• Ballerina Chevalard
Ballerinavaleriana
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  • País: Chile
 
Este era el inicio, de mi final. Ignoraba y rechazaba rotundamente la peligrosidad entre 1 martini y 10. Solo veía un cero al lado, que para mi ya no significaba nada, al igual que mi ex novio.  Había encontrado al muy maldito revolcándose con la que creí mi mejor amiga, ¡Y en mi cama!. Luego de eso tuvieron el descaro de decir "no es lo que parece". Asco, es lo que dan y daran ese tipo de personas.  Jamas se me paso por la mente engañarlo. Las relaciones son con lealtad. Hubiera preferido que me terminara antes de encontrarlo metido con otra. Ya iban exactamente 5 martinis. Mi meta eran 5 mas, aunque quedara tirada en el piso. El alcohol sana las heridas en momentos de tristeza, o por lo menos las elimina de la cabeza por un rato. Eso era lo que necesitaba: olvidarme de todo y todos, pensar solo en lo exquisito que estaba el majestuoso licor.  - Me da un martini mas, por favor - pedi al mozo. El me miro desconfiado, seguramente se le paso de la cabeza que no pagaria la cuenta.  Podia empezar a transformarme en borracha, pero derecha seguiria siendo. Tenia suficiente dinero en mi billetera para pagar todo lo que quisiera.  Lo unico que no podria comprar ni por todo el dinero del mundo, era el amor de el. Justamente lo que anhelaba en ese momento, aunque intentara demostrar fortaleza.  - Disculpe, ¿puedo sentarme aqui? - pregunto un chico, apareciendo en la silla que estaba vacia a mi izquierda.  - Claro - respondi, inclinando un poco la copa que estaba bebiendo. El era alto y elegante. Bastante apuesto, y seguro lo era mas, pero yo estaba iniciando la borrachera de mi vida. - Perdoneme que me entrometa en sus asuntos, pero tomar tragos no es la solucion a ningun problema - musito este. - Si usted supiera no me diria eso - ahogue un hipo con mis manos, tanto licor empezaba a causar sus efectos. - A mi tambien me paso algo duro hace unos dias, pero no por eso me echare a morir - dijo. El tono en su voz me demostraba que el era mucho mas fuerte que yo, claramente. - ¿Entonces que hace aca, si no viene a tomar? - El mozo, es mi hermano, lo vengo a buscar - respondio. Mire hacia donde apuntaba y ambos se saludaron.  ¿Creen en el destino? ¿O en las coincidencias? Pues yo, hasta ese momento nunca lo habia hecho. - Encontre a una... perra - mi voz tomo el tono de desprecio - en la cama con mi novio. - Que duro - musito -, me paso algo parecido. Mi novia me dejo por otro, esta es... - saco una pequeña foto de su bolsillo y la puso delante mio. Casi me da un infarto al ver que era la misma chica de la que hablabamos. El destino existe, y cada uno lo tenemos grabado irreversiblemente en nuestra frente.  Terminar con Estephan fue la peor tristeza que pude pasar, lo que me abrio los ojos, pero me impulso a salir adelante, por mas que me doliera y me costara. Mientras que conocer a Alex, fue mi propia cicatrizacion de heridas que jure incurables. Ser tan sensible siempre me jugaba malas pasadas, pero el me enseño a que no valia la pena sufrir por personas que no lo harian por mi.  Fin (: 
A veces pienso: ¿será mejor la muerte? ¿o vale… lastimar personas, por un capricho de Dios? Solo se que no soy normal y que nunca lo seré. Ese sentimiento de culpa al matar a alguien… es delicioso.  Lo que hago esta mal, pero hay algo que cada vez me impulsa a hacerlo. Ademas no tengo a nadie que me aconseje para buen camino, ya que soy huerfana. La vida me ha arrebato demasiado; ¿Por qué el resto deben ser felices, si yo no lo fui nunca?  - ¡Porfavor no lo hagas! ¡Te lo suplico! – grito la embarazada, esa mujer no merecia vivir, ni menos el engendro que llevaba dentro – No lo pense dos veces y enterre el cuchillo en su carne. Sus gemidos de dolor eran como musica para mis oidos. Me quede alli observando su muerte.  Yo era pequeña. Mis papas discutian muy fuerte mientras que yo observaba detrás de la puerta. En un solo segundo mi papa tomo un cuchillo y mato a mi mama, era ese el trauma que tenia con los cuchillos, al hacer morir a todas mis victimas de esa manera. Ahogue un grito con mis manos y sali corriendo. El me perseguia y gritaba mi nombre, pero yo logre esconderme antes de que pudiera ver. Mi hermano Javier me miraba escondida desde la otra habitación, sabiendo ya que mi papa estaba borracho nuevamente.  - ¿¡Donde esta tu hermana!? – grito mi papa a Javier, al que dejo tiritando del miedo -  - No se papa – respondio este tartamudeando – - ¡No te creo! ¡Dime la verdad! – grito nuevamente, acercandose cada vez mas a mi pequeño hermano -  - No lo se papa – dijo Javier, empezando a llorar del puro terror que le tenia a mi padre -  Mi papa se acerco a el y lo tomo del cuello, susurrando la palabra “maldito mentiroso”. Lo empezo a sofocar cada vez mas, hasta que Javier yació muerto en el piso. El dejo a mi hermano tirado y se fue de mi vista, dando que yo aprovechara de salir fuera de la casa. Corri como nunca lo habia hecho, y lloraba desconsoladamente. Luego de eso no recuerdo como llegue a parar al orfanato, en el cual estuve solo 10 años, porque después me escape. ¿Quién iba a pensar que una chica de 15 años iba a tener tantos homicidios sobre ella?. Me fui a mi casa y llegue a hacer lo que siempre hacia después de matar a alguien: sentarme en el suelo a pensar. Tuve suerte que esa casa estuviera vacia, si no, no se donde me hubiera quedado.  - Me das asco – murmure hacia mi misma, dejando caer una lagrima al suelo -  Dios no existe. Si existiera no me hubiera tocado la vida que tenia. Tanto sufrimiento… ¿Por qué me habian condenado tan cruelmente? Tome el cuchillo con el que habia dado muerte a la mujer embarazada y lo agarre con ambas manos. Estaba tiritando. Deseaba matarme en ese mismo instante, para terminar con todo.  - ¡Soy una cobarde! – afirme, tirando lejos el cuchillo ensangrentado –  Me tendí en el suelo y empece a llorar, deseando que mi perpetua condena terminara de una vez… y si el tan alabado Dios deseaba: irme al mismo infierno. FIN :)
Aveces la obstinacion de el me superaba, pero estar enojados dolia demasiado. Jamas una pelea nuestra habia durado tanto, con suerte antes era una sola tarde. En la mañana se iba a estudiar y no se despedia, hacia como si yo no existiera. Volvia en la tarde, se preparaba la once solo para el, sin notarme nuevamente. Ni siquera era capaz de mirarme a los ojos y decirme lo que sentia. Tenia algo pendiente, algo que debia decirle, pero no podia. Me costaba demaciado, los sentimientos hacia el seguian intactos, pero ahora era distinto. Era miedo a encararlo, por terror a que me dejara. No lo podria soportar. Cada noche se acostaba en su lado de la cama y daba la espalda al mio, lo que antes nunca habia hecho. Me provocaba un dolor terrible, aun mas ya que no recordaba lo que habia hecho, como para tener la capacidad de pedirle perdon. - Debemos hablar... - me atrevi a decirle. Estabamos acostados y yo sentia que el aun no dormia. - No puedo... - ¿Por que no? Dime por favor como puedo arreglarlo. - Debo olvidarte, si no quiero seguir sufriendo. Su palabra final me partio el corazon. El ya no me amaba, ¿Pero por que seguia conmigo? Era... tonto, vivir con alguien que ya no amabas. Al dia siguiente se levanto temprano. Por una razon que desconocia se arreglo como no lo hacia el resto de los dias. Me vesti rapidamente y lo segui. Camino unas cuadras hasta la casa de Sofia, mi mejor amiga. Estuvieron conversando un buen rato afuera, hasta que lo vi desplomarse en llanto en los brazos de ella. Los brazos que retuvieron su llanto debian haber sido los mios. Justo en el momento en que me acerque, el salio corriendo. Sofia le gritaba que volviera pero el hacia caso omiso. No tenia idea que estaba haciendo el, pero ya me parecia raro que fuera donde ella, ya que nunca se hablaban. ¿El tendria otra? Sus pasos iban hacia el cementerio general de la ciudad, mas extraño aun. Apenas entro al lugar aminoro la rapidez y avanzo lento. Se detuvo en una tumba y comenzo a llorar. - Cariño no llores - musite, me agache y trate de abrazarlo, pero no se pudo. Pase a traves de el. - Hoy se cumple un año, y aunque no lo creas, estas en mi corazon como el primer dia - se limpio las lagrimas -, la vida sigue, pero... se me hara muy dificil sin ti. Lo mire con horror. Ya entendia lo que estaba pasando. Arranco las hojas y la suciedad que habia sobre la tumba y dejo ver las letras. "Anna Ross, 23 de Enero de 1990 - 24 de Febrero de 2010" Yo estaba muerta. El no era el que se habia distanciado de mi, era yo. Eso lo explicaba todo. No me ignoraba, si no que yo ya no existia. - Te Amo - susurro. - Yo tambien. "Solo te pido que me recuerdes, y viva en ti como algo lindo, algo que te provoco un instante de felicidad. Aunque deba partir, mi corazon se quedara contigo. Te amare por toda la eternidad."
Liberame de una vez y dejame ser quien soy realmente. Evitarlo ya me sera un drama. ¿Por que debo ser identica al resto? ¿O por que simplemente no me puedo cansar de algo? Ya me arrebataron mi identidad, no me hagan la mas indefensa criatura. Ellas carecen de cerebro, solo imitan a la que ven. ¿Ser distinta por que es tan malo? Tal vez por que no hay lugar feliz para mi, tal vez por que no logro encajar en ningun lado sin ser un clon mas. Alejarme de ellas sera lo mejor. Por lo menos lo intente.
¿Una Idiota?
Autor: Ballerina Chevalard  358 Lecturas
+++
Movió fuertemente el gran bolso, haciendo un estrepitoso ruido. Preparó la rosa que entregaríamos esta vez a nuestra victima y me miro mordaz. Me tomó por la cintura y me atrajo hacia su cuerpo. Un beso fugaz y violento. Mi preferido. – ¿Haz pensado lo que harás con el dinero? – me preguntó. Clyde, mi varonil Clyde. Como me encantaba la emoción de estar junto a el, y en especial la adrenalina al robar otro lugar mas. – Gastarlo contigo, por supuesto. Quizás ir a Paris, a Londres, a Milán… ¿Por qué amor? – respondí. Yo, su Boni, y el, mi Clyde. Justo como tenía que ser en cualquier otro lugar del mundo. Me aferre a su cuello y recorrió el mío con la punta de su nariz – ¿Tienes algún otro plan? – En realidad si, pero te lo diré luego de sacarlo – dijo.  – ¿Cuál? Dilo ahora. – Cuando salgamos del lugar, tú no subirás al auto, me esperaras en nuestro escondite – subió su mano por mi pierna y levanto mi vestido – y hay verás los planes que tengo – – ¿Por qué no me dices ahora? – quejé. Deslicé mi mano por su pecho y le desabroché la camisa – Vamos, Clyde. – Si te lo digo ahora, no resultará como quiero – Me subió sentándome en la mesa. Todos los papeles se cayeron. Caí hacia atrás y el se incorporó sobre mi. Su mano rozó mi cintura. Mordió mi labio y posó un dedo sobre este – ya tenemos que irnos. Se levanto y volvió a acomodarse la ropa, a lo que lo seguí haciendo lo mismo. Arregló su traje bien cuidado e hizo un elegante movimiento dirigiéndose hacia mí. Ajusté mi sombrero de plumas y posicioné la rosa roja en un bolsillo de su saco. Siendo este el robo más importante de nuestras vidas, me sentía ligeramente relajada. La gran ciudad de New York es hogar de muchos bancos, de los cuales la mayoría fueron robados por ambos. Un gran monto se encontraba guardado en la caja fuerte de Clyde en Londres, y el resto, enterrado en nuestro escondite. Ahora nos dispondríamos a robar el banco central. Desde el auto en marcha podíamos ver todo el centro de la ciudad; pero nuestros ojos – codiciosos y amanerados – instantáneamente desearon el gran edificio al que despojaríamos de todo objeto de valor. Acaricié la pluma de mi sombrero y miré de reojo a Clyde, que me sonrió complacido. Se bajó y me abrió la puerta para que también lo hiciera. Su mano tomó la mía. Suspiré aliviada. A través del guante blanco que llevaba puesto no pude sentir su suave mano – tan suave, que a veces llegue a compararla con mis vestidos de ceda – pero la actitud que transmitía me tranquilizó. Avanzamos hacia una de las cajeras y Clyde le entregó el papel de siempre: “Lléveme a las cajas fuertes o saco mi arma”. Claramente el arma no existía, pero el resto no sabrían. No había manera de que lo supieran. Ella nos miró asustada y dirigió a nuestra meta. Todo saldría como lo planeamos, como siempre. La joven abrió una puerta. El dinero, las cajas fuertes, las joyas, absolutamente todo el dinero de New York. Nos tardaría horas sacar todo, pero Clyde ya estaba un paso delante. La tome por el cuello y apunte mi cuchillo hacía ella. Inocente joven, pero ese precio era el correcto por encontrarse con Boni y Clyde. Al cabo de 1 hora logramos desmantelar absolutamente todo. Menos de lo que supuse que tardaríamos. Al salir por la parte trasera, Clyde activo la alarma de incendio y entregó la rosa a la chica. Nos subimos al auto rápidamente y echamos marcha. – ¿¡Que hiciste!? ¡Ya saben que robamos! ¿¡Por que activaste la alarma!? Además… dijiste que no debía subir al auto, y aquí estoy – increpé. A los segundos de estar activada la alarma comenzaron a soñar las otras alarmas, pero de policías. Ya debían seguirnos el paso. – Te dejaré cerca de nuestro escondite, tú espérame allí. Llegamos al campo con los policías de toda la ciudad detrás de nosotros. Al entrar en un camino distinto, aproveche de bajarme y Clyde siguió por el camino. Un pequeño refugio a la orilla del lago. Teníamos todo lo necesario para sobrevivir… si es que salíamos de esta. Me quede esperando a que el llegara, mientras observaba la persecución a tan solo unos metros de donde me encontraba. Mis ojos casi se salieron de sus orbitas cuando el auto – donde iva Clyde – se cayó al mar. ¿Llorar? No sacaría nada con eso. – ¿Creíste que yo estaba ahí? Ahora creen que estamos muertos y nos dejarán tranquilos. ¿Perfecto no? Atolondrada observé su perfecta figura que se mantenía al frente mío. Debí suponer lo que pasaría.   – ¿Y el dinero? – pregunté. Apuntó hacia la entrada, donde efectivamente estaban las bolsas de oro. Se acercó a mí e introdujo su mano rodeando mi cintura. – Hoy, 11 de Junio de 1785, acabamos de hacer el robo más grande de la historia – afirmó. – Somos dinamita – agregué – ¿Y ahora que haremos? – Terminar lo que habíamos empezado. Me contrajo aun más a su cuerpo y me recorrió con la mirada. Lo siguiente seria el inicio de una gran vida.   Fin (: 

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