Tango y después
Publicado en Jan 09, 2011
Tango y después
Una fiebre de milonga, invade Buenos Aires. Afecta a extranjeros y a porteños. Uno de éstos, es Carlos Pineda: bailar es su pasión. En su canosa madurez, la seducción había pasado a un segundo plano. Los ochos, cortes y quebradas eran obsesiones que lo mantenían joven de cuerpo y espíritu. Divorciado y sin problemas económicos alternaba sus habilidades en la pista con mujeres argentinas y de otros países. Estas últimas de las más diversas nacionalidades. En uno de esos encuentros tangueros, Carlos invita a una pelirroja treintañera, que acepta gustosa. Inmediatamente se establece una conexión de las miradas, que los transporta a un baile de ensueño. La Cumparsita era el tema que sonaba. Carlos sintió, de forma inexplicable, que toda su vida había transcurrido para vivir ese momento. Impecable coordinación de pasos y respiración, en una melodía que sólo pueden escuchar los enamorados. Al terminar la pieza, descubre que su pareja, sólo habla inglés. Agradece al cielo, manejar los rudimentos, de ese idioma. La conversación, fue lo suficientemente fluida, como para entender, que su nombre era Susan y la nacionalidad inglesa, del condado de Essex. Estaba casada y su marido (un próspero empresario) la esperaba de regreso, en su país. Bailaron tres tangos más, que duraron unos minutos, que los llenó de felicidad. Se dijeron tantas cosas con la mirada... Al finalizar el cuarto tema, ella se despide presurosa: la aguardaba un ómnibus junto a sus compañeros del tour. Carlos también le dice adiós e instintivamente le roba un beso de los labios. Susan parece quedar desconcertada. Él esperaba una bofetada, por su atrevimiento, pero en cambio ella responde, con otro largo beso. Luego sale corriendo. El bailarín, contempla como ella desaparece: una profunda tristeza lo invade. En la actualidad, Carlos Pineda continúa bailando, pero nunca regresó a la tanguería de la calle Suipacha, impregnada para siempre, del perfume de esa pelirroja británica, que le robó el corazón.
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Daniel Florentino Lpez
Eres la primera que se acuerda
del marido de Susan jajaj
Un abrazo
Daniel
rue
Oso: cuando contratan a Carlos para tanguear en el Castillo de Colchester
Rue: y el marido de Susan está en viaje de negocios...
:)
Abrazos!
Daniel Florentino Lpez
Me alegra que te haya gustado
Eres muy generosa en tus apreciaciones
Saludos, amiga
Daniel
María Ester Rinaldi
Me conquistò el corazòn, el mismo hechizo
que sintiò el personaje del relato.
La misma nostalgia.
Bellìsimo.
Marìa Ester.
Daniel Florentino Lpez
Los argentinos conocemos
los habitos de los británicos jajaj
Pero el amor todo lo perdona
Saludos, amiga
Daniel
norma aristeguy
(Pero acá entre nosotros, británica tenía que ser, algo tenía que llevarse!)
Bromas aparte me gusta el relato por todo lo que digo más arriba.
Saludos amigo.
Daniel Florentino Lpez
Aquí conocemos la bachata
(Por ejemplo de tu compatriota JL Guerra)
Y somos muchos
los que la apreciamos
Un abrazo
Daniel
Daniel Florentino Lpez
Qué buena sensación
Terrible elogio
Saludos, amigo
Daniel
MARINO SANTANA ROSARIO
POR ESTOS LARES SOMOS MENOS TANGUEROS ,PERO TENEMOS UN BAILE QUE TIENE MUCHO DE PASIÓN Y SENSUALIDAD; ME REFIERO A LA BACHATA,POR ESO ENTIENDO TAN BIEN A LOS TANGUEROS.
UN ABRAZO,
MARINO
Esteban Valenzuela Harrington
Me dejaste hasta con el sabor del beso de la pelirroja. Muy bien relatado, un abrazo,
Esteban