• silvy
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No tengo pulso. Me estoy deteriorando. Ya no siento mi corazón. Ya no tengo casi latidos. Son estas mis ultima palabras. Son estos mis últimos versos. Es esto mi ultimo adiós. Es esto mi ultima despedida. Muero sola y triste. Muero sin nadie. Muero no me importa. Muero no pasa nada. Estoy sola aquí. Perdida en mi. Perdida en esta tierra. Estoy solo aquí. Con mi ultimo aliento. Con mi ultimo suspiro. Con mi ultimo pulso. Con mi ultimo esfuerzo. Digo a todos gracias. Gracias por esta vida. Gracias por matarme. Gracias por esta existencia. Gracias por un infierno. Un infierno gratuito. Gracias por mi muerte. Os quiere vuestra madre tierra.
Muerte
Autor: silvy  386 Lecturas
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Una noche soñé que estabas a mi lado, soñé durante horas con tu recuerdo, con tus labios, tu olor, tu piel pero al salir el sol desaparecistes y el sueño se evaporo. Intento volver aquella noche donde puede tocarte y amarte pero simplemente el recuerdo me tortura. Desaparecistes de mi vida sin mas, sin un adios simplemente te fuistes y aquí me quede yo implorando tu cuerpo. Estan tragico el adios, tan duras las despedidas que solo me consuelan los recuerdos del pasado. Tantas veces intento verte pero solo lo consigue por el sueño pues te fuistes sin dejar rastro. En la ciudad nadie sabe de ti, del pais te fuistes y tal es mi locura que te busco por todos los continentes aferrado en el recuerdo. Desgracia la mia de amarte y dejarte marchas. muchas veces Me arrepiento de no decirte lo mucho que te amo, cuantas veces me arrepiento de no decirte que te quiero. En este momento nada importa y solo me queda una cama vacía y unos viejos recuerdos que guardo en el cajón de la memoria. Aquella pelea fue la tragedia, la separación y mi desgracia de perderte. Perdí los nervios y dije cosas que no eran verdad, palabras duras y que realmente no siento. Por mi terquedad, mi soberbia te perdí. Si puediera volver a ese momento solo te diria lo siento. No se si escucharas estas palabras de un corazón herido que te ama pero estes donde estes espero que te lleguen y me perdones por todo aquella locura. Puede que este perdón sea cobarde pero es mas de lo que puedes imaginarte. Tragedia fueron los insultos, las palabras, tragedia fue decirte que te queria fuera de mi vida, tragedia fueron las palabras del odio que realmente no senti. Perdona este pobre viejo loco enamorado de ti. Perdona pues nunca quise acerte daño. Desde aquel momento, desde aquellas palabras este que te escribe perdio.
Tragedia de discutir
Autor: silvy  402 Lecturas
Un día del mes de agosto el sol calentaba mi cuerpo tumbado en la hierva de mi jardín. A esas horas solo escuchabas a las chinches y algún insecto despierto. Es la hora perfecta de la siesta y eso me dispuse hacer. Sin mas aviso que el de un grillo vinieron a mi memoria años lejanos de juventud. Tan lejanos eran que casi no podía acordarme de ellos y entraron en mi como si los estuviera viviendo. Mi cuerpo seguía siendo el de una jovencita presumida, el pelo largo castaño, ojos brillantes llenos de vida. Era la misma pero con la frescura de los quince años. Me encontraba tirada en la hierva hasta que escuche un ruido y salí corriendo. Que asustadiza era entonces. Me encontraba sola en el caserón familiar, todos salieron a pasear y yo me quede tumbada. Comí algo y enseguida fui a la piscina, que buena estaba el agua. No se cuanto tiempo pase dentro, lo que si se es que la piel se me arrugo y eso me parecía divertido. Escuche el jaleo de los perros, las voces de los pequeños, mi madre riendo con ellos, mi padre con los perros y mis abuelos hablando. Los primeros en entrar fueron los pequeños, así llamaba a mis dos hermanos pequeños. Menudo par de trastos los dos gemelos. Entraron directos a la piscina, me abrazaron y empezamos a jugar en el agua. Los perros rondaban por el jardín, mis padres se sentaron a tomar el sol, los abuelos prepararon limonada y algo de comer. Sabia que eran las seis de la tarde, la hora de la merienda. Que lindos días. Limonada, bollos, chocolate y dulces algo delicioso para nosotros. El sol brillaba bajo un cielo azul claro, mariposas volaban y el cantar de los pájaros lo hacia mas delicioso todavía. Que lindos días y como los añoro. Ya calentaba el sol cuando entre en el viejo caserón. Me prepare una limonada y me tumbe en la vieja tumbona. Cerré los ojos y los recuerdos siguieron viniendo a mi mete sin mas aviso. Yo tendría unos veinte años y los gemelos unos quince años cuando la tragedia empezó. Las lagrimas saltan de mis ojos y un suspiro sale de mi boca. Vuelvo aquel magnifico día en el caserón. Todo era perfecto, los veranos, los estudios, el negocio, nada podía cambiar el rumbo de la familia o eso era lo que yo pensaba. Pero eso eran cosas de un futuro que tardaría un par de años en llegar. Continuamos con lo que nos concierne. La tarde paso tranquila, la noche fue una barbacoa con todos los vecinos del pequeño pueblo. Me acuerdo que brindaron por los negocios, por el éxito, por la fortuna, la familia y demás. Yo me encontraba jugando con los gemelos y los otros niños. No había nadie de mi edad o eso era lo que yo creía. Mis padres me llamaron yo acudí donde se encontraban. A su lado estaban unos vecinos y también su hijo un par de años mayor que yo. Hicieron las presentaciones oportunas y en cuanto menos me lo espere ya tenia novio y si la cosa funcionaba en un par de años boda. Los dos nos fuimos a pasear, hablar. La velada fue perfecta al igual que el día y el mes. Entro septiembre con las primeras hojas caídas. Mis hermanos y mis padres partieron para la ciudad. Yo y mis abuelos nos quedamos en el caserón, mi vida estaba cambiando por completo y yo no me daba cuenta. Empecé a dar clases en el pequeño colegio, todos los días veía a José, si el chico de la barbacoa, mi prometido. Todo seguía su curso y su tranquilidad. El otoño paso despacio entre hojarasca y románticos paseos. El invierno con su nieve, las clases y un amor. La primavera colorida, llena de excursiones. El verano llego los niños de vacaciones y la familia regreso. Los gemelos entusiasmados por verme, todo era perfecto y maravilloso. Volvimos hacer una barbacoa, mi amado me pidió que me casara con él y yo acepte. En el mes de agosto se celebro una hermosa boda, todos acudieron fue uno de los días mas felices de mi vida. Nos quedamos a vivir en el caserón y a los pocos años nacieron mi hija y al cabo de otros dos mi otro hijo. Que lindos años nos aguardaban, los hijos, mis alumnos, mi marido, su negocio. Que lindo era todo. Yo tendría unos veinte años y los gemelos unos quince años cuando la tragedia empezó. Llegaron al caserón con mis padres. Todos nos alegramos de que vinieran y esa noche hicimos una fiesta para ellos. Aquí las noticias apenas llegaban y cuando lo hacían eran con varias semanas de retraso, no existían problemas. Al día siguiente mis padres se sentaron con nosotros y los gemelos. Mis hijos correteaban por el jardín, mis abuelos faltaron en el invierno. Mi marido y yo esperábamos a ver lo que nos tenían que decir, sin duda buenas noticias o eso creíamos. Nos empezaron a contar que se escuchaban tambores de guerra, que todos eran llamados a filas. Malas noticias muy malas y más aun cuando nos contó que pronto partiría a la guerra. La tristeza se empezó acumular en nuestros ojos. Los gemelos en dos meses iban al frente a luchar y no sabían cuando regresarían. La tragedia empezó a rozarnos y pronto entraría sin mas aviso que un humo gris. A la semana partieron para la ciudad, todos nos quedamos desolados y los niños lloraban sin consuelo. Mi padre partió y al mes los dos gemelos. El otoño llego mas triste que nunca y con el una carta del ejercito, mi marido recluido. Me quede sola con los niños en el caserón. Las noticias de guerra llegaban cada vez más pronto. Las bombas destruían ciudades y nada se sabia de los soldados. Saque adelante a mis dos niños y a mi madre que se vino a vivir con nosotros. Pasaron los meses y llego la primavera y con ella esperábamos noticias. Si por suerte llegaron y la verdad es que las primeras fueron buenas. Una tarde soleada mis hijos jugaban con los perros y mi madre y yo preparábamos la merienda. Los perros salieron corriendo y mis hijos tras ellos. Al rato llegaron riendo, saltando y contentos,. Llamaron a la puerta y con ellos mi marido. Le faltaba una mano y por eso fue enviado a casa. Buena noticia fue el tenerle de nuevo con nosotros. Pero nada sabíamos de los gemelos ni de mi padre. Que tiempos mas horribles. Paso la primavera, el verano y llego el otoño con la cara mas amarga. Mi padre llego por partes y bajo la bandera de nuestro país. Fue enterrado en el cementerio del pueblo. Seguimos sin noticias de los gemelos. Mi madre entro en depresión y nada la sacaba de allí. El invierno fue el mas duro de nuestras vidas, mi madre constipada y apenas se levantaba. Las bombas no paraban de bombardear la ciudad y todo se venia a bajo. En el pequeño pueblo seguía todo igual bajo un manto de tristeza y dolor. Una mañana fría y nevada llamaron a la puerta. Fui abrir y bajo una barba de varios meses se encontraba mi hermanos. Mas flaco de lo normal pero sin duda su sonrisa la conservaba y era el. Madre se recupero nada mas verlo. No le comento nada del otro gemelo pero a nosotros si. Estaba preso en algún campo de trabajo y no saldría con vida. La guerra se agravó y todo olía a muerte. Por suerte llego el verano y el fin a tanto horror. Volvieron a la ciudad y nada quedaba ya. Decidieron comprarse una casa en el pueblo. Mi hermano se caso con una enfermera y ambos iban donde necesitaban ayuda. Mi madre tranquila y con el alma en paz nos dejo. Mis hijos por suerte no fueron a la guerra y solo les rozo su mundo. Al no llegar por completo a nuestro pueblo a los niños vivieron en libertad. Nosotros seguíamos con nuestras vidas intentado dejar atrás el horror vivido. Escucho ruidos, risas, pisadas, la dulce voz de mi niña y mi hijo riendo. Mi marido jugando con los nietos, dos gemelas. Me levanto y veo de nuevo a toda mi familia reunida como en aquella barbacoa de los quince años. Las gemelas alborotando y riendo con el abuelo. Mi hija y su marido hablando mientras que le hacen carantoñas a la mas pequeña. Es una niñita preciosa de un año, su sonrisa es especial. Aunque realmente ella es especial. Tardo en adaptarse y cuando lo hizo nos sonrió y ya nunca lo ha dejado de hacer. Es una niña que adoptaron le han dejado su nombre Yin y proviene de china. Mi hijo pequeño con su novio. Se quieren muchísimo, ya se están casados y están en tramites de adopción de dos hermanitos de Etiopía un niño y una niña. Todos vienen corriendo se sientan a mi lado y me dicen que les cuente como era mi vida de joven. Yo les cuento la misma historia que les he contado a ustedes, mi historia.
El jardin de la vida
Autor: silvy  324 Lecturas
Un día del mes de agosto el sol calentaba mi cuerpo tumbado en la hierva de mi jardín. A esas horas solo escuchabas a las chinches y algún insecto despierto. Es la hora perfecta de la siesta y eso me dispuse hacer. Sin mas aviso que el de un grillo vinieron a mi memoria años lejanos de juventud. Tan lejanos eran que casi no podía acordarme de ellos y entraron en mi como si los estuviera viviendo. Mi cuerpo seguía siendo el de una jovencita presumida, el pelo largo castaño, ojos brillantes llenos de vida. Era la misma pero con la frescura de los quince años. Me encontraba tirada en la hierva hasta que escuche un ruido y salí corriendo. Que asustadiza era entonces. Me encontraba sola en el caserón familiar, todos salieron a pasear y yo me quede tumbada. Comí algo y enseguida fui a la piscina, que buena estaba el agua. No se cuanto tiempo pase dentro, lo que si se es que la piel se me arrugo y eso me parecía divertido. Escuche el jaleo de los perros, las voces de los pequeños, mi madre riendo con ellos, mi padre con los perros y mis abuelos hablando. Los primeros en entrar fueron los pequeños, así llamaba a mis dos hermanos pequeños. Menudo par de trastos los dos gemelos. Entraron directos a la piscina, me abrazaron y empezamos a jugar en el agua. Los perros rondaban por el jardín, mis padres se sentaron a tomar el sol, los abuelos prepararon limonada y algo de comer. Sabia que eran las seis de la tarde, la hora de la merienda. Que lindos días. Limonada, bollos, chocolate y dulces algo delicioso para nosotros. El sol brillaba bajo un cielo azul claro, mariposas volaban y el cantar de los pájaros lo hacia mas delicioso todavía. Que lindos días y como los añoro. Ya calentaba el sol cuando entre en el viejo caserón. Me prepare una limonada y me tumbe en la vieja tumbona. Cerré los ojos y los recuerdos siguieron viniendo a mi mete sin mas aviso. Yo tendría unos veinte años y los gemelos unos quince años cuando la tragedia empezó. Las lagrimas saltan de mis ojos y un suspiro sale de mi boca. Vuelvo aquel magnifico día en el caserón. Todo era perfecto, los veranos, los estudios, el negocio, nada podía cambiar el rumbo de la familia o eso era lo que yo pensaba. Pero eso eran cosas de un futuro que tardaría un par de años en llegar. Continuamos con lo que nos concierne. La tarde paso tranquila, la noche fue una barbacoa con todos los vecinos del pequeño pueblo. Me acuerdo que brindaron por los negocios, por el éxito, por la fortuna, la familia y demás. Yo me encontraba jugando con los gemelos y los otros niños. No había nadie de mi edad o eso era lo que yo creía. Mis padres me llamaron yo acudí donde se encontraban. A su lado estaban unos vecinos y también su hijo un par de años mayor que yo. Hicieron las presentaciones oportunas y en cuanto menos me lo espere ya tenia novio y si la cosa funcionaba en un par de años boda. Los dos nos fuimos a pasear, hablar. La velada fue perfecta al igual que el día y el mes. Entro septiembre con las primeras hojas caídas. Mis hermanos y mis padres partieron para la ciudad. Yo y mis abuelos nos quedamos en el caserón, mi vida estaba cambiando por completo y yo no me daba cuenta. Empecé a dar clases en el pequeño colegio, todos los días veía a José, si el chico de la barbacoa, mi prometido. Todo seguía su curso y su tranquilidad. El otoño paso despacio entre hojarasca y románticos paseos. El invierno con su nieve, las clases y un amor. La primavera colorida, llena de excursiones. El verano llego los niños de vacaciones y la familia regreso. Los gemelos entusiasmados por verme, todo era perfecto y maravilloso. Volvimos hacer una barbacoa, mi amado me pidió que me casara con él y yo acepte. En el mes de agosto se celebro una hermosa boda, todos acudieron fue uno de los días mas felices de mi vida. Nos quedamos a vivir en el caserón y a los pocos años nacieron mi hija y al cabo de otros dos mi otro hijo. Que lindos años nos aguardaban, los hijos, mis alumnos, mi marido, su negocio. Que lindo era todo. Yo tendría unos veinte años y los gemelos unos quince años cuando la tragedia empezó. Llegaron al caserón con mis padres. Todos nos alegramos de que vinieran y esa noche hicimos una fiesta para ellos. Aquí las noticias apenas llegaban y cuando lo hacían eran con varias semanas de retraso, no existían problemas. Al día siguiente mis padres se sentaron con nosotros y los gemelos. Mis hijos correteaban por el jardín, mis abuelos faltaron en el invierno. Mi marido y yo esperábamos a ver lo que nos tenían que decir, sin duda buenas noticias o eso creíamos. Nos empezaron a contar que se escuchaban tambores de guerra, que todos eran llamados a filas. Malas noticias muy malas y más aun cuando nos contó que pronto partiría a la guerra. La tristeza se empezó acumular en nuestros ojos. Los gemelos en dos meses iban al frente a luchar y no sabían cuando regresarían. La tragedia empezó a rozarnos y pronto entraría sin mas aviso que un humo gris. A la semana partieron para la ciudad, todos nos quedamos desolados y los niños lloraban sin consuelo. Mi padre partió y al mes los dos gemelos. El otoño llego mas triste que nunca y con el una carta del ejercito, mi marido recluido. Me quede sola con los niños en el caserón. Las noticias de guerra llegaban cada vez más pronto. Las bombas destruían ciudades y nada se sabia de los soldados. Saque adelante a mis dos niños y a mi madre que se vino a vivir con nosotros. Pasaron los meses y llego la primavera y con ella esperábamos noticias. Si por suerte llegaron y la verdad es que las primeras fueron buenas. Una tarde soleada mis hijos jugaban con los perros y mi madre y yo preparábamos la merienda. Los perros salieron corriendo y mis hijos tras ellos. Al rato llegaron riendo, saltando y contentos,. Llamaron a la puerta y con ellos mi marido. Le faltaba una mano y por eso fue enviado a casa. Buena noticia fue el tenerle de nuevo con nosotros. Pero nada sabíamos de los gemelos ni de mi padre. Que tiempos mas horribles. Paso la primavera, el verano y llego el otoño con la cara mas amarga. Mi padre llego por partes y bajo la bandera de nuestro país. Fue enterrado en el cementerio del pueblo. Seguimos sin noticias de los gemelos. Mi madre entro en depresión y nada la sacaba de allí. El invierno fue el mas duro de nuestras vidas, mi madre constipada y apenas se levantaba. Las bombas no paraban de bombardear la ciudad y todo se venia a bajo. En el pequeño pueblo seguía todo igual bajo un manto de tristeza y dolor. Una mañana fría y nevada llamaron a la puerta. Fui abrir y bajo una barba de varios meses se encontraba mi hermanos. Mas flaco de lo normal pero sin duda su sonrisa la conservaba y era el. Madre se recupero nada mas verlo. No le comento nada del otro gemelo pero a nosotros si. Estaba preso en algún campo de trabajo y no saldría con vida. La guerra se agravó y todo olía a muerte. Por suerte llego el verano y el fin a tanto horror. Volvieron a la ciudad y nada quedaba ya. Decidieron comprarse una casa en el pueblo. Mi hermano se caso con una enfermera y ambos iban donde necesitaban ayuda. Mi madre tranquila y con el alma en paz nos dejo. Mis hijos por suerte no fueron a la guerra y solo les rozo su mundo. Al no llegar por completo a nuestro pueblo a los niños vivieron en libertad. Nosotros seguíamos con nuestras vidas intentado dejar atrás el horror vivido. Escucho ruidos, risas, pisadas, la dulce voz de mi niña y mi hijo riendo. Mi marido jugando con los nietos, dos gemelas. Me levanto y veo de nuevo a toda mi familia reunida como en aquella barbacoa de los quince años. Las gemelas alborotando y riendo con el abuelo. Mi hija y su marido hablando mientras que le hacen carantoñas a la mas pequeña. Es una niñita preciosa de un año, su sonrisa es especial. Aunque realmente ella es especial. Tardo en adaptarse y cuando lo hizo nos sonrió y ya nunca lo ha dejado de hacer. Es una niña que adoptaron le han dejado su nombre Yin y proviene de china. Mi hijo pequeño con su novio. Se quieren muchísimo, ya se están casados y están en tramites de adopción de dos hermanitos de Etiopía un niño y una niña. Todos vienen corriendo se sientan a mi lado y me dicen que les cuente como era mi vida de joven. Yo les cuento la misma historia que les he contado a ustedes, mi historia.
El jardin de la vida
Autor: silvy  319 Lecturas
Sale el sol cuando te veo. La luna aparece cuando no te veo. La luz me ilumina cuando estas conmigo. Las estrellas brillan cuando estas conmigo. Sonrió cuando estoy a tu lado. Soy feliz contigo. Vivo cuando estoy a tu lado. Soy feliz contigo. Tu no sabes lo que siento. Tu no sabes que te quiero. No sabes lo que siente mi corazón. No sabes lo que siento. Me duele el corazón. Casí no siento la respiración. No tengo ganas de vivir. No tengo ganas de vivir. Un día te veo. Pasas a mi lado. Me paro. Y tu me miras. Nuestras miradas se cruzan. Las palabras no aparecen. Nuestras manos se juntan. Nuestros labios se mezclan. Un beso aparece. Me dices que me quieres. Me dices que me amas. Yo te digo lo que siento. Los dos sentimos lo mismo. Los dos no amamos.
Sentimientos encontrados
Autor: silvy  299 Lecturas

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