Un baile inocente. En el inocente son de una soft magical melody, te deshaces en la cuna de mis brazos, dormida como una arrullada infanta, mientras la sedosidad de tus bucles dorados, fragantes cual incienso de ensueños, se mecen en silencio entre el escote de tu desnuda espalda y mis dedos ardientes, que trepan sigilosamente por esa pared indolente. Entre tanto tú, con tu inocencia intacta, te mueves suavemente al compás del embrujado ritmo y yo aspiro profundo en el acantilado de tus fragancias; es cuando mi piel se eriza con el emotivo estado, puesto que a merced tengo tu alma completa, pegada a mi instinto, discretamente tentando una a una tus armónicas curvas y gozando del rozante paso de mi pierna entre tus muslos. Muy cerca siento tu cálido aliento que expele la humedad de tu boca, mientras tus labios sonámbulos buscan en los míos un beso; y yo, angustiado, me extravío enloquecido con un millar de anhelos prohibidos, pues hay una lucha tenaz en mi consciencia, quien me advierte, que tus años aun no son los suficientes.