Confa en el amor
Publicado en Aug 17, 2013
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Permanezco con los párpados vencidos, sin pliegues, sin fuerzas; mis ojos como dormidos. Relajado escucho tu voz, susurras, debo estar en un sueño mullido, de esos que apena darle otra luz, mejor sigo así… me gusta pensar que estás conmigo,  imaginarte con todos mis sentidos, lograr que mi impulso involuntario responda, como responden mis latidos, acelerando.
Mi respiración es pausada, profunda y acentúa tus sílabas en cada segundo; te escucho y sigo así, reteniendo la alegría de un suspiro.
 Unas plumas me recorren,  cosquillas de mil dedos, mi piel se riega de escalofríos; son tus manos caricias que me erizan, crecen hierbas de mi piel,  soy tierra fértil de tus semillas.
Me cobijas con tu cabello; lo siento enredado en mi cuello, metiéndose con su aroma en mi cuerpo, secando las lágrimas que dejas sobre mi pecho y amordazando mis labios que no pueden gritarte lo que te amo.
No has creído en lo que  han presagiado, mis días no pueden estar contados. Me sientes como respondo más allá de lo que digan las máquinas a la que estoy enchufado. La curva adquiere otra frecuencia cuando te respiro, saltan montañas puntiagudas cuando dices que me esperas, que crees en mi fuerza, que podré otra vez amarte en la playa, en el río; al pie del monte o contra el árbol de nuestro jardín siempre florido.  Sonrío ¿no lo ves? Me conoces más que a mi mismo y confías en el amor que todo lo puede.
Esta mañana alguien te ha entristecido, ya no escucho tus susurros, sólo llanto. Las caricias se han convertido en un encierro apretado, mi mano hace fuerza para responderte, no quiero la renuncia, no quiero fallarte en esto ¡espera! Ya despierto, sólo estoy descansando.
Si pudieras ver la mueca de impotencia que mi pecho pinta desde adentro y el grito que reservo para consolarte, la fuerza que amontono entre nuestras manos enlazadas y el amor que circula por mis venas para lograr trasmitirte algo con el rubor de mis mejillas. Ya no escucho tu llanto, ahora es un quejido agudo, alguien te está hablando… te niegas, estás enojada, no aceptas, no renuncias…
Otra vez tu perfume me ha alcanzado y hasta la cadena fría que llevas en el cuello me ha acariciado. Tus lágrimas ruedan por mi mejilla, mojan mis labios secos y sellados. Tu boca busca  la mía, tu sabor salado entra junto con el calor de tu aliento y las burbujas de la sangre me sacuden, mis manos aprietan la sábana y sé que de pronto estoy llorando.
La alegría se manifiesta en tu voz, la reconozco, sé que estallas de felicidad mientras sujetas mi mano cansada de hacer tanta fuerza. Tus dedos secan mis lágrimas y me besas las mejillas; una y otra vez mientras escucho tu alegría, entre mezclada con llamados y carcajadas llenas de llanto.
Alguien está contigo, lo imagino sujetando tu espalda pequeña o acariciando tu hombro mientras me hablas; a alguien le cuentas lo que me extrañas y que sabías que yo lo lograría. Sonrío desde adentro, ¿cómo podías dudarlo? Si cuando estás cerca no soy dueño de mi mismo, eres el combustible de este motor que no renuncia, que no está apagado; eres la energía que me alimenta, el motivo que me alienta a seguir con vida.
 Espera amor, ya estoy, ya abro los párpados…sólo me fui por un rato. Tu amor fue más fuerte, no me dejó emprender el viaje, estoy contigo; déjame mirarte, déjame apretarte la mano.
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Foto del autor Silvana Pressacco
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Descripción

Una fuerza mgica

Palabras Clave: amor sangre corazn

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Silvana Pressacco

Derechos de Autor: reservados


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