Sueña Manolito con ser un escritor reconocido, sueña con las luces de Manhattan, imagina su oficina en lo más altos de alguna torre, imagina fiestas y despilfarro, sueña con algún premio, y con buenos autos, por qué no? Con un nobel de literatura eso se merece después de haber escrito tanta basura y no claudicar, eso se merece después de este gran libro, tantos puntos, tantas comas y metáforas, la vida no puede tardar tanto, Aquí estoy yo!, aquí estoy yo triunfador!, yo conquistador!, aquí estoy frente a la mugre de esta ciudad enorme y gris, y puedo, sé que puedo, tengo el texto adecuado, tengo el libro perfecto que  andan buscando los editores casa fortunas, porque yo soy la metáfora, yo soy la anástrofe, yo soy la antífrasis, el asianismo, yo soy la catástasis , la grafema y el todo. Sueña Manolito, mientras desde lo alto dibuja Manhattan, y piensa cuantas fiestas habrá tenido Bukowski, sin saber que Bukowski pasó más tiempo en soledad con su cerveza y su máquina de escribir, que con alguna puta.
Sueña Manolito mientras desde lo alto del Word Trade center dibuja el bajo  Manhattan, dibuja y sueña. Tan solo le queda un ventanal. Y pssss, habrá terminado el laboro del día.
Lejos ahora está su poesía social, la ciudad lo ha contaminado, pero más allá de toda fama Manolito todavía sueña con un mundo mejor, y lo intenta, lo dibuja y le da forma lentamente, cada día. Y a cada final, le otorga un nuevo principio. y como nadie ha impuesto cautelares para el soñador que se anima, a pesar  que existe mucha burocracia para los sueños, Manolito nunca perdió las esperanzas. Nunca, nunca, nunca perdió las esperanzas.
A las 10:30 de esa mañana mientras Manolito terminaba su trabajo, un avión impacto directamente en el Word Trade center,  por el lado donde se encontraba colgado limpiando las ventanas para que los dueños del mundo puedan ver el espectáculo.