veo -dijo- no he sido brusco, no te he maltratado, no te he ofendido, entonces, no te preocupes. Miró su reloj y se despidió, quedé viendo un chispero.

Mi tristeza llegó al punto de la, desesperación, no quería ver televisión, ni mi computador, ni hablar con nadie, ni escribir, ni salir a la calle, quería encerrarme a llorar sin que me vieran, porque el ambiente seguía igual de indiferente. No soporto perder a mi esposo, si él fuese  malo, infiel, tacaño, agresivo, bien valdría la pena una separación, pero el cariño, la ternura y lo buen esposo que es, no es el caso de perderlo, pero tampoco humillarme. Pensé que lo mejor era portarme también con indiferencia. No obstante el ambiente seguía igual. Entonces, una noche me revestí de valor, me esforcé y,  quizá un poco temerosa extendí mis brazos para abrazarlo en silencio, de inmediato él actuó lo mismo, me abrazó, nos estrechamos y cuando me quiso besar encontró mis mejillas empapadas en lágrimas, se preocupó y mientras secaba mis lágrimas me decía: te amo, ya pasó todo. Me acarició y quedé tranquila. Siguió siendo cariñoso como siempre,
evitando repetir los temas de historias.

Me daba cuenta de que no todo seguía igual, mi esposo no hablaba de historias ni de temas cotidianos,  entonces, resolví invitar a nuestra casa a los amigos que lo admiran y les gusta preguntar sobre temas de historia. También con mi intervención y comentarios sobre los temas. Procuré hacerle preguntas sobre astronomía, aprovechando que me gusta ese tema y que vuelvan las historias, procurando no volver a repetir que me aburren.
 El día del padre le regalé un libro que me pareció diferente a los temas que mi esposo lee, es de cuentos con buen sentido del humor, cuyo título es "EL SOBRINO DE DIOS" del autor "Álvaro de la Iglesia"
Nos divertimos leyéndolo e hicimos comentarios cotidianos. Así las cosas, creo que el ambiente mejorará "Poco a Poco".
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Foto del autor Lucy Reyes
Textos Publicados: 73
Miembro desde: Oct 15, 2009
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Descripción

Una historia sentimental de reflexin

Palabras Clave: franca historia aburrida tranquila lgrimas

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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