One Shot: Dinamita
Publicado en Jul 02, 2011
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Movió fuertemente el gran bolso, haciendo un estrepitoso ruido. Preparó la rosa que entregaríamos esta vez a nuestra victima y me miro mordaz. Me tomó por la cintura y me atrajo hacia su cuerpo. Un beso fugaz y violento. Mi preferido.
– ¿Haz pensado lo que harás con el dinero? – me preguntó. Clyde, mi varonil Clyde. Como me encantaba la emoción de estar junto a el, y en especial la adrenalina al robar otro lugar mas.
– Gastarlo contigo, por supuesto. Quizás ir a Paris, a Londres, a Milán… ¿Por qué amor? – respondí. Yo, su Boni, y el, mi Clyde. Justo como tenía que ser en cualquier otro lugar del mundo. Me aferre a su cuello y recorrió el mío con la punta de su nariz – ¿Tienes algún otro plan?
– En realidad si, pero te lo diré luego de sacarlo – dijo.
 – ¿Cuál? Dilo ahora.
– Cuando salgamos del lugar, tú no subirás al auto, me esperaras en nuestro escondite – subió su mano por mi pierna y levanto mi vestido – y hay verás los planes que tengo –
– ¿Por qué no me dices ahora? – quejé. Deslicé mi mano por su pecho y le desabroché la camisa – Vamos, Clyde.
– Si te lo digo ahora, no resultará como quiero – Me subió sentándome en la mesa. Todos los papeles se cayeron. Caí hacia atrás y el se incorporó sobre mi. Su mano rozó mi cintura. Mordió mi labio y posó un dedo sobre este – ya tenemos que irnos.
Se levanto y volvió a acomodarse la ropa, a lo que lo seguí haciendo lo mismo. Arregló su traje bien cuidado e hizo un elegante movimiento dirigiéndose hacia mí. Ajusté mi sombrero de plumas y posicioné la rosa roja en un bolsillo de su saco. Siendo este el robo más importante de nuestras vidas, me sentía ligeramente relajada.
La gran ciudad de New York es hogar de muchos bancos, de los cuales la mayoría fueron robados por ambos. Un gran monto se encontraba guardado en la caja fuerte de Clyde en Londres, y el resto, enterrado en nuestro escondite. Ahora nos dispondríamos a robar el banco central.
Desde el auto en marcha podíamos ver todo el centro de la ciudad; pero nuestros ojos – codiciosos y amanerados – instantáneamente desearon el gran edificio al que despojaríamos de todo objeto de valor. Acaricié la pluma de mi sombrero y miré de reojo a Clyde, que me sonrió complacido.
Se bajó y me abrió la puerta para que también lo hiciera. Su mano tomó la mía. Suspiré aliviada. A través del guante blanco que llevaba puesto no pude sentir su suave mano – tan suave, que a veces llegue a compararla con mis vestidos de ceda – pero la actitud que transmitía me tranquilizó.
Avanzamos hacia una de las cajeras y Clyde le entregó el papel de siempre: “Lléveme a las cajas fuertes o saco mi arma”. Claramente el arma no existía, pero el resto no sabrían. No había manera de que lo supieran. Ella nos miró asustada y dirigió a nuestra meta. Todo saldría como lo planeamos, como siempre.
La joven abrió una puerta. El dinero, las cajas fuertes, las joyas, absolutamente todo el dinero de New York. Nos tardaría horas sacar todo, pero Clyde ya estaba un paso delante. La tome por el cuello y apunte mi cuchillo hacía ella. Inocente joven, pero ese precio era el correcto por encontrarse con Boni y Clyde. Al cabo de 1 hora logramos desmantelar absolutamente todo. Menos de lo que supuse que tardaríamos. Al salir por la parte trasera, Clyde activo la alarma de incendio y entregó la rosa a la chica. Nos subimos al auto rápidamente y echamos marcha.
– ¿¡Que hiciste!? ¡Ya saben que robamos! ¿¡Por que activaste la alarma!? Además… dijiste que no debía subir al auto, y aquí estoy – increpé. A los segundos de estar activada la alarma comenzaron a soñar las otras alarmas, pero de policías. Ya debían seguirnos el paso.
– Te dejaré cerca de nuestro escondite, tú espérame allí.
Llegamos al campo con los policías de toda la ciudad detrás de nosotros. Al entrar en un camino distinto, aproveche de bajarme y Clyde siguió por el camino.
Un pequeño refugio a la orilla del lago. Teníamos todo lo necesario para sobrevivir… si es que salíamos de esta. Me quede esperando a que el llegara, mientras observaba la persecución a tan solo unos metros de donde me encontraba. Mis ojos casi se salieron de sus orbitas cuando el auto – donde iva Clyde – se cayó al mar.
¿Llorar? No sacaría nada con eso.
– ¿Creíste que yo estaba ahí? Ahora creen que estamos muertos y nos dejarán tranquilos. ¿Perfecto no?
Atolondrada observé su perfecta figura que se mantenía al frente mío. Debí suponer lo que pasaría.  
– ¿Y el dinero? – pregunté.
Apuntó hacia la entrada, donde efectivamente estaban las bolsas de oro. Se acercó a mí e introdujo su mano rodeando mi cintura.
– Hoy, 11 de Junio de 1785, acabamos de hacer el robo más grande de la historia – afirmó.
– Somos dinamita – agregué – ¿Y ahora que haremos?
– Terminar lo que habíamos empezado.
Me contrajo aun más a su cuerpo y me recorrió con la mirada. Lo siguiente seria el inicio de una gran vida.
 
Fin (: 
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Foto del autor Ballerina Chevalard
Textos Publicados: 5
Miembro desde: Jul 02, 2011
1 Comentarios 638 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

sale todo en el texto :) Ojala les guste

Palabras Clave: Dinamita One Shot valeria schlie

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
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Sebastin

Mira que lo llevaste muy bien, sólo que no me gustó mucho el final. Quizá no soy muy romántico que digamos. Te dejo estrellas.
Un saludo.
Responder
July 02, 2011
 

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