Nov 19, 2012 Nov 13, 2012 Sep 08, 2012 Sep 07, 2012 Jun 28, 2012 Jun 16, 2012 Jun 15, 2012 Jun 14, 2012 Jun 11, 2012 Jun 10, 2012 Jun 09, 2012 Jun 08, 2012 Jun 07, 2012 << Inicio < Ant.
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La fuerte lluvia sembró calles vacías,sin embargo despertó verdores en los parques,en las extensiones de campos y en las plazas.Una bella brisa tuya inundó con suaves aromasel instante en que pasaste por mi alma y yaen plena calma de un pasajero violín se apagóesa luz que tanto amas...¿Sabes? Quisiera ser gaviota; alcanzar de prontotu figura y apenas rozarla, apenas como apasionado fantasma.¿Me dirás por fin que me amas?¿Por qué me lleno de Litof y añoranzas?Frecuento estas noches tu voz seductora,frecuento tu risa de manantial serrano.Y esa voz tan dulce, ya cansada es unbálsamo para mis revueltas entrañas.Al evocar tus palabras evoco tu Patria,porque cuando los corazones se unennada, tampoco la muerte los separa.Por ello; cuando sueño sueño que sueñasy siempre que sueño sé que me amas... Cuando desaparezca cada misterio,y ninguna expectativa alcance,para vislumbrar la flor del duraznero.Cuando todo pase como si nada,y el sideral espacio inmóvil vibreal desbroze de esas malezas tristes,donde se anuda la calma como si nada.Cuando el día sea ya noche alumbrada,y en sensaciones del cielo rosado y negrohalles el espíritu de colinas verdes.Cuando en la maldita ruta se cruce un perro,que extraviado soslaye la muerte seguray te indignes y con furiosos puños,maldigas las trampas del descaro y la saña.Cuando de juzgues o te juzgueny sin reposo defallezcas mil vecespues no hay respuestas para nada...pues han ignorado tus pasos sin rumbo,tan cortos y tan largos, tan sublimesy tan silenciosos como la Cruz negada.Cuando tu silueta se desdibuje en la soledadde una silla de una plaza de fuente mojada,y en la amarga sombra de la penumbra, te vayas debatiendo con la frente bien alta,donde cada sonrisa pasajera caiga en el polvo,sobre espejos multiplicados hechos trizas,y ya nadie entienda tu sonrisa mojada. Me quedé sin luces tanteando saltosfluyendo hacia lo ilógico y lo absurdo,entonces me liberé de quedar atrapadoen la razón de tus apasionados brazos.Y en esa absoluta oscuridad atrapé luciérnagas del parque que se llenóde indefensas y titilantes músicas...Debí esperar paciente, en suspenso,que un beso tuyo sellase mis labioso que un beso mío sellase los tuyossúbitamente fríos esta noche en la quese posó el invierno más crudo...el delmudo hollín de tu desprecio...¡ oh, amante ingentil que giras en unbaile sin nombre abandonda ya tu rebeldíae imagina otra vez que el amor no ha muerto! Cada vez que el dolor te hiere el alma,y en el desierto estás con una sedque ningún oasis apaga,cada vez que el dolor te hiere el alma,y atisbas algún vestigio de templanza,o te parece conquistar la brisa clara,en verdad te engañas,sólo pereces y yaces en casi nada. Si tu corazón es desvastado en un tren vacíoy una barca sin plumas deriva hacia el futuro incierto,o una caída en picada deja una estela en el cielo, o un terreno cenagoso devora toda acción y deseo. Si las benditas flores carecen de mariposas,y la fuente que asperge se seca indolente,como esos sinsabores de la celda sin cucheta,donde anida la cobardía que pinta malos augurios.Si esos espectros de la penumbra ya no te dejan, si son emblemas mentirosos que nunca ceden,como nunca ceden los abrazos de los algodones del cielo,si ninguna mirada encuentras para el ciego de cordurasi ninguna blanca mano para la mano extendida,para el corazón infamado no habrá remedio posible. "No mencionaré tu nombre porque prefiero olvidarque existes."Cuando uno come dulces amargos y fuertessólo ama los placeres de una vida indiferente,y esa brisa fresca matinal que se instaló en mi sedde pronto llegó a la colina apenas divisada...para estimular mi ser con alocadas risas de mañana.Una noche de amor no tiene precio, tampoco paga. Una noche de amor en verdad es casi nada...Y sin embargo, una sombra bajó para el consuelo,y aprendí a beber de mi renuncia en ese instante.Una lluvia renuente y suspicaz de pronto mojó mi cara,adoptó la forma de un pasado que adopta el futuro.Calladamente recibo el aliento fresco de esa brisa,y una gestalt, que son dos imágenes contrapuestas,se instalan perentorias: es cuestión de vida o muerte.Me dejaré por lo tanto morir en el silencio ya quees vano esperar que nada cambie si todo muta.Lo impremeditado lentamente,lentamente, ya no es.Ya no es estela disuelta en la madrugada, ni seráya jamás pisoteada horriblemente por un bisonte. En noches impertérritas se instaló de pronto la infamia,forajidos ansiosos de sangre irrumpieron las calles,hicieron añicos faroles, parabrisas, luces, debían ahogarlas ideas con sus armas, debían matraquear con mentes cerradas a quienes pensaban distinto y con sus sablesdebían dejar el tendal de caras rebeldes destrozadas,a esos vacilantes pájaros muertos que aleteaban libresles abrieron tumbas en las frías calzadas, los hundíana patadas, a trompadas, en un soberbio festejo de poderles abrieron jaulas donde figuras sombrías martirizaban,jaurias demoliendo encrucijadas, torturas refinadasy cuando estaban inertes los cargaban, los drogaban, los metían en aviones y los tiraban al río inapacible,los convertían en entes, en figuras negadas...Durante esas luctuosas madrugadas un desgarrode silencio nutrió de sangre la hermosa nocheestrellada... Palpar el amor, apropiarse del amor,es pecar con vileza, es amar las curvasacolchadas de sus caderas,Es la impudicia del vouyerista,que la cobardía no detiene,porque si te detiene mueres de espanto,Entonces.Es preferible la reivindicación pública.Es conveniente excusarse por tamaña culpa,Es preferible la miserable confesión del alcahuete,a la infamia de quien no se abre las venaso que asistas a tu propio funeral borracho y promiscuo,a que abras tu boca como un pescadoy mires de reojo a los infieles,apresurando el paso como un tunante,arrepentido como energúmenopor haber herido con gran placera los fieles votos ante el altar.¡Pero Chito, que nadie juegue este partido!¡Qué nadie pierda la sensatez,ya que dejar a una por otra emputece!Encarajina, emputece y complica.Entonces.Mejor ponerse a salvo en la virazón,y nunca caer en el proceloso amor.No sea el caso que se enreden las entrepiernasy todo quede en su justo término.¡Cuidado pues: Eso no se hace!¡Cuidado que Romeo y Julieta,una vez más, depusieron sus armas. " La trampa cerrada fatalmente es inexorable" Con toda la impiedad transcurre otro día,y el miserable del crepúsculo aún espera,que una corriente del Ebro, del Támesisdel nilo- ya no importa cuál río-, concurraa la citade parejas que con su pasos la bordean.Por eso, el solitario no contiene sus lágrimas,lágrimasque manchan la nostalgia y sus zapatos.Hay un imaginario -que explica con sensatez-que al mundo se lo agarra de las patascomo a un recien nacido.En una ochava,en un umbral alguien acecha,si reconoces su nombre nunca será anónimo.Se arrodilla,musita ruegos incomprendidos,se arrodilla,y otra figura se suma a la vera del río,sentado esperará que la brisa venga,La superficie quieta alude a la virginidad,porque así nace el cielo,huevo sideral.Porque así entrega la hembra el placer carnal.Los ruegos suben copiosamente,y en lugar de volar,de irsechasquean, como gotas apagadas por el viento,chasquean y dan besos a la tierrade lenguas partidas. " A veces la verdad es tan abrumadora, tan rotunda que, ante tal certeza nos volvemos insectos"Ayer como siempre sin piedad obró el destino,como un reloj perfecto - que nunca lo es-,descompuso mi corazón, lo sustrajo bruscamente,y bruscamente el corazón se dio por vencido;un gesto basta para morir de pie como un árbol,dos gestos bastan para morir sentado en un Café.tres gestos, para observar en un sitio seglar a un ignorado artista tocando un violín en una calle,de apresurados pasos que ignoran una denario.Cuatro gestos, para ver las piedras de canteras,enormes y fabulosas, demolidas del antiguo imperio;o para maravillarse con el asombroso pretérito Allí, debajo, entre robles de base se hallaimpertérrito el restaurante donde saboreanunas sardinas fritadas al ajo, y un vino.Otro gesto basta para sorprender a tu amada, con un escabeche reconocible desde su niñez. Con el fuerte vino pretendes olvidar de un trago, Con su risa de saltimbanqui intentas amar el olvido, Y si te quedas un instante en silencio, a solasno olvides esa hermosa colección de fotosque ilustran instancias del siglo anterior.Pero todo ha concluido y luego, con pasos vacíos,con pasos inciertos sobre los siglos sin rumbo,o impremeditados, vamos a las ruinas del pretérito.El anfiteatro iluminado comparte sus restos contigo.Allí miles de artesanos sucumbieron inciertamente.Allí quedaron ignotas huellas del arte inapreciable,Alli para nada importa si el presente se detiene,pues llega el momento de dejarte ir dulcementede ese mar incomprensible de desdichas,de ese mar desecho en lágrimas negadas,que para que no aflore unido a tu llanto,ha narrado pícaras historias que dan vida y expresiónpara que tu llanto no pugne neciamente.No olvides que sólo moja antes de apagarse,la lluvia repentina y corta, opuesta al diluvio,y aunque temo que todo pueda ahogarse,no permitiré que polvorientas matascubran de una vez tus oscuras pupilas,vanamente ardientes y esperanzadas.Tampoco olvides que los espíritus libres,deben pertenecer a todos y a ninguna parte. Singular y espasmódico el oleaje,dispuesto asaltarnos con fiereza,con garras que el tuétano desgarra,macerando de fantasmas el olvido.Con dientes que injurian incoherencias,con gargantas que ríen roncamente,con besos que fatigan a mis besos,dispuesto a saltar los alambrados,y a quemarnos con la luna abiertay a yacer en las raíces del encuentro,donde mueren las palabras sin aliento,donde los pechos sangran con el rudo frío,donde la muerte se pudre hasta el hastío,y las muestras de valor se pierden,en ásperas nostalgias y dulces sueños,compartidos por dos almas solitarias, fuimos ávidos de pura fiestaal pequeño cuarto de tu vida,este año del señor... dos mil nueve. Cuando ningún tiempo cierra las heridascomo una guillotina enloquecida que caesobre un cuello de bardana,sobre un hombre de máscaras,tu corazón es partido por el hacha inesperada.Cuando la flor estrujada por manos innobles,por manos de guantes oscuros,con agujas de puntas aguzadas,con la tempestad que arrecia en las entrañas,dejando un tendal de rosas asesinas,debajo del tronco seco,con la lluvia atenazada,y sin ninguna cordialidad frente a tu puerta,entonces será para siempre cerrada la mortíferacala, pues un eficaz encierro inunda esta casa. Si el aire cae derrotado por el color púrpura, y con el te has sentido mancillado y manchado,o si cuervos malignos dan vuelta en derredor,o si al exponer tu pecho caes desgarrado sin oportunidad siquiera de conseguir perdón.Y si con ojos desvelados llegas a un amanecerdonde parezca despiadado hasta lo más sagrado,no temas que has ganado un lugar en su corazón.Si vuelves la espalda a la locura o a la infamia,si ves vana la esperanza o la vergüenza espuria,y no encuentras en nadie mínimo destello de amor,no temas, la Beatriz de Dante supo más que nadie adonde habitar hasta expurgar tamaño dolor... Si tu espada destella con el solmiles de corazones en uno imploran"haz lo posible para que no estalle"Ahora es imposible...imposible...se impone la estrechez del tiempoy sin embargo cada uno trae al nacersus horas fijas para vivir y la del morir...Ya no implores destellos esperanzadosa ninguna utopía sideral, a ninguna...deja las ansias del recuerdo quietas, en muda miopía como aguas mansas.Ya no espero nada del presente, esuna trampa y se vive como se puede,se vive a como den tus fuerzas o conel coraje y la esperanza que te prestes.El pasado es nada más que incertidumbredel futuro. Grande es el Universo y no se,hoy no se más que contar conmigo sinexcecrar angustias ni torpes ilusiones...¿Gratitud a quién...? Un remanso eso si.Pues los milagros siempre los hace Diosy yo parezco ahora un excusa de El...A veces eso causa pena pero nada más. Acuden en tropel como bisontes.Gritos de locura y metralla fructifican.Hombrecillos plasmados, esculpidosen las tierras barrosas, como totems.Trapos sucios visten cuerpos sin carnes,moscas revuelan cerca de las playas,la locura se ha impuesto y es malsana,Juegos de ajedrez inusitados para los asesinos que nunca ven el terror,porque los ciega la insanía estúpida de suspropios miedos. La desaprensión se enquista,hilos groseros siembran cádaveres cerca de la Selva donde bailaron los monos, cercade las chozas donde se hicieron conjuros.Vanamente, esforzados hombres lucharonpara dominar el caos, cuando fue tarde,cuando ya los cuerpos yacieron perforadosconvirtieron la tierra en inútil rio rojo.y flotaron en la playa cientos de muertos.qué hacer... qué hacer... qué hacernadie lo sabe, nadie en su sano juiciolo sabe y solitarios hombros,cabizbajassiluetas se alejan de los escalofríos, ya sinternura dan pasos hacia lo montes donde hallaran aire puro y palomas mensajeras. Dijiste:Es alusión apropiadadecir que el amor incendió nuestras almaspúes me sentiste y te sentípues me amaste y te améY dos pájaros volaronunidos hasta la muerteque es vana ilusión de la vida. Perduraba la tosquedad en la voz gruñonade un modo parecido al del pésimo frutode tu fisonomía multiplicada en la vidrieracon la mano extendida involuntariamente.Pasos mediocres se entrecruzaron con miradaserráticas que avistaban las palomas navegandocon mensajes guardados en los frontispicios, enlos escondrijos de las frías columnas dóricas.Había en la claridad perturbadora de tus ojosel amanecer de los narcisos y las rosas peroademás era como estar en un callejón sin salidacon la abultada maleta sobre la sudorosa espalda,entreviendo la manga de una camisa percudida.Entonces nos atrapó el verano y el gorgoteo del agua de la fuente que sirvió para acrecentar miamor aún más que ayer y aún menos que mañana. Tu misterioso sendero essendero sin alabanzas,metamorfosis de tus palabrastransformadas en trampas y en saña.Y es la flor de Lis grabada a fuegoen los innumerables hombrosen los impasibles juegos del amortan imprecisos en sus tardanzascomo el arminio domesticadocomo el clavicordio cuyos sonespartieron de la estación y murieronen el aire puro como muere el variopinto de flores sin ningunatardanza. "Piensa que si infliges una herida a un poeta su corazón sangra como el de una bestia degollada" Desde que la memoria pertinazno alcanzaa cubrir el fruto tibio de lo prohibido,ni el intenso pesar que he sentido alolvidarlos abrazos de tus anillos dorados.Con esas mejillas que derrotaronla ceremonia del amor.Dejando mi pecho al abrigo de laausencia,con la presteza que retuerce y desgarraen un momento de frío a la intemperiedonde el corazón, que ardió tantas veces,prosigue anillado en tus llamasy supo que no habrá más penas,tampoco olvidos,ni desbocados deseos salvajesni muecas extrañas,ni entradas al sitio donde guardascon temor reverencial,el delicado ultrajede una noche solitaria de rasgosimpresos,en un suelo de desencantos y poemasahora desparramados en los senderos,en las dispersas hojas otoñales,poema resistido....Resistiendo en vano a la pulida negativa que tiene cierto alcancey resbala por tus mejillas asustadasy al final, al finalen la oquedad del día cuando se queno estarás... Imprevistamente- mientras pega los envaces que requiere la singular producción del menjunje que contiene cualidades alimentarias sorprendentes y, a la vez, sin dejar de calcular la ganancia que obtendrán en los próximos pasos hacia la creciente abundancia, Lucio observa con intensidad a Luisa, quien teje y reteje las fibrosas capas del colorido papel que ( oh, hallazgo) encontró revolviendo en las bolsas de los residuos domiciliarios y ya que se acerca el invierno transformará en primoroso acolchado. Y aunque advierte la persistente mirada de su marido, se mantiene incomovible porque para ella no es cuestión de gastar saliva por gastar saliva. Tampoco para Lucio porque en realidad lo que menos quiere es que Luisa hable; mejor que Luisa no diga ni "mu" sino que lo escuche sin pleonasmos ya que para él tampoco es cuestión de gastar saliva por gastar saliva. Y dado que en esta cuestión de economizar se identifican como dos gotas de agua ella que teje y reteje el primoroso acolchado se limita a lanzarle una mirada incriminatoria porque lo ha interpretado erróneamente y considera que Lucio quiere obligarla hablar, es decir, quiere obligarla a gastar saliva por gastar saliva. Entonces Lucio, con expresión aventuradamente triunfal, sorbe el trigésimo mate de yerba usada diez mañanas seguidas y arriesga: " Se gasta mucho taco y mucha suela con estos once pisos por la escalera..."_ ¡ Ajá!- responde ella con ironía-pero bajar por el ascensor consume mucha electricidad y acordamos no pagar ni un centavo más por ese costoso fluido..._ Pero reponer tacos y suelas cuesta bastante-argumenta Lucio viendo con ternura filial sus zapatos que no brillan pero llevan a cuestas sus diez buenos añitos-, a lo que hay que agregar , por más engrasado que esté, el desgaste del cuero debido a la fricción del empeine y el ante-pie._¿ Ahora te dio por la ridiculez de quejarte?- retruca Luisa- ¡Mirá mis zapatitos...bien calladitos los muy santos llegaron a los dieciocho años de uso abusivo. Ciertamente, Lucio envidia los zapatos impecables de Luisa y cómo logró esa sorprendente duración mediante su dieta vegetariana que la mantiene liviana como una pajarita que anda por todas partes a los saltitos y con esos saltitos constantes que la levitan a dos centímetros del suelo. Pero todo tiene su opuesto y cuando no anda a los saltitos (o sea la mayor parte del tiempo),denota el padecimiento en su cara por tener continuamente puestos esos apretados zapatitos que le provocan callosidades, juanetes y Hallus -Valgus en los dedos gordos que empujan y luxan los dedos chicos.Por su lado, aunque Lucio dista de ser un tipo gordo, aparece muy hinchado por causa de su mal hábito de sorber mates todo el tiempo y de almorzar y cenar pan mojado de tres semanas, además de su ingesta de grandes cantidades de las sobras del " Dupero-doprotéico" que es un alimento inmunizador-energizante compuesto por restos de insectos intencionales (nadie más que ellos saben la fórmula de ese alimento por demás exquisito y que subyuga tanto a la clientela " in crescendo" de ese y de los restantes edificios de la vecindad), que Luisa y Lucio confiscan de cada venta.Pues bien, Lucio cela a Luisa porque a ella no le cuesta prevalecer en todo y, aun apelando a su mejor afán competitivo, él rara vez logra descollar. Por eso,decidido a sacar ventaja piensa con instantánea velocidad y dice: " Tus zapatos estarán en mejores condiciones, pero con los míos mis pies se sienten como en su casa, en cambio los tuyos, para combatir las callosidades, te hacen gastar una lija al agua por día, lo cual es un despilfarro imperdonable, con el agravante de la renguera compartida por ambos pies alados que reflejan en tu cara un martirio insoportable durante y después de tus inquietos vuelos de pajarita."Luisa lo mira desdeñosa. No dejará que él gane ni un tranco de pollo y ante semejante mordacidad apela a la indiferencia enfrascándose todavía más en la prolija costura del primoroso acolchado del cual se permitirá mínimas distracciones cada vez que eche discretas miraditas al reloj que le recuerda la innecesariedad de perder el precioso tiempo, vale decir, ese tiempo que le queda para lograr la meta de enriquecerse dependerá del buen aprovechamiento de la suma de las horas.Luisa y Lucio pertenecen al tipo de personas que trabajan de día y de noche también, por lo que, desde que se dedicaron aquel " metiere-inmune-culinariun",precisaron la manera de cazar los insectos que aún pululan por la autopista de la vecindad,sin los cuales ellos carecerían de la imprescindible materia prima para macerar sus jugosas y tan ponderadas comidas al estilo "escara-hormi-ga-bajo."Conviene, en este caso, clarificar el método usado para que tales insectos se conserven por tiempo indefinido, sin dejar de hacer hincapié en dos puntos principales. En primer lugar, cabe preguntarse si estos innovadores de productos vitamínicos-reconstituyentes, durante la incesante labor de recolección de insectos, acaso puedan afectar el equilibrio ecológico... La respuesta es un no rotundo y sostenido porque con el reciclaje de estos inocentes animalitos han contribuido a sanear de bacterias a una considerable parcela de la ciudad, con el agregado del generoso aporte de proteínas insustituibles y la mejoría inmunológica de los consumidores frente a las pestes de moda.En segundo lugar, dándole aval a lo anterior se debería reconocer la utilidad del impensado descubrimiento científico. Vale decir, de una vacunación masiva económica utilizable en el futuro mediato para el resto del superpoblado planeta. Y también vale decir que, en primera instancia, los actuales consumidores por lo menos estan inmunizados gracias a Luisa y Lucio quienes consiguieron conservar en buen estado la materia prima compleja con Formol y el Formol mata todo y deja todo impoluto. No obstante, en contraposición, el Formol contiene una característica indeseable que ni ellos dos pudieron resolver. El inconveniente mencionado es que el Formol hace llorar a mares, como hace llorar la cebolla cruda pero peor.Ahora bien,¿cómo se proveen de litros y litros de Formol a un precio irrisorio? El entusiasta y económico matrimonio acude cada mes al laboratorio del medio hermano de Lucio, quien para evitar aquellos dos fastidiosos cicateros, y con tal de sacárselos de encima, remata el Formol envasado en gruesos botellones que los destestables parientes acarrean muy orondos al irse.Ahora bien,¿ cómo evitar llorar a mares a causa del Formol? Luisa, fue la que dio el primer paso feliz en ese sentido, al comprar unos tapones-antiparrás que astringen el desmadre de la glándula lagrimal. Lucio, no pudo abstraerse todavía pero no pierde la esperanza de comprarlo dentro de poco en lo del farmaceútico medio lelo que se equivoca en los precios siempre a favor del cliente ya que, después de todo,ella jamás se los prestará (y por supuesto,de ser suyos, él tampoco se los prestaría),y para evitar cualquier conato de tentación,los mantiene ocultos entretanto no le son de utilidad en su llorosa labor del envasado.Ahora bien, respecto a los gastos fijos del departamento del onceavo piso, llegaron a un acuerdo satisfactorio: los lápices (con los que contabilizan en el viejo cuadernote heredado), que fueron comprados en una oferta de todo por dos pesos, durarán unos seis años más. La imprescindible y vacilante iluminación es provista por los cirios sustraídos de la parroquia al finalizar cada Pascua, de modo que la duración es anual. El costo de una T.V. (o de un radio u otro artefacto del hogar), lógicamente les es prohibitivo para sus economías. Y en cuanto a la cocina de leña funciona con tronquitos, ramas y ramitas de los árboles que, con las tormentas, los desparraman en abundancia en la plaza central. Y así, y por el estilo, ocurre con cada bien mueble analizado al pormenor... Pero hoy Luisa se asombrará ante lo inesperado porque mientras ella teje y reteje las capas cada vez más densas, pegadas con engrudo, del acolchado, Lucio ha cavilado durante horas para hallar la solución a un dilema que lo trae de cabeza. Ese dilema se traduce en cómo hacer para no gastar los tacos y las suelas de esos zapatos que le son tan cómodos. Y de pronto una luz profana su conciencia y le hace exclamar (¡Eureka!) con alegría "¡Ya lo tengo!" y lo induce afanosamente a calzarse los amados zapatos y abrir el ventanal- cuyos goznes oxidados chirrian necesariamente-, y a lanzarse al aire a pedalear con energía mayúscula - sin mirar debajo del onceavo piso-, una hermosa bicicleta. Lucio pedalea en su bicicleta y la bicicleta se desliza por una rampa superflua y acaracolada y él no cesa de pedalear con la expresión de un místico, con el entusiasmo de un poeta, con la frenética y absoluta libertad de un loco y Luisa (que ha abandonado su teje y reteje por una impronta de insólita curiosidad), se siente arrebatada por aquella genialidad y llena de orgullo mira como su buen Lucio acaba de imaginar esa maravillosa invención; invención inimitable que le impedirá gastar los tacos y las suelas de sus queridos zapatos. Luisa apremiada por la emoción revive en su cuerpo gastado por la constante economía, la pasión del idilio que tuvieron durante la juventud y llora con esas lágrimas que detesta -lágrimas que recorren sus mejillas teñidas por la constante ingesta de hortalizas, lágrimas que despiertan del sueño estigio el amor también dormido por la economía del sentimiento-, y en esa rara instancia en la que ella recupera el pasado amoroso, su grito de admiración es dirigido ahora a su amado Lucio: " ¡Mi Lucio, mi Lucio querido!" Pero él, abstraído en la libertad duramente conquistada, pedalea y pedalea porque no oye ni quiere oír, porque no quiere salir de su única obsesión;porque la obsesión que le permitirá economizar en los tacos y las suelas de sus amados zapatos ya está en marcha bajando por la rampa acaracolada. Sin embargo Luisa persiste con tenacidad porque de pronto se volvió turulata de amor y ese amor resurgido de las cenizas, ese amor encapsulado por la miseria, precisa inmediata satisfacción. Es un volcán que surge de la entrañas de Luisa la que la hace gritar: "¡ Lucio amado, ven, tómame entre tus brazos y poséeme, por favor, ven...!Pero esta perentoriedad será inútil, será vana. Lucio ha borrado de su conciencia temporal todo lo que ella ha recuperado de su pasado y no la escucha ni tampoco la quiere escuchar. Aunque para Luisa - que nunca cede un tranco de pollo- esa endecha amorosa será un imperativo pasional que no se encauzará hasta que él la oiga. Por eso,Lucio,resignadamente, afloja el pedaleo de su bicicleta maravillosa y eleva unos ojos suplicantes para que Luisa ya se calle, para que ya no hable ni "mu"... ¡Crasa debilidad que le hace perder la concentración del feroz pedaleo! Y así, simplemente por un detalle nimio, es que la bicicleta y la rampa se desvanecen en el aire y Lucio, desorientado, cae en picada desde el quinto piso a la vereda. Después, maltrecho, descalabrado, con una voz gutural que no reconoce ni él mismo, en un postrer esfuerzo masculla: " Pobre Luisa..., nunca podrá quitarse la manía de gastar saliva por gastar saliva." Juegas con perlas irisdicentesy con tus labios de frambuesasrecorres la espina demoledoray mueres de repente ante losabalorios que recubrieron conun manto incesante los sueñosDespués huyes,pero huye tu que yo no escaposin temer al menos al miedo.Vuelve cuando lo necesites quetu sonrisa encantada es de nieve.Vuelve y burlate de tanto amarmedeja que caiga mi sombrero al olvidarmeyo he muerto ahora al pulir los sonidosagrestes. Ese murmullo manifiesto en la soledad nocturnade noches insomnes que distrae horas y es cantotenue, o es fuego suave, suave de paloma tenue tenue aleteo de alondra enderredor de mi casa,es de tu voz que a su modo siempre de ti escapa.Ese murmullo que mueve las flores enhiestasen extensos pedestales unidas a la brisa matinales naturalmente de tu voz que apacigua flores.Ese mumullo que amanece con el sol y acariciacon su savia es de tu voz que ya no se cansa.Ese murmullo semejante a la seda más preciada que pegado a mis labios como si nada los rescata,- de manera que es un murmullo que se agiganta-,que fácilmente trepa montañas y desciende hondonadas.Créeme: ese murmullo sólo es el eco de tu voz amada. Una fuga debe ser muy bien planificada.deben ser bien hechidos los espacios implicados,bien exprimidos hasta conseguir labios resecos.Una fuga bien puede volverse interminable,con un nombre ya esculpido hasta el espanto,si aún clavado a sus ardientes pupilas no escapas,te evaporaras sin morir en esa doble instancia.Una fuga debe volverse siempre interminable,debe tejerse como telaraña irresistible.Después de la fatiga amorosa en entrepiernas,que fueron tibias, embriagantes y sedientas,te debes hundir en las tinieblas babeantes,para ser saltimbanqui del carnaval de la víspera,y con sigilo dar comienzo a esa fuga interminable.En una fuga bien planificada siempre escapas,igual que un fantasma de una silueta desbocada,que masacrando el sentimiento más puro,ha empalidecido con el azar irrespirable,que enturbiando con llamas la fosa de vidrio,ha roto candados de hierros fraguados,en la única fuga que soporta el aviso insoportable. Ese murmullo que llena la soledad nocturnaese murmullo que distrae mis soledades, y que como un tenue canto abriga mi almao que acompaña la brisa matinal y luegoal sol que le da brillo a las flores que colorean las mejillas del verdoso jardín;ese murmullo que trae un viento inesperado,columpiando un anhelo fortuito y lejanoy que semejante a la seda se pega a mislabios,que acaricia mi frente con sus sones mágicos,ese murmullo apaciguador de mi añoranzaes de tu voz que se apoderó para siempre de mi corazón amada... Agobiador ha sido el día e insoportable la espera de la medianochecuando el sueño estigiote protege de los malos augurios.Sin embargo todavía el crepúsculose evade del incierto camino delque aún necesitas vaciarlos pensamientos dañinos e ingratos.¿Acaso la placidez será elespiritu de la acción o la acciónte permitirá meditar sobre laspobres figuraciones de este día?Los ancestros que descubrieron esosarremolinados crepúsculos legaron unun hermoso mensaje:" Demora tu contemplación que tus piesno se cansaran de andar, ni tampoco lamirada del exhaustivo derroterodonde asomó la luna con la palidezde una virgen y con el brillo de plata..." Si en este derrotero ignorado de principiosy finalesHe caminado hacia tus ojos esquivos comosi afrontase laberintos en un trendetenido ligeramente en esas estacionesesteparias de las que nunca regresas,sin tener respuestas inconclusas o en todo caso, vuelves con piadosa resignación y comienzas otra vez aentregarte a sueños sin despreciosmediante hilos del corazón ya amortiguado.Y en ese derrotero confluyes en libertadde abrirte a la ternura reflejada tal vez en este pobre y mísero verso para quede una vez por todas luzcan desnudaslámparas de papel de arroz y de cuarzosobre este lecho dormido de cuerposque estuvieron al acecho de las venasembravecidas cuando fueron azotadospor el oleaje de todos los mares, de todoslos huracanes y al fin enmudecieron,como si fuesen tenues voces o gritos regulados de ternura y de martiriosya en el olvido, ya en el silencioso andardel amor que pacientemente esperacongelarse de frío.... Hablaré de resonanciasy de esculpidas Iglesias lejanas,de paseos y regresos misteriososdonde te gestaste intuída,plena, en ocultas lágrimas.Hablaré del recien nacido,aspírando la primer bocanada, y del regreso magro, sin sentido,del regreso liberador de añoranzas.Hablaré del otro nacimiento,el del cielo inmóvil, naranja, que parece provenir de la nada;¡con qué potencia el sol relumbra,y forma un piélago que da simiente a un Paraíso de 12.000 metros cuadrados Y de la tierra, inmersa siempre en la nada,y de ese cielo vasto de nubes y encantos,origen de nuestra vida terrenal,mientras del otro lado, el día permance quieto, en noche cerrada.El avión ha señalado con un ala la noche, con el otro ala la vida ensoñada.¡Con qué potencia la creaciónmanifiesta espectros de colores!Por eso te hablaré de que no sufrasni de que destruyas el alma,y hablaré de cosas simples,del sinsabor sin formas,del imperfecto aroma,y de una vana suposición gestada. No deseo llenarte de ramos de fucsias,robados en aquellos jardines de Quilmes,No deseo que mis poemas endebles,respiren sinsabores sobre tus ojos mojados,sobre tus aterciopleados instantes de paz.No deseo ser un galán atormentado,por abyectos via crucis de celos idiotas,que enceguezcan pupilas radiantes,como torpe enamorado de una aventura feliz.Mis miserias son tan pobres y tantasque crujen en mi cerebro del sueño,y me condenan a despertar en soledady me condenan a caminar como una víbora.Pero ten cuidado del prado que relucey que en un instante empalidece mi ofensa.¿ Sabes que es un prado de otra vida?¿Sabes que ambos conversamos en una quietudinmensa dentro de un universo adimensional?Es que mi amor , aunque evapore el cielo, nunca fue falsía.Mi amor de harapos tiene el esmalte gustoso de tu boca,y aunque me quede sin palabras o muera por tí,ante tu inesperado encanto de cisne con llanto, no derramaré una lágrima que moje tu alma clandestina,sólo entregaré fucsias robadas en los jardines de Quilmes. " Sin ilusiones el mundo pierde toda la belleza para transformarse en una pobre bolsa llena de harapos". Porque fuiste herida y deshonradavolaste con premura dulce pájaro entre nubes informes, en suspenso,sin pedir nunca hojas perdidas.Tu mudez no adoró jamás falsosídolos escondidos con pena encada instante preciso cuando yacías de espaldas aprensiva.No proclamaste clemencia y unamúsica noble hendió la afilada espinaen tu ultrajado corazón de rosa.Volaste hacia un mundo diferente,dejando respuestas inconclusas,odiabas la carroña del pasado,odiabas cualquier desafío inútil.Sólo en el silencio vos creías,sólo en el frío prenatal vos creías,y desapareciste con un estertorsin dejar huellas de tu alma.Se que te despediste de mí,en esa ráfaga postrera quepesó mílesimos imaginarios yque estremeció mis entrañascon un recuerdo perenne, para siempre inolvidable. En el mundo de pronto hubo otro diluvioy esporádicos vaivenes detienen las marchas de sueños rotos, sueños huecos y sin tasa en dirección que remarcan despoblados,hererogéneos contornos y mudas alabanzasen un recorrido de flores, un pasadizo bello donde los peregrinos van dejando afanosashuellas sin medir distancias, huellas que yahoradaron mi espalda de raros matices,de arabescos que armaron de a poco esteMandala...Ya debería aparecer algo que imperiosamentenuestras almas proclaman... Por ejemplo, mis besos en tus besos,rebrote por derecho que nuestras almas reclaman,asombrosos perfiles del amor que aún apaciguadonunca calla... Mientras el desprecio habita un tren vacíoun corazón desbastado busca plumas en el horizonte.Mientras una caída en picada es un terreno cenagosoque devora toda acción y todo deseo,un fondo de matiz floreado sin mariposas es un vértigode sabias habilidades.Mientras los sinsabores se mastican en una celda sincucheta, lo invisible del aire mira hacia el Sur.Mientras la cobardía calla y pinta malos auguriosse abre la realidad versus la realidad...y esos espectros en la penumbra que no te dejany esos emblemas mentirosos que no cedeny esos abrazos a los algodones del cieloy esas miradas para el ciego de cordurasin ninguna mano para la mano extendidani para el corazón irremediablemente despojado,deja pues que cante la furia que se desata mientrasel amor sucumbe en las brasas del infierno. esa es la hora de mi presencia en tus labiosde marfil pulposoy es la hora de mi crepúsculo que ve extrañadoun colibrí libando ansiosas flores.Y es la hora de la lluvia y de pasos apresuradoshora cuyo devenir preanuncia nuestras vocesen el silencio dibujado,Y es la hora de los truenos conque amenaza el cielo enojado,entonces te espero...aquí estoy, a tu lado. Deberías ver cada mañanael imprevisible recorridodel Colibrí que supera todamirada con su veloz aleteo.Deberías ver su ansioso yhuidizo sondeo de la corolaque también supera el hastío.Pero hoy, por singular percancese topará con la tramposa,esa refulgente vidriera quelo doblega,lo aplaca,lo ciega,lo acosa y que,cuando caedesprende de él plena belleza.Y ya que ante tamaño ultrajenada hay que pueda yo hacer,me quedaré solo, mudo testigotriste ante el yaciente plumaje. Tal vez resurgas bello Colibrí, y vuelvas de pronto al nuevo día y sin turbarte libarás de mi estambreserá ese el día en que mi corazónobtenga de nuevo ardiente coraje. Si puedes dar y recibir en cada instante,en cada momento y en cada latido......¿Qué más puedes pedir a la azarosa vida? " Cuando se han perdido todas las vanas certezas,se han depurado del alma todas las vanas necedades." Busqué un sendero y encontré el más sinuosoel del latido frágil, latido acorazado de espadas, de insomnios enrarecidos, y maltrechos espantos,el de una respuesta excesiva a los zarandeos delalma,el de las imperdonables horas de zozobras,que estan sumergidas, hundidas en el propio desencanto.Por esas horas irrita mi cuerpo la madrugaday para que no destruyan tus horas,hago este disparo de botella consumida en un cuarto lejano.El memorar la vibración vital y el sudor precoz,que ardió con la prisa del fuego fatuo,y también la espuma salobre que derramó besos,- ya que los ojos cansados hacen lo suyo-,imagino al captar lágrimas imperceptibles un reciente amor.Y puesto que a un amante siempre le espera la ceguera,la inutilidad de los vanos paseos por callejas,no lo embriagan porque quien ama nunca pideperdón,pero fatalmente en las sábanas húmedas de la pasión,es adonde la arena derrama y muere con elalma.En ellas, en el voraz silencio, deberé dejar rodar ellímite y la vana e inoperante aventura de los juegosmentales,y el vano escarnio del desconcierto, del aturdimiento.La compasión de nada sirve si un adios destruye,y si otro adios lento y hondo reponde a otro adios.Ya sin resistencia y encadenado a mis espaldas,beberé de tu copa la hermosura desgarrada de estos sueños,de esta copa tan bella y tan manchada de fragancias verdes,de olores inolvidablesdel transcurso de cariciasque velaron absolutamente hasta dormir tu pelo suave, siempre acariciados con tu mano pegada a mi regazo.En algunos de esos instantes supremos de la almohada,donde el amor rodó sobre la roca de profundossuspiros,y el destierro ya no fue una flor roja del amanecer,ya no fue un disparo de pasión desatada que se desintegra,ni la entrega incodicional inescrutable de la esencia,ya no fue siquiera un poema vislumbrado por el miedo,o por el huracán que rumiando el desenfreno,ni aún hechizado, ya partido en dos, nunca sesalva... Un mapa me sugiere adónde estáspero al absorverlo entontezco por quenunca se adónde ir, nunca seadonde estoy ni de adonde vengo ni tampoco adonde voy.Así, parece que perdí un monton de partidas,idas y vueltas, idas y venidas que una llamada no rescata.Un mapa supuestamente útil nunca rescata,Se difumina en el horizonte donde cae la lunadonde cae el sol igual que una estrella fugaz.los espacios vacíos raramente sirven de aposento,un mapa es un objeto, un objeto irreal si no te veo,por eso idas y vueltas son meras ilusionesque ni siquiera alguna palabra consuela,que ni siquiera ninguna llamada rescata,porque no hay barcas disponibles queconduzcan el pecho húmedo al salvataje, de un corazón descalabrado, de un reloj en desuso,de ese reloj sin agujas desgajado en lento ardorpor los poros irrespirables que ya nada esperan,a un puerto donde hallar la redención. Infrecuentes despojos y laceraciones impensadas,se ahogan es estos instantes amorosos que allanansecretos,profundas falsedades irisando, puliendo laspasiones que se suceden mientras el reloj de arenadetiene la sensualidad de tu cabellera plena que sedesgaja en súbitas ternuras y en los cruces de manosafanosos que suavizan tus pechos de añil encantado,con esa premura con que tu lengua ahondará en el mio.Ojos inquietantes se demoran en este reflejo de tuscurvas que ascienden durante la incierta entrega ventral,-en similar y repetida servidumbre de la carne mortal...-,mortal humedad que se va agotando como el pozo del aurapálida, réplicas del espejo y supuestas figuraciones,calibradas en esas voces deformadas, inflamadas de pasión...Pasión:hermosa palabra de los cruces del paisaje degirasoles y de añorados trigales cuyas venas se detienenen el ida y en la vuelta, en la minucia del balcón amorosoque ahora escondió otro secreto del aire resfrecante, un misterio hondo inesperado: el de sus inexplicables flores secas... Si tras el desamparo logró un corazónmutilado de emociones..., para qué entonces desgastar cuerpos de pieles inertes o para qué ejecutar la quemade inocencias bajo crespones fríos...?¿ Para qué acompañar el cortejo lluviosode briosos corceles en el crepúsculo ardientey luego de sembrar la tronchada simiente, dejar a campo raso la luna solitaria en el ríodiseminando ampliamente su luz de platapara ver a cada instante tu cara hundirse frente a la mía en cansados ropajes deamor harapiento? y durante esos luctuososhechos, durante esas instancias de supuestosafectos,que se fueron y amanecieron sin trampasexpulsando emociones, emociones gestadas deimproviso, para qué seguir tus pasos? ¿Okey? ¡Okey! Autor: Alberto Carranza Fontanini. (Género Cuento) El clásico del cine truculento interpretado por Bela Lugosi, finalizó entre las tres y las cuatro de madrugada y, antes de acostarse, sólo con nausea logró deglutir el trozo de carne apenas cocida. Ya en la oscura plenitud de su cuarto, emergieron del agitado sueño escenas evocadoras de aquella película vetusta; escenas espantosas, escenas fascinantes como los secretos más íntimos o como las nefastas flores de una noche sublunar cuyos tenues aromas aturden los sentidos enervando toda resistencia. Tal vez aquelas criaturas desalmadas que advinieron a la penumbra desde la pesadez que embargó su sueño, fuesen esenciales como el sumi-e: germinando en los abismos sin luz (provenientes de la espalda virtual de esa oscuridad horrorosa), surgiesen en las sombrías calles del mundo acechando los inocentes cuellos de las posibles víctimas.Tal vez pasando a su lado como ráfagas de ultratumba algunas noches las cruzó; pero al saber el origen de la sustancia que las patentizaba en una vida irreverente y extraña ya no podrían engañarlo. Ahora sabía cuál misterio las delataba y, en adelante, protegería su cuello con la cruz guardada desde la última peregrinación, con cabezas de ajos ocultas en los bolsillos de su gastado pantalón y desplegadas en los umbrales ( ristras enteras colgaban prolijas en el armario de la cocina), y con una daga que diseñaría con una pata de la dura mesa, en la ocasión propicia atravesaría sus embalsamados corazones.Convecido de que esos preparativos evitarían la confiscación de su preciosa sangre, reafirmándose en una vieja costumbre juvenil, exclamó ¿OKey? ¡ Okey! Sin embargo, el amparo fue ilusorio; en cuanto apoyó la cabeza en la almohada y quedó dormido, no logró relajarse. Al siguiente intervalo - ya de madrugada- se levantó. Flotaba en la divergencia, asediado por el pánico vagó por las habitaciones de su departamento con las arterias fulgurando debajo de la epidermis en un orden impreciso, sin emanciparse de las imaginarias secuencias de esos seres sanguinarios dipuestos a perforar su palpitante carótida.En un instante de opaca lucidez quiso poner coto a la propia tontería y al considerar algún flagelo que le devolviese la cordura mordió sus labios con incontrolable furia. Vio en el espejo, deslizándose por sus comisuras, filamentos rojos de su propia sangre y por un instante lo engolisnó absorverla (¡ era espesa, sabrosa, dulzona!) Pero esforzándose para salir de tal fruición exclamó:¡ Nunca...jamás seré un infame chupasangre!Su elocuente negación la aportó el reconocer aquel gesto aprensivo evidenciado en el espejo principal (como es sabido, las figuras de esas espectrales criaturas no pueden reflejarse en ellos), por lo tanto, milagrosamente él permanecía a salvo. A sabiendas que daría revueltas en la cama por temor a ser rabiosamente mordido por alguna desalmada criatura noctámbula, estaría siempre alerta, con litros de café bien cargado nunca lograrían hacerle cerrar los ojos. Inutilmente fue buscando arriba y abajo de la alacena algún frasco con restos de café. ¿ Pero salir a comprar café a las seis de mañana con el riesgo consiguiente? Siguió errando confusamente; idas y vueltas, subidas y bajadas por las ruidosas escaleras que iban a su cuarto sin acertar con ninguna solución. Y aunque no le fuera posible vencer sus resquemor hacia la inexpresiva vecina del departamento de enfrente - a la que había sacado de apuros de pedidos muy sospechosos -, resolvió cruzar el pasillo de un par de metros para solicitar café. No podía olvidar que cada vez que ella había tocado a su puerta (y él abría siempre con la misma hostilidad), repetía el enigmático pedido: " Vecino,¿me daría unos churrascos para mí y para mi maridito, antes que enloquezcamos por falta de carne fresca? Solamente una vez, la cara-de-piedra se había aventurado a explicarle el aparente motivo de su periódicos mangazos: tanto el maridito como ella pertenecían al gremio de los desocupados y, aunque insolventes, tampoco estaban abonados a ningún seguro social o municipal. Por su lado, los familiares soberbios y tacaños, les hacían pito catalán, o minga tomá de acá.De cualquier forma a él que era muy astuto, no se le pasaba por alto un contrasentido: ¿ en qué fundamentaban esos dos carnívoros esa manía de pedir carne sanguinolenta en lugar de porotos, garbanzos o cualquier otro producto basado en verduras u hortalizas?Por fin, sacando fuerzas de la propia flaqueza; y venciendo su repulsión a esos vecinos angurrientos de proteinas carnívoras, masculló: "¡ Yo necesito café y voy a pedirles café! ¿Okey? ¡Okey! Pulsó el timbre con insistencia. Resopló estufado por cada minuto de espera.¿ Por qué no lo atendían? Entonces dos voces incomodadas repitieron en seguidilla: "¡ Ya... va!" ¿ Tenía taponados los oídos? Había creído diferenciar matices muy diversos e incomprensibles en las disolutas voces hematófagas.: en la voz de ella, un desfalleciente Si-menor. En la de él un Do-mayor que culminó con un mugido ultrajante.Al final, al entreabrir la vecina la puerta, emanó del interior del departamento la temible ranciedad. Sin maquillaje, con la bata de un rosa gastado, tenue y traslúcido recubriendo la blanca piel de su cuerpo ( del cual sobresalía el cuello mórbido, de venas lalentes), lo recibió con una sonrisa de cinísmo espectral. Estas facetas, más la mirada voluptuosa, le hicieron especular que había llegado en mal momento. Posiblemente una deduccón acertada ya que sin disimular su fastidio ella le espetó: "¿Qué quiere a esta hora?" _ Disculpé que los moleste, vecina....necesito un poco de café; quedé sin café y el alamacenero todavía no abre. _ Espere; ya le traigo_ respondió ella y acerrojó la puerta como si el solitario habitante del otro departamento fue un atracador. El esperó con la certeza de que los signos cadavéricos observados rápidamentre en la vecina, patentizaban la lubricidad y la truculencia. No era improbable que cuando pulsó el timbre largamente, ella estuviese dejándose libar su sangre por el marido hematófago y de ahí el Si-menor que emitió desfallaciente. De nuevo la mano escuálida, con uñas como estiletes, entreabrió la puerta y le aproximó la bolsita con gránulos marrones. Al descubir en la frágil muñeca dos orificios paralelos húmedos y rojos carmesí su mirada se desorbitó: Evidentemente, la languidez de la articulación del brazo al extenderse hacia él y la mano basculante delataban el hecho de las perforaciones ejecutadas por el habitual vampirísmo. El encorvó radicalmente su cuerpo al agarrar la pequeña bolsa que se le ofrecía y agradeciendo con brusquedad, de un brinco desapareció en su departamento. Resuelto a velar por su integridad física cerró la puerta con pasadores y con doble llave. Debía hallar un modo rotundo de trancarla. Debía impedir que esos dos muertos en vida refregándose las uñas lo contasen como futuro alimento. No se dejaría doblegar, actuando con prudencia saldría de sus miras; tomaba en cuenta el proverbial noctambulismo de esas espantosas criaturas y solamente en las horas en las que descansan en sus pestíferos sarcófagos, arriesgaría sus pasos hacia el ascensor o hacia las escaleras de servicio. En el día, lo mejor sería aprovisionarse, pero procurando volver siempre antes del crepúsculo. Mientras pensaba en esto febrilmente empezó a delirar. Una inexplicable repulsión se proyectó hacia la familiaridad que solía tener con la gente. Evitaría a los amigos y conocidos, evitaría los compañeros de trabajo. Transformaría su departamento en una bunquer y los Jefes sanguijuelas podrían esperarlo hasta nunca más ver. Disfrutó por anticipado su renuncia laboral. Ya no lo atraía la vieja manía de tratar con aire donjuanesco a las blondas compañeras de oficina quienes (ahora se percataba), acostumbraban a mirarle el cuello relamiéndose, aunque aún aceptase que en tal demanda de sangre fresca las presuntas vampiresas tuviesen prerrogativas sin duda agradables para él. Esa tarde, antes de atrincherarse en el departamento- caja- fuerte, entró en lagunos comercios cercanos. En la Iglesia (algo extrañado), el cura le bendijo un bidón de agua cristalina; en la Santería se surtió de amuletos, sahumerios, aceites esenciales y velas aromáticas. En el supermecado, compró además de varias botellas de Wysky, muchas bolsas de café y al volver y descargar todo aquello, sintió cvierta liviandad y cierto contento. Pero el exceso de café absorvido en pocas horas causaron una extrema reacción hiperkinética, de la que se repuso bebiendo una botella de wysky en las rocas. Para eso estuvo sentado largamente en el sillón de living cavilando- vaso en mano- en un silencio como el silencio estelar, que por momentos plasmaba huidizas imágenes, de colores, calidoscópicas. Cuando sus párpados agotados cedieron al descanso, quizá logró dormir pero tan sólo fue un poco. Se desconoce si padeció pesadillas en el silencio sin tiempo del sueño.Probablemente sí.Despertó de golpe, con un presentimiento terrible; un instrumento punzante le fisuraba el alma.Alguna criatura abismal en el pasillo rasgaba con empecinamiento el otro lado de la puerta. Alguna criatura diabólica quería envolverlo en sus negras alas de paraguas y ostentar sus filosos colmillos...¿Okey? ¡Okey!Con toda presteza pormenorizó las defensas: la puerta seguía sellada gracias a un mueble descomunal (arrastrado desde la habitación más lejana, con un esfuerzo similar al de un esclavo egipcio), que la hacía inviolable. Las ristras de ajo enrrolladas en los amuletos custodiaban todos los rincones. En cada abertura pendían esos tubérculos protectores de su preciada sangre y una grandiosa cruz atalayaba victoriosa su querido cuello. ¿ Okey? ¡ Okey!No obstante faltaban dos cuestiones. La primera, no había podido afilar una estaca como la gente (ni siquiera consiguió quebrar en sesgo la pata de la mesa de roble); la segunda, cada intento que hizo por levantarse del sillón resultaba infructuoso. Su trasero, con los miembros amasados por la flacidez provocada por el exceso de esfuerzos y del alcohol, quedaba atornillado al sillón y semejante extenuación anulaba cualquier consistencia muscular.Los rasguños del otro lado de la puerta no cesaban.¿Tenía otro remedio que inculpar a la vecina anémica que esta vez no venía por carne fresca sino por su delicada carótida, fuese la izquierda o la derecha? Basta con evocar los ojos adormilados, la escualidez de su figura y de su brazo al extenderle la bolsita con café para darse cuenta que detrás de su apariencia insustancial encubría la detestable glotonería de sangre floreciente. Imaginado su desglose, elaboró en segundos el plan que lo preservaría. Sin embargo, no podía erguirse todavía y tuvo que mentalizarse en que debía mantener su pequeña dosis de sensatez hasta la salida del benefactor sol. En cuanto el astro galáctico enviase sus brillantes mensajeros de luz, su invalidez desaparecería como por encanto. Podría entonces acercarse a descorrer las cortinas y los poderosos rayos esparcirían doradas franjas en el interior de los ambientes. Sería ese el instante propicio de destrabar la puerta para dar paso a la miserable criatura que se empeñaba aún en rasgar la puerta. Y al abrirla , amablemente burlón, le diría: " ¡Pase querida, pase por favor...!"Y al ella entrar dispuesta abalanzársele, los candentes rayos le causarían penosos estragos; corromperían su piel, demolerían sus huesos secos, extirpando para siempre la pervesidad de ese cuerpo falsificado para la dudosa inmortalidad terrestre. Lo haría a la parrilla dentro de un infernal fogonazo...¿ Okey? ¡Okey!Conforme con el maravilloso plan, esperó confiado en el mullido sillón mientras consumía el resto de la tercer botella. Y al ascender el sol en el horizonte el momento crucial había llegado. Pero en cuanto quiso ponerse de pie cometió una torpeza insuperable. Vaso y botella cayeron de sus manos estrellándose en el piso. Avanzó a tontas y a locas; las plantas desnudas de sus pies presionaron los agudos fragmentos y comenzó la sangría. A cada paso el espeso líquido que manaba de las plantas de sus pies regaba el parquet. Los agudos fragmentos, como un torrente anegaron su sangre sobre el parquet y sin embargo, con gesto sañudo, él proseguía la marcha hacia los ventanales, cubiertos por gruesas cortinas, dando los últimos pasos hacia el fin de la noche Los Piolas. Autor: Alberto Carranza Fontanini. Al escuchar a Jacinto excomulgar a nuestra ex- amante, sentí el dudoso consuelo de no haber sido el único afectado por los cuernos. El quería mostrarse despiadado e imparcial pero leí en sus ojos relampagueantes mi misma humillación. Adiviné el corolario de aquel diálogo: sería en vano despreciarla. _ Mirá Juancho -dijo - no tiene caso, esa mina lleva la corrupción a flor de piel. _ ¿Crees que vine a defenderla?- repuse suspirando involuntariamente.Supuse que ambos estabamos incapacitados para dejar de amarla y por ello añorabamos la "flor de Lis" de su hombro mórbido; tatuaje realizado por un experto. Gabriela había pretendido que cada uno de nosotros se grabase una idéntica aunque más pequeña; la caprichosa marca haría más tangible su predominio. Indudablemente persistía algo tortuoso en esa exigencia. _ No sólo me refiero a su conscupicencia ¿eh?- recalcó.Pedimos al mozo más café. Sabíamos quienes eramos los estafados morales y materiales; todos buenos amigos, amigos de toda la vida. Cruzamos nuestras miradas con la tristeza honda e irremediable de los que se hundieron en el mismo lodo. Maldije la humedad pegajosa de ese mediodía lluvioso: no había modo de quitar el sudor de nuestras frentes y nuestras manos. Jacinto empalideció extremadamente. _ Se destapó la olla podrida con el asunto del crédito- me apresuré a aclarar- la intención que tuvo, al filtrear con unos y con otros, clarifica toda la cuestión...El crédito rondó en mi mente. Gabriela solicitó $ 200.000., al Banco donde me desempeño de tesorero y los cinco primeros vencimientos seguían impagos, y ya no pude ocultárselo al Gerente._ ¡La atorranta nos jodió bien jodidos!- estalló Jacinto. Su cara se crispó angustiosamente.- Che, tranquilizate...Hizo una mueca, algo se resquebrajaba en su estructura humana, no supe diferenciar si ese algo era físico o espiritual._ Aguanté a esa loca como buen porteño. Siempre inquieta como una avispa, tenía que parar en cada Casino, en cada Hipódromo...un " tour de force" con esa extorsionadora por ciudades veraniegas y por cada villa suntuosa,estaba claro que el asunto era fundirme la billetera... _ Te fue peor entonces, por que en mi caso no hubiese podido seguir esa carrera infernal con mi sueldo de bancario- repuse y me pregunté si habría servido de algo nuestro amorío. Sentí envidia por Jacinto y no estoy seguro por qué._ La nuestra fue una relación cenagosa, che :-dijo mirándome con ojos perdidos-; solía preguntarme:¿con quién estarás ahora perra de mierda? y me había acostumbrado a esperarla acechando desde la ventana, en el umbral cercano al sospechoso hotel alojamiento, o enfrente, debajo de una sombría ochava...me gustaba esa situación desesperada de espiar y celar como una bestia a otra bestia...( hizo silencio; breve, escueto su silencio);podría enumerarte las noches de martirio, noches de incomprensibles rencores, de recriminaciones y de odio y al final de amor...estaba consciente que por entonces se encamaba con vos y con los otros y sin embargo no la patié...Los ojos de Jacinto al lagrimear y ser enjugados con rabia se congestionaron, al final quedaron secos y enrojecidos. Extraña identificación anímica- pensé- levantándome de mi silla. Recorrí el local. Miré mi rostro en el espejo del baño con curiosidad. Traté de dibujar la silueta de grabiela y mía besándonos. No pude, mi rostro estaba poseído, parecía el de un loco; sonreí sardónicamente. Tuve miedo,demolí la sonrisa burlona y de nuevo me sentí conturbado. _ Gabriela nunca paraba de repetir esa historieta de su fracaso matrimonial con enorme y calculada persuación. Sabía usar al pelo esa cara de estampa religiosa, una pose que seguramente iba a seducirme. ¿ No te pasaba lo mismo,che?Ya habíamos entrado en un suspenso denso, casi inefable. Desde el baffle, nos llegó " Adios Nonino" quizá homenajeando nuestro esgunfio y tal vez apaciguando nuestros ánimos bajoneados, sobre todo a Jacinto que ya tenía las facciones enfermizas de profesor de música tísico y en declive. Esta observación mía apareció al observar su bien cortado cabello renegrido pegado a la testa armoniosa, al temblor de su bigotillo sobre sus labios finos y tensos, y al tamborilleo de los dedos musicales de su diestra sobre el mantel blanco, un poco menos blanco que el pañuelo inicialado con que enjugó sus comisuras al sorber su café, como un modo de despistarme de sus ojos que tenaces retornaban a las lágrimas.A través de las vidrieras de la enorme confitería solitaria, nos compenetramos en los perfiles otoñales de los transeuntes que rebalsaban las veredas con sus paragüas y arriesgamos que aquel diluvio que envolvía Buenos Aires, terminaría por inundar grandes franjas de la zona ribereña.Cuando Jacinto me interrogó especificamente por la deuda y qué podía ocurrirle an Gabriela si seguía empecinada en no pagar las cuotas, preferí no responder. Todos eramos sus garantes y me preguntó si había hablado de esto con Mazzini y con Quique. _ El Gerente me citó esta mañana: reprobó aquella recomendación que le había dado para otorgarle el crédito, y no dejó ni un minuto de rascarse los codos soriácicos, tan molesto estaba que apenas escuchó las seguridades que yo le di respecto a ustedes ( reitero: todos mis amigos eran avales de Gabriela.) A Gabriela le advertí muchas veces que era mejor hablar y ponerse de acuerdo, pero no me dio pelota. Me desconcierta su irresponsabilidad; la última vez que conseguí comunicarme a su celular, se lo dije. " Apretá a tus amigotes que me usaron hasta que venda el departamento" me contestó y veo que no bromeaba._ Será mejor no hacernos ilusiones. Esa mina vive el momento, te enrieda la soga...Mañana voy a dar la cara, voy a ir al banco. Ya que vas a verlos decíselo a Quique y Mazzini... La lluvia, al menos por un rato se detuvo y nos despedimos como dos perros abandonados al incierto destino de la ciudad tormentosa.Mazzini era un tipo más práctico que Jacinto, lo mismo que Quique en cuestiones de negocios; en las cuestiones sentimentales, en cambio, era el más sensible de los cuatro. Nos vimos en el café del Chino esa misma tarde. El café era sumario, un poco más amplio y con las mesas mejor distribuidas que los cafetines de paso que abundan en Buenos Aires._ Traé dos fecas, Chino-pedí. confiado._ No toi de mozo, toi de lavacopa. Dijo y nos sonrió desde el mostrador con su cara redonda-amarilla y sus ojos orientales insistieron en los titulares del matutino reaccionario. Mazzini era un tipo lleno de insinuaciones sentimentales y de melancolía. El pasado se había ensañado con él fijándolo a un presunto drama. Al enterarse de mi ingrata misión con su rostro ensombrecido empezó a consumirse en evocaciones._ Ya no admito que esa papusa mistonga me siga escorchando...__ Tampoco Jacinto,ni yo, tampoco Quique...- dije.Tenía encanecida la melena; arrugas profundas se ahondaban en su frente al agregar:_¿ Lloré por mi fracaso y ahora tengo que llorar por el de ustedes?Más tarde en su bulín ( un cuarto bien puesto, zaguán al fondo al 500 de Necochea), entre sus fotos tangueras me mostró un par de ellas: Gabriela y él._ Ella era feliz.Descorchó el tinto. Abrió el ventanal. Respiramos la humedad recalcitrante del puerto no muy distante._ Ya te digo, pibe; me conforta saber que ahora somos extraños. Esa mina es ladina, quizá le vengan bien las rejas. Decíselo a tu Gerente.Bebimos largamente. Me contaba despacio varias historias de grelas y reos. Con el escabio y los puchos se olvidó de sí mismo. Con su "sed de tangos" entonó imperfectamente: " Tu color, tu pálido color; tu mirar, tu límpido mirar, tu cantar, tu cálido cantar...- y así siguió cloceando con las mejillas encendidas-, y unimos nuestras voces borrachas con el verso final de H. Manzi:- " ¡De nuevo me dirá que sí...que sí!"A Quique lo hallé al día siguiente descansando en el puente de su velero "Adelaida", en el naútico de Zárate. Almorzamos con indolencia una paella rociada con un buen Torrontés. Me conservé prudente durante el almuerzo. Después de la siesta, contemplamos el Paraná y ahí fue propicio hablar de Gabriela._ ¿ Y la imunda tuvo el tupé después de lo que me hizo?- dijo fastidiado por el zumbido de un mosquito.- ¿ Qué te hizo?- dije sombriamente._ Nimiedades. Filtreaba acá con mi agente de bolsa, con mi abogado y con...¡bah! mujer furtiva como pocas;¿ miedo a la vida? ¿ al avance de la edad? Está perdida. Yo la aconsejé bien: le dije que si seguía por esa senda terminaría en la abominación. Se lo dije una tarde antes de cortar el vínculo que nos unió tres meses: " ¡sos fiel sólo al error, Gabriela!" Se encabritó y se fue.En las vacaciones siguientes la vi en la rambla Marplatense. Su hermosura se había purificado. Esa mañana caminaba con lentitud, en contra del viento marino que hacía revolotear su cabellera. El día iba a ser soleado, espléndido. En el bar, denotó el cansancio que empezaba acumularse en sus rasgos. No estaba dispuesto a ser comprensivo ni bondadoso con ella y, sin embargo...Después de un rato de charla le pregunté si había dejado clavado al banco por su excesos en el escolaso._ No, Juancho - dijo con un tono suave y percibí ( o creí percibir), su angustia, una misma angustia que nos hermanaba-, me vengué de ustedes porque estaba demasiado triste._¿ Triste, vos?- no lamenté que mi tono de voz denotase esa ironía pulcra que revienta._ Los hombres merecen lo peor, son crueles y egoístas._¿Mis amigos lo fueron? ¿ Yo lo fui?_ Ustedes vinieron después... - me miró,creo, compasivamente.Y me sorprendió. Se desparramó en sollozos, la imagen desvalida de su cuerpo convulcionándose imponía piedad. Le acerqué mi pañuelo y me senté a su lado para que descargase su pena en mi hombro. Supuse que mis amigos lejanos habrían aprobado mi gentileza, inexplicable._ Soy tan desgraciada Juancho, desde que Mirko me dejó.Imaginé que el tal Mirko era cualquier cosa, un gigoló, un rufián, una culpa por la cual una mujer buena se pierde._ Siempre acusándome, acusándome- decía ella sollozando sin parar- vivimos juntos, muy juntos, mucho tiempo estuvimos unidos y nos amamos, pero él de repente cambió, se volvió despiadado, no perdía ocasión para molerme a golpes, me hacía cosas..., que si las dijera te pondría los pelos de punta. El alcohol lo trastornaba, lo ponía un demonio: la noche que me tiró al suelo a puñetazos, deliraba, me acusaba sin parar de haberlo obligado a dejar a su familia: era un monstruo el que arrastraba hacia el fondo de la casa, hacia el parque, ¿sabés? Allí, en ese parque cavó un hoyo, me enterró hasta el cuello y se fue. ¿ A vos te parece? A la otra mañana me sacó y dijo lo más campante: "! Te merecías esta lección!" El estaba sobrio y después dijo: " de ahora en más sólo vas a servir para decorarme el Jardín, así que mejor ¡andáte!"; supe entonces que había entrado en su desamor y por eso me echaba para siempre... Cuento de antes y después. Autor: Alberto Carranza Fontanini. " Todas las horas hieren, la última mata" ( P. Romano) Había una vez un hombre común que se arrepintió de ser y resolvió dedicarse a contemplar el tiempo. Su mujer se enojó mucho con él y habló con sus hijos. Estos, le vieron allí, sentado a la puerta de su casa, con la vista puesta en la distancia y le preguntaron cuanl era la causa por la que había cambiado tanto. Pero no obtuvieron respuesta y el hombre siguió imperturbable, mirando los ocasos y amaneceres siempre cambiantes. La mujer, aunque decía amarlo, ya no quería estar con él; no quería volver a su lado y para justificarse decía a sus hijos: "¿Cómo podría continuar viviendo con semejante hombre? Y después de cierto tiempo buscó otro hombre que estuviese en sus cabales. Cierto día los hijos también lo abandonaron y la casa quedó desierta. Ellos creyeron preferible dejarlo tranquilo con su manía; además les pareció imposible sacarlo de sus trece, el padre no los atendía ni se dignaba a hablarles.El hombre adelgazó singularmente. Los ojos asomaron de la arrugada faz como ascuas apagadas y la barba, abundante, caía desprolija hasta su pecho. Allí, siempre sentado a la puerta, casi sin respirar semejaba una estatua pensativa, muda...es un decir, pues nadie podía segurar que respirase tal era su postura de quietud infinita. Los vecinos en un principio, fueron considerados y corteses al acercarle platos con comida y también al preguntarle por su salud. Pero también se cansaron de sus ojos vacíos y de su mutismo inconmovible. "¿ Pero quién se cree que es" comentaban entre sí, ofendidos, casi indignados y a la vez confundidos. Y se alejaron de él. De manera que si debían pasar ante la puerta de su casa rehuían mirarlo y saludarlo.Desde su resolución de detenerse a contemplar el tiempo pasaron cuatro años; entonces alguien dijo haberlo visto levantarse para estirar los miembros y enseguida volver a su postura habitual, temeroso de que todos se enteraran.Pero en verdad, el hombre jamás se movió, ni siquiera después de un siglo, transcurrido el cual descubrió dentro de sí quien realmente era. Cebar Mate autor:Alberto Carranza Fontanini. A medida que el auto avanza y sorbemos mate expandiendo nuestras miradas en el cambiante paisaje, observo a mi mujer en su acción repetida de engullir glotonamente los pan de leche y que de repente- movida por cierta malignidad- se da vuelta hacia mí para zampar uno en mi boca de Loro hablador, y así impedir por un rato que la moleste al interferir en sus comentarios agrios y triviales.Por añadidura, en un improntus casi desesperado, me concentro en el manejo del auto socorrido por una imagen cómica redentora: concretamente veo a mi mujer rumiando maníes durante las visitas dominicales al zoológico. Que ella esté encerrada en una de las jaulas sería un consuelo; una travesura mental que me regocija (bien sé que si ella sintiese lo mismo con respecto a mí, sus ojos también se llenarian de chispas burlonas), pero al reflexionar y darme cuenta de que con el mismo lenguaje compartimos idéntico destino me parece conveniente desechar esa idea desvalorizadora; lo cual es prácticamente imposible hasta que logro avanzar otro Km., cuando soslayando el sol restallante sobre los campos, la veo cebar mate con esa yerba misionera reconocible y a la vez noto que se queja porque se insinúa de nuevo su migraña, previsible desde que la escasez económica frustró su manía de comprar todo (incluídas las baratijas), y sus ganas de llorar. Ella sabe muy bien -¡ quién no!- que desde siempre la miseria se ensañó con gran parte de la humanidad mientras la otra siguió dedicada al dolce farniente. Seguidamente acude a mi memoria el concepto cívico del laisefer, ya que decidimos irnos de vacaciones casi amortizados. No importa - le digo a ella arrimándole un pañuelo para que suene su nariz y expela el atchís con un característico rebuzno rechinante-, estos días son nuestros y dalo por hecho que vamos a disfrutar... Su exclamación me deja pagando: "¡ Qué iluso que sos!, dice con sarcasmo. Y en ese total desacuerdo con mi perspectiva feliz, pasa por alto la poca esperanza que me ha ayudado a soportar la dura tarea diaria de esos meses pasados. Se que ella menosprecia mi resignación de bestia de carga, aunque gracias a ese aguante consiga cada día el pase de sobrevivencia...¿Cabe duda que seis bocas hambrientas traman una condena prolongada?A veces lamento que en cierta ocasión se nos haya escapado la posibilidad de irnos a un lugar diferente. Habría sido reconfortante encarar otra posibilidad, empezar de nuevo y sentirnos que vale la pena lo que uno hace con el sudor de los pies, ya que mi trabajo de vendedor callejero me obliga a caminar cientos de cuadras cada jornada.Pero se me ha evidenciado que nunca será probable en nuestra situación. Además no hay coincidencia ni diversidad sino oposición absoluta en nuestros respectivos criterios. Ella se hubiese ido para operarse las lolas y un sin fin de intervenciones estéticas " porque allá en estos importantes asuntos están super tecnificados"- dice ¿...? En realidad también sé muy bien de su anhelo de permanecer joven muchos años, lo que no es raro en el género femenino (ni tampoco en el masculino). Yo, para terminar esa especie de desacuerdo, le digo que se da por descontado que la fuente juventus es poco probable o casi imposible. Entonces me retruca que para ser feliz, feliz, feliz, no alcanza con tener una familia numerosa que llega abrumar. Y Es innegable que tiene su razón: la agobia lavar, lavar, barrer, barrer, y cocinar y cocinar y cocinar- igual que una sirvienta full-time-, porque el instinto (como a cualquier otra pareja que reside en el globo terráqueo), en su momento nos puso el celo reproductivo.Ella deglute otro pan de leche mientras yo, solvente, suelto mi mano derecha del volante para recibir el mate cebado con todo esmero. Una súbita aprensión deja el paisaje campestre que transitamos con largueza en segundo plano; se trata del invariable malestar que me aqueja cada vez que me ceban mate y me autoengaño eludiendo el consejo médico del nó definitivo a la bombilla, pues, según su apreciación, arruina mi sistema digestivo. ¡Ah, como odio esa prohibición! ¿Odio? Sí, al médico que quiso extirpar mi vesícula, odio esa cara de bicho deforme con escalpelo. Odio a ese cirujano que elimina cálculos de tu maravilloso higado cirrótico o grasoso, quizá porque en alguna instancia le reporta pingües ganancias y a mí me da inconcientemente envidia. ¿ Viste médicos pobres?- dijo alguien- Nó, vi pobres médicos que jamás logran ascender de un modo veloz al ansiado status- repuse yo sin respirar.Le devuelvo el mate y acepto que me dé otro mate bien cebado, pero sigue crispándome echar vistazos a las partículas de los pan de leche desparramadas sobre su falda y los bordes de su asiento. Con el habitáculo salpicado de esos restos debería detenerme en cualquier estación de servicio y sacudir los asientos afelpados y demás recovecos del auto. ¡ Pero los humanos somos tan pero tan sucios!Cierta vez, mi compañero de pesca - amigo de siempre-, indicando con su ceño fruncido la superficie del río Paraná, me advirtió sobre aquellas bolsas plásticas brincando sobre el agua color melena de león, infectada por detritus, y sobre la aglomeración de pescados inflados e inertes que se mecían en la orilla cerca nuestro y no pudo evitar clamar al cielo por semejante desaprensión. Sin embargo, muchos siguen inmutables con mi deporte favorito (la pesca) porque desestreza. Nadie niega las bondades de la pesca ni el derecho a pescar, aunque al abrir los peces que se cosecharon vivos toda clase porquerías rebose de sus tripas lo cual, tarde o temprano, igual los hubiese liquidado sin morder los anzuelos.Mi mujer continua engullendo y pienso que junto con las dimensiones de su estómago creceran sus protestas porque no subirá el cierre o porque la biquini remarcará los flotadores de la cintura. En verdad, deberíamos aceptar que, secularmente, los humanos estamos enfermos del bocho y cuando mi mujer sufra por sus excesos de ingesta, condescenderé a persuadirla de que esas cosas simplemente no interesan, mientras nos amemos. Después de todo me incluyo como heredero del zoológico actual. No por casualidad llevo cada tanto a nuestros pequeños depredadores (nuestros hijos) a que disfruten de ver las especies constreñidas por vallas. Parsimoniosos, desandamos los senderos del Zoo., extansiándonos a cada momento frente a sus prisiones. En particular, me fascina la jaula de los gorilas. Sobre todo, la del poseedor de una expresión memorable: su cara sarmientina parece la del prócer de la educación con el sutil agregado de un buen carácter. " Es impresionante - dijo mi arisca mujer al recordárselo y cebando otro rico mate remató satisfecha-: es impresionante que ese bestia peluda haya demostrado ser más civilizado que vos." En esa ocasión me habían entretenido los meditativos y tristes ojos del gorila que a intervalos expulgaba su cabeza. Ambos nos mirabamos estudiándonos con obvia complicidad. Yo tuve la impresión mística de estar ante un buda impertérrito que, ante la inopia circundante , imposibilitado para demandar nuestra habitual injusticia, recurre a frotarse la cabeza de un modo resignado.¿Cabia otra actitud que hermanarme con él?Originé el estupor de la gente que lo contemplaba cuando con toda desición entré a la Jaula, le dije unas palabras comprensivas y terminé dándole un abrazo inolvidable y conmovedor. Traje de mi paísun pilchero de penas,hambre y heridas.Desde el setenta y tresque las ando trayendo.Se me han pegadocomo abrojos en mi pellejo.Si en las chiguas y riatasse me asoma alguna,es que todavía andan conmigo. Los septiembres ya no me alegran.Son veinte de ellosque como inviernosse han estacionado en mi cuerpo. Pero he encontrado esta tierrapara mis almendrosque en pleno inviernoflorecen. ( continuación pág 1.)De repente el ritmo aturdidor de la música amainó. Era como una tormenta cacofónica que se detiene para dejar paso a la voz sensual del trovador romántico que motiva a las parejas a un baile más íntimo en un ámbito súbitamente umbrío. En esa instancia M.O. no perdió el tiempo y sacó a bailar a la cordobesa que parecía ansiosa ante la invitación. Bastó el entrecruce de miradas intensas para que se sellase un pacto en ciernes. M. O. se sentía feliz y Ludiana se sentía dichosa mientras era llevada con suavidad por la penumbrosa sala y en él espontáneamente surgió un juramento impensado: " Amaré a esta mujer hasta la disolución final".En realidad se examinaban, se reconocían con curiosidad. Los grandes y penetrantes ojos de Ludiana se despojaban de precauciones y observaba a su pareja que parecía tener una imperiosa confianza en sí mismo y que, sin embargo, se sentía totalmente inseguro. Llegó él a sentir una especie de desfallecimiento con sólo estrechar la cintura del fibroso cuerpo, entretanto ella giraba repleta de una profunda embriaguez y ambos se volvieron indefensos ante los embates del amor. Experimentaron lasitudes y sudores mientras se insinuaba el juego amoroso trasvasado en vértigos y desconciertos. Y en esas circunstancias sus ritmos cardíacos- unidos a la cadencia arrulladora de la poesía musical -,redoblaban alocadamente.Por otro lado Ludiana parecía adaptarse a los pasos de baile algo vastos y torpes de M.O. quien seguía creyendo sostener entre sus brazos a una criatura frágil y se desconcertaba al percibir una energía exuberante. Aspiraba sus fragancias mientras contemplaba el rostro enmarcado por la cabellera imperiosa que gravitaba sobre su espalda y le rozaba su tensa mano. La respiración de la cordobesa, centrada en su cuello, era anhelante. En ciertos momentos, al separarse un tanto, él lamentaba que la música decayera en los necesarios paréntesis.En todas esas instancias el escrúpulo pareció caminar hacia el destierro dando paso a la misteriosa percepción del amor.
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alberto carranza
MARIANO DOROLA
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