• Ana di Cesare
Ana di Cesare
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  • País: Argentina
 
Oleo: Tiziano   Mi estimado Teseo. Soy Ariadna. Aquella muchacha hija del rey de Creta, no sé si recuerdas, esa que te salvó de ser devorado por el minotauro y, a tu pueblo de pagar el tributo en donceles y doncellas. Aquella del talle fino y las piernas largas, la de las trenzas castañas que gustabas enredar entre tus dedos. Esa que abandonaste a su suerte en las playas de Naxos, aprovechando que dormía para huir con sigilo. Te escribo, Teseo, porque es de amigos la gratitud y, en todos estos años, no pude expresarte mi reconocimiento a tu abandono. Pero ahora, ante tanto comentario funesto sobre ti, ante ese estallido de risas en las tabernas llamándote antihéroe, me di cuenta de los años transcurridos. Sé que estarás viejo rey de Atenas, que tus espaldas se curvarán, tu piel colgará flácida, tu cabello -si lo conservas- cano, tus deseos apagados y preparándote para cruzar las aguas del Estigia. Como comprenderás debía apresurarme. Tantas calamidades se cuentan sobre ti... Dicen que no mataste al Minotauro. ¿Cómo es posible, si además del ovillo para que remontaras el laberinto, te di la espada mágica capaz de vencerlo. Tanto me inquietan los rumores que consulté con las diosas, aunque podría haber encontrado las respuestas por mi misma. Podría, porque desde el momento aquél en que me abandonaste, me volví inmortal. Si me vieras, me reconocerías en el acto, Teseo. Nada he cambiado, mi piel aún es una magnolia. A propósito ¿Cómo se encuentra Fedra, mi querida hermanita, esa que te arrancó de mi lecho para llevarte al suyo? Me han dicho que lleva la cabeza cubierta por paños negros, que algo la avergüenza. Y que no es sólo el haber enamorado a tu hijo Hipólito, sino algo relacionado con su madre. ¿De verdad es obra suya la muerte de Hipólita? Vaya destino el tuyo Teseo... ¡ Qué penoso! Cuánto lo siento. Pudo ser sereno y armonioso... pero me abandonaste en Naxos. Son las cosas de la Vida. Hoy, bebiendo ambrosía de la copa de mi amado, me volvió el recuerdo de aquella mañana en que entró al puerto la embarcación de las velas negras, con su carga de atenienses reclamada para el sacrificio. Te vimos bajar, Fedra y yo temblamos; sobresalías entre todos. Tan guapo con tus muslos firmes, la espalda ancha, los pectorales de bronce y esa cabeza que parecía ornada de virtudes. ¡Cómo engañan las apariencias, Teseo! Una sirvienta nos dijo que eras el hijo del rey de Atenas, llorábamos por tí, se acercaba el día en que entrarías al laberinto. No abandonabas mis pensamientos, ni de los de Fedra. ¡Mosquita muerta! Con razón no quiso permanecer en Creta aunque para ella no habría habido castigo. Y yo que me creí esa historia de que no abandonaría a su hermana mayor. ¡Hipócrita! Para salvarte, compré al carcelero con el oro que adornaba mis trenzas y entregándote el ovillo y la espada te enseñé como usarlos. En señal de gratitud tomaste mis manos. - Tendrás que llevarme contigo, Teseo, porque la ayuda que te doy me condena a muerte. Los tuyos mataron a mi hermano, mi padre no perdonará esta traición.- Juraste por los dioses, por el honor de tu padre y el resultado de tu empresa, que nunca me abandonarías. Yo te creí, ¿Cómo no iba a hacerlo si tus ojos miraban a los míos y derramaban tiernas lágrimas? Después supe que el polen de las flores cretenses afectaba tu vista. Me hiciste tuya en la noche de navegación. Te urgía conocerme, yo me entregué enamorada. Eran tan hermosos tus cabellos negros, tan apretado tu abrazo, tan resplandecientes tus palabras como azules los mares que atravesábamos. Quedé rendida por los efectos del amor. Cuando nos detuvimos en Naxos, me recosté sobre la arena, apoyé la cabeza en mi brazo y me dormí profundamente. Al despertar, tus naves estaban lejos, tan lejos que no oíste mis pedidos de auxilio. Aún estaba en lo mejor de mi rabieta, cuando escuché una música deliciosa. Una procesión como jamás había visto avanzaba bulluciosa. Bellísimos jóvenes danzaban alrededor de un carro de oro, arrancando melodías maravillosas a los címbalos y las flautas. Las risas interrumpían la música y los danzantes hacían cabriolas. Pero en el carro, ¡Ay... Teseo!, en ese carro viajaba el hombre más bello que ojos hayan visto. Y los suyos me descubrieron. Descendió, se acercó a mí y, a pesar de mis párpados hinchados, de mi piel roja por la ira, acarició mi cabeza y exclamó que era más hermosa que Venus, pidió una copa de vino, y tendiéndomela me ofreció: -Sé mi esposa, te volveré inmortal.- No hay varón más perfecto que Dioniso. Amado como es por dioses y mortales nos rodea la alegría, la pasión y, los placeres. Para evitarme la nostalgia, preparó un largísimo viaje por las ciudades de los hombres. Luego, ya instalados en la morada inmortal, nos dimos el uno al otro cuatro hijos, dignos de su cuna. Hemos sido tan felices, que en reconocimiento a nuestro amor, Dionisio, ha convertido la diadema que me obsequiara el día de nuestra boda en una constelación, para que siempre recuerde nuestra unión. Es por esto Teseo, deseaba agradecerte, que aquél día me abandonaras en Naxos. Tuya
DOSCIENTOS AÑOS HACIENDO HISTORIAEste post surgió por una invitación que me habían hecho a participar en un recordatorio de las mujeres que ayudaron a gestar la historia de este continente. Mujeres a las que rara vez se menciona fuera de los ruedos académicos.Si recojo el guante y escribo sobre aquellas que ayudaron a nuestra independencia, es porque creo que la historia, sin la sociedad entre hombres y mujeres no existiría.Desde los tiempos en que nuestros antepasados vivían en cavernas, se dividió el trabajo de acuerdo a las capacidades anatómicas. Si ellos cazaban, nosotras recolectábamos y entre ambos aportábamos los nutrientes para que nuestra especie prosperara.En el devenir, hemos ido equilibrando la balanza, ellos iban a la guerra, nosotras cultivábamos los campos. Aunque ésto no impidiera que muchas veces estuviéramos en los frentes de batalla.Es cierto que durante siglos, y en ciertas culturas, predominó un discurso que nos convirtió en valor de cambio, y pretendió reducirnos al espacio de las hornallas.Pero tan cierto como lo anterior, es que no cejamos en el intento de ocupar nuestro lugar, y con argucias o llanamente, produjimos efectos y manejamos los hilos de los acontecimientos.Pensar que las mujeres no fuimos decisivas en el juego de fuerzas que determina el hecho histórico para bien y para mal, es negar la realidad. Y quienes participamos de este proyecto, mujeres americanas, debemos recordar la intervención de Malinche, entregando el continente al imperialismo español y al mayor genocidio que ha conocido la humanidad.Muchas mujeres fueron protagonistas en los episodios que llevaron a nuestra constitución como naciones independientes. Nombres como Manuela Sáenz, Mariquita Sánchez de Thompson, Juana Azurduy son ampliamente conocidos y provocan renovada curiosidad.Casi todas aquellas de las que nos llegaron nombres, pertenecieron a sectores acomodados de la sociedad colonial, y tuvieron la fortuna de acceder a una educación, más o menos pobre, pero educación al fin.Justamente, la carencia de instrucción de nuestras abuelas, fue determinante en que no jugáramos un papel inicial en la ideología revolucionaria. Fueron ellos quienes sí accedían al conocimiento y, con suerte a los infiernos de las bibliotecas, a quienes les tocó pensarla, masticarla y aplicarla.Todos los sectores sociales, (libres se entiende, al menos en lo que a mujeres toca), se vieron afectados por la revolución, y ellas buscaron el modo de colaborar, de acuerdo a sus posibilidades. Unas donaron capital, otras pusieron el cuerpo.Las mujeres que a mí me interesa rescatar del olvido, son las anónimas, las "soldaderas", si me permiten las hermanas mexicanas copiarles el término.Las huestes de mujeres que seguían a los ejércitos movidas por causas tan diferentes, pero con una misma acción a la hora necesaria.Ellas eran esposas inconsolables, o arrancadas de la tierra, o revolucionarias convencidas, o putas para animar las horas muertas.Habían sido blancas, negras, mulatas o indias, ahora eran todas del color de la revolución.En las marchas cocinaban, zurcían los trapos que vestían nuestros soldados, lavaban, portaban agua. En la acción cargaban las armas, disparaban ocasionalmente si se presentaba el caso. Y luego del combate se convertían en las mejores enfermeras, lavaban, cuidaban, vendaban. Acunaban y acompañaban a los que no tenían remedio y enterraban con entereza a los que se habían perdido.Fueron al final de cuentas, las madres de todos los soldados.Curiosamente a muchas de aquellas, que apenas son una mención en algún documento, la tropa las bautizaba "madre de la patria"El de las soldaderas fue un ejército paralelo que secundaba a las partidas. Estaban expuestas a las balas, a las marchas extenuantes y las pestes. Marchaban de manera invisible detrás de los ejércitos, porque los comandantes no querían bandas de mujeres entreverándose con los soldados.Vaya una a saber donde las sorprendió la independencia. A qué distancia de sus pagos, cómo se las ingeniaron para continuar viviendo, bajo que melodías se cerraron sus ojos.Y sus huesos se hicieron polvo, y su memoria también.Yo alzo mi homenaje por aquellas que dieron todo y no merecieron un renglón en los libros de historia.   © Ana di Cesare
Al leer los análisis que, muchos estudiosos del tango, hacen acerca de su caída luego de los gloriosos 40, me acomete una sensación de extrañeza. La pregunta es si en esas reflexiones, que siempre se emparentan con una emoción irreductible de pérdida cultural, no olvidan considerar una fundamental variable de análisis: el factor del devenir. En esos escritos, Argentina y el tango, son entendidos como una entidad que se retroalimenta con independencia del resto de la especie humana. El tango, fenómeno musical, ético y estético, con el que antes o después terminamos encontrándonos, parecería desde esa descripción, la única posibilidad creativa que cabe a los artistas de estas tierras. Como si por el pecado de haber originado esa suerte de magia que se canta, se escucha y se baila; pesase un castigo original que nos cerró las puertas al futuro, al cambio, a la indispensable e imparable renovación, que exige la humanidad en su evolución.Se me impone que esos ensayistas hubieran taponado los oídos de los argentinos al canto de sirenas, representado por la música de allende los mares. Lo que es más grave, creo percibir en alguno de ellos, una posición claramente conservadora, desde donde se resiste la evolución, como peligrosa amenaza de subversión a los parámetros conocidos.Suele argumentarse que terminada la 2da guerra, la industria de los Estados Unidos, se recuperó, inundándonos con melodías, que enrolaron en sus filas a los jóvenes. Desde esta perspectiva, los muchachos de entonces, quedan profundamente desvalorizados; conceptualizándolos como idiotas útiles; como robots consumistas incapaces de optar por criterios estéticos, de tener preferencias fundadas, de poseer capacidades creativas.Que hubo razones de mercado, para que cierto tipo de música se adoptara, no cabe duda. Las determinantes económicas también operan sobre el arte. Pero negar que fenómenos como el rock o la aparición de los Beatles, fueran movimientos revolucionarios o de resistencia en si mismos para las sociedades en que se produjeron, es una arbitrariedad; más allá de que luego, se los utilizara para rendir suculentos dividendos.El tango, como todo producto humano, está atravesado por la dinámica de la historia. Ninguna obra de la humanidad puede escapar a su tiempo, a las determinaciones socioeconómicas que acuñan las características de los procesos culturales emergentes. Por lo tanto, el tango, que tantos años acumula, no es un todo, ni una unidad, sino una sumatoria de parcialidades que mantiene una esencia que escapa a diagnósticos certeros, para convertirse desde tantas subjetividades en una suerte de aroma a piel materna, en el que nos reconocemos.Así como la poesía del tango no podía continuar reflejando taitas y paicarritas, cuando la mujer se incorporó masivamente al mercado laboral. Así como por sublime que suene, ya no se podía halagar como "muchachas con piel como magnolias mojadas por la luna", a aquellas empantalonadas, que competían hombro a hombro por el poder, no sé podía pretender tampoco, que el tango no se quebrara, terminada la 2da guerra mundial.¿Cómo podían los poetas continuar describiendo el trotecito de Manoblanca, o las madreselvas y glicinas cómplices de besos robados, luego de asumir la crudeza de millones de muertos, de los que nunca sabríamos el número exacto? ¿Cómo hablar de organitos y golondrinas, frente al genocidio nazi?, ¿O del arrabal y del farolito compañero, cuando habíamos probado la ferocidad y fragilidad de nuestra condición humana, luego de Hiroshima?Creer que el arte argentino podía proseguir por sendas autistas, era negar la esencia misma del arte.Los años continuaron sucediéndose. Otros vientos azotaron la sociedad argentina, primero la caída del peronismo, luego la década del 60, que aparejaría una renovación desconocida.La gente veía en aquellos años, modificarse su entorno físico y psicológico a pasos agigantados. En los 50 había llegado la televisión, que para los 60 se había popularizado, ganando a las familias en la reclusión hogareña. Quizás, asustaba salir a la calle. El espacio urbano se había vuelto otro. Las viejas casas, paisaje habitual y contenedor de los vecinos, caían bajo la picota, para dejar emerger edificios en torre. La construcción de casas de departamentos, cobró un ritmo febril, así como el anonimato de los nuevos moldes. Barrios antiguos, tradicionales, como Palermo y Almagro, mostraban grandes zonas de colmenares habitados por advenedizos.La marcha se aceleraba, la ciudad iba teniendo pulso de taquicardia. Desaparecían el tranvía y el trolebús y en su reemplazo los Fiat 600 y los Citröen hormigueaban coloridos.A niveles de pensamiento, el cuestionamiento que Francia y otras naciones europeas comenzaron a hacerse luego de terminada la guerra: el "existencialismo ", se hizo carne entre nosotros. No solo en las formas propias del conocimiento filosófico, sino también en las músicas de "cave" que se escuchaba; en ese Bergman que tanto eco tuvo en Argentina y que venía a plantear otras conflictivas: la de existencia de Dios, la de culpa y la del sexo .Por otra parte el psicoanálisis, que pisaba fuerte desde los 50, para los 60 tomó tal auge en el discurso ciudadano, que nos convertimos en la sociedad más analizada del mundo. No solo se vuelve determinante esto, porque haya más porteños sobre un diván que neoyorkinos o parisinos; sino por la influencia que tendría en el arte, y en las costumbres. En la plástica, fenómenos con el Instituto Di Tella, donde no solo se implicaron artistas sino multitudes de jóvenes con participación activa.A todo esto debe agregarse la influencia de la reciente revolución cubana; de las luchas de liberación nacional, emprendidas por muchas colonias contra sus metrópolis, emblema de las cuales fue Argelia.Posteriormente el mayo francés y sus efectos en Tlatelolco; sobre una sociedad muy politizada como era la Argentina de esos tiempos, con mucha gente en la universidad, con la imagen cercana del Che Guevara, que se reflejó en el "Cordobazo".Estos moldes tuvieron efectos en los jóvenes argentinos, especialmente en los de clase media.Los adolescentes son los que comienzan la resistencia. Han sido los adolescentes de todos los tiempos los que tomaron distancia de los modelos parentales, para poder erguirse con estatura de hombres.Esos muchachos escuchan otras músicas, bailan danzas más accesibles. No es verdad que todo lo escuchado, haya sido de pésima calidad, como cita Balduzzi en el artículo "La década del 60". Sí podía serlo "El club del clan ", pero allí también estaban los Beatles, ; la "Bossa Nova", ¿era acaso Vinicius un poeta sin condiciones? Se podía dudar de las cualidades como compositor, de Mikis Theodorakis, que cita justamente el mencionado artículo.Si bien es verdad que parte de la juventud abrevaba en las boberías malintencionadas de Palito Ortega, también se escuchaba a Aznavour, a Nicola de Bari, a Paul Anka, a Los Plateros.Se oía a los Wawanco, a Bovea y sus ballentos, al Cuarteto Imperial; pero al mismo tiempo un grupo de chicos que venían del jazz, en Buenos Aires y en Rosario, comenzaban a generar el llamado "Rock Nacional". Tenían ideas, tomaban partido por un cambio de vida, sus letras estaban cargadas de ideología, cosa que hasta ese momento el tango había obviado, salvo en las poquísimas excepciones que confirman la regla.Morris, Javier Martinez, Pajarito Zaguri, Pipo Lernoud, Ciro Foglietta y un Lito Nebbia, puber aún, generaban un nuevo aire en "La Cueva Passarotus". Sus consignas eran claras: paz, amor libre, antimilitarismo.Una de las primeras letras de los Beatnicks , decía:" Porque la gente quiere luchar aproximando la guerra nuclearcambien las armas por el amory haremos un mundo mejorRebelde me llama la genteRebelde es mi corazónSoy libre y quieren hacerte esclavo de la tradiciónTodo se hace por interés, porque este mundo está al revés. "Muchos critican al rock nacional, como carente de calidad poética, eso me hace suponer que esas personas, poco han incursionado en él. Las hay sublimes, plenas de metáforas, profundas, desgarradoras. Y en cuanto a la calidad de esas primeras piezas no debían ser tan deleznables, dado que Modugno, rápidamente les grabó a Los Gatos "Viento, dile a la lluvia".Era una época plena de ideales y de utopías. El joven cuestionaba su existencia y a la realidad que veía oponía otra en todo orden social. Argentina asistía a una nueva ética en la expresión de la problemática humana.Ahora... esos jóvenes de entonces, somos los adultos de hoy, algunos sumando un lustro más o una década menos. Todos fuimos atravesados por los 60. Algunos eran ya jóvenes y tuvieron la suerte de transitarla, conservando plena memoria de sus gloriosos días; los que éramos muy chicos, sabemos que sus acontecimientos nos permitieron vivir un juego de bisagra diferente, y quizás añoremos aquello que no pudimos disfrutar.... añoramos, porque finalmente somos porteños, y por tanto tangueros, aún cuando comprendamos y gocemos el rock.Las generaciones literarias nacen en los momentos de quiebra o de efervescencia social. Así como hubo una generación del 98, en aquella España que perdía sus últimos fantasmas imperiales, y se ahogaba en la anomia; hay una generación de los 60, entre los poetas del tango.Una se pregunta ¿Como transitaron estos hombres/poetas de hoy, la aventura de la etapa que los acunó, cuando se estaban definiendo? No menos críticos y comprometidos con su tiempo, seguramente, que aquellos que rompieron con el tango. Algunos más, otros menos, y algunos de mejor manera, eso se refleja nítidamente en sus producciones, tal es el caso de Eladia Blazquez o de Hector Negro.¿Qué duende los anudó al tango y no les comprometió con otras vertientes musicales? Es parte del misterio de sus propias historias... Y del guardián del tango, que sabía se necesitaba una renovación: juglares que escribieran para el hombre nuevo.Esta generación tuvo el coraje de saltar sobre las figuras tutelares; sobre los grandes nombres cuya mención nos llena de respeto; sobre los eternos, sobre los maestros, sobre sus propias influencias... Negro, Blazquez, Ferrer también Novarro y Castaña (aunque hayan incursionado en otros ritmos), han demostrado ser fieles hijos de su tiempo.¿Qué ocurre con su obra poética?Para referirme a ella, se me hace necesaria una acotación histórica mínima, que hace a la relación entre el tango y la sociedad que lo albergó. Éste, como ya dije, no dio cuenta de las graves dificultades sociales que castigaban a nuestros abuelos en aquella Argentina que soñaban y trataban de forjar. Fue tolerante, complaciente, generador de distracciones.No se mezcló, quizás porque nació lumpen.Sus orígenes, en alguna medida prostibularios, sus contoneos entre proxenetas y mujeres envilecidas, mal podía generar lecturas de reivindicación social o de protesta. Quienes si generaban protestas no adherían al tango. Eran grupos que no se mezclaban. Parece ser que el embrujo sensual de su magia, no los contagiaba.Es verdad que hubo hombres de ideas, entre sus letristas, allí lo tenemos a José González Castillo. Pero, la denuncia... no aparecía, o aparecía desleída.Luego, los poetas comenzaron a pintar sus barrios. A idealizar los paraísos perdidos. El paraíso perdido es la gran constante. Quizás, por aquello que decía el Dr. Arnaldo Raskovsky, cuando hablaba acerca de los orígenes del tango, explicándolo como producto de la rebeldía de los hijos de los primeros inmigrantes, mancomunados con los hijos de los criollos, contra la frustración y melancolía paternas; unida esa joven generación, por el destino común de la miseria.Llegó Discepolo, es verdad... Pero no pudo con tanto peso y si emprendió una crítica social, terminó en una lectura individualista del inevitable fracaso de la existencia, inevitable en tanto somos falibles y mortales.La generación del 67, rompe con esto. Reivindica un pasado de olvidos.Los estilos cambian radicalmente. No porque antes hubiese una unidad estilística. Nada que ver, sus poetas tuvieron sustanciales diferencias culturales, disímiles capacidades creativas, de juegos verbales, de recursos metafóricos. Sino que esos jóvenes letristas, comprenden por fin, que deben dar testimonio del tiempo que transitan, y asumen su destino de voceros del pueblo. Así surgen versos como" Mi barrio y mi gente escuchan mi credoque a los barquinazos aprendí a cantar.Como un canto arisco, donde el sol que muerdoCalienta mis labios para protestar "Bien de abajo. Hector Negro" En el medio de este mambo y el delirio más profundo...el cartel de primer mundo, nos vinieron a colgar.Tan grotesco es el absurdo, tan inmundo está el chiqueroQue mirando el noticiero, ¡ me reí por no llorar ¡ "Argentina primer mundo . E. BlazquezAhora bien... Los poetas del 67, reformularon las letras. Pudieron hacerlo manteniendo esa característica que ha tenido el tango: la de una poesía excepcional, que existe con prescindencia de la música que la acompaña y que es profunda, exitencial.¿Cuales son sus obsesiones ?Desde luego Buenos Aires. Buenos Aires, y su símbolo: el tango, ambos inseparables en su análisis. Una Buenos Aires, con la que se identifican, que puede ser ellos mismos. A la que a veces añoran, pero siempre recuperan y aman a pesar de sus cambios. Estos hombres y mujeres han comprendido la dinámica de la existencia. Buenos Aires, ya no es el barrio, ni la esquina florida. Es un símbolo de abrigo, de encuentro; una compañía; una constante; es la madre, que dejó de ser eternamente edípica. Es un flirteo incondicional, un amor permanente y quedo. Por eso, los versos se suceden superándose uno a otro, en relación a esta ciudad nuestra.Pero también es castigo, amenaza, dual como las amantes de los viejos tangos, capaces de traicionar en su camuflaje. Ellos escriben para (y sobre) un sujeto angustiado, para un habitante de la lidia contra el reloj, implicado en ese vértigo sin pretensiones de detenimientos. Es en la marcha donde se demuestra el ser.En lo que hace al amor, otro de los grandes temas. Se perdió la pasión de antaño. La desmedida, la ingenua, la del sentimiento poético. Es un querer intelectualizado, desprovisto de arrebatos. Tomado de manera transversal, sin comprometer las vísceras. Y eso también responde a la dinámica de estos tiempos. La vivencia del amor, ha cambiado. La sobriedad del tratamiento; la angustia que se muerde y se calla comprensivamente; el pudor de mostrarse descarnado, el enamoramiento apenas coloreado. En estos poemas, se muestra el cariño o la autocrítica, se han desmontado las idealizaciones, no se alimentan vanas ficciones o ilusiones a contramano.Estos poetas, parecen estar mucho más enamorados de la totalidad de la vida, que del amor.Una vez leí, que el tango tradicional es:a) consuelo del derrotado. Esta nueva poesía, no se queda en la derrota, seinclina por persistir.b) Que da cuenta de la inevitable derrota. Tampoco son derrotados estos hombres de las nuevas letras, aunque muerdan el mal sabor de la frustración, como he dicho anteriormente, se levantan y regresan al ruedo.c) Posee una ética superior por la cual absuelve al derrotado. Estos poetas incitan a la superación a "honrar la vida".d) Que la vida siempre remite al seno edípico. Más allá de sus subrogados: ciudad y tango, este hombre ha crecido. Asume su destino, no involuciona al seno materno. Sabe que depende de su propio esfuerzo para mantener la dignidad de estar vivo.e) Que la lectura del tiempo es la un placer breve y un sufrimiento muy largo.No es el caso. Este hombre sabe que hay felicidad, no se regodea en la tragedia, ni en el melodrama, vive.f) Que su gran tema es el fracaso, en lucha contra el sistema del mundo. Aquí Hay lucha para construir un mundo mejor, ideas para superar los cotidianos fracasos.g) Se intoxica de recuerdos para no enfrentar la realidad. Tampoco es el caso. Encontramos un medirse permanente con una realidad que se desea modificar. Se la aborda en su crueldad, en su injusticia y se opera sobre ella. No se la acepta como imposición del destino.Desde esta perspectiva, se podría pensar, que estamos asistiendo a un tango nuevo. Que ha subvertido las raíces.Nos encontramos, en resumen, ante la poética de un hombre actual, que no elude su tiempo, sino que lo transita con valor, buscando mantener la honra. El reflejo de un ser que cuestiona, que admite la duda. Que se permite el bálsamo del recuerdo; pero avanza, porque se mira desde su estatura de adulto. Es eso, un adulto jaqueado, frustrado, con mucho de Quijote, pero un hombre con mayúsculas, que se reafirma su dignidad, en el reconocimiento de sus propios errores. Es un sujeto de la autocrítica y del compromiso. Sabe que tiene una tarea para hacer. Asume sus responsabilidades, elabora sus culpas, se reconstruye después de cada caída, mantiene su fe, permitiéndose una existencia más humana en todos los planos.Restará definir, si lo que producen es tango, o un producto nuevo que aún no hemos bautizado.© Ana di CesareArtículo en Revista Opus TangoVersión para Internet.Queda prohibida la reproducción parcial o total de este trabajo, sin mi respectiva autorización por escrito. Las fuentes documentales y bibliográficas pueden solicitarse al correo del bloghttp://porteniadas.blosgpot.com 
La panadera entraba al Cuartel realista siempre a la misma hora. A los soldados se le iban los ojos detrás de su figura alta y delgada, los ojos azules soñadores y el andar derechito de quien sostenía una canasta sobre la cabeza.Iba con su vestidito humilde y dos bolsitas colgando de la cintura.Marchaba ajena a las bromas y a las insolencias de la soldadesca.En el momento en que se pasaba lista a la tropa, ella se sentaba sobre la tierra, como si descansara sus esfuerzos. Y con aspecto distraído oía los presente y los ausente.Es que Loreto Sánchez de Peón era una espía, cuya función en esos dias era la de informar sobre el número de efectivos en las tropas de Pezuela, Olañeta y Laserna.Como no sabía contar usaba una argucia. En el bolsillo de la falda, llevaba granos de maíz . A medida que se pasaba lista, colocaba un grano en la bolsa derecha si escuchaba "presente", o en la izquierda si oía un "ausente".No se agotaban ahí sus servicios. Recorría a caballo los caminos entre Santa a Jujuy, a veces en ropas de varón, a veces escondiendo los partes en los ruedos de la falda. No temía subir en plena noche al cerro San Bernardo, llevando informes urgentes al puesto patriota.Su víctima principal fue el Comandante Olañeta, pero también usaba sus encantos para obtener secretos militares de otros oficiales.Cuenta Frías que el padre de Loreto fue un asturiano encargado de conducir los caudales del comercio hasta Buenos Aires, y los correspondientes a éste y al rey a España. Con esta función había amasado una cuantiosa fortuna. Como había quedado viudo cuando Loreto tenía 7 años, pensó en radicarse definitivamente en su patria. En el último viaje, llevando lo que era de la corona, y lo suyo propio, murió. El rey cargó con todo, ya que a la distancia no hubo quien defendiera a la huérfana.Loreto vivió hasta los 105 años, y hasta el último día de su vida, lució en sus cabellos, moños celestes y blancos, que le recordaban la patria.Cuando las fuerzas realistas se aposentaron en Salta y Jujuy, muchas de las mujeres que tenían hermanos, hijos, maridos, en las filas patriotas, decidieron quedarse en el territorio, ahora enemigo, y formaron una red de espionaje, sin el cual, hubiera sido muy complicado para los americanos, recuperar el territorio.Esas mujeres, hicieron lo que todas las hembras han hecho cuando de espionaje se habla. Prestar oído, infiltrarse, enamorar oficiales para obtener información, para convencerles de pasarse al ejército revolucionario.Si tuvieron miedo, lo vencieron. Y la particularidad fue que trabajaron mancomunadas, sin distingo de clase social.La historia guardó algunos nombres, pero quedan cientos en el anonimato. Por cada mujer que cobró fama por sus actos, había por debajo una red de otras, colaborando.Pezuela fue un comante terrible, amenazó a los hijos pequeños, azotó públicamente, confiscó bienes, emparedó a estas mujeres. Ellas no aflojaron, tenían en claro la hora histórica que les había tocado vivir, y la asumieron con todos sus riesgos.  © Ana di Cesare Este artículo se encuentra protegido por las leyes de derecho de autor, se prohíbe su reproducción total o parcial sin la autorización correspondiente.
1917, datos de una llaga socialLa lectura de las estadísticas de la segunda década del 1900 sobre la prostitución en Buenos Aires, permite comprobar como marcha de la mano de la miseria y la desesperación. No es nuestro objetivo en este trabajo, ahondar en sus determinantes, como tampoco el análisis sobre su legalización que significó denigrar a una parte de la población femenina, para permitir que el resto mantuviera un lugar impoluto en los convencionalismos vigentes.......................................................                                                                          Recordemos que en esa època la prostitución estaba legalizada y controlada a través del Dispensario de Salubridad, dependiente de la Municipalidad de la Capital. Sus funciones eran vigilar el ejercicio del "comercio" y la profilaxis de las enfermedades venéreas. En el local de este Dispensario había un consultorio donde podían asistirse voluntariamente las prostitutas, aunque todas eran controladas obligatoriamente. En la casa central de ese organismo municipal, para los hombres, funcionaba un consultorio de enfermedades venereas y otro de piel, los cuales eran muy concurridos. Esta dependencia, como muchas otras de la Municipalidad, era capaz en aquel entonces, de volcar sus observaciones en cuadros estadísticos que muchas veces sorprenden por su calidad, teniendo en cuenta la ausencia de recursos tecnológicos que en esa época había. Parte de esos datos -muy elocuentes- son los que presentamos a continuación.En ese año de 1917 solicitaron inscribirse en el registro del Dispensario de Salubridad 279 mujeres de la que sabemos:  NACIONALIDAD CANTIDADArgentinas.........................................100Austríacas ............................................ 2Belgas.................................................... 1Cubanas.................................................. 1Chilenas ................................................. 1Españolas...............................................65Griegas.................................................... 3Francesas.............................................. 20Italianas................................................. 35Otomanas................................................. 3Portuguesas.............................................. 1Paraguayas............................................... 2Rusas...................................................... 23Suizas........................................................ 2Uruguayas............................................... 19Marroquíes............................................... 1Total.............................................. 279 EDADDe 22 años...................... 5823 años..................1724 años...................... 3325 años...................... 3226 años...................... 1327 años...................... 1628 años...................... 1729 años...................... 1230 años...................... 1631 años........................ 432 años........................ 533 años........................ 834 años........................ 435 años........................ 336 años........................ 237 años........................ 339 años........................ 240 años........................ 141 años......................... 242 años.......................... 1Total................. 279 INTRUCCIÓNAlfabetas................... 138analfabetas................... 123Firman solamente.......... 18Total..................279 Al finalizar el año mencionado, se llegó así al número de 18627 meretrices registradas en la Ciudad de Buenos Aires. Sabemos también que funcionaban 154 prostíbulos que observaban un perfecto cumplimiento en lo que respecta a la higiene y estado de las instalaciones, pero que albergaban más mujeres que las permitidas. La prostitución clandestina había amentado alarmantemente. Aparecieron así casas de citas, pensiones de artistas, "garçonnières" y negocios disimulados, como casas de modas, cigarrerías, peluquerías, etc. En cuanto a la prostitución callejera 324 mujeres recorrían el centro de Buenos Aires. Números que fríamente nos hablan de las que perdieron su futuro tras la luz roja del burdel.  © Ana di Cesare - Gerónimo RomboláVersión para Internet del artículo publicado en junio de 1995*Este artículo se encuentra protegido por las leyes de derecho de autor, se prohíbe su reproducción total o parcial sin la autorización escrita de sus autores. 
Quien fue Belgrano? El revolucionario de la primera Junta, el que asumió la jefatura de las tropas del Norte,el creador de la bandera nacional; o el hombre probo,decente a carta cabal que murió en la más extrema pobreza. Ambos seguramente, abrazadas sus partes en un barro humano que nos enorgullece.Es difícil hablar de Manuel Belgrano sin emocionarse.Algunos de nuestros próceres descollaron por su claridad intelectual, como estrategas, por su temeridad. En su caso, entre tantos méritos como puede reconocérsele, conmueve especialmente su hombría de bien, rectitud y honestidad. Cualidades que, paradójicamente, lo sometieron a grandes penurias económicas hasta el punto que a la hora de su muerte, tanta era la pobreza en que se hallaba que sus allegados debieron enfrentarse a urgentes dificultades. Pagarle al médico que lo asistió con el reloj del patricio y usar cómo lápida, el mármol de la cómoda de su hermano.Por eso no queremos hacer hincapié en su trayectoria como hombre público. Que fue un patriota de primera hora; que actuó valientemente desde las invasiones inglesas; que tomó parte activa en los preparativos de la revolución de Mayo; que integró como vocal el gobierno de la Primera Junta; que fue general de la campaña de Paraguay y Jefe del Ejército del Norte; fundador de Escuelas, creador de la bandera nacional, puede leerse en cualquier manual de historia.Preferimos referirnos al hombre con un su destino de pruebas terribles, que soportó con valor y humildad.Era difícil imaginar que alguien que llegaba al mundo con los mejores auspicios, muriera en la ingratitud, resistiendo frustraciones, estafas, pero decidido a cumplir hasta el final con sus obligaciones éticas.En verdad, cuando llegó al mundo en 1770, no podía hacerlo en mejores condiciones.Heredero de dos linajes principales, que contaban con guerreros ilustres y protectores de indios en armonioso equilibrio, la vida le brindó las posibilidades para ser intelectualmente brillante y él no las desaprovechó.Su padre don Domingo F. Belgrano, harto de los conflictos internacionales que se desarrollaban en su Oneglia natal (Génova) se estableció, primeramente en Cádiz y luego en Buenos Aires, donde tomó la ciudadanía española.Domingo y María Josefa González Casero se casaron y, mientras ella le iba dando 13 hijos, el sexto de los cuales fue Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús, él iba afirmando su carrera comercial y administrativa, desempeñándose como "vista y contador de aduana", "regidor del cabildo" y "síndico procurador de la ciudad", en varias oportunidades.Era una familia, muy acomodada en lo económico, y con fuertes intereses culturales, así que Manuel asistió al Real Colegio de San Carlos y a los 16 años viajó a Salamanca y Valladolid, para completar sus estudios de nivel superior.Cuando a la edad de 23 años regresó a Buenos Aires convertido en abogado, poseía todas las condiciones de un triunfador y era una presa codiciada por las jóvenes casaderas del virreinato. Mundano, cortés, culto, brillante, poseedor de fortuna, era además un hombre sumamente atractivo.Mitre lo describía en su regular estatura, fisonomía bella y serena, cabellos rubios sedosos, ojos azules, tez blanquísima apenas sonrosada, como un "hijo de las razas nórdicas". Según su amigo José Balbín, era un hombre animoso de paso tan rápido que por la calle era imposible seguirlo.Había regresado con el cargo de Secretario del Real Consulado; pero no todas eran promesas de felicidad. En los años pasados en España, había contraído sífilis, enfermedad que lo torturaría hasta la muerte.Esa fue una de sus largas batallas. Más allá de "Salta", "Tucumán", "Vilcapugio", "Ayohuma", él peleó a diario debatiéndose entre sus ideales, los cargos de responsabilidad para los que fue nombrado y su salud, tan debilitada por esta y posteriores dolencias.Justamente el estoicismo con el que aceptó las obligaciones que la gesta emancipadora le imponía, son una muestra de su compromiso y humildad.Fue arrastrado por los viento de la Revolución y debió ocupar cargos para los cuales no tenía ni inclinación ni preparación. En sus planes no había tenido cabida la idea del combate. Su educación física era la de un intelectual, no había recibido preparación para la guerra. Pero aceptó el mando de las tropas destinadas al Paraguay y del Ejército del Norte, dando un ejemplo de renunciación personal ante las urgencias de la Patria.Al año de su regreso de España debió presentar la primera de sus licencias a causa de sus malestares. Desde noviembre de 1796 en que el Dr. O´Gorman le recomendó trasladarse a un lugar menos húmedo, hasta 1803 su vida transcurrió entre períodos de actividad laboral y otros de reposo, a fin de recuperarse de sus afecciones reumáticas y una infección en los lagrimales que sufrió permanentemente.Mientras, el pueblo lo veía trajinar, vestido modestamente, con las botas remendadas porque a los 40.000 pesos que el gobierno le había otorgado por los triunfos en las batallas de Tucumán y Salta, los había donado para la construcción de cuatro escuelas. Era difícil no apreciarlo por sus méritos: entereza, abnegación, amor al prójimo, serenidad de espíritu, talento, humildad, trato encantador, unidos a la fuerza interior que le permitía desempeñar sus tareas, leer y escribir largamente, durmiendo apenas 3 ó 4 horas por día, le valían la admiración y el respeto de quienes iban conociéndolo.Su vida, sin embargo parecía signada por un sino fatal. En la Campaña al Norte contrajo paludismo. Como consuelo, en Tucumán cosecha amigos y conoce a Dolores Helguera con quien vive un gran amor, del que nace su Hija Manuela Mónica. Pero aunque él quiere formar una familia, Dolores le es sustraída, la familia la casa con otro hombre. Años atrás había tenido que renunciar a Pedro, el hijo que tuvo con María Josefa, la hermana de Encarnación Ezcurra, para evitar dañar la moral de la amante, que fue criado por Juan Manuel de Rosas y su mujer.Para ese momento, el mundo se le derrumba, el gobierno comienza a recriminarle las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, sin recordar que él era abogado, no militar. Los conflictos intestinos entre sus oficiales terminan en la revolución del Capitán Abraham González, que pretendió engrillarlo, aunque Belgrano ya estaba postrado en cama por falta de recursos con los cuales mantenerse.Desolado, presintiendo la cercanía de su muerte, regresa a Buenos Aires, para refugiarse en la casa de su hermano en San Isidro. Desde entonces fueron los parientes y amigos quienes se ocuparon de su sostén material. Llegado el invierno hubo que trasladarlo a la casa paterna en la actual Av. Belgrano entre Defensa y Bolívar. Su cuadro clínico, complicado con hidropesía y cirrosis hepática, era irreversible.A las 7 de la mañana del 20 de junio de 1920, su vida se apagó. Dicen que sus últimas palabras fueron para despedirse de la patria. Quizás, por el contrario, sus pensamientos quedaron detenidos en una tibia tarde tucumana, en el patio de naranjos con el perfume de los azahares, en Dolores y él... él, Dolores y Manuela Mónica juntos, como nunca pudo ser.Pocos supieron ese frío día de Junio, que había dejado de existir el Dr. Manuel Belgrano, un hombre que merecía ser calificado como tal. Solamente un diario dio a conocer la noticia.TESTIMONIO DE UN AMIGO Contaba don José C. Balbín Mitre:De resultas de la revolución (la del Capital Abraham González) se vio abandonado de todos el General Belgrano, nadie lo visitaba, todos se retraían a hacerlo.Entonces empecé a visitarlo todas las tardes, y cuando su enfermedad se lo permitíasalíamos juntos a pasear a caballo. Esto nos traía la animadversión de los revolucionarios, lo que me importaba muy poco, porque cumplía un deber de amistad"."Como quince días después de la revolución, una tarde me dijo el General:me hallo sumamente pobre, se han agregado a mi causa varios jefes fieles y honrados yno tengo como mantenerlos; ayer he escrito al gobernador Aráoz pidiéndole algún auxiliode dinero y me lo ha negado;le hice presente al general, que había hecho mal en dirigirse al gobernador, estando yoque podía darle lo que necesitase. Al día siguiente le mandé $6.000 con su mismo criado"."Una tarde que paseábamos a caballo me dice el General: yo quería a Tucumán como a mi propio país (hace referencia a Buenos Aires) pero han sido tan ingratos conmigo que he determinado irme a Buenos Aires, pues mi enfermedad se agrava cada día. Le aprobé su pensamiento indicándole que no debía perder tiempo. A los 3 ó 4 días lo encontré triste y abatido, le pregunté lo que tenía y me contestó muy afligido: amigo, ya no pudo ir a morir a mi país, pues no tengo recurso alguno para moverme de aquí: ayer he escrito al gobernador pidiéndole algún dinero y caballos para mi carruaje y me ha negado todo. Le contesté, habiendo caballos y plata y cuánto se necesite... y me preguntó ¿de dónde lo sacó?- pues ¿qué se ha olvidado usted que me tiene de amigo? Si, lo sé, me contestó, pero lo he molestado a usted. Tantas veces, que no quiero serle más gravoso. Señor general a mí no me molesta nunca y en prueba de ello, dentro de dos días le mandaré a Usted. 2.500 pesos, haga ya los preparativos par su viaje. Le mandé lo ofrecido y se empeñó en que lo acompañara, ofreciéndome un asiento en su coche, pero me resultó imposible complacerlo"" A los ocho días se puso en marcha el General acompañado del Dr. Redhead y su Capellán el Padre Villegas, con dos ayudantes, los Sargentos mayores don jerónimo Helguera y don Emilio Salvigni. Cuando llegaban a una posta, lo bajaban cargado y lo conducían a una cama"Más adelante Balbín continúa:"Al día siguiente de llegar a Buenos Aires, pasé a visitar al General Belgrano a quien encontré sentado en un sillón poltrona, en un estado lamentable; después de un momento de conversación m dice: es cruel mi situación pues me impide montar a caballo, para tomar parte en la defensa de Buenos Aires, contra López el de Santa Fe, que se prepara para invadir esta ciudad; luego siguió diciendo: Amigo Balbín, me hallo muy malo, duraré pocos días, espero la muerto sin temor, pero llevo un gran sentimiento de sepulcro; le pregunté ¿Cuál es General?, y me contestó; muero tan pobre que no pudo pagarle el dinero que me prestó, pero no lo perderá Ud. El gobierno me debe algunos miles de pesos de mis sueldos, luego que el país se tranquilice le pagarán a mi albacea, el que queda encargado de satisfacer a Ud. con el primer dinero que reciba. Como un año después de su fallecimiento fui pagado."  © Ana di Cesare y gerónimo Rombolá*Este artículo se encuentra protegido por las leyes de derecho de autor, se prohíbe su reproducción total o parcial sin la autorización escrita de sus autores. Versión para Internet del artículo publicado en Mayo de 1993 
Cuando el último de sus camaradas en las Guerras de la Independencia murió, el recuerdo de María Remedios, se perdió, salvo para unos pocos historiadores.Es verdad, que ella no esperaría otra cosa, cuando sus contemporáneos habían sido tan ingratos.Concluidos sus servicios, no se la considero digna de entrar a la historia a esa negra testaruda, temeraria, que se jugaba el pellejo con alegría si de defender sus ideales se trataba.Es que la historiografía argentina no fue pródiga a la hora de reconocer a las mujeres que ayudaron a construir la patria, salvo que se tratara de damas aristocráticas. María Remedios, por el contrario, era pobre, pero tan imbuida por las ideas de mayo, que al mes del pronunciamiento, ya se había apuntado en el Ejército del Norte al que arrastró a hijos y marido.Combatió en las batallas de Desaguadero, Tucumán, Salta, Vilcapugio y en Ayohuma donde fue herida de bala y cayó prisionera de los realistas. Presa y enferma organizó la fuga de varios oficiales patriotas, pero fue descubierta y castigada.Por nueve días la azotaron públicamente. Remedios no se rindió, huyó para continuar combatiendo.Cuando terminó la guerra tenía grado de Capitana y estaba sola en el mundo, todos los suyos habían muerto en las acciones.Cuenta Carlos Ibarguren, que años después de la Independencia, una anciana encorvada, desdentada, frecuentaba los atrios de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio. Se la veía también en la Plaza de la Victoria ofreciendo pastelitos o tortas fritas, o en ocasiones mendigando por el amor de Dios.Llegaba de lejos, de la zona donde comenzaban las quintas, por donde tenía un rancho; para asegurarse las sobras de los conventos de las que se alimentaba.Sin saber porqué, la llamaban "la capitana" y cuando la anciana mostraba sus brazos zurcidos por cicatrices, y contaba que las había recibido en la guerra por la Independencia los que la oían sentían compasión por su senectud y locura.Así trascurrían inviernos y veranos, hasta que cierto día el general Viamonte, que había sido compañero de armas de Remedios, topó con la anciana.- Pero si es "la capitana", "la madre de la Patria", la misma que nos acompañó al Alto Perú- Se dijo.La mendiga le contó cuantas veces había golpeado a su puerta en busca de socorro y, como en cada ocasión la habían espantado por pordiosera.Viamonte, como diputado, solicitó para ella, en septiembre del 27, una pensión por sus servicios en la guerra emancipadora.El 11 de octubre la Comisión de Peticiones dijo haber "examinado la solicitud de doña María Remedios del Valle por los importantes servicios rendidos a la Patria, pues no tiene absolutamente de que subsistir". Consideraban la justicia del reclamo pero tenían temas más importantes que atender.En julio de 1828, Viamonte consiguió que la legislatura volviera a tratar la petición. Algunos diputados objetaron. Entonces tomó la palabra:"Yo conocí a esta mujer en el Alto Perú y la conozco aquí; ella pide ahora limosna... Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al Ejército de la Patria desde el año 1810, no hay acción en la que no se haya encontrado en el Perú. Era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el ejército. Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas y lleno además de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos, y no se la debe dejar pedir limosna como lo hace"Movido por las palabras de Viamonte, el diputado Silveyra exclamó: "Esta infeliz es una heroína, y si no fuera por su condición de humilde, se habría hecho célebre en todo el mundo"Pese a los alegatos, la diputación se enfrascó en una discusión bizantina: la pensión debía pagarla La Nación o la Provincia?Indignado, Tomás de Anchorena intervino: "Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando esta mujer estaba en el ejército, y no había acción en la que ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del General, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al ejército. Ella en medio de ese valor tenía una virtud a toda prueba y presentaré un hecho que la manifiesta: El General Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no permitió que siguiese ninguna mujer al ejercito; y esta María Remedios del Valle era la única que tenía facultad para seguirlo"...." Ella era el paño de lágrimas, sin el menor interés de jefes y oficiales. Yo los he oído a todos a voz pública, hacer elogios de esta mujer por esa oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria en que quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos, y otros sin brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias. De esta clase era esta mujer. Sino me engaño el General Belgrano le dio el título de Capitán del Ejército. No tengo presente si fue en el Tucumán o en Salta, que después de esa sangrienta acción en que entre muertos y heridos quedaron 700 hombres sobre el campo, oí al mismo Belgrano ponderar la oficiosidad y el esmero de esta mujer en asistir a todos los heridos que ella podía socorrer... Una mujer tan singular como esta entre nosotros debe ser el objeto de la admiración de cada ciudadano, y a donde quiera que vaya debía ser recibida en brazos y auxiliada con preferencia a una general; porque véase cuanto se realza el mérito de esta mujer en su misma clase respecto a otra superior, porque precisamente esta misma calidad es la que más la recomienda"La sala conmovida le concedió el sueldo correspondiente al grado de Capitán de Infantería.Remedios jamás cobró su pensión, ya que el ejecutivo sepultó el expediente."Entre tanto se donaba al gobernador Dorrego la suma de cien mil pesos en señal de gratitud por los importantes y distinguidos servicios que acababa de prestar a la República (la paz con el Brasil), donativo que fue aceptado por el gobernador, como prueba de la generosidad con que el gran pueblo de Buenos Aires está siempre dispuesto a recompensar aún los más pequeños servicios de sus hijos."María Remedios murió en 1847 en la indigencia y el olvido.Cuando el presidente del Consejo de Educación, Dr. Octavio Pico, leyó el artículo de Ibarguren, se sintió tan conmovido, dió a una calle el nombre de la invencible guerrera.© Ana di Cesare
En noviembre de 1928, el Ratón Mickey, estrenó su primera película. La historia de este personaje es muy simpática. En la década del 20, Disney, nacido en 1901, era aún un jovencísimo dibujante que trabajaba en un viejo garaje en la ciudad de Kansas, que él mismo había transformado en taller. Contaba que en ese protoestudio habitaba una población constante de roedores, animalitos que le resultaban sumamente divertidos. Por uno de ellos, con el que tuvo una relación casi de mascota, se originó sin querer, el más famoso dibujito de la historia del cine. Se trataba de un ratón confianzudo que se trepaba por su tablero de dibujo, al que bautizó Mortimer, mientras lo caricaturizaba y lo archivaba.                                       Ratón Mortimer  Disney creció, formó su empresa, dejó Kansas para radicarse en Hollywood, produjo "Alicia en el país de las maravillas", "Caperucita Roja" y "El conejo Oswald".                        Conejo Oswald En esta última tuvo problemas de distribución en Nueva York por lo que se vio obligado viajar a esa ciudad para solucionarlo, tarea en la que no tuvo éxito. Esto obligó al artista a buscar urgentemente un personaje impactante para el público. En el largo viaje de regreso a California, acompañado por su esposa, revisó sus carpetas de archivo y fue allí cuando reencontró al viejo Mortimer, al que rebautizó Mickey. En los primeros filmes sonoros el dibujante también doblaba la voz del personaje.                                      Mickey Mouse No puede negarse que este hombre fuera un genio en la animación de dibujos y, que supiera utilizar cada delante de la técnica para mejorar la calidad de sus películas. Por ejemplo a partir de 1928 con la incorporación del sonido, supo jugar con los efectos especiales y producir escenas asombrosas, desde el 32, cuando adoptó el tecnicolor.Fue el padre de la pintoresca fauna humanoide: el perro Pluto y el Pato Donald de 1930, y otros. Desde el Ratón Mickey, un personaje cándido y bondadoso que representa el triunfo del débil sobre la fuerza bruta, se va observando una evolución por la cual a medida que los dibujos se hacen más complejos, sus características de astucia y agresividad se incrementan. Especialmente en Donald que es una caricatura del estadounidense medio. Hay que señalar que la tipología de este creador es digna de la Comedia del Arte. Disney siempre utilizó sus personajes como eco de determinadas situaciones de la realidad interna de su país. Su organización industrial creció de tal manera que en 1937 con una inversión de US$ 1.700.000 y 400.000 dibujos, produjo el primer film de largo metraje de su especialidad, "Blanca Nieves y los siete enanitos", que fue un éxito mundial. Continuaron "Pinocho" (1940), Dumbo (1941), Bambi (1942). Aunque desde el punto de vista comercial fue un fracaso, "Fantasía", donde intentó plasmar en imágenes la música de Bach, Tchaikovsky, Stravinsky, Beethoven, Schubert y otros, fue un verdadero trabajo de vanguardia.Para esta época Disney tiene ya competidores de la talla de Fleshing, Walter Lantz y los socios Hanna y Barbera, cuyo avance arrollador lo impulsa a crear "Disneylandia", para seguir financiando sus famosos "cartoons". Anecdóticamente, su nacimiento se remonta a una tarde en la que Walt Disney se aburría atrozmente mientras sus hijas daban vueltas en una calesita de un parque. Se le ocurrió, entonces, pensar, en que sería un lugar donde padres e hijos se divirtieran al unísono. La realidad es que "Disneylandia" fue una inagotable fuente de recursos que, entre otras cosas le permitió a Disney hacer "La dama y el vagabundo" (1955), "La noche de las narices frías" (1960) y su última película en 1966, "El libro de la selva".                                          PlutoSi bien Disneylandia es un símbolo de Estados Unidos, desde su instalación en Francia originó problemas. La reacción del personal ante las ajustadas normas de la empresa que disponen el uso de determinada indumentaria: las mujeres faldas más bien largas, tacos de mediana altura, ausencia de bijouterie y de esmalte de uñas; los hombres no deben usar bigote, ni barba, ni patillas.La misma inauguración marcó un abismo entre las costumbres de la Ciudad Luz y las de la empresa estadounidense. A la fiesta de la apertura los concurrentes decidieron ir, sí o sí, con atuendos informales compuestos por remeras estampadas con las imágenes de Mickey y Minnie. Error catastrófico: París jamás aceptó el look deportivo. Otro de los desaciertos fue prohibir el consumo de vino, que para los franceses es sagrado. En esa celebración sólo se sirvieron gaseosas, hamburguesas y pochoclo. En el colmo del amor propio ofendido, los compatriotas de Juana de Arco, decían que con tantos siglos de historia captados por su arte y arquitectura, ellos no podían ser seducidos por el Pato Donald.  © Ana di Cesare - Gerónimo Rombolá  Versión para internet del artículo publicado en noviembre de 1993 *Este artículo se encuentra protegido por las leyes de derecho de autor, se prohíbe su reproducción total o parcial sin la autorización escrita de sus autores.  

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