Nov 19, 2012 Nov 13, 2012 Sep 08, 2012 Sep 07, 2012 Jun 28, 2012 Jun 16, 2012 Jun 15, 2012 Jun 14, 2012 Jun 11, 2012 Jun 10, 2012 Jun 09, 2012 Jun 08, 2012 Jun 07, 2012 << Inicio < Ant.
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Un corazón derruido por el juego feroz del amor, escupe sangre y sudores , escupe carne y semenenlutando el sueño que fue de oro y de plata.Dios no esta presente desde hace mucho tiempoy El no se hace cargo si diluiste la eterna Fé,si animosamente quebrantaste reglas sagradasmilenarias como la corona de espinas de Cristo. Apenas recuerdas un martirio informe que duerme.Sobre tu propio sudor, sobre tu propia inopiahollaste el camino imperfecto del ecce homo.Y para conservar la cordura bestial del hombre,y preservar su insana, malsana perversidad,caiste en la trampa: fuiste risa, escarnio y blancode los dardos escondidos y ni Tupacaamrú se salva.Un guerrero ni en su flanco a cubierto elude la lanza.Tu simplicidad engañosa no es Jesús en el monte que hermana de los sueños la bondad nunca apaga.Pero El es El y tu un remedo de su santa alma quesi peca, peca en la incertidumbre infinitesimal,henchido de anatemas, sin ningún remordimientopues has hecho su calvario agitando un inútil abrazo,sin pesada carga a cuestas,sin latigazos depravadosveraz muestrario de la barbarie que reina por doquier,y porque las blasfemias del amor nunca se apagan,por una vez los ritos del amor merecen paz y calma. " El mal sin solución nunca se encierra"A el Purgatorio se lo puede burlar a través de un espejo,o a través de una tangente previsible y sin dioses.Todo lo que necesito ahora ya fue absorvido,por un irracional corazón que partió enmudecido,y como el mal avizora el mal, el bien avizora el bien,pero entre ambas persiste una pasión de colores,un inflamado espectro que permite sobrevivir,y fíjate que apenas menciono flores arrepentidas,apenas menciono el menoscabo que indolente vuela.Una imagen retorna fantasmal junto a un perro,una realidad sueña otra realidad sin excesos,una transfiguración perdurable sueña y juega,juega contigo y conmigo como volcán apagadoque va a morir en un instante sin violencia,que se apagará sin mayores laceraciones y sinderramar ni una gota de tus pupilas de nieve. La luna escapa desnuda,desde tu cuerpo dormidose va con su brillo de platay tu sin vacilar la acompañas.Pero otro noche ella se va solay con el alma conturbadasolo me deja en mi cama.La luna escapa desnuda, como si tuviese dos alas,y nadie asegura que otra vezasome y de nuevo te traiga. Estás en mi corazónque nunca fue de piedra.Estás en mi almaque siempre fue cantera.Estás en mí de un modoirrevocable y esperoya entiendasque unidos fuimoslastimados en la tierra. Si un misterio desaparece detrás de otro misterio,y ninguna expectativa alcanza, ni siquiera una que deje vislumbrar las flores del durazneroo a una serpiente tentadora desde su trono.Y si vas por ahí, por ese camino sin retornoy como si nada pasase por el sideral espacioque vibra, que desbroza malezas tristes,que anuda la calma, esclavitud de nada,o si este nuevo día es noche alumbraday en sendos cielos rosado y negrohalles espíritus en colinas verdes,o un perro malditamente extraviadososlaye la muerte diez veces y mordientete indignes por las trampas del descaro, y por la saña y amenaces con puños de furia.Cuando te juzgues o cuando te juzgueny desfallezcas de subir escaleras sin reposo,O vayas con pasos sin rumbo, tan largos,tan silenciosos como la misma cruz negada,O cuando tu silueta se dibuje por sí mismasola en la amarga sombra de la penumbra,Iras segura, debatiendo y con la frente altaAquel lugar de sonrisas enmudecidasdonde caerás sobre el espejo hecho trizascon tu angelical rostro arrasado por las llamas. En el tic-tac fatídico de esta madrugada,una sombra que acaricia y los rayos del sol nunca reflejan,se ha presentado con certeros pasos en posde latitudes incomensurables y extrañas.Ha visto acercarse el viaje, ha visto un abrazode ese encuentro inesperado, con mirada vaga.Fue así que un pañuelo mojado de amor,hastiado de la nada, perdido en añoranzas,del amor perenne nunca saciado, nunca presentido,ha cambiado su barco por una oculta casa,ha empuñado las crines estremecidas,del animal esplendoroso y de inaudito vigor,ha estremecido puñales hendidos en aguas oscuraspara dignarse a ver simplemente desdeñosas pupilas. Si tu corazón es desvastado en un tren vacíoy una barca sin plumas deriva hacia el futuro incierto,o una caída en picada deja una estela en el cielo, o un terreno cenagoso devora toda acción y deseo. Si las benditas flores carecen de mariposas,y la fuente que asperge se seca indolente,como esos sinsabores de la celda sin cucheta,donde anida la cobardía que pinta malos augurios.Si esos espectros de la penumbra ya no te dejan, si son emblemas mentirosos que nunca ceden,como nunca ceden los abrazos de los algodones del cielo,si ninguna mirada encuentras para el ciego de cordurasi ninguna blanca mano para la mano extendida,para el corazón infamado no habrá remedio posible. Apretado a su boca creyó romper la muralla y al entreabrir el estuche de joya enjaulada,sucumbió a la norma que nunca alcanza.Apreció el espejo de Venus en un fotograma,restauró principios de rastros en la danza,aspiró una fluida flor de agua mojada, y reclamó para sí la mínima añoranza.Lubricó la sequedad de la valva añorada,pero nunca más la vio en la tierra santa,fue esa la última vez que derribó la muralla. " Cien inviernos no alcanzan para discernir un otoño pleno" Succionado por el metro hendido y fantasmal,sujeto a íconos,a rostros sombríos de placer mustio,encorvado a través del pasadizo ronroneante,desperdigado en espumosas migajas fuistehasta donde el aire estoico se vuelve irrespirable,adonde el aliento es entrecortado por una imagenadonde con firmeza comprimiste el propio y lococorazón para sobrepasar el ansioso resquemor,y a los jardines dorados adonde prefigurasteaquel paisaje que intentó ser dueño del tiempo,que en segundos irremediables se desvanece, hasta que el nuevo ciclo retorne una vez henchidoy asciendas escaleras del mapa Jeroglífico,para echar una mirada a tus ojos desnudos de amory a una amapola dormida junto a la sonrisa vacía. "y suponte que en esa noche irremediable con el primer rayo cayó la Luna" Si te encuentro en un sueño desgarrado con tus ojos envueltosabismados en láminas doradas y en un brebaje claro de horrores,escondida debajo de los moteados mármoles de la antigua plaza,con ciertos obstáculos de donde escapas con un salto burladory te incorporas de otro salto al pedestal como la diosa de hielo,con similar sonrisa Decó, tan refulgente en su efímera festividad,porque ya no encuentras lugares ansiados en lascallejas.Y entonces suponte mueres y me reclamaspara el postrer momento,una incóginta, un enigma, el flágelo del raro sonidofetal,dibujos amestrados durantes esos días ciempiés demil caminos.y suponte que embriagados rieron ciertos destellosensuciando el destino,versificado por algún rayo que se coló invisible,en algún remanso de sueños eróticos dondebebimos cerezas,Y suponte pues, que observando esos instantesen que lo humano es menospreciado en extremo,unida a la noche de somnolencias atrapo la Luna? Para suavizar con un mirar piadosolos recuerdos que coletean inexactos,sobre poderosas rocas bajo cúspides de nieve,junto a la miopía de un corazón amortizado,he agendado los pecados de la necia memoria con la soledad que se ha dormido en tu regazo,y para contar esta historia tan infantil, tan nimia,que fue creciendo con hambre , con sed y con frío,que logró demoler los ínfimos destellos de la niebla,para que majestuosos cóndores naveguen en las cumbres,cumbres que pueblan mi conciencia y mi memoria de dioses y demonios batiéndose toda una jornada,que es toda una vida de asaltos y aprensionesque para nada sirven si alguien no respondepues enmudecidas en mi garganta yacen inhóspitas,secándose con la magra cordura del exiliado,atadas a un sin fin de ruedas de venganzas,que se han perdonado sin haberse perdonado,que se han deslumbrado con los roces de muñecasque quizá estremecen y atormentan sordamente,al entrar por el umbral desplomadas en el barro,para que yo vuelva acariciarlas con otras sensacionesmenos ingratas,menos enquistadas en sinsabores,junto a rumores dormidos que atraviesan la ventanaunidas a esa soledad que se ha dormido en tu regazo... Suelo perecer en las noches indolentes e inseguras,imaginando apenas premuras voluptuosas y una luzblanca como plata molida, ondulante e indefinida,por donde te evades y luego rehaces y aparecetransformada la efigie o la estatua sabiamente modelada.Suelo perecer y sin embargo tu verdor deslumbra,y adivino en tu incognita la pugna de un beso duroy cruel tan mordiente como el de una serpiente arpía.¿Es tal vez una idea peregrina, procelosa o calmada,la de apreciar tu ondulante cabello que se dispersacon el ligero viento sobre el sólido brillo marino?Suelo perecer cada noche indolente e insegura,desabrida noche de ojos ciegos que juegan conmigo,prolongado juego de labios que casi mitigan mi sed,pero sin gestos y sin la fluída tibieza de tu almohada. y sin siquiera tus dedos excitantes y temblorosospresionando, rizándose horriblemente en mi espalda.Suelo perecer cada noche indolente e insegura,soy pues aquella tensa e incolora flor sin marcaque refulge y repite que un tiempo nos separa.Después, cautivo de un rostro cruel agobiante,entiendo que nada entiende y no perdona nada. Nadie sabe de tu figura ni de tu premura,nada de tu solitaria morada escondidatampoco de tu frescura,ni de tu dulzura,ni siquiera de tu secreta victoria esculpida.Tampoco nada si casualmente estás dormidaNada de tus paseos en la rocas placenteras,ni del horizonte rojo donde te apeas paraver en la lejanía la vieja playa encendida.Nadie sabe si tu estilo es lozano o simpley si es vano rescatar de la necia memoriaeste pobre mundo procaz ya sin historia.Nadie conoce de esas olas y de ese viento,que recorriste trasuntando sentimientos.Tampoco nada de los castillos de arenaderribados por la inclemencia marina.Nada tampoco de los amores que fueronNi de los temores,ni del lastimoso y peorlamento, de la sangre triste, tan triste y penosa que apenas corre por dentro. Sueles aparecerte en horas crepuscularesdeslumbrandocalladas noches de perjurio y de espanto.Con ese taconeo cadencioso pasas debajo de las farolas yte detienes sobre las azoteas pero....¿ adónde huyes joven fraganteque crispas, postras y hielas mi sangre?Sólo entonces te digna mirarme.Detenida ante la plazate balanceas al mismo ritmo queasperge desde la fuente,con aire desvaídoderramas la dulce miseriaque cunde del miedo.En el hermoso cuerpo estatuado,con absoluta indolencia asomade tus brazos presuntamente mórbidos,de diosa antigua,el delicado mármol que con máximoesplendor germina,como el son del bandoneón que lastíma.Sueles aparecerte en horas crepuscularesdeslumbrandolas calladas noches de perjurio y de espanto.Tu solitaria figura debajo de las farolas es quien en la calle vacía renacey cada vez que allí llegaes quien a mi alma amordaza. Hoy estás furibunda, desenfocada,desparramas lujuria como estocadasvergonzantes melodías, tenaces que me desangran.Todo se confunde en esa ruidosamatanza.Y hasta lo impreciso se adueñade la nadaque hoy asume color rojo carmín,o aquel viejo color azul Franciamientras te desnudabas.Y escucha, escucha bien...Y fue en esa morada ya inexistentey desheladadonde lo sin par corroyó tu disolutacalmaque igual que tu pericia que disteen esa cama , en ese colchónque guarda restos consumidosde la lucha sin pausa,porque allí no bastaron mil besospara que concedieras con tus piernasimplicadas el amor que apenas derramas.Hoy divagas, ahora con tu menteextenuada.Hoy, te cristalizas, te desparramas, te vuelves cáscara.Luces un ademán despectivode hoja trucada... Seductores mensajeros de las playasen rasantes vuelos extinguen la plétora del descomunal aljibe densamente poblado. Se han aventurado por única vez sobre esemar incógnito,Por única vez han danzado en los brutalesespasmos de la pleamar,por única vez han roto cadenas y triturando riscos,Y en ese gigantesco rumor se desmoronan.En esa eterna invasión de la infiel arena,penosamente infiel con el sol se ensañan,y en ese cielo morado verdoso contrastante,ejecutan ritos que aplanan la enmudecida visión,una visión del todo enigmática del solitario de la pipaque desanda las huellas charqueadas y sombríasde la caverna por él atravesada, por él holladahacia el portal igual que los inumerables pleniluniosque evoca su pesado andar, que evoca musitando conlabios resecos una plegaria triste a ese templo sin nombre,+de repente desnudo, de repente en absoluta calma. y en su gigantesco rumor se desmorona,y en su eterna invasión a la arena infiel,penosamente infiel al sol que se ensañaen el cielo morado verdoso contrastante, para ejecutar aquel rito que aplanala enmudecida visión enigmáticadel solitario de la pipa que desandalas huellas charqueadas de la sombríacaverna para atravesar el inmenso portal hollado por inumerables plenilunios.Para que el hombre de la pipa evoque en su pesado andar,evoque y musite con sus labios resecosuna plegaria triste a ese templo sin nombre. En el ámbito abierto a los encontradosvientos y a la arena en suspenso,el aire mira hacia abajo y su innata curiosidad lo desciende sin premura.Lentamente nubes cíclopeas se hansobrepuesto y dispersan por doquier,Los raros y extraños capullos arbolados,enfundan montañas de mil formas, incesantes, imprevistas se transformanen huecos ferrosos,en verdes extrañosen aplanados salitres ahondándose ensuperpuestas placas de color cementado.De ese cielo poblado por cúmulos nubosos,de ese azul como nunca quieto, inmóvilcomo nunca quieto, como nunca manso,extraigo mi paz porque nadie lo habita.Nada es más que el asentado silencio,nadie puebla esos sutuosos parajes inmensosy sin embargo pletórico pues allí hay vida.Un Ejercito inaudito acompaña el insinuado pasosinuoso con sus alas mansas quebradas, y sobre el Macadam de lejanos espejismos,de adorado estío,se adhiere el ejercito rugiente, voraces motores hacia el Sur,hacia el estehacia el Oeste circulan en todas direcciones¿pero acaso eso interesa?No, pues de repente se rezagan yaventuran una inmolación que los deshagaporque al final impone su movilidad la máspura soledad imantada. ,Luego que tu cabello recogido en el sueñose dispersa,luego que se evapora con el viento venturososobre la espuma salobre de la playa,suelo perecer en la indolente nocheinsegura.Desabrida noche que sin amarme juegaconmigo.Sin labios resplandecientes que mitiguenmi sed.Sin ningún gesto ni la tibieza de tu alhomada.Sin siquiera tus dedos temblorosos arañandomi espalda.Soy, pues, como incolora flor sin marcaque reitera que un abismo sin culpa nossepara.Después, imagino el bello paisaje, el detu bello rostro... tan bello perdiéndoseen la nada. : Fuiste tan lejos en tu andar incierto y febrilque sólo hallaste ansias donde el pasado yadejo de ser.Ninguna otra cosa más que huecos párpadosen muda expectativa.Ninguna otra cosa más que la orgía de rayos al puroacecho, incinerando corazones transidos de amor.Fuistes muy lejos a llenarte de placer y a cambiohallastes derrumbes de estupor.Estallaste en rosadas pieles palpitantes que nunca fueron pétalos repletos de compasivadulzura, porque en ellas se aposentaron siempre delicadas cadencias de tristes melodías,tristes melodías de noches de plenilunio,velozmente disipadas y velozmente consumidaspor el hastío al diluirse en los bravíos celos dela bruma y en los inmortales pasajes fecundos, y en los inmortales vuelos de las palomas en lascornisas y dinteles y en las agrupadas columnasdonde a su modo corporizan la ancestral pasiónque jamás dejará de dar sus frutos.Y entonces, durante la entrega incondicionalde las almas ya desnudas de vilezas,nadie tirita soplos de las andanzas por lainfinita nieve. Desde entonces nadie desea aventurarse areabrir el camino a la simples lágrimas de algúnfinal imprevisto.... Amar en sábanas rosas y pisar el aire y elagua.Caminar con nuestros cuerpos por lossenderos en brasas...Amar sin desilusión ni temor en sábanas blancas, morir cada vez y renaceren el silencio de nuestros corazones.Amar es cambiar las formas de la vidaromper en los riscos como en la pleamary retornar al Océano... es orbitar en derredorde un sol enorme como indómitoscorceles... es correr ágiles por el ancho prado y como afanosos gorriones labrar nidossobre nudosas ramas, sobre mullidas hojas.Amar es esperar, es aguardar, es avizorardesde la cumbre blanca de la montaña ydejar aquella estela amorosa al descender...Amar es salir de pronto del bosque con manosapaciguadas yendo hacia el nunca jamás... Hoy amanecí arrasado por el fuegoregado por la pólvora de mis sueños.Hoy, como si de nuevo me visitases- aunque nunca estuve seguro de tu presenciatampoco de tu ausencia- me acerqué a tus huidizoslabios para comprender el límite de tu amor.Hoy mientras este fuego se esparce por doquier,mientras estas llamas arrasan mi lecho infamado,procuro penetrar en el portal de tus caderasdonde cierta luz tendenciosa desdibuja escamas que gimen y gimen y gimen en azarosas sombras. Pero ese gemido se produce a un compás desconcertante,a un ritmo volcánico y esporádico que jamás claudica.Y entretanto, Hoy, con el alma en cenizas digo:" Nunca olvides que Dios se acuerda de ti y de mi" Yo se que un rayo luz inmenso y rugienteentró por tu ventana; pero no se si fui yo quien suavemente se deslizó en tu cama Yo se que me amaste de una manera ferviente,y llegaste a un desgarro al entregar tu almapero queda en el misterio si tu dulce calorera yo quien frecuentaba...Yo se que ese relámpago invernal me mostrótu cara, tus labios, tu ojos, tu corazón amada.Pero no se si era yo quien exhalaba sutilesllamaradas.Se que de esas noches impudentes escapé al fríosin embargo nada colmaba la sed de mis entrañas.No se si fui yo quien por fin consiguióla paz y la calma.Tampoco se si fui yo quien agite dulce y tal vezcruelmente tu piel de seda prensada.Sólo se que era yo quien te amaba y no esevoraz espejo sombrío, sudario píncelado de nada. Si las heridas se esparcen por doquiery hago sólo mía tu extraña añoranza,mi corazón resonará con los armoniosossonidos de las cuerdas de una guitarra.Haré mío el oportuno crepúsculo y después la incipiente alborada...para que traslades tus sentidos a los míos.Y si un inesperado lamento me aquejaragiraré sobre mis pies lastimados y los descansaré sobre girones de almohadas.O si de repente el viento inclemente retorna,transformaré mi alma en almibarado perfumeen dulcificado jazmín que invada el olfato,que solamente sea causa de carcajadas,que oculte los púdicos gritos de urgencias, de ardorosas pupilas por el invierno desencajadas.Y ya que al amarte hice fértil mi desesperanza,aunque cierto desencanto acuda a mis ojos,lo devolveré a mi interior, sucumbirá allí, sólo,ya no turbará ningún recuerdo ninguna triste mirada,luego todo mi vigor se llenará de todo tu vigorluego toda tu esperanza será toda mi esperanza. Acecha el nuevo día y aún no te atrevesa cruzar mi fuego ardiente.Acecha otra noche y tu amor me cubre con un edredóndel cual gustas su calor de cobre.Acechan dormidas heridas y cuando el miedo acecha sólo puedenverse látigos crucificados.Acecha un nuevo día y aún no te atrevesa mirar con tus ojos poblados de estrellas,mis labios casi clandestinos.Sin embargo no es hoy tu negada respuesta,entonces prosigo esas ráfagasque auguran felices momentos.Me enredo en ellas y en tu frentepues en la agonía de la pasiónronda siempre la vida y la muerte. La belleza rendida al testigo apenas voltea en la dirección esperada... Un báculo cae tamizándose de tus manos crispadas por el frío inhóspito, por la aurora boreal impensable en tudesusada, inquietante mirada,tañida por el odio aún luce deslumbrada,aún luce en un espejo de oro porquevislumbrada por el resquemor añora todavía una esperanza.Pero derrotados con alabnzasignora mis agudos fundamentoscon alabanzas y aunque tu cuerpoderrame vida debo dejar pasaresta cruel ignominia de no poder amartey en mi resignado ignorar tu amor silencioso,se forman llagas en ese amar incierto de huecaspalabras.Tan incierto que al ser testigo sordo y mudo, fustiga el odio que ya no redimeesperando un milagro que lo castigue. Desde la primera vez que te vi me sedujoun gesto único: ese brillante parpadeo de luzen el océano resucitó en mi la verde pradera,de repente los almendros se pusieron de fiesta,y los arroyos serpenteantes entraron en senda mientras bellas entonaciones distantes llegaron delhorizonte de pronto colmado de locas estrellas.La primera vez que te vi elevaron palomas mensajeras,y sobre ese territorio destellante y húmedo se iluminó,como si vos reinases, un corazón eternamente entibiado.Quisiera saber cuál fue el secreto de este milagro quehoy no deja en mi alma ninguna solvente respuesta.... Porque fuimos locuaces sin colmar diatribasPorque feraces nos ahogarón antiguos silenciosPorque nadie alcanzó a descifrar estos vientosque son meros juguetes de perros sin dueños.Porque en la dulzura languidecimos sombríos,Porque remarcados duelos espantaron fuegos,Porque en las volteretas de payasos no hubomiedo, ni espantos cuando fuimos atados,unidos prisioneros del cieno.Porque entrelazados en bloques de piedra no huboni habrá procacidad que resista o cuerda que asistao se atreva a insinuar esta... la postrer aventura...Porque un día de estos clausuramos la insania del desvelo.para internarnos en la ansiedad inmisericorde del plomo.Porque en el golpe de gracia no se pagaron preciosPorque fuimos sin raya tallando gentiles gusanos innobles de seda, innoblescomo cuño de cera,cerradas cartas, rotas veredas. Ya he partido devorado por las llamas, holocausto deseado por el que amabas que se fundió con la lluvia dela alborada cuando recorrió minuciosoesos senderos y saltó todas lasrampas.Ese que amabas se vació de plenitudy con cierto impulso decidió salir mañana, seguramente se empecinará en comenzarde nuevo sucumbiendo al inesperado gritode la muerte...que de un modo siniestro saltará entre el diluvio de lágrimas y en todocaso dominará la calle con sonrisa forzada.Pero de nada sirve llorar por amoresimpudentes.Es mejor resignarse, es mejor estarde bruces...o de rodillas...es mejor dejar las plumas mojadases mejor atravesar los charcos, e ir al sitio adonde van los ángeles insomnes ayacer cual penosas figuras calcadas. Infrecuentes despojos y laceraciones impensadas,se ahogan es estos instantes amorosos que allanansecretos,profundas falsedades irisando, puliendo laspasiones que se suceden mientras el reloj de arenadetiene la sensualidad de tu cabellera plena que sedesgaja en súbitas ternuras y en los cruces de manosafanosos que suavizan tus pechos de añil encantado,con esa premura con que tu lengua ahondará en el mio.Ojos inquietantes se demoran en este reflejo de tuscurvas que ascienden durante la incierta entrega ventral,-en similar y repetida servidumbre de la carne mortal...-,mortal humedad que se va agotando como el pozo del aurapálida, réplicas del espejo y supuestas figuraciones,calibradas en esas voces deformadas, inflamadas de pasión...Pasión:hermosa palabra de los cruces del paisaje degirasoles y de añorados trigales cuyas venas se detienenen el ida y en la vuelta, en la minucia del balcón amorosoque ahora escondió otro secreto del aire resfrecante, un misterio hondo inesperado: el de sus inexplicables flores secas... El sudario aplanó marcas indeleblesen carnes inanimadas,máscaras en frentes con olor a nadias,incesante fue la agitación de poderososfantasmas, cuyas garras erguidas de fieras avezadas confluyen tras las ninfasde vegetación encantada.Y en las claras aguas de dirección prestada,se expadieron pechos en tristes alboradas.Pero cuatro monstruos celebraron sobre médulas de mujeres mancilladas.Ciclópeos de un sólo ojo avieso quecon tan única mirada demuelen rocasderriban murallas...Yo soy uno de ellos pero por primera vezarrepentidopor primera vez quisiera habitar en la nada. Importan nuestros nombres, el cómo te llaman o elcómo me llamo?Importa si los claveles mueren de pronto en nuestrasalmas sometidas a las resacas,o si nuestras llagas mueren en llagas de lunas llenas ?importa quienes somos, o que tienes o no tienes si apenas somos arrebatados enamorados de loscrespúsculos de la pasión que aullan felices al verseen toda instancia y rien y lloran con la felicidad suprema? Importa si acaso alguien se atreve a la dura condena?No olvides que la justicia del hombre es terrena, no olvides que la justicia de Dios es inmensa, tantoque siempre nos mimetizamos en gusanos de seda,duramos tan poco, tan precarios somos, tan inconclusoscomo la sumatoria de consciencias. Pero ¿ acaso importasi logramos amarnos y este bello amor ahuyentó la pena? Aún yaciente intentó enmendar la maldiciónque lo atribulabay como Dios es piedad figurada no pudo evitarmordisquear la manzana.Inútil pedir disculpas con espíritu doliente, inútil no ser dueño de un alma depravada,para quien atraviesa cierta frontera ya nadaes posible.Buscó entonces volverse a El y con alasinertes entonó infinitas plegarias...Si esas cadenas no hubiesen atenazadoSi firmes rejas no hubiesen cercado su rebeldíaSi destellos de sangre no dañasen sus ojos,si la espumosa fatiga no asediase inciertamente,y la duda no fuese causante de la fiebre aposentadael perdón hubiese sido un bálsamo sin estrépito,un acto de contrición que lo dejaría prosternadode una vez para siempre. De repente dormidas caderas esparcen descansos,apresuran pasos, esparcen fragancias ogravitan en periplos consumidos leves de tibiezao manifiestan situaciones ansiadas de una noche- cuando el día murió- cuando el día anestesiadoconvirtió todo en veloz desprendimiento,en espíritu quieto de pasiones alocadas,en humo, en espiral que es justa balanzapara esas confrontaciones eternas,para esos anillos reptadores de trampas, en senderos fortuitos, pocas veces en calma, en senderos del bosque que apenas sabe sus andanzasde corazón ahíto, enmudecido,adivinador de extrañas alabanzas,de reminiscencias gastadas por el ultrajeal procurar confrontaciones,al limpiar con besos ardientes y nobles la ultrajada mortaja.Falta eludir por tanto oraciones, incluídas bellas plegarias,sin aguardar el destino que es una trampa y no un simplesonido el que pena al atravesar el alma y dice: "Oye amor...:¿ por qué no te atreves y esperas sobre la lomadacon resignado gesto y al final solamente callas? Si tras el desamparo logró un corazónmutilado de emociones..., para qué entonces desgastar cuerpos de pieles inertes o para qué ejecutar la quemade inocencias bajo crespones fríos...?¿ Para qué acompañar el cortejo lluviosode briosos corceles en el crepúsculo ardientey luego de sembrar la tronchada simiente, dejar a campo raso la luna solitaria en el ríodiseminando ampliamente su luz de platapara ver a cada instante tu cara hundirse frente a la mía en cansados ropajes deamor harapiento? y durante esos luctuososhechos, durante esas instancias de supuestosafectos,que se fueron y amanecieron sin trampasexpulsando emociones, emociones gestadas deimproviso, para qué seguir tus pasos? Sucedió cierta vez que en la tarde inciertate extendiste plenapara que yo escuchase de tus labios de cerael primer sabor de tu primera entrega,y cuando te fuiste, al quedarme solo mudo de impaciencia, empezó la nocheque al ser nutrida de nostalgia fue cienveces prisionerade aromas de azahares que no atisbanprimaveras.Sin embargo recuerdo que presa de laardiente esfera quedé fascinado por tusingular belleza...Y asi ocurrió que cierta vez de unos labiospenosos surgió un brote sellado,inmensurable brote de luces ciegasque acaso son el pasado que ya norecuerdas... Una soga al cuello es irrefutable parael amor o para quienes burlan la muerte.Tropas azules danzan en el horizonteadonde el viento nunca se estanca,adonde el celo tapona el azar;jugando con emociones irreproduciblesla mujer temperamental suele crecer enarenas anegadizas o hundirse en ellas.Por eso el primer instante que te vi tambiénvi al noctámbulo noctámbulo que reinandoen la breve inmensidad del aeropuerto calentó sus manos con soplos de un fuego azul repetido y entonces pensé:" Tal vez nada es como debería ser,tal vez ya estés muriendo en cada esquina,tal vez ya seas un sueño que derogó sus alas,y que con el transcurso del tiempo tus estelasyazcan conmigo grabadas." Un simple vaso de vino nos hará olvidarque el mar siempre es incomprensible,una ola atada a mí me revuelca en sualgarabía me invita a flotar en su inocencia, a medrar en sus ojos lúcidos como bengalasque inquietan la noche como las voces lejanasinquietan mi alma con sensaciones y pesares que amalgaman.Un cigarrillo se enciende breve antes de la fotoque eterniza otro desfalleciente crepúsculo donde se escucha la novena sinfonía que no es deeste mundo.Pero todo nada contra la corriente de la razón,el oráculo, el paisaje que forma una nueva historia,la lluvia que une fuerzas para merodear en el cielocon el mismo ritmo ancestral fijado en el fondo ydebajo del cielo brumoso entre poblaciones dondecircundan las bahías indiferentes pulmotores,incesante desfilar a través de paisajes cambiantescercados por este mar de entrañas procelosas,mientras el aire quieto y redondo preanuncia la tormenta,llena de vida en la aparente quietud de las formas,estas formas incomprensibles que acorralan... Luego de la presentación formal y mientras Ludiana se ausentó hacia el tocador, M.O. dijo a su amiga Lucy Prat:- Estoy asombrado con la cordobesa amiga tuya, nunca imaginé una mujer tan fascinante...Aunque disimuló su contrariedad este comentario no podía ser del agrado de Lucy Prat, pero esa noche de reunión se sentía capaz de no alterarse y dispuesta a dejar todo lo que la disgustase con tal de ostentar su habitual rol de anfitriona, que la hacía deslumbrante y requerida aún a sus 50 años, ( aunque esa misma noche se haría añicos ) y dijo en tono pretendidamente enigmático:- Sé elegir mis amistades.M.O. que sentía un vértigo y cosquilleo inesperado y prácticamente insoportable cada vez que veía a la joven de ojos centelleantes, quiso agregar algo pero enmudeció cuando la vio venir hacia ellos. Se destacaba la expresión sensible de su bello rostro mientras su menuda silueta serpenteaba entre las parejas que bailaban, estrujándose y agitándose como desorbitadas maracas. Y él percibió de nuevo lo anterior, de nuevo sintió el ánimo sobrecogido al notar aquel magnetísmo atemporal de Ludiana - develamiento que lo complacía- y en su cabeza de pelo color zanahoria rondó la idea de que la joven que esquivaba hábil y sinuosamente el embarullado enjambre, no encajaba de ningún modo en aquel ámbito vulgar y ruidoso. En realidad ya lo había pensado antes al recibir el primer saludo cuando encerró su manita suave en su propia mano opulenta y tal pensamiento continuó luego al acodarse en la barra a beber, cuando tuvo el pálpitode que ya no podría quitar a la pequeña cordobesa de su enfoque mental. Ahora la contemplaba como reverenciándola desde todos los ángulos posibles y en ese atento fisgoneo también entendió que bastaba con sus delicados movimientos de gacela para eclipsar a las restantes presencias femeninas, las cuales solían rivalizar para preponderar en esas reuniones que desde dos años antes Lucy Prat programaba sistemáticamente en cada una de sus residencias, esta vez en su casa-quinta de Pilar.Entretanto Rob Torres - el rudo amante de Lucy Prat que solía oficiar de barman y animar esas fiestas usando un remilgado espiche de mal gusto-, no quiso perder la ocasión de acotar ramplonamente:- Ese bombón provinciano que trajo Lucy,¿ no merece voltearse? ! Se me hace agua la boca con sólo verla ¡M.O. lo miró de reojo, a punto de sublevarse. Sin embargo refrenó su ganas de responder aquel idiota; fingió no escuchar y se limitó a terminar su bebida. Laura.En los primeros meses del año que convivió con su madre, Laura sentía aprensiones, por ejemplo la intrusión del desprecio conjugadas en la maledicencia de Doña Carmen y su marido y no conseguía endulzar sus pensamientos hacia ellos. Su madre no la comprendía y para peor parecía complacerse en manifestar cierta necedad rayana en lo proverbial. Laura se convencía que el espinoso trato que le daba a ella, a sus pequeños hijos, y al resto de la familia que habitaban esa enorme casa le daban a su intemperante madre y a Don Pedro una especie de malsano alivio. Por su lado, Don Pedro hacía la vista gorda a la deplorable actitud de su actual mujer, de manera que conseguía evitar los viejos remordimientos por su propias actitudes pervertidas de cuando sus hijastras, Inés y Laura, entraron en la etapa de la adolescencia. Se decía que las hijas de su mujer después de todo no valían gran cosa, ni tampoco el propio hijo Julián, que se había casado con esa estúpida de Esther, quien apenas le dirigía la palabra y se comportaba con él con visceral resquemor.Laura, vivía todos esos meses en zozobra y ya no sabía si continuar allí o irse de nuevo a la solitaria casa de las afueras que les había prestado su cuñado M.O.El dilema seguía latente. J.O., su marido, era un desquiciado y por el momento no daba señales de vida más que para girarle algún dinero desde Mar de Plata donde trabajaba en el restaurante de Del Bono. Así que sólo le quedaba armarse de valor para resistir una vida llena de sinsabores que paliaba pasando algunos días en el pequeño departamento de su hermana Ines que era su mejor confidente y su más entrañable amiga. Pag. 3" Cuando la puerta del amor se cierra ¿ cómo abrirla?"J. O. venía sintiendo una desazón mayúscula. Era como si cada noche sonara en su propio pecho el bum de la derrota. Volvía a la pensión moviendo los brazos y arrastrando los pies en una marcha cansina, lamentándose de que todo en su vida anduviese de mal en peor, cada día era un suplicio y lo penoso era que le echaba la culpa a los demás y raramente a sí mismo. Muchas noches salía de trabajar a las doce y caminaba varias cuadras por calles sombrías buscando bares donde beber aunque supiese que era una mal juego eso de marearse y caer en la cama como un muñeco omnubilado casi herido de muerte.En realidad, parecía preferir vivir ignorando todo, la realidad no era ningún refugio agradable en el que le gustase vivir, entonces elegía la droga o emborracharse, relentizando su cordura podía soportar los problemas que lo asolaban desde el suicidio del padre diez años antes.. Parecía sentir una especial fruición al lamerse las heridas psicólogicas. Y recordó cuando habló con M.O. el día antes de partir a Mar del Plata defendiendo a la masa trabajadora que - según su opinión- resultaba apaleada por el sistema social y laboral injusto porque los sindicatos , en ese periodo, no detentaban ningún poder pues se había vuelto corruptos al ser bastardeados por la misma cúpula y denigrados por la dirigencia política de entonces.Sin embargo ( decía M.O.) no advertís hermano que en la década del "80, la democracia entró con fuerza buscando una transformación necesaria que iba a ser historia y resultó ciertamente penosa, difícil y contradictoria. Muchas veces fue obstaculizada por esos famosos paros masivos. Recordá que poner orden en un sistema que había sido trasvasado por la política militarista represora y sangrienta - a lo que se le agregaba la guerra de las Malvinas-, no era sencillo ni fácil de digerir.Pero para J.O., en esa instancia todo ocurría en un abrir y cerrar de ojos. Es como si hubiese estado ausente de su País aunque solía sentirse apaleado por la creciente deshumanización colectiva. Entonces se olvidaba del mundo, ya no le importaba que lo echasen de cada trabajo ni afrontar al llegar lo reproches de su mujer que clamaba por unos pesos, porque Laura no era sumisa ni estoica. Por el contrario se ponía muy irritable ante las necesidades.Fijate vos, che ( le decía a M.O.justificándose), ¿cómo le digo que ando mendigando un poco de pan en la confitería del Tio Lucas...que me rebajo, que me humillo ante ese puerco, y barro y limpio las vidrieras porque nadie me toma en serio?Pero no le dijo a su hermano menor que estaba asqueado de sí mismo. Que solía comprar vinotinto cada noche apurado por la ansiedad y que no podía olvidar aquella escena del retrete público, aquellos movimientos espasmódicos del proxeneta que lo hicieron sentir muy lejos de los ángeles. Que se había sentido pusilánime y que como otras veces se prometió cambiar, dejar de beber y doparse, que se prometió remontar aquella vida miserable para lograr ser quien debía ser. ¿Okey? ¡Okey! Autor: Alberto Carranza Fontanini. (Género Cuento) El clásico del cine truculento interpretado por Bela Lugosi, finalizó entre las tres y las cuatro de madrugada y, antes de acostarse, sólo con nausea logró deglutir el trozo de carne apenas cocida. Ya en la oscura plenitud de su cuarto, emergieron del agitado sueño escenas evocadoras de aquella película vetusta; escenas espantosas, escenas fascinantes como los secretos más íntimos o como las nefastas flores de una noche sublunar cuyos tenues aromas aturden los sentidos enervando toda resistencia. Tal vez aquelas criaturas desalmadas que advinieron a la penumbra desde la pesadez que embargó su sueño, fuesen esenciales como el sumi-e: germinando en los abismos sin luz (provenientes de la espalda virtual de esa oscuridad horrorosa), surgiesen en las sombrías calles del mundo acechando los inocentes cuellos de las posibles víctimas.Tal vez pasando a su lado como ráfagas de ultratumba algunas noches las cruzó; pero al saber el origen de la sustancia que las patentizaba en una vida irreverente y extraña ya no podrían engañarlo. Ahora sabía cuál misterio las delataba y, en adelante, protegería su cuello con la cruz guardada desde la última peregrinación, con cabezas de ajos ocultas en los bolsillos de su gastado pantalón y desplegadas en los umbrales ( ristras enteras colgaban prolijas en el armario de la cocina), y con una daga que diseñaría con una pata de la dura mesa, en la ocasión propicia atravesaría sus embalsamados corazones.Convecido de que esos preparativos evitarían la confiscación de su preciosa sangre, reafirmándose en una vieja costumbre juvenil, exclamó ¿OKey? ¡ Okey! Sin embargo, el amparo fue ilusorio; en cuanto apoyó la cabeza en la almohada y quedó dormido, no logró relajarse. Al siguiente intervalo - ya de madrugada- se levantó. Flotaba en la divergencia, asediado por el pánico vagó por las habitaciones de su departamento con las arterias fulgurando debajo de la epidermis en un orden impreciso, sin emanciparse de las imaginarias secuencias de esos seres sanguinarios dipuestos a perforar su palpitante carótida.En un instante de opaca lucidez quiso poner coto a la propia tontería y al considerar algún flagelo que le devolviese la cordura mordió sus labios con incontrolable furia. Vio en el espejo, deslizándose por sus comisuras, filamentos rojos de su propia sangre y por un instante lo engolisnó absorverla (¡ era espesa, sabrosa, dulzona!) Pero esforzándose para salir de tal fruición exclamó:¡ Nunca...jamás seré un infame chupasangre!Su elocuente negación la aportó el reconocer aquel gesto aprensivo evidenciado en el espejo principal (como es sabido, las figuras de esas espectrales criaturas no pueden reflejarse en ellos), por lo tanto, milagrosamente él permanecía a salvo. A sabiendas que daría revueltas en la cama por temor a ser rabiosamente mordido por alguna desalmada criatura noctámbula, estaría siempre alerta, con litros de café bien cargado nunca lograrían hacerle cerrar los ojos. Inutilmente fue buscando arriba y abajo de la alacena algún frasco con restos de café. ¿ Pero salir a comprar café a las seis de mañana con el riesgo consiguiente? Siguió errando confusamente; idas y vueltas, subidas y bajadas por las ruidosas escaleras que iban a su cuarto sin acertar con ninguna solución. Y aunque no le fuera posible vencer sus resquemor hacia la inexpresiva vecina del departamento de enfrente - a la que había sacado de apuros de pedidos muy sospechosos -, resolvió cruzar el pasillo de un par de metros para solicitar café. No podía olvidar que cada vez que ella había tocado a su puerta (y él abría siempre con la misma hostilidad), repetía el enigmático pedido: " Vecino,¿me daría unos churrascos para mí y para mi maridito, antes que enloquezcamos por falta de carne fresca? Solamente una vez, la cara-de-piedra se había aventurado a explicarle el aparente motivo de su periódicos mangazos: tanto el maridito como ella pertenecían al gremio de los desocupados y, aunque insolventes, tampoco estaban abonados a ningún seguro social o municipal. Por su lado, los familiares soberbios y tacaños, les hacían pito catalán, o minga tomá de acá.De cualquier forma a él que era muy astuto, no se le pasaba por alto un contrasentido: ¿ en qué fundamentaban esos dos carnívoros esa manía de pedir carne sanguinolenta en lugar de porotos, garbanzos o cualquier otro producto basado en verduras u hortalizas?Por fin, sacando fuerzas de la propia flaqueza; y venciendo su repulsión a esos vecinos angurrientos de proteinas carnívoras, masculló: "¡ Yo necesito café y voy a pedirles café! ¿Okey? ¡Okey! Pulsó el timbre con insistencia. Resopló estufado por cada minuto de espera.¿ Por qué no lo atendían? Entonces dos voces incomodadas repitieron en seguidilla: "¡ Ya... va!" ¿ Tenía taponados los oídos? Había creído diferenciar matices muy diversos e incomprensibles en las disolutas voces hematófagas.: en la voz de ella, un desfalleciente Si-menor. En la de él un Do-mayor que culminó con un mugido ultrajante.Al final, al entreabrir la vecina la puerta, emanó del interior del departamento la temible ranciedad. Sin maquillaje, con la bata de un rosa gastado, tenue y traslúcido recubriendo la blanca piel de su cuerpo ( del cual sobresalía el cuello mórbido, de venas lalentes), lo recibió con una sonrisa de cinísmo espectral. Estas facetas, más la mirada voluptuosa, le hicieron especular que había llegado en mal momento. Posiblemente una deduccón acertada ya que sin disimular su fastidio ella le espetó: "¿Qué quiere a esta hora?" _ Disculpé que los moleste, vecina....necesito un poco de café; quedé sin café y el alamacenero todavía no abre. _ Espere; ya le traigo_ respondió ella y acerrojó la puerta como si el solitario habitante del otro departamento fue un atracador. El esperó con la certeza de que los signos cadavéricos observados rápidamentre en la vecina, patentizaban la lubricidad y la truculencia. No era improbable que cuando pulsó el timbre largamente, ella estuviese dejándose libar su sangre por el marido hematófago y de ahí el Si-menor que emitió desfallaciente. De nuevo la mano escuálida, con uñas como estiletes, entreabrió la puerta y le aproximó la bolsita con gránulos marrones. Al descubir en la frágil muñeca dos orificios paralelos húmedos y rojos carmesí su mirada se desorbitó: Evidentemente, la languidez de la articulación del brazo al extenderse hacia él y la mano basculante delataban el hecho de las perforaciones ejecutadas por el habitual vampirísmo. El encorvó radicalmente su cuerpo al agarrar la pequeña bolsa que se le ofrecía y agradeciendo con brusquedad, de un brinco desapareció en su departamento. Resuelto a velar por su integridad física cerró la puerta con pasadores y con doble llave. Debía hallar un modo rotundo de trancarla. Debía impedir que esos dos muertos en vida refregándose las uñas lo contasen como futuro alimento. No se dejaría doblegar, actuando con prudencia saldría de sus miras; tomaba en cuenta el proverbial noctambulismo de esas espantosas criaturas y solamente en las horas en las que descansan en sus pestíferos sarcófagos, arriesgaría sus pasos hacia el ascensor o hacia las escaleras de servicio. En el día, lo mejor sería aprovisionarse, pero procurando volver siempre antes del crepúsculo. Mientras pensaba en esto febrilmente empezó a delirar. Una inexplicable repulsión se proyectó hacia la familiaridad que solía tener con la gente. Evitaría a los amigos y conocidos, evitaría los compañeros de trabajo. Transformaría su departamento en una bunquer y los Jefes sanguijuelas podrían esperarlo hasta nunca más ver. Disfrutó por anticipado su renuncia laboral. Ya no lo atraía la vieja manía de tratar con aire donjuanesco a las blondas compañeras de oficina quienes (ahora se percataba), acostumbraban a mirarle el cuello relamiéndose, aunque aún aceptase que en tal demanda de sangre fresca las presuntas vampiresas tuviesen prerrogativas sin duda agradables para él. Esa tarde, antes de atrincherarse en el departamento- caja- fuerte, entró en lagunos comercios cercanos. En la Iglesia (algo extrañado), el cura le bendijo un bidón de agua cristalina; en la Santería se surtió de amuletos, sahumerios, aceites esenciales y velas aromáticas. En el supermecado, compró además de varias botellas de Wysky, muchas bolsas de café y al volver y descargar todo aquello, sintió cvierta liviandad y cierto contento. Pero el exceso de café absorvido en pocas horas causaron una extrema reacción hiperkinética, de la que se repuso bebiendo una botella de wysky en las rocas. Para eso estuvo sentado largamente en el sillón de living cavilando- vaso en mano- en un silencio como el silencio estelar, que por momentos plasmaba huidizas imágenes, de colores, calidoscópicas. Cuando sus párpados agotados cedieron al descanso, quizá logró dormir pero tan sólo fue un poco. Se desconoce si padeció pesadillas en el silencio sin tiempo del sueño.Probablemente sí.Despertó de golpe, con un presentimiento terrible; un instrumento punzante le fisuraba el alma.Alguna criatura abismal en el pasillo rasgaba con empecinamiento el otro lado de la puerta. Alguna criatura diabólica quería envolverlo en sus negras alas de paraguas y ostentar sus filosos colmillos...¿Okey? ¡Okey!Con toda presteza pormenorizó las defensas: la puerta seguía sellada gracias a un mueble descomunal (arrastrado desde la habitación más lejana, con un esfuerzo similar al de un esclavo egipcio), que la hacía inviolable. Las ristras de ajo enrrolladas en los amuletos custodiaban todos los rincones. En cada abertura pendían esos tubérculos protectores de su preciada sangre y una grandiosa cruz atalayaba victoriosa su querido cuello. ¿ Okey? ¡ Okey!No obstante faltaban dos cuestiones. La primera, no había podido afilar una estaca como la gente (ni siquiera consiguió quebrar en sesgo la pata de la mesa de roble); la segunda, cada intento que hizo por levantarse del sillón resultaba infructuoso. Su trasero, con los miembros amasados por la flacidez provocada por el exceso de esfuerzos y del alcohol, quedaba atornillado al sillón y semejante extenuación anulaba cualquier consistencia muscular.Los rasguños del otro lado de la puerta no cesaban.¿Tenía otro remedio que inculpar a la vecina anémica que esta vez no venía por carne fresca sino por su delicada carótida, fuese la izquierda o la derecha? Basta con evocar los ojos adormilados, la escualidez de su figura y de su brazo al extenderle la bolsita con café para darse cuenta que detrás de su apariencia insustancial encubría la detestable glotonería de sangre floreciente. Imaginado su desglose, elaboró en segundos el plan que lo preservaría. Sin embargo, no podía erguirse todavía y tuvo que mentalizarse en que debía mantener su pequeña dosis de sensatez hasta la salida del benefactor sol. En cuanto el astro galáctico enviase sus brillantes mensajeros de luz, su invalidez desaparecería como por encanto. Podría entonces acercarse a descorrer las cortinas y los poderosos rayos esparcirían doradas franjas en el interior de los ambientes. Sería ese el instante propicio de destrabar la puerta para dar paso a la miserable criatura que se empeñaba aún en rasgar la puerta. Y al abrirla , amablemente burlón, le diría: " ¡Pase querida, pase por favor...!"Y al ella entrar dispuesta abalanzársele, los candentes rayos le causarían penosos estragos; corromperían su piel, demolerían sus huesos secos, extirpando para siempre la pervesidad de ese cuerpo falsificado para la dudosa inmortalidad terrestre. Lo haría a la parrilla dentro de un infernal fogonazo...¿ Okey? ¡Okey!Conforme con el maravilloso plan, esperó confiado en el mullido sillón mientras consumía el resto de la tercer botella. Y al ascender el sol en el horizonte el momento crucial había llegado. Pero en cuanto quiso ponerse de pie cometió una torpeza insuperable. Vaso y botella cayeron de sus manos estrellándose en el piso. Avanzó a tontas y a locas; las plantas desnudas de sus pies presionaron los agudos fragmentos y comenzó la sangría. A cada paso el espeso líquido que manaba de las plantas de sus pies regaba el parquet. Los agudos fragmentos, como un torrente anegaron su sangre sobre el parquet y sin embargo, con gesto sañudo, él proseguía la marcha hacia los ventanales, cubiertos por gruesas cortinas, dando los últimos pasos hacia el fin de la noche Los Piolas. Autor: Alberto Carranza Fontanini. Al escuchar a Jacinto excomulgar a nuestra ex- amante, sentí el dudoso consuelo de no haber sido el único afectado por los cuernos. El quería mostrarse despiadado e imparcial pero leí en sus ojos relampagueantes mi misma humillación. Adiviné el corolario de aquel diálogo: sería en vano despreciarla. _ Mirá Juancho -dijo - no tiene caso, esa mina lleva la corrupción a flor de piel. _ ¿Crees que vine a defenderla?- repuse suspirando involuntariamente.Supuse que ambos estabamos incapacitados para dejar de amarla y por ello añorabamos la "flor de Lis" de su hombro mórbido; tatuaje realizado por un experto. Gabriela había pretendido que cada uno de nosotros se grabase una idéntica aunque más pequeña; la caprichosa marca haría más tangible su predominio. Indudablemente persistía algo tortuoso en esa exigencia. _ No sólo me refiero a su conscupicencia ¿eh?- recalcó.Pedimos al mozo más café. Sabíamos quienes eramos los estafados morales y materiales; todos buenos amigos, amigos de toda la vida. Cruzamos nuestras miradas con la tristeza honda e irremediable de los que se hundieron en el mismo lodo. Maldije la humedad pegajosa de ese mediodía lluvioso: no había modo de quitar el sudor de nuestras frentes y nuestras manos. Jacinto empalideció extremadamente. _ Se destapó la olla podrida con el asunto del crédito- me apresuré a aclarar- la intención que tuvo, al filtrear con unos y con otros, clarifica toda la cuestión...El crédito rondó en mi mente. Gabriela solicitó $ 200.000., al Banco donde me desempeño de tesorero y los cinco primeros vencimientos seguían impagos, y ya no pude ocultárselo al Gerente._ ¡La atorranta nos jodió bien jodidos!- estalló Jacinto. Su cara se crispó angustiosamente.- Che, tranquilizate...Hizo una mueca, algo se resquebrajaba en su estructura humana, no supe diferenciar si ese algo era físico o espiritual._ Aguanté a esa loca como buen porteño. Siempre inquieta como una avispa, tenía que parar en cada Casino, en cada Hipódromo...un " tour de force" con esa extorsionadora por ciudades veraniegas y por cada villa suntuosa,estaba claro que el asunto era fundirme la billetera... _ Te fue peor entonces, por que en mi caso no hubiese podido seguir esa carrera infernal con mi sueldo de bancario- repuse y me pregunté si habría servido de algo nuestro amorío. Sentí envidia por Jacinto y no estoy seguro por qué._ La nuestra fue una relación cenagosa, che :-dijo mirándome con ojos perdidos-; solía preguntarme:¿con quién estarás ahora perra de mierda? y me había acostumbrado a esperarla acechando desde la ventana, en el umbral cercano al sospechoso hotel alojamiento, o enfrente, debajo de una sombría ochava...me gustaba esa situación desesperada de espiar y celar como una bestia a otra bestia...( hizo silencio; breve, escueto su silencio);podría enumerarte las noches de martirio, noches de incomprensibles rencores, de recriminaciones y de odio y al final de amor...estaba consciente que por entonces se encamaba con vos y con los otros y sin embargo no la patié...Los ojos de Jacinto al lagrimear y ser enjugados con rabia se congestionaron, al final quedaron secos y enrojecidos. Extraña identificación anímica- pensé- levantándome de mi silla. Recorrí el local. Miré mi rostro en el espejo del baño con curiosidad. Traté de dibujar la silueta de grabiela y mía besándonos. No pude, mi rostro estaba poseído, parecía el de un loco; sonreí sardónicamente. Tuve miedo,demolí la sonrisa burlona y de nuevo me sentí conturbado. _ Gabriela nunca paraba de repetir esa historieta de su fracaso matrimonial con enorme y calculada persuación. Sabía usar al pelo esa cara de estampa religiosa, una pose que seguramente iba a seducirme. ¿ No te pasaba lo mismo,che?Ya habíamos entrado en un suspenso denso, casi inefable. Desde el baffle, nos llegó " Adios Nonino" quizá homenajeando nuestro esgunfio y tal vez apaciguando nuestros ánimos bajoneados, sobre todo a Jacinto que ya tenía las facciones enfermizas de profesor de música tísico y en declive. Esta observación mía apareció al observar su bien cortado cabello renegrido pegado a la testa armoniosa, al temblor de su bigotillo sobre sus labios finos y tensos, y al tamborilleo de los dedos musicales de su diestra sobre el mantel blanco, un poco menos blanco que el pañuelo inicialado con que enjugó sus comisuras al sorber su café, como un modo de despistarme de sus ojos que tenaces retornaban a las lágrimas.A través de las vidrieras de la enorme confitería solitaria, nos compenetramos en los perfiles otoñales de los transeuntes que rebalsaban las veredas con sus paragüas y arriesgamos que aquel diluvio que envolvía Buenos Aires, terminaría por inundar grandes franjas de la zona ribereña.Cuando Jacinto me interrogó especificamente por la deuda y qué podía ocurrirle an Gabriela si seguía empecinada en no pagar las cuotas, preferí no responder. Todos eramos sus garantes y me preguntó si había hablado de esto con Mazzini y con Quique. _ El Gerente me citó esta mañana: reprobó aquella recomendación que le había dado para otorgarle el crédito, y no dejó ni un minuto de rascarse los codos soriácicos, tan molesto estaba que apenas escuchó las seguridades que yo le di respecto a ustedes ( reitero: todos mis amigos eran avales de Gabriela.) A Gabriela le advertí muchas veces que era mejor hablar y ponerse de acuerdo, pero no me dio pelota. Me desconcierta su irresponsabilidad; la última vez que conseguí comunicarme a su celular, se lo dije. " Apretá a tus amigotes que me usaron hasta que venda el departamento" me contestó y veo que no bromeaba._ Será mejor no hacernos ilusiones. Esa mina vive el momento, te enrieda la soga...Mañana voy a dar la cara, voy a ir al banco. Ya que vas a verlos decíselo a Quique y Mazzini... La lluvia, al menos por un rato se detuvo y nos despedimos como dos perros abandonados al incierto destino de la ciudad tormentosa.Mazzini era un tipo más práctico que Jacinto, lo mismo que Quique en cuestiones de negocios; en las cuestiones sentimentales, en cambio, era el más sensible de los cuatro. Nos vimos en el café del Chino esa misma tarde. El café era sumario, un poco más amplio y con las mesas mejor distribuidas que los cafetines de paso que abundan en Buenos Aires._ Traé dos fecas, Chino-pedí. confiado._ No toi de mozo, toi de lavacopa. Dijo y nos sonrió desde el mostrador con su cara redonda-amarilla y sus ojos orientales insistieron en los titulares del matutino reaccionario. Mazzini era un tipo lleno de insinuaciones sentimentales y de melancolía. El pasado se había ensañado con él fijándolo a un presunto drama. Al enterarse de mi ingrata misión con su rostro ensombrecido empezó a consumirse en evocaciones._ Ya no admito que esa papusa mistonga me siga escorchando...__ Tampoco Jacinto,ni yo, tampoco Quique...- dije.Tenía encanecida la melena; arrugas profundas se ahondaban en su frente al agregar:_¿ Lloré por mi fracaso y ahora tengo que llorar por el de ustedes?Más tarde en su bulín ( un cuarto bien puesto, zaguán al fondo al 500 de Necochea), entre sus fotos tangueras me mostró un par de ellas: Gabriela y él._ Ella era feliz.Descorchó el tinto. Abrió el ventanal. Respiramos la humedad recalcitrante del puerto no muy distante._ Ya te digo, pibe; me conforta saber que ahora somos extraños. Esa mina es ladina, quizá le vengan bien las rejas. Decíselo a tu Gerente.Bebimos largamente. Me contaba despacio varias historias de grelas y reos. Con el escabio y los puchos se olvidó de sí mismo. Con su "sed de tangos" entonó imperfectamente: " Tu color, tu pálido color; tu mirar, tu límpido mirar, tu cantar, tu cálido cantar...- y así siguió cloceando con las mejillas encendidas-, y unimos nuestras voces borrachas con el verso final de H. Manzi:- " ¡De nuevo me dirá que sí...que sí!"A Quique lo hallé al día siguiente descansando en el puente de su velero "Adelaida", en el naútico de Zárate. Almorzamos con indolencia una paella rociada con un buen Torrontés. Me conservé prudente durante el almuerzo. Después de la siesta, contemplamos el Paraná y ahí fue propicio hablar de Gabriela._ ¿ Y la imunda tuvo el tupé después de lo que me hizo?- dijo fastidiado por el zumbido de un mosquito.- ¿ Qué te hizo?- dije sombriamente._ Nimiedades. Filtreaba acá con mi agente de bolsa, con mi abogado y con...¡bah! mujer furtiva como pocas;¿ miedo a la vida? ¿ al avance de la edad? Está perdida. Yo la aconsejé bien: le dije que si seguía por esa senda terminaría en la abominación. Se lo dije una tarde antes de cortar el vínculo que nos unió tres meses: " ¡sos fiel sólo al error, Gabriela!" Se encabritó y se fue.En las vacaciones siguientes la vi en la rambla Marplatense. Su hermosura se había purificado. Esa mañana caminaba con lentitud, en contra del viento marino que hacía revolotear su cabellera. El día iba a ser soleado, espléndido. En el bar, denotó el cansancio que empezaba acumularse en sus rasgos. No estaba dispuesto a ser comprensivo ni bondadoso con ella y, sin embargo...Después de un rato de charla le pregunté si había dejado clavado al banco por su excesos en el escolaso._ No, Juancho - dijo con un tono suave y percibí ( o creí percibir), su angustia, una misma angustia que nos hermanaba-, me vengué de ustedes porque estaba demasiado triste._¿ Triste, vos?- no lamenté que mi tono de voz denotase esa ironía pulcra que revienta._ Los hombres merecen lo peor, son crueles y egoístas._¿Mis amigos lo fueron? ¿ Yo lo fui?_ Ustedes vinieron después... - me miró,creo, compasivamente.Y me sorprendió. Se desparramó en sollozos, la imagen desvalida de su cuerpo convulcionándose imponía piedad. Le acerqué mi pañuelo y me senté a su lado para que descargase su pena en mi hombro. Supuse que mis amigos lejanos habrían aprobado mi gentileza, inexplicable._ Soy tan desgraciada Juancho, desde que Mirko me dejó.Imaginé que el tal Mirko era cualquier cosa, un gigoló, un rufián, una culpa por la cual una mujer buena se pierde._ Siempre acusándome, acusándome- decía ella sollozando sin parar- vivimos juntos, muy juntos, mucho tiempo estuvimos unidos y nos amamos, pero él de repente cambió, se volvió despiadado, no perdía ocasión para molerme a golpes, me hacía cosas..., que si las dijera te pondría los pelos de punta. El alcohol lo trastornaba, lo ponía un demonio: la noche que me tiró al suelo a puñetazos, deliraba, me acusaba sin parar de haberlo obligado a dejar a su familia: era un monstruo el que arrastraba hacia el fondo de la casa, hacia el parque, ¿sabés? Allí, en ese parque cavó un hoyo, me enterró hasta el cuello y se fue. ¿ A vos te parece? A la otra mañana me sacó y dijo lo más campante: "! Te merecías esta lección!" El estaba sobrio y después dijo: " de ahora en más sólo vas a servir para decorarme el Jardín, así que mejor ¡andáte!"; supe entonces que había entrado en su desamor y por eso me echaba para siempre... Cuento de antes y después. Autor: Alberto Carranza Fontanini. " Todas las horas hieren, la última mata" ( P. Romano) Había una vez un hombre común que se arrepintió de ser y resolvió dedicarse a contemplar el tiempo. Su mujer se enojó mucho con él y habló con sus hijos. Estos, le vieron allí, sentado a la puerta de su casa, con la vista puesta en la distancia y le preguntaron cuanl era la causa por la que había cambiado tanto. Pero no obtuvieron respuesta y el hombre siguió imperturbable, mirando los ocasos y amaneceres siempre cambiantes. La mujer, aunque decía amarlo, ya no quería estar con él; no quería volver a su lado y para justificarse decía a sus hijos: "¿Cómo podría continuar viviendo con semejante hombre? Y después de cierto tiempo buscó otro hombre que estuviese en sus cabales. Cierto día los hijos también lo abandonaron y la casa quedó desierta. Ellos creyeron preferible dejarlo tranquilo con su manía; además les pareció imposible sacarlo de sus trece, el padre no los atendía ni se dignaba a hablarles.El hombre adelgazó singularmente. Los ojos asomaron de la arrugada faz como ascuas apagadas y la barba, abundante, caía desprolija hasta su pecho. Allí, siempre sentado a la puerta, casi sin respirar semejaba una estatua pensativa, muda...es un decir, pues nadie podía segurar que respirase tal era su postura de quietud infinita. Los vecinos en un principio, fueron considerados y corteses al acercarle platos con comida y también al preguntarle por su salud. Pero también se cansaron de sus ojos vacíos y de su mutismo inconmovible. "¿ Pero quién se cree que es" comentaban entre sí, ofendidos, casi indignados y a la vez confundidos. Y se alejaron de él. De manera que si debían pasar ante la puerta de su casa rehuían mirarlo y saludarlo.Desde su resolución de detenerse a contemplar el tiempo pasaron cuatro años; entonces alguien dijo haberlo visto levantarse para estirar los miembros y enseguida volver a su postura habitual, temeroso de que todos se enteraran.Pero en verdad, el hombre jamás se movió, ni siquiera después de un siglo, transcurrido el cual descubrió dentro de sí quien realmente era. Cebar Mate autor:Alberto Carranza Fontanini. A medida que el auto avanza y sorbemos mate expandiendo nuestras miradas en el cambiante paisaje, observo a mi mujer en su acción repetida de engullir glotonamente los pan de leche y que de repente- movida por cierta malignidad- se da vuelta hacia mí para zampar uno en mi boca de Loro hablador, y así impedir por un rato que la moleste al interferir en sus comentarios agrios y triviales.Por añadidura, en un improntus casi desesperado, me concentro en el manejo del auto socorrido por una imagen cómica redentora: concretamente veo a mi mujer rumiando maníes durante las visitas dominicales al zoológico. Que ella esté encerrada en una de las jaulas sería un consuelo; una travesura mental que me regocija (bien sé que si ella sintiese lo mismo con respecto a mí, sus ojos también se llenarian de chispas burlonas), pero al reflexionar y darme cuenta de que con el mismo lenguaje compartimos idéntico destino me parece conveniente desechar esa idea desvalorizadora; lo cual es prácticamente imposible hasta que logro avanzar otro Km., cuando soslayando el sol restallante sobre los campos, la veo cebar mate con esa yerba misionera reconocible y a la vez noto que se queja porque se insinúa de nuevo su migraña, previsible desde que la escasez económica frustró su manía de comprar todo (incluídas las baratijas), y sus ganas de llorar. Ella sabe muy bien -¡ quién no!- que desde siempre la miseria se ensañó con gran parte de la humanidad mientras la otra siguió dedicada al dolce farniente. Seguidamente acude a mi memoria el concepto cívico del laisefer, ya que decidimos irnos de vacaciones casi amortizados. No importa - le digo a ella arrimándole un pañuelo para que suene su nariz y expela el atchís con un característico rebuzno rechinante-, estos días son nuestros y dalo por hecho que vamos a disfrutar... Su exclamación me deja pagando: "¡ Qué iluso que sos!, dice con sarcasmo. Y en ese total desacuerdo con mi perspectiva feliz, pasa por alto la poca esperanza que me ha ayudado a soportar la dura tarea diaria de esos meses pasados. Se que ella menosprecia mi resignación de bestia de carga, aunque gracias a ese aguante consiga cada día el pase de sobrevivencia...¿Cabe duda que seis bocas hambrientas traman una condena prolongada?A veces lamento que en cierta ocasión se nos haya escapado la posibilidad de irnos a un lugar diferente. Habría sido reconfortante encarar otra posibilidad, empezar de nuevo y sentirnos que vale la pena lo que uno hace con el sudor de los pies, ya que mi trabajo de vendedor callejero me obliga a caminar cientos de cuadras cada jornada.Pero se me ha evidenciado que nunca será probable en nuestra situación. Además no hay coincidencia ni diversidad sino oposición absoluta en nuestros respectivos criterios. Ella se hubiese ido para operarse las lolas y un sin fin de intervenciones estéticas " porque allá en estos importantes asuntos están super tecnificados"- dice ¿...? En realidad también sé muy bien de su anhelo de permanecer joven muchos años, lo que no es raro en el género femenino (ni tampoco en el masculino). Yo, para terminar esa especie de desacuerdo, le digo que se da por descontado que la fuente juventus es poco probable o casi imposible. Entonces me retruca que para ser feliz, feliz, feliz, no alcanza con tener una familia numerosa que llega abrumar. Y Es innegable que tiene su razón: la agobia lavar, lavar, barrer, barrer, y cocinar y cocinar y cocinar- igual que una sirvienta full-time-, porque el instinto (como a cualquier otra pareja que reside en el globo terráqueo), en su momento nos puso el celo reproductivo.Ella deglute otro pan de leche mientras yo, solvente, suelto mi mano derecha del volante para recibir el mate cebado con todo esmero. Una súbita aprensión deja el paisaje campestre que transitamos con largueza en segundo plano; se trata del invariable malestar que me aqueja cada vez que me ceban mate y me autoengaño eludiendo el consejo médico del nó definitivo a la bombilla, pues, según su apreciación, arruina mi sistema digestivo. ¡Ah, como odio esa prohibición! ¿Odio? Sí, al médico que quiso extirpar mi vesícula, odio esa cara de bicho deforme con escalpelo. Odio a ese cirujano que elimina cálculos de tu maravilloso higado cirrótico o grasoso, quizá porque en alguna instancia le reporta pingües ganancias y a mí me da inconcientemente envidia. ¿ Viste médicos pobres?- dijo alguien- Nó, vi pobres médicos que jamás logran ascender de un modo veloz al ansiado status- repuse yo sin respirar.Le devuelvo el mate y acepto que me dé otro mate bien cebado, pero sigue crispándome echar vistazos a las partículas de los pan de leche desparramadas sobre su falda y los bordes de su asiento. Con el habitáculo salpicado de esos restos debería detenerme en cualquier estación de servicio y sacudir los asientos afelpados y demás recovecos del auto. ¡ Pero los humanos somos tan pero tan sucios!Cierta vez, mi compañero de pesca - amigo de siempre-, indicando con su ceño fruncido la superficie del río Paraná, me advirtió sobre aquellas bolsas plásticas brincando sobre el agua color melena de león, infectada por detritus, y sobre la aglomeración de pescados inflados e inertes que se mecían en la orilla cerca nuestro y no pudo evitar clamar al cielo por semejante desaprensión. Sin embargo, muchos siguen inmutables con mi deporte favorito (la pesca) porque desestreza. Nadie niega las bondades de la pesca ni el derecho a pescar, aunque al abrir los peces que se cosecharon vivos toda clase porquerías rebose de sus tripas lo cual, tarde o temprano, igual los hubiese liquidado sin morder los anzuelos.Mi mujer continua engullendo y pienso que junto con las dimensiones de su estómago creceran sus protestas porque no subirá el cierre o porque la biquini remarcará los flotadores de la cintura. En verdad, deberíamos aceptar que, secularmente, los humanos estamos enfermos del bocho y cuando mi mujer sufra por sus excesos de ingesta, condescenderé a persuadirla de que esas cosas simplemente no interesan, mientras nos amemos. Después de todo me incluyo como heredero del zoológico actual. No por casualidad llevo cada tanto a nuestros pequeños depredadores (nuestros hijos) a que disfruten de ver las especies constreñidas por vallas. Parsimoniosos, desandamos los senderos del Zoo., extansiándonos a cada momento frente a sus prisiones. En particular, me fascina la jaula de los gorilas. Sobre todo, la del poseedor de una expresión memorable: su cara sarmientina parece la del prócer de la educación con el sutil agregado de un buen carácter. " Es impresionante - dijo mi arisca mujer al recordárselo y cebando otro rico mate remató satisfecha-: es impresionante que ese bestia peluda haya demostrado ser más civilizado que vos." En esa ocasión me habían entretenido los meditativos y tristes ojos del gorila que a intervalos expulgaba su cabeza. Ambos nos mirabamos estudiándonos con obvia complicidad. Yo tuve la impresión mística de estar ante un buda impertérrito que, ante la inopia circundante , imposibilitado para demandar nuestra habitual injusticia, recurre a frotarse la cabeza de un modo resignado.¿Cabia otra actitud que hermanarme con él?Originé el estupor de la gente que lo contemplaba cuando con toda desición entré a la Jaula, le dije unas palabras comprensivas y terminé dándole un abrazo inolvidable y conmovedor. Traje de mi paísun pilchero de penas,hambre y heridas.Desde el setenta y tresque las ando trayendo.Se me han pegadocomo abrojos en mi pellejo.Si en las chiguas y riatasse me asoma alguna,es que todavía andan conmigo. Los septiembres ya no me alegran.Son veinte de ellosque como inviernosse han estacionado en mi cuerpo. Pero he encontrado esta tierrapara mis almendrosque en pleno inviernoflorecen. ( continuación pág 1.)De repente el ritmo aturdidor de la música amainó. Era como una tormenta cacofónica que se detiene para dejar paso a la voz sensual del trovador romántico que motiva a las parejas a un baile más íntimo en un ámbito súbitamente umbrío. En esa instancia M.O. no perdió el tiempo y sacó a bailar a la cordobesa que parecía ansiosa ante la invitación. Bastó el entrecruce de miradas intensas para que se sellase un pacto en ciernes. M. O. se sentía feliz y Ludiana se sentía dichosa mientras era llevada con suavidad por la penumbrosa sala y en él espontáneamente surgió un juramento impensado: " Amaré a esta mujer hasta la disolución final".En realidad se examinaban, se reconocían con curiosidad. Los grandes y penetrantes ojos de Ludiana se despojaban de precauciones y observaba a su pareja que parecía tener una imperiosa confianza en sí mismo y que, sin embargo, se sentía totalmente inseguro. Llegó él a sentir una especie de desfallecimiento con sólo estrechar la cintura del fibroso cuerpo, entretanto ella giraba repleta de una profunda embriaguez y ambos se volvieron indefensos ante los embates del amor. Experimentaron lasitudes y sudores mientras se insinuaba el juego amoroso trasvasado en vértigos y desconciertos. Y en esas circunstancias sus ritmos cardíacos- unidos a la cadencia arrulladora de la poesía musical -,redoblaban alocadamente.Por otro lado Ludiana parecía adaptarse a los pasos de baile algo vastos y torpes de M.O. quien seguía creyendo sostener entre sus brazos a una criatura frágil y se desconcertaba al percibir una energía exuberante. Aspiraba sus fragancias mientras contemplaba el rostro enmarcado por la cabellera imperiosa que gravitaba sobre su espalda y le rozaba su tensa mano. La respiración de la cordobesa, centrada en su cuello, era anhelante. En ciertos momentos, al separarse un tanto, él lamentaba que la música decayera en los necesarios paréntesis.En todas esas instancias el escrúpulo pareció caminar hacia el destierro dando paso a la misteriosa percepción del amor.
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alberto carranza
MARIANO DOROLA
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